lunes, 26 de febrero de 2024

"LA MUJER Y SU IMAGEN". Artículo de Rosario Castellanos que abre el volumen titulado "Mujer que sabe latín..." (México: FCE, 1973)

A LO LARGO de la historia (la historia es el archivo de los hechos cumplidos por el hombre, y todo lo que queda fuera de él pertenece al reino de la conjetura, de la fábula, de la leyenda, de la mentira) la mujer ha sido, más que un fenómeno de la naturaleza, más que un componente de la sociedad, más que una criatura humana, un mito.

Simone de Beauvoir afirma que el mito implica siempre un sujeto que proyecta sus esperanzas y sus temores hacia el cielo de lo trascendente. En el caso que nos ocupa, el hombre convierte a lo femenino en un receptáculo de estados de ánimo contradictorios y lo coloca en un más allá en el que se nos muestra una figura, si bien variable en sus formas, monótona en su significado. Y el proceso mitificador, que es acumulativo, alcanza a cubrir sus invenciones de una densidad tan opaca, las aloja en niveles tan profundos de la conciencia y en estratos tan remotos del pasado, que impide la contemplación libre y directa del objeto , el conocimiento claro del ser al que ha sustituido y usurpado.

El creador y espectador del mito ya no ven en la mujer a alguien de carne y hueso, con ciertas características biológicas, fisiológicas y psicológicas; menos aún perciben en ella las cualidades de una persona que se les semeja en dignidad aunque se diferencia en conducta, sino que advierten sólo la encarnación de algún principio, generalmente maléfico, fundamentalmente antagónico.

Si nos remontamos a las teogonías primitivas que tratan de explicarse el surgimiento, la existencia y la estructura del universo, encontraremos dos fuerzas que , más que complementarse en una colaboración armoniosa, se oponen en una lucha en que la conciencia, la voluntad, el espíritu, lo masculino, en fin, subyugan a lo femenino, que es pasividad inmanente, que es inercia.

Sol que vivifica y mar que acoge su dádiva; viento que esparce la semilla y tierra que se abre para la germinación; mundo que impone el orden sobre el caos; forma que rescata de su inanidad a la materia, el conflicto se resuelve indefectiblemente con el triunfo del hombre.

Pero el triunfo, para ser absoluto, requeriría la abolición de su contrario. Como esa exigencia no ocurre, el vencedor -que posa su planta sobre la cerviz del enemigo derribado- siente, en cada latido, una amenaza; en cada gesto, una inminencia de fuga; en cada ademán, una tentativa de sublevación.

Y el miedo engendra nuevos delirios monstruosos. Sueños en que el mar devora al sol en la hora del crepúsculo; en que la tierra se nutre de desperdicios y de cadáveres; en que el caos se desencadena liberando un enorme impulso orgiástico que excita la licencia de los elementos, que desata los poderes de la aniquilación, que confiere el cetro de la plenitud a las tinieblas de la nada.

El temor engendra, a un tiempo, actos propiciatorios hacia lo que los suscita y violencia en su contra.

Así, la mujer, a lo largo de los siglos, ha sido elevada al altar de las deidades y ha aspirado el incienso de los devotos. Cuando no se la encierra en el gineceo, en el harén a compartir con sus semejantes el yugo de la esclavitud; cuando no se la confina en el patio de las impuras; cuando no se la marca con el sello de las prostitutas; cuando no se la doblega con el fardo de la servidumbre; cuando no se la expulsa de la congregación religiosa, del ágora política, del aula universitaria.

Esta ambivalencia de las actitudes masculinas no es más que superficial y aparente. Si la examinamos bien, hallaremos una indivisible y constante unidad de propósitos que se manifiesta enmascarada de tan múltiples maneras. CONTINUAR LEYENDO

domingo, 25 de febrero de 2024

"LAS INJUSTICIAS OCULTAS DEL CAMBIO CLIMÁTICO". Un artículo de Mateo Aguado y Nuria del Viso publicado en Dosieres Ecosociales DESIGUALDADES CLIMÁTICAS: IMPACTOS Y RESPONSABILIDADES DE LOS EVENTOS METEOROLÓGICOS EXTREMOS. FUHEM Educación+ecosocial

Existe un mensaje cada vez más extendido entre la sociedad y los medios de comunicación que invita a pensar que el problema del cambio climático antropogénico es cosa de todos, y que todos debemos aportar nuestro granito de arena para tratar de resolverlo. Siendo esto cierto, este lema resulta, en el fondo, algo engañoso, pues iguala a todos en un mismo nivel escondiendo a quienes tienen mayores responsabilidades por el cambio climático, tanto históricamente como en la actualidad. Lo cierto es que no todos somos igualmente responsables del cambio climático y no todos los países ni clases sociales tienen la misma carga histórica de responsabilidad. Como veremos en las líneas que siguen, analizar el problema del cambio climático bajo la óptica de la desigualdad es una tarea urgente y necesaria para determinar cómo este afecta de forma diferenciada a las personas, tanto geográficamente como por nivel económico, género, edad y ocupación, entre otros ejes de desigualdad.

