domingo, 31 de diciembre de 2023

"VENDIDOS AL SALAFISMO". Un artículo de Najar El Hachmi publicado en El País 22 DIC 2023

Jon Rahm (a la izquierda), firma su fichaje por LIV Golf junto
 al comisionado de la liga, Greg Norman,
el pasado 7 de diciembre en Nueva York.
Los millones por los que Jon Rahm se ha vendido a Arabia Saudí esconden ciudadanos encarcelados y torturados, menores ejecutados, mujeres condenadas al encierro perpetuo y trabajadores extranjeros esclavizados

Nos dirán que ellos solo son deportistas que persiguen pelotitas, pero aceptando hacerlo a cambio de las ingentes cantidades de dinero que les paga Arabia Saudí están convirtiéndose en actores políticos de un régimen que extiende sus valores antidemocráticos por el mundo entero. Lo que esconden los 500 millones por los que Jon Rahm se ha vendido al reino wahabita son ciudadanos encarcelados y torturados, menores ejecutados, mujeres condenadas al encierro perpetuo y trabajadores extranjeros esclavizados. Empiezo a pensar que la riqueza extrema tiene efectos psicopatologizantes porque no me creo que tantos profesionales del deporte no vean lo peligroso que es su participación activa en el blanqueamiento de imagen de la petromonarquía.

Lo que pasa en Arabia Saudí está lejos de quedarse en Arabia Saudí dadas las extensas y poderosas ramificaciones de su diplomacia religiosa, esto es, la extensión de una ideología tan peligrosa como el salafismo que está colonizando sin resistencia los jóvenes musulmanes europeos. En Dr. Saoud y Mr. Djihad, Pierre Conesa cuenta con detalle esa doble red de influencia del país árabe: mientras con una mano teje una densa telaraña de organizaciones que difunden el islam fundamentalista por todo el mundo, con la otra agita e incluso financia el terrorismo. Dentro de sus esfuerzos de lavado de cara está ahora convertirse en sede de los torneos más importantes para penetrar en la cultura de masas en Occidente. En este sentido es una flagrante contradicción que la FIFA siga dispensando trato de favor a la teocracia de Bin Salmán. Bueno, contradicción si en algún momento hemos creído, inocentes, que la FIFA era feminista. Desde aquí leímos la destitución de Rubiales como una defensa de los derechos de las mujeres, pero desde los países musulmanes, donde se sigue cambiando de canal cuando en la televisión aparece un beso y los gobiernos censuran las emisiones audiovisuales en base al puritanismo religioso, las razones son otras. Tanto el beso a Jenni Hermoso como el comportamiento del antiguo presidente de la RFEF fueron juzgados negativamente no por tratarse de un abuso machista, sino por saltarse las normas de la decencia pública. Si en el campo dos mujeres se hubieran besado libremente en Arabia Saudí, tampoco les hubiera gustado, pero por razones muy distintas. Eso sí, luego resulta que muchos de sus ciudadanos, esos que en público son musulmanes ejemplares, luego viajan a Marruecos para explotar sexualmente a las pobres prostituidas. Nada nuevo, es la doble moral de siempre que no parece quitarles el sueño ni a futbolistas y ni a golfistas.

sábado, 30 de diciembre de 2023

"BUENOS DÍAS, VICENTE ARTIFICIAL". Un artículo de Antonio Muñoz Molina publicado en El País (16 DIC 2023)

Las oleadas de la innovación tecnológica, lejos de ser impersonales y objetivas, pertenecen a ejecutivos y a inversores cuyo crudo propósito es acumular dinero y poder en una escala como no ha existido nunca antes

A lo que más va pareciéndose por ahora la Inteligencia Artificial, con sus correspondientes mayúsculas santificadoras, es a la antigua tontería natural, la tontería humana, que cuando se cruza con ingredientes tales como el papanatismo y la codicia puede producir resultados aterradores. La inteligencia artificial, ahora en minúsculas, y no desde luego en siglas, para no sacralizarla más todavía, se nos presenta a los ignorantes —es decir, a todos nosotros— como la mayor en esa serie de grandes oleadas tecnológicas que vienen marcando las últimas décadas, innovaciones prodigiosas que parece que vinieran de la nada y que cambian el mundo con la fuerza inapelable, y desde luego impersonal, de los fenómenos naturales, o de aquellas transiciones de unos modos de producción a otros con las que nos afligían nuestros profesores marxistas de Historia en la universidad. Dado que las fuerzas históricas eran inevitables, cualquiera que se atreviera a disentir de la dirección que imponían estaba condenado a la obsolescencia —y a lo que Trotsky llamó “el cubo de basura de la Historia”— y también, con bastante frecuencia, a la prisión y al tiro en la nuca, como bien supo el propio Trotsky, porque esos movimientos históricos tan abstractos tienen la particularidad de manifestarse en hechos concretos de extraordinaria sordidez, y de abundante derramamiento de sangre.

[...] El pequeño secreto a voces es que las oleadas de la innovación tecnológica, lejos de ser impersonales y objetivas, pertenecen a ejecutivos y a inversores cuyo crudo propósito, más allá de la palabrería peculiarmente religiosa y hasta mística a la que son aficionados, es acumular dinero y poder en una escala como no ha existido nunca antes en la historia del mundo, igual que nunca antes los cambios han sido tan radicales y tan acelerados. El argumento de que ya hubo en otras épocas gente retrógrada que se oponía a la imprenta, o incluso a la escritura, está ya tan repetido —y tan desacreditado— que hasta sus mismos defensores se van cansando de repetirlo. Lo que cuenta en la tecnología no es su posible maravilla, sino quién la posee, y qué uso se le da, a quién beneficia, a quién perjudica, cuáles son sus efectos sobre la vida social, cuántos de ellos beneficiosos y cuántos destructivos, y qué herramientas tiene una sociedad democrática para regularla para el bien de la mayoría, y para evitar en lo posible sus consecuencias devastadoras para los trabajadores.

[...] Pero donde la tontería artificial demuestra sus verdaderas posibilidades es en otra oferta del museo, titulada Bonjour, Vicent. Hasta ahora, la voz de Van Gogh llegaba hasta nosotros verdadera y cercana en las cartas a su hermano Théo. En una pantalla, una especie de penoso doble que no habría perpetrado ni el ilustrador más inepto de novelitas románticas, pero dotado de movimiento y de voz, está disponible para responder a las preguntas de los espectadores. Un algoritmo diseñado por un gran equipo de ingenieros ha procesado las cartas a Théo y los textos de algunas biografías. El espectador hace su pregunta y Vincent —cercano, nada solemne, hasta relajado, como si se sentara no en un sillón rancio del siglo XIX, sino en el taburete de un bar— pone el gesto de quedarse pensando, y responde en francés o en inglés, con una corrección robótica, hilando frases extraídas de las cartas o de orígenes más dudosos con la astucia torpe de quien urde un refrito en un trabajo para la facultad. Alarmada la dirección del museo, porque la mayoría de las preguntas se centraban morbosamente en el suicidio, y temerosa sin duda de posibles demandas, se modificó el algortimo para que transmitiera lo que ahora se llamaría un mensaje de positividad. Con su extraña voz de extraterrestre, Van Gogh, o más bien “Vincent”, responde a la pregunta de un visitante: “Te imploro esto: agárrate a la vida, siempre hay belleza y esperanza”. Ha hecho falta toda la sofisticación de la inteligencia artificial para que Vincent van Gogh regrese al mundo de los vivos a dar consejos como de Paolo Coelho.


lunes, 11 de diciembre de 2023

"EMPODERARTE CON BRAGAS Y SUJETADORES". Un artículo de NAJAT EL HACHMI publicado en el EL PAÍS 01 DIC 2023

Solo me exploto yo, vendrían a decir las cantantes-vedettes de nuestro tiempo; solo yo tengo derecho a sacar mucha pasta de poner cachondos a los hombres