Claramente, existen enormes diferencias entre ricos y pobres en lo que respecta a las emisiones globales de gases de efecto invernadero; unas emisiones que, como sabemos, son la causa principal del calentamiento global. Atendiendo a las emisiones históricas de CO2, vemos como son unas regiones muy concretas del planeta (básicamente representadas por EEUU y el mundo anglosajón, Europa, Japón y, más recientemente, China) las que han acaparado el grueso de la responsabilidad histórica ligada al problema del cambio climático. Tal y como ha mostrado un estudio reciente publicado en la revista Nature Sustainability, son los países más ricos y con mayores niveles de consumo los que presentan unas huellas de carbono per cápita más altas. Así, según cálculos de Oxfam, los países de renta alta, entre los que se encuentra España, emiten 44 veces más CO2 que los menos desarrollados. El consumo diario de energía también resulta dispar según los países: mientras que el estadounidense medio consume 300 kWh al día, el europeo medio consume la mitad, y el indio medio tan solo 13 kWh diarios. Sobre estos países recae, por tanto, una mayor carga de responsabilidad de la alteración climática que el planeta está sufriendo, así como de los problemas ambientales asociados.

Esta desigual responsabilidad respecto al cambio climático antropogénico alcanza magnitudes sorprendentes. Así, podemos encontrar países pobres como Madagascar o Burundi con huellas de carbono promedio inferiores a 0,01 toneladas de CO2 al año, y países ricos como Luxemburgo cuya huella per cápita de carbono anual asciende a más de 30 toneladas de CO2. Para hacerse una idea del calibre que adquiere esta disparidad, a día de hoy la huella de carbono del estadounidense medio es al menos 24 veces superior a la del promedio de todos los países del África Subsahariana. CONTINUAR LEYENDO

Si quieres leer el texto completo del Dosier Ecosocial, aquí tienes el acceso en formato pdf: Desigualdades climáticas: impactos y responsabilidades de los eventos metereológicos extremos



viernes, 23 de febrero de 2024

"ANIMALES, DIOSES, IDIOTAS". Un artículo de Irene Vallejo (El País 11 FEB 2024)

El mito del triunfador hecho a sí mismo es irreal. Todo avance solitario es en realidad solidario.

Érase una vez una niña que estaba sola en el mundo. He olvidado el resto del cuento, pero recuerdo el terror contenido en esa frase. Con literalidad infantil, me imaginé a mí misma en un planeta vacío bajo las heladas estrellas. Más que ningún otro relato de miedo, la imagen de ese páramo y de ese desamparo nutrió las pesadillas de mi niñez. Tal vez el temor al abandono alimenta la necesidad universal de pertenecer a un grupo, a un equipo, a un partido, a una familia sanguínea o elegida. Nos mueve el anhelo febril de adhesiones. Incluso las rebeldías, conspiraciones y nihilismos buscan el calor de un clan disidente. Cuanto más incomprendido sea el rasgo compartido, más une. Hasta las redes sociales, que nos enjaulan en una rutilante burbuja, nos seducen al prometernos una ilimitada posibilidad de encuentro. Porque la buena compañía nos nutre. La palabra proviene del latín cumpanis, que significaba “compartir el pan”. Uno de nuestros apetitos más hondos es ser aceptados y convidados, hacer buenas migas con quienes nos rodean. Necesitamos confiar en otros, y que confíen en nosotros. Aunque ese orgullo de pertenencia desate más pasión que compasión.

Al amparo de la democracia ateniense, Aristóteles definió a los humanos como seres sociales, animales cívicos inseparables de las redes de afectos, vínculos, intercambios, solidaridades y sueños compartidos que nos anudan y sostienen. En su Política, argumentó que un individuo no logra ser feliz en una ciudad infeliz: las penalidades de tus vecinos son también tu desgracia. “Quien es incapaz de vivir en comunidad o quien nada necesita por su propia suficiencia no es miembro de la ciudad, sino una bestia o un dios”. El ideal de independencia y arrogante autonomía puede ofrecer una vida divina o fiera, pero en todo caso inhumana. También había sombras en la comunidad imaginada por Aristóteles; las mujeres y esclavos quedaban excluidos de la ciudadanía. Sin embargo, un mensaje poderoso late en sus palabras: todos los seres humanos somos políticos, y no solo los profesionales del gremio parlamentario.

Loables o detestables, las decisiones del poder nos afectan siempre. Quizá por eso, los griegos llamaban ‘idiota’ —cuya raíz significa “propio”— a quienes se desentendían de los asuntos públicos, pendientes solo de sus intereses particulares. En tiempos de sobresalto, la política se vuelve sospechosa y las sociedades se fragmentan en archipiélagos de esfuerzos aislados, privados —de aliento colectivo— y desconfiados. En esos momentos, cuando se ignora lo que nos anuda y abundan los idiotas, suben al poder quienes se las saben todas. CONTINUAR LEYENDO

miércoles, 21 de febrero de 2024

"LA EXPANSIÓN DEL VIRUS DEL REVISIONISMO HISTÓRICO". Un artículo de NATALIA JUNQUERA (El País - 17 FEB 2024)

Varias personas rezan el rosario por la unidad católica de España
 en la parroquia del Inmaculado Corazón de María, en la calle
Ferraz, en paralelo a las protestas contra la ley de amnistía junto
a la sede del PSOE. 
CLAUDIO ÁLVAREZ
Los grandes historiadores españoles alertan de la influencia mediática y política de autores que replican tesis franquistas ante una sociedad que no ha sido suficientemente vacunada en la escuela

—“Unos señores pedían disgregar España; otros querían una revolución, todos querían destruir la cultura cristiana. Y eso fue por lo que se luchó en la guerra [civil española]. Unos a favor y otros para impedirlo y ganaron los que lo impidieron. Eso fue lo que permitió que España volviera a ser un país unido y próspero”.

—“No hubo ni un solo demócrata en las cárceles de Franco”.

—“La democracia viene del franquismo y todas las amenazas a ella vienen del antifranquismo”.

—“¿Cuál era la razón de la colaboración con la banda terrorista? La afinidad ideológica de fondo entre el PSOE y ETA, algo evidente. El PSOE y la ETA eran y son partidos socialistas, radicalmente antifranquistas, partidarios de leyes de memoria, de género etc.”.

El autor de estas afirmaciones, Pío Moa, paradigma del llamado revisionismo histórico, ha vendido decenas de miles de libros. En 38 años ha escrito más de 40. En 2006 publicó cinco. En 2007, otros cuatro. Es tan prolífico que los títulos, a menudo, se parecen, como ocurre con Adiós a un tiempo (2023) y De un tiempo y de un país (2002) o El derrumbe de la II República y la Guerra Civil (2001); 1936, el asalto final a la República (2005) y La República que acabó en Guerra Civil (2006). Además de ese frenesí editorial, Moa, exmiembro de los GRAPO, dispone de un blog, un espacio semanal en una emisora de radio, es asiduo a los productos televisivos predilectos de la extrema derecha y ha sido convocado para dar charlas en bibliotecas públicas por concejales de Vox, partido que también le invitó a una conferencia en Cataluña y que replica sus tesis. “Este es el peor Gobierno en 80 años”, llegó a declarar su líder, Santiago Abascal, en el Congreso de los Diputados: literalmente, con Franco vivíamos mejor. La asociación Pie en pared, de la que forman parte, entre otros, Juan Carlos Girauta y Marcos de Quinto (exmiembros de Ciudadanos), Esperanza Aguirre, del PP, y Alejo Vidal-Quadras (fundador de Vox), también lo incluyó en una charla titulada “El negacionismo histórico del PSOE”, celebrada, en este caso, en una universidad, la San Pablo-CEU.

“Para hacer la biografía de Franco o El holocausto español”, recuerda el hispanista Paul Preston, “invertí más de 10 años de investigación. De hecho, seguí añadiendo información en años posteriores. Y como yo, Julián Casanova, Enrique Moradiellos, Ángel Viñas… en fin, todos los historiadores serios”. A todos ellos y alguno más, les dedicó también Moa uno de sus libros, Galería de charlatanes (2022). Cuando Casanova, catedrático de historia contemporánea, lamentó, en un artículo en EL PAÍS, que José María Aznar hubiese recurrido a Moa, “que no es un historiador”, para “contrarrestar los ‘mitos’ de los historiadores a los que nunca tuvo necesidad de leer”, el aludido contestó: “En 2002, Aznar y su partido de señoritos se permitieron condenar el alzamiento del 18 de julio que libró a España de la disgregación y la sovietización. Lo cual demuestra que, contra lo que dice Casanova, Aznar sí leyó la bazofia historiográfica de los memoriadores y, lo que es peor, se la tragó entera”.

El primer presidente del PP había confesado que entre sus lecturas estaba Los mitos de la Guerra Civil, el gran pelotazo de Moa. Esfera de los Libros lo reeditó el año pasado. La nota promocional asegura que es “una de las obras de historia más vendidas en los últimos años, con 53 ediciones y más de 300.000 ejemplares”. Su traducción al francés y una polémica entrevista con el autor en Le Figaro provocaron gran revuelo y la protesta de periodistas del propio diario. El periódico llegó a asumir en un vídeo la tesis de Moa por la cual fueron los socialistas quienes empezaron la Guerra Civil. Francia se escandalizaba por algo que en España sucedía cualquier sábado por la mañana, cuando Moa colabora en la radio.

Se les llama revisionistas, pero los expertos entrevistados para este reportaje, autores todos ellos de obras de referencia sobre la Guerra Civil y la dictadura, alertan del mal uso del término. “Llamarles eso”, afirma Preston, “es darles una seriedad de la que carecen. Lo que hace el historiador es revisar continuamente su trabajo. Ellos son más bien propagandistas. Lanzan afirmaciones sensacionalistas con fines comerciales y políticos. Hay gente a la que todavía le disgusta que se hable mal de Franco y eso ocurre porque la dictadura fue un lavado de cerebro de 40 años. Pero todos estos libros que blanquean el franquismo niegan lo que ya es una verdad irrefutable. Hay investigaciones muy serias sobre la represión franquista en cada pueblo, ciudad y provincia. Decir que eso no existió o que no fue para tanto es insultante. Y no solo para los investigadores que han hecho de eso el trabajo de una vida, sino para los familiares de las víctimas”.

“Una cosa”, añade Casanova, “es la revisión y otra muy distinta el revisionismo, que es una enfermedad dentro de la historiografía”. “El pasado”, recuerda Ángel Viñas, “es inconmensurable. No existe. Lo que hace el historiador es acercarse con una linterna y alumbrar los archivos, las fuentes que te sirven para explicar por qué pasó lo que pasó. Pero a esta gente no le interesan los documentos, las fuentes, la investigación... solo tiene opinión”.

El fenómeno crece, gracias o paralelamente a la presencia de Vox. “El revisionismo”, prosigue Casanova, “es una traslación de lo que pasa en la política a la historiografía. Antes era al revés: se usaba políticamente la historia. Todo esto empezó cuando publicamos El pasado oculto [una de las primeras grandes obras sobre la represión franquista], creció a raíz de la apertura de fosas y las leyes de memoria y ahora coincide con un auge generalizado de la extrema derecha”. Viñas coincide: “El revisionismo es causa de la polarización y a su vez hace que aumente”. En Alemania, recuerdan, negar el Holocausto es un delito y se lleva a chavales de institutos a visitar campos de concentración para que conozcan su historia. La educación, comparten los historiadores, es la vacuna contra ese virus revisionista que carcome el conocimiento, ya que permite desmontar prejuicios y construir ciudadanos con espíritu crítico. Hoy, recuerda el catedrático de ciencia política, sociólogo e historiador Alberto Reig, “en las protestas frente a la sede del PSOE en Ferraz se ve a chavales cantar el Cara al sol y gritar ‘¡Viva Franco!”. CONTINUAR LEYENDO

viernes, 16 de febrero de 2024

"SOMOS HUMILDES SIERVOS DE LOS SEÑORES DE LA NUBE: BIENVENIDOS AL TECNOFEUDALISMO". Un artículo de Yanis Varoufakis (El Paí11 FEB 2024)s

Un nuevo capital mutante ha matado y sustituido al capitalismo: el capital en la nube. No fabrica cosas, sino que se compone de dispositivos concebidos para modificar nuestro comportamiento. Y le va de maravilla.

Miremos hacia donde miremos, estamos presenciando el triunfo del capital. En almacenes, fábricas, oficinas, universidades, hospitales públicos, medios de comunicación, incluso en el espacio, pero también en el microcosmos de las semillas patentadas. ¿Cómo me atrevo, entonces, a afirmar que el capitalismo ha muerto asesinado? ¿Quién lo ha matado? La respuesta es de una ironía deliciosa: el capitalismo ha muerto asesinado por su propia mano: por el capital.

Si estoy en lo cierto, lo preocupante no es lo que la Inteligencia Artificial (IA) nos vaya a hacer en el futuro, sino lo que ya ha hecho: el capital ha llegado a ser tan dominante y ha mutado en una variante tan tóxica que, como un virus estúpido, ha acabado matando a su anfitrión, el capitalismo, para sustituirlo por algo muchísimo peor.

Este nuevo capital mutante que ha matado al capitalismo vive en la famosa nube, así que llamémoslo capital en la nube.

El capital en la nube, por supuesto, no vive realmente en la nube, sino en la Tierra; reside en equipos conectados en red, granjas de servidores, torres de telefonía móvil, programas, algoritmos basados en inteligencia artificial y en el fondo de nuestros océanos, donde se extienden incontables kilómetros de cables de fibra óptica.

A diferencia de lo que ocurre con los medios de producción del capital tradicional, como los motores de vapor o los robots industriales modernos, que son medios fabricados, el capital en la nube no fabrica cosas, sino que está compuesto por dispositivos concebidos para modificar el comportamiento humano. Eso es lo que son Alexa de Amazon o el Asistente de Google: un medio de modificación del comportamiento construido precisamente para eso. Es una máquina, una pieza del capital, a la que entrenamos para que nos entrene para que la entrenemos para que ella decida qué queremos. Y, una vez decidido lo que queremos, la misma máquina nos lo vende directamente, sin pasar por los mercados.

Por si fuera poco, esa misma máquina consigue que sostengamos la enorme red de modificación del comportamiento a la que pertenece con nuestro propio esfuerzo, de forma voluntaria y gratuita. Cuando publicamos reseñas, valoramos productos o publicamos en la red vídeos, diatribas y fotos, estamos ayudando a reproducir el capital en la nube sin recibir un céntimo por nuestro trabajo. La máquina, en definitiva, nos ha convertido en siervos de la nube. Mientras tanto, en las fábricas y los almacenes, los mismos algoritmos que modifican nuestro comportamiento y nos venden productos se utilizan —normalmente, mediante dispositivos digitales en la muñeca del trabajador— para hacer que trabajen más deprisa, dirigirlos y vigilarlos minuto a minuto.

Impresiona ver de qué forma el capital en la nube consigue desempeñar cinco funciones que antes estaban fuera del alcance del capital tradicional. Capta nuestra atención. Fabrica nuestros deseos. Nos vende directamente, sin pasar por los mercados tradicionales, lo que nos ha hecho desear. Fomenta el trabajo proletario en los centros de trabajo. Y crea una ingente mano de obra gratuita (los siervos de la nube). CONTINUAR LEYENDO

jueves, 15 de febrero de 2024

"LOS HUESOS DE LA TERNURA". Un artículo de Irene Vallejo (El País 14 ENE 2024)

En las cambiantes fortunas del tiempo, con sus quiebras, devaluaciones y pérdidas, lo que hemos dado de nosotros mismos a los demás resultará ser la más segura de nuestras inversiones

Cuando a mi padre le diagnosticaron cáncer, brotaron mis majestuosas, negras, hinchadas ojeras. El uniforme de quienes cuidan está tejido con la seda de las noches rasgadas y los jirones de sueño. Tal vez por eso simpatizo inmediatamente con la gran familia de los exhaustos, con esos ojos que bostezan desde un periscopio de sombra. Fuimos bebés, seremos viejos, sufriremos enfermedades. Con suerte, habrá en la familia personas generosas dispuestas a atendernos. Pero pagarán un precio: dejar el trabajo, malabarismos horarios y descalabros salariales, la desaparición del tiempo propio, aislamiento, ansiedad, los insomnios y el cansancio prohibido, el bucle de exigencia y exasperación, correr tensas y disparatadas de una tarea a otra sin alcanzar nunca a cumplir lo bastante. Un glacial sentimiento de expulsión. La sociedad entera descansa sobre esos esfuerzos no remunerados, sigilosos, sumergidos, a veces incluso penalizados.

Hace 25 siglos, el poeta Sófocles llevó a escena el callado exilio de quienes deciden cuidar. Edipo en Colono muestra al poderoso rey de otros tiempos, ahora caído en desgracia: expulsado de su ciudad, viejo, ciego, maltrecho y con las manos vacías. Su figura inspiraría el ocaso del Rey Lear, de Shakespeare. Mientras los hombres de la familia pelean por el trono, Antígona —su hija, su hermana— se adentra en un mundo hostil para ser los ojos del anciano que no ve. Calzada de barro, despeinada y nómada, la chica mendiga cada día alimento para ambos. Lejos de su ciudad, con aspecto magullado, ni ella ni su padre son bienvenidos. La miseria siempre resulta sospechosa, delincuente: algo habrán hecho mal para ser pobres. Cuando Edipo muere, Antígona le ha dedicado los mejores años de su juventud. Lejos de agradecerle sus renuncias, la familia la compadece por seguir soltera: está mortalmente cansada, pero no casada. En la tragedia, Sófocles contrapone dos formas nítidas de entender la vida: los personajes que se mueven por ambición o los que cuidan de otros. Y entre todos, ¿quién es la rebelde, la perseguida, la proscrita, la peligrosa? Antígona, con su pelo alborotado y sus ojeras violeta. CONTINUAR LEYENDO

sábado, 10 de febrero de 2024

"La tecnología progresa, el pensamiento retrocede". Un artículo de Edgar Morin (El País 28 ENE 2024)

El mundo parece incapaz de avanzar en otro dominio que no sea el científico-técnico, que nos conduce a guerras mortíferas y a la crisis ecológica

Medianoche en el siglo: cuando Victor Serge publicó el libro con este título, en 1939, el año del pacto germanosoviético y del desmembramiento de Polonia, era efectivamente medianoche, y una noche irreversible iba a hacerse más densa y a prolongarse durante cinco años.

¿Acaso no es medianoche en nuestro siglo? Hay dos guerras activas. La de Ucrania ya ha movilizado la ayuda económica y militar de una parte del mundo, y el conflicto se radicaliza y corre el riesgo de extenderse. Rusia no ha conseguido anexionarse el país, pero resiste en las regiones anteriormente separatistas y de habla rusa. El bloqueo la ha debilitado parcialmente, pero también ha estimulado su desarrollo científico y técnico, sobre todo en el ámbito militar. Esta guerra ya ha tenido consecuencias de gran alcance: la autonomía en diferentes grados del sur global respecto a Occidente y la consolidación de un bloque Rusia-China.

Un nuevo foco de tensión se ha abierto en Oriente Próximo tras la masacre perpetrada por Hamás el 7 de octubre de 2023, seguida de los mortíferos bombardeos israelíes sobre Gaza. Estas carnicerías, acompañadas de persecuciones en Cisjordania y declaraciones anexionistas, han despertado la cuestión palestina latente. Han demostrado la urgencia, la necesidad y la imposibilidad de descolonizar lo que queda de la Palestina árabe y de crear un Estado palestino.

Como no se está ejerciendo, ni se ejercerá, ninguna presión sobre Israel para llegar a una solución de dos Estados, solo podemos prever una intensificación, cuando no una ampliación, de este terrible conflicto. Es una trágica lección de la historia: los descendientes de un pueblo perseguido durante siglos por el Occidente cristiano, y luego racista, pueden convertirse a la vez en perseguidores y en el bastión avanzado de Occidente en el mundo árabe. CONTINUAR LEYENDO

viernes, 9 de febrero de 2024

"ASÍ NACE UNA DICTADURA". Un artículo de Carlos Dada (El País 06 FEB 2024)

El presidente salvadoreño, Nayib Bukele, y su esposa, Gabriela
Rodríguez, la noche del domingo en el balcón presidencial.
Bukele ha mantenido n altísimo apoyo popular en El Salvador. Pero el presidente se está preparando para cuando el pueblo se canse: ha aumentado el número de efectivos de las Fuerzas Armadas y ha prometido duplicarlo en cinco años

Suele decir mi padre que una democracia es certeza en las reglas e incertidumbre en los resultados. Si algo había en El Salvador el domingo, antes de que se procesaran los votos de los salvadoreños, era certidumbre en los resultados, tras una serie de violaciones a la Constitución, las leyes y las reglas electorales al antojo del presidente. Antes siquiera de que las mesas de votación hubieran contado los votos, Nayib Bukele se declaró reelecto y se convirtió en el primer presidente en ocho décadas en proclamar su triunfo para un segundo periodo.

La reelección en El Salvador está claramente prohibida por seis artículos de la Constitución. Pero ya no queda institución capaz de imponer a Bukele sanciones ni límites a su ejercicio del poder. Controla los tres poderes del Estado, el circuito de jueces, la fiscalía, la policía, el Ejército y el Tribunal Supremo Electoral. Los salvadoreños hemos perdido nuestros derechos constitucionales y el país ha vivido una elección bajo estado de excepción. La semana pasada, el vicepresidente, Félix Ulloa, le dijo al New York Times: “No estamos desmantelando la democracia. La estamos eliminando, sustituyendo con algo nuevo”. Nuevo no es. Asistimos en vivo al nacimiento de una dictadura.

A la espera de resultados, parece que la mayoría de quienes votaron optó por enterrar la democracia, que es lo que ofrece el presidente, argumentando que los límites al poder eran un obstáculo para lograr lo que ninguno de los anteriores gobiernos fue capaz de cumplirles: desarticular a las pandillas que mantenían aterrorizada a la población. Es un hecho verdaderamente transformador para la mayoría de los ciudadanos. Cuando se ha vivido con una pistola en la cabeza, la seguridad está por encima de constituciones y leyes y democracias. La mayoría de quienes votaron ha decidido ceder sus derechos y entregarle todo el poder a una sola persona, a cambio de seguridad.

Es un experimento peligroso el de Bukele, que en dos años ha encarcelado a más de 70.000 personas mediante un régimen de excepción que permite a agentes policiales y soldados encarcelar a cualquiera que les parezca sospechoso de pertenecer a pandillas. Las organizaciones de derechos humanos calculan que apenas la tercera parte tiene vínculos con pandillas y han determinado que en las prisiones salvadoreñas se ejerce sistemáticamente la tortura. Cientos de personas han muerto ya. El Salvador tiene hoy la tasa de reos más alta del mundo.

La Policía exige a sus agentes cuotas de detenidos por día para llenar las cárceles del presidente Bukele. Pasa lo que siempre pasa: jóvenes detenidos porque un agente les vio “nerviosos”; vecinos denunciando a vecinos de vínculos con pandillas; taxistas acusando a su competencia para librarse de ella; hombres detenidos por competir con aquel policía por el amor de una mujer. Así se llenan las cuotas. Agentes policiales extorsionando a inocentes para no llevárselos.

En El Salvador, todo detenido es culpable hasta que demuestre lo contrario; y es casi imposible demostrarlo. Son juzgados en audiencias sumarias por jueces anónimos, junto a otros cientos de detenidos. Cien culpables o cien inocentes. El vicepresidente Ulloa, que es abogado, dijo que esa era la única manera, porque su gobierno ha metido a la cárcel a tanta gente que necesitarían cien años para juzgarlos individualmente. “Es un proceso justo porque es legal. Antes eran juicios individuales pero cambiamos la ley”.

No gozaban los cuerpos de seguridad de tanta impunidad desde los años de nuestra guerra civil, en los que elementos del Ejército, la policía y paramilitares (los Escuadrones de la Muerte) detenían, torturaban y desaparecían a miles de personas sin temer castigo.La gran especialidad de Bukele no es la seguridad sino la propaganda. Cuenta con un grupo de asesores venezolanos provenientes de los equipos de Juan Guaidó y Leopoldo López, expertos en que la mano derecha haga creer que ya no existe lo que la izquierda oculta. Bukele advirtió el hartazgo de la gente con los políticos y se montó en el discurso del combate a la corrupción. Ganó la presidencia en 2019 y fustigó a la oposición hasta deslegitimarla con el aplauso de los salvadoreños. Dos años después logró mayoría en las legislativas.

La pandemia y sus decretos de emergencia le permitieron suspender derechos ciudadanos, ocultar información sobre contratos y compras y su Gobierno inició un sistemático saqueo del Estado que el periodismo ha venido documentando desde entonces y que hace parecer a sus antecesores unos novatos en corrupción.

En secreto pactó con las pandillas a quienes hizo concesiones inéditas, como liberar a algunos líderes solicitados en extradición por Estados Unidos a cambio de reducir las tasas de homicidios que necesitaba políticamente para presumir la efectividad de sus supuestos planes de seguridad.

En mayo de 2021 dio un golpe al poder judicial. Destituyó a los magistrados del Tribunal Constitucional y al Fiscal, y saltándose todos los procedimientos establecidos en la Constitución ese mismo día nombró a nuevos magistrados y a un fiscal a su medida. Allí comenzó en la práctica su dictadura. Al caer la noche, controlaba ya los tres poderes del Estado. Todo. A nadie sorprendió después que los inconstitucionales magistrados del Constitucional resolvieran a favor de la reelección.

Después se rompió el pacto de Bukele con las pandillas y vino el régimen de excepción, los arrestos masivos y los encarcelamientos. Pero los habitantes de las comunidades que antes controlaban las pandillas viven hoy una tranquilidad que no conocían, sin tener que pagar extorsiones ni temer que su familia sea víctima de la crueldad de estas organizaciones criminales. Y esta es la principal causa de su reelección.

El llamado modelo Bukele, cuyos únicos componentes son la acumulación de poder, la propaganda y la represión ejercida desde el atropello al Estado de derecho y a los derechos humanos, ha sido suficiente para mantener un altísimo apoyo popular. Pero, lecciones de la historia, este apoyo no es para siempre.

Bukele se está preparando para cuando el pueblo se canse: ha aumentado el número de efectivos de las Fuerzas Armadas y ha prometido duplicarlo en cinco años.

Hay un punto de no retorno en todo proyecto autoritario o dictatorial. Es ese que divide el deseo de permanecer en el poder de la imposibilidad de dejarlo, porque tendría consecuencias nefastas para él y su familia.

Las evidencias del pacto de Bukele con el crimen organizado se acumulan en un tribunal en Nueva York, donde son procesados líderes de pandillas que debían estar pagando penas de cárcel en El Salvador. Son la prueba viviente de los pactos criminales. El presidente recién reelecto ha violado todos los cuerpos de ley de El Salvador; y el uso patrimonial del Estado y su saqueo sistemático están suficientemente documentados. Es una mala noticia para quienes desean el retorno de la democracia a El Salvador: Nayib Bukele ha cruzado la línea de no retorno.

Se nos viene una dictadura.

domingo, 4 de febrero de 2024

"EL GRAN ROBO DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL. ¿Alguien pidió permiso para vampirizar todo conocimiento generado por los humanos?" Un artículo de Naomi Klein (El País 11 JUN 2023)

Tecnologías como ChatGPT se adueñan del ingenio, la inspiración y las revelaciones colectivas de la humanidad sin nuestro consentimiento. No desembocar en un mundo invadido por manipulaciones y bulos, bucles de imitación y desigualdades agravadas depende de decisiones políticas

En los numerosos debates en torno al rápido lanzamiento de la llamada inteligencia artificial, hay una escaramuza relativamente poco conocida sobre la elección de la palabra “alucinar”. Este es el término que los arquitectos y los promotores de la inteligencia artificial utilizan para calificar las respuestas de los chatbots, que son totalmente inventadas o se equivocan por completo. Como, por ejemplo, cuando le pides a un bot una definición de algo que no existe y te da una respuesta bastante convincente, incluso con notas a pie de página inventadas. “Ninguno de los expertos ha resuelto hasta ahora los problemas de alucinación”, declaró hace poco en una entrevista Sundar Pichai, consejero delegado de Google y Alphabet.

Todo eso es verdad, pero ¿por qué llamar a los errores “alucinaciones”? ¿Por qué no llamarlos basura algorítmica? ¿O fallos técnicos? Pues porque alucinación indica la misteriosa capacidad del cerebro humano para percibir fenómenos que no están presentes, al menos no de forma convencional y material. Al apropiarse de una palabra de uso común en psicología, psicodelia y diversas formas de misticismo, los impulsores de la IA, aunque reconocen que sus máquinas pueden fallar, alimentan la mitología preferida del sector: que, al construir estos grandes modelos lingüísticos y entrenarlos en todo lo que los seres humanos hemos escrito, dicho y plasmado visualmente, están dando a luz una inteligencia animada que va a desencadenar un salto evolutivo para nuestra especie. Si no, ¿cómo iban a estar los bots como Bing y Bard trastabillando por el éte

En el mundo de la IA hay alucinaciones retorcidas, sin duda, pero no son los robots los que las padecen, sino los ejecutivos de las empresas tecnológicas que les han dado rienda suelta y su falange de seguidores, atrapados, tanto individual como colectivamente, en unos delirios disparatados. No me refiero a la alucinación en el sentido místico o psicodélico, un estado de alteración mental que incluso puede ayudar a desvelar unas verdades profundas que antes no se percibían. No. Esta gente alucina, sin más: ve —o finge ver— unos hechos completamente inexistentes e incluso conjura unos universos que harían que sus productos contribuyeran a engrandecer y educar a todo el mundo.

Nos dicen que la inteligencia artificial generativa acabará con la pobreza. Curará todas las enfermedades. Solucionará el cambio climático. Hará que nuestro trabajo tenga más sentido y nos entusiasme más. Nos permitirá tener una vida de ocio y contemplación y recuperar la esencia humana que hemos perdido por culpa de la mecanización del tardocapitalismo. Acabará con la soledad. Volverá a nuestros gobiernos racionales y sensibles. Me temo que estas son las auténticas alucinaciones de la IA, las que llevamos oyendo en bucle desde que se presentó ChatGPT, a finales del año pasado. CONTINUAR LEYENDO

jueves, 1 de febrero de 2024

Entrevista a "NAOMI KELIN". Iker Seisdedos (El País, Ideas 21 ENE 2024)

La ensayista, referente de los descontentos con la globalización, reflexiona en su nuevo libro sobre las realidades paralelas catapultadas por internet y recreadas en la política, en los medios y por la inteligencia artificial

La primera vez fue en 2011, en un baño público próximo a la acampada de Occupy Wall Street.

―“¿Has oído lo que ha dicho Naomi Klein?”, le preguntó una mujer a otra, indignada por unas críticas a la manifestación de ese día.

Klein, que las escuchó tras la puerta de uno de los cubículos y no había dicho nada al respecto, las corrigió al salir: “Me parece que estáis hablando de Naomi Wolf”.

Entonces, la confusión aún tenía cierto sentido. Ambas se llamaban Naomi y eran escritoras de izquierdas “de libros de grandes ideas”: feminismo, en el caso de Wolf, autora del éxito El mito de la belleza; los descontentos de la globalización, en el de Klein. Las dos eran judías de pelo largo moreno. Hasta sus parejas compartían nombre: Avram. Pero, después, Wolf se deslizó por el abismo de las conspiraciones, se hizo antivacunas, negacionista electoral, y empezó a aparecer en el programa de Steve Bannon, ideólogo del trumpismo y líder de la internacional nacionalpopulista. Cayó, como la Alicia de Lewis Carroll, en la madriguera, y la confusión trascendió el mero incordio hasta inspirar un poemilla que se hizo viral: “Si la Naomi es Klein / todo bien / si la Naomi es Wolf [pronúnciese Wulf] / uuuuf”.

Así que Klein (Montreal, 53 años) decidió durante la pandemia que debía escribir un libro a partir de “La otra Naomi”. Se titula Doppelganger, como cierto arquetipo de la literatura, no solo fantástica, que resulta de combinar en alemán Doppel (doble) y Gänger (caminante) y que Freud describió como “esa especie de miedo que parte de lo que antaño conocíamos bien, pero que de pronto se torna ajeno”. Editado por Paidós y traducido por Ana Pedrero e Ignacio Villoro, llega en español a las librerías.

Gracias a sus exitosos ensayos No Logo (1999), manifiesto contra la globalización corporativa, y La doctrina del shock (2007), sobre Milton Friedman y su recetas para el (capitalismo del) desastre, Klein se erigió en una de las voces más influyentes de la generación altermundialista del cambio de siglo, la que salió a las calles en Seattle, Génova y Porto Alegre, y volvió a hacerlo una década después para acampar en las plazas de Madrid a Nueva York. A la lucha contra la negación del futuro que trajo el cambio climático a los hijos de aquellos manifestantes dedicó Klein su activismo de la década siguiente (y los libros Esto lo cambia todo y En llamas, también en Paidós).

Doppelganger es otra cosa: una memoria personal e intelectual de la pandemia, una historia cultural sobre la idea del doble (de Doctor Jekyll y Mister Hyde a Vértigo o la magistral novela de Philip Roth Operación Shylock) y un tratado sobre la desinformación y cómo internet nos incita a crear nuestros propios clones para alimentar una cierta identidad de marca personal. Trata sobre ver cómo personas a las que creías conocer regresan radicalmente cambiadas de un día para otro de los rincones más oscuros de las redes sociales, y sobre quedarse “sin palabras” ante las teorías de la conspiración. El resultado es un brillante artefacto sobre el mundo en el que vivimos, con su difusión de la realidad y su abono para el extremismo, que no escatima críticas a la suficiencia de la izquierda y a la dialéctica del “nosotros contra ellos”.

La auténtica Naomi Klein estaba el jueves pasado poco después del amanecer esperando en el pintoresco puerto de Sechelt la llegada del único pasajero del hidroavión de línea que cubre el trayecto desde Vancouver. Estaba previsto que la entrevista se celebrara en la universidad de la ciudad canadiense, donde imparte una asignatura sobre justicia climática, pero hubo que reprogramar el encuentro debido a una tormenta de nieve.

Klein se mudó desde Estados Unidos junto a su esposo y su hijo a este remoto rincón de la costa sur del Pacífico canadiense durante la pandemia para “estar cerca de sus padres”. Fue entonces cuando empezó a obsesionarse con su doble, y a recibir clases de escritura. “Doppelganger”, explicó al volante de su 4X4, que condujo por carreteras nevadas, “surgió del deseo de escribir diferente. Estaba aburrida de la no ficción tradicional y deprimida