La publicidad se ha adueñado del lenguaje emancipatorio de las luchas sociales vaciándolo de contenido y, lo que es peor, pervirtiendo su sentido original. Si en su momento las marcas que se dirigían al público femenino no tenían reparos en asustarnos con la soledad, la falta de amor y el destierro si no comprábamos sus productos, ahora nos dicen que el maquillaje o la lencería nos empoderan. ¿Para qué esforzarte por llegar a ocupar sitios de responsabilidad, tener independencia económica o acceder al saber y el conocimiento o conquistar tu propia libertad si comprándote las bragas de Jennifer López puedes tener tanto poder como ella? Sin duda, la cantante es poderosa, pero, disculpen la obviedad, no por su ropa interior, sino porque es una mujer rica y famosa. Con talento, sí, pero a nadie se le escapa que parte de su riqueza viene del esfuerzo, tiempo y dinero que dedica a su apariencia externa, lo cual demuestra que seguimos en un sistema en el que la explotación sexual de los seres humanos de segunda, las mujeres, no solo no es cuestionada, sino que es un valor absoluto de la cultura hegemónica occidental.

Beyoncé y Rosalía nos dirán que son feministas y las letras de sus canciones inspirarán a las nuevas luchadoras por la igualdad, pero siguen integradas en una estructura que antepone la capacidad de excitar a los hombres a cualquier otro “don” que puedan tener. Ellas mismas juegan bien ese juego, aunque luego se quejen cuando se las sexualiza sin permiso, como le pasó a la catalana con el fotomontaje de JC Reyes. Solo me exploto yo, vendrían a decir las cantantes-vedettes de nuestro tiempo; solo yo tengo derecho a sacar pasta, mucha pasta, de poner cachondos a los hombres. He aquí, según algunos publicistas y colaboradoras de este sistema de dominación, el summum de la liberación y el empoderamiento.

Y antes que alguien me venga con el manido tópico de que las feministas odiamos el sexo, más bien es todo lo contrario: porque nos parece algo demasiado importante para convertirlo en mercancía, nos negamos a aceptar el denigrante papel de aprovecharnos de las necesidades sexuales de los hombres para ganar poder, porque el sexo es un espacio compartido que solo puede ser gozoso si es gratuito, deseado y se da entre iguales. Es vil y ofensivo pretender que sigamos como siempre, conformándonos con unas migajas de los privilegios que tienen ellos a base de enfundarnos en ásperos e insostenibles sujetadores de encajes de poliéster.

domingo, 10 de diciembre de 2023

"LOS AFRODISÍACOS DE HENRY KISSINGER". Un artículo de Antonio Muñoz Molina publicado en El País el 09 DIC 2023

El poder es el gran excitante, repetía el político estadounidense recientemente fallecido. También proporciona los beneficios de la impunidad y la amnesia. Él llegó a centenario protegido por el caparazón de una celebridad reverencial y una frialdad moral absoluta

A algunas personas que acumulan desmedidamente el dinero o el poder sus admiradores más abyectos llegan a atribuirles cualidades inauditas. De Henry Kissinger decían algunos de sus cortesanos y cobistas que no solo era un estratega magistral en los asuntos internacionales y un erudito de profundo saber en la historia de la diplomacia, sino que además, cuando se lo trataba de cerca, tenía un excelente sentido del humor. Algunas pruebas han llegado documentalmente a nosotros. En Nueva York o en Washington, en las fiestas de alta sociedad a las que era tan aficionado, decía a veces, con una sonrisa radiante de descaro y astucia, cuando le presentaban a un desconocido: “¿Usted también piensa que soy un criminal de guerra?”. Pequeño y regordete, con su cara y sus gafas de empollón, se complacía en exhibirse del brazo de actrices siempre más altas que él, y repetía la misma explicación de sus habilidades seductoras: “El poder es el gran afrodisiaco”.

Pero su presunto humorismo no disminuía cuando hablaba de alguno de aquellos tiranos matarifes a los que garantizó siempre el apoyo de Estados Unidos. Uno de los más crueles, y de los menos recordados ahora, fue el general Yahya Khan, que en 1971, como presidente de Pakistán, dirigió una masacre de más de 300.000 personas, hombres, mujeres y niños, en lo que hoy es Bangladés, y provocó un éxodo hacia la India de unos 10 millones, con pleno conocimiento y apoyo del presidente Nixon y del propio Kissinger, consejero de Seguridad Nacional. Ninguno de los dos hizo caso de las advertencias de sus propios diplomáticos destinados en Pakistán. Incluso facilitaron clandestinamente el envío de aviones de guerra americanos que aceleraban la destrucción y la matanza. El general Yahya Khan tenía para ellos el valor inestimable de que estaba sirviéndoles como intermediario en los preparativos secretos para el viaje de Nixon a China un año después. Como al dictador paquistaní se lo veía tan envanecido de sus habilidades como mediador, Kissinger dijo de él, según consta en una de las grabaciones de la Casa Blanca: “Khan disfruta todavía más haciendo esto que masacrando hindúes”. CONTINUAR LEYENDO

sábado, 9 de diciembre de 2023

"MÁS ESTADO SOCIAL Y MENOS ESTADO PENAL". Un artículo del magistrado Joaquim Boscho publicado en elDiario.es el 3 de febrero de 2023

Resulta cuestionable que sectores gubernamentales y una parte de sus bases defiendan la premisa desatinada del punitivismo encarnizado. Eso implica suscribir el marco que buscan imponer los discursos ultraconservadores, que siempre enarbolan la bandera de la venganza institucional

Cuando en un debate se parte de premisas falsas, sus conclusiones nunca pueden resolver el problema, igual que no podremos abrocharnos bien la camisa si nos equivocamos con el primer botón. Eso es lo que ocurre con la desenfocada discusión actual sobre las penas de la llamada ley del solo sí es sí. La crispación colectiva tampoco es un escenario idóneo para deliberar sobre cuestiones complejas, porque la ofuscación suele causar ceguera mental.

La premisa errónea en esta polémica es que habrá menos delincuencia si endurecemos más las penas. Se trata de un axioma abiertamente falso. En las sociedades democráticas sucede todo lo contrario. Los países que aplican penas muy duras y escasa intervención social presentan niveles de delincuencia muy elevados, como ocurre en Estados Unidos. Al contrario, las democracias más avanzadas cuentan con penas proporcionadas, más bajas que las españolas, como sucede en Dinamarca: sus niveles de criminalidad son muy inferiores, porque saben que lo más relevante no son las penas, sino los mecanismos de acción social. Está mucho más segura contra las agresiones sexuales una mujer danesa (con castigos menos duros) que una norteamericana (con un sistema penal durísimo, que incluye la pena de muerte).

Otra de las premisas falaces es que los delitos se deben exclusivamente a la maldad de los autores y por eso merecen una severa venganza institucional. Si eso fuera cierto, habría la misma incidencia porcentual de delitos en todos los países, salvo que pensemos que los estadounidenses son más malvados genéticamente que los daneses. La realidad nos muestra que el delito es un producto social. Las diferencias pueden ser notables entre distintos estados, porque el fenómeno de la delincuencia está muy relacionado con las concepciones sociales y con las condiciones de vida. Solo hay que visitar el patio de cualquier prisión española para constatar de qué estrato social son la inmensa mayoría de las personas condenadas. Por ello, la delincuencia se combate principalmente con medidas distintas a las penales, las cuales actúan como un complemento más. No es casual que la delincuencia sea más baja en países con elevados niveles de igualdad social y, correlativamente, se dispare con una mayor desigualdad.

Además, la reinserción resulta muy necesaria, porque el condenado regresará a la sociedad. Más vale que descartemos leyendas urbanas absurdas, aunque muy extendidas, como la de que los autores de delitos sexuales son seres enfermizos que siempre reinciden y son incurables. Al contrario, los datos reales nos aclaran que la reincidencia en estas infracciones es baja, sobre todo si la comparamos con la del tráfico de drogas o con determinados delitos contra la propiedad. Demasiada gente ha acuñado un estereotipo de agresor sexual: un tipo perturbado que espera a la víctima en un descampado para perpetrar la violación. Esos casos existen, pero las referencias oficiales también evidencian que la gran mayoría de los delitos contra la libertad sexual son cometidos por amigos, vecinos, conocidos, compañeros de trabajo o familiares. Lo que yo veo en mi juzgado coincide plenamente con esos datos. Así pues, para mejorar resultará esencial que modifiquemos las mentalidades y también actuar sobre la marginalidad social que está presente en muchos de estos delitos. CONTINUAR LEYENDO

domingo, 3 de diciembre de 2023

"EL MUNDO ARDE". Un artículo de Luis García Montero publicado en infoLibre.es el 25 de noviembre de 2023

Pedro Salinas escribió después de la Segunda Guerra Mundial su poema “Cero” para denunciar los efectos de los bombardeos y las armas de destrucción masiva. Una bomba lanzada a seis mil metros de altura acaba con una ciudad llena de personas, edificios, monumentos e historias. El poeta se pregunta: “¿Hay ojos que distingan / a la Tierra sus primores / desde tan alto?”. Acabar con lo que se desconoce suaviza la responsabilidad, parece más fácil que disparar contra los ojos que nos están mirando. Y por desgracia no se trata sólo de los metros de altura, sino de los procesos que convierten a las personas que tenemos cerca en caricaturas sin alma. El miedo, el odio, el asco y el rencor desdibujan la realidad del otro, sobre todo cuando nos enamoramos de nuestra propia irracionalidad. No disparamos contra personas, sino contra monstruos inventados. Así se normalizan las matanzas.

El novelista peruano Renato Cisneros ha publicado El mundo que vimos arder (2023). Reúne dos historias que se vinculan con las tensiones de la vida entre el sentido de pertenencia y el desarraigo. En la primera, dos peruanos que viven en Madrid, taxista y cliente en medio de un atasco, hablan de sus existencias, sus recuerdos, las quiebras que se producen en los sentimientos cada vez que hay que empezar desde cero. Por bien que se esté en una ciudad, el pasado es una compañía que nos interpela y nos hace extranjeros. “El pasaporte europeo —concluye el taxista— sólo sirve para que no te miren tan feo en los aeropuertos”.

La sensación de extranjería tiene que ver también con el paso de los años, con las realidades que van cambiando en nosotros y fuera de nosotros, aunque no queramos abandonar un lugar. Son transformaciones normales que se intensifican en las experiencias de emigración, destierro y, sobre todo, en los abismos humanos provocados por las guerras cuando nos atrevemos a quitarnos la venda de los seis mil metros de altura. Esa es la otra historia de El mundo que vimos arder, la vivida por Matías Giurato Roeder, un joven peruano, con orígenes paternos italianos y maternos alemanes, que se hace norteamericano y acaba en uno de los aviones militares que bombardean Alemania en la Segunda Guerra Mundial.

La vida nos cambia. Matías Giurato Roeder, luego Matías Clifford Roeder, luego Matías Clifford Ryder y luego Matthew, va caminando sobre su propio destino con la voluntad de adaptarse a las situaciones que surgen. Pero se produce un cortocircuito demasiado íntimo cuando recibe la orden de bombardear Hamburgo, la ciudad en la que vive su familia materna. Distante desde niño del agresivo machismo de su padre, había crecido en el amor cómplice de su madre y en el deseo de hacerse un miembro más de la familia alemana. El proyectado viaje a los orígenes desemboca en su participación en uno de los bombardeos más feroces sobre Alemania, el bombardeo que destruye a su propia familia. El abuelo de Matías era enemigo del nazismo, pero fue con todos los suyos una víctima más de la guerra contra los nazis.

Hay un momento en el que Matthew no puede dejar de ser Matías. Cuando se conocen los mapas, y dentro de los mapas las ciudades, y dentro de las ciudades los barrios, y dentro de los barrios los edificios, y dentro de los edificios las personas, ni siquiera seis mil metros de altura pueden suavizar los abismos del infierno. Los cuerpos calcinados no son monstruos, son personas con su propia historia, gente con derecho a vivir más allá de nuestros odios, nuestros miedos y nuestra violencia.

El bombardeo lleva al extremo los cambios sufridos por Matías, un ser humano, hasta conducirlo al despeñadero de su propia desaparición. Ningún pasaporte puede evitar vernos feos, muy feos, cuando nos miramos al espejo y se bombardea en nuestro nombre.

"NECESITAMOS UN ÉXODO DEL SIONISMO". Naomi Klein (elDiario.es 3 MAY 2024)

Judíos y simpatizantes celebran un Séder de Pascua para protestar contra la guerra en Gaza, el pasado 23 de abril, en el distrito de Brookl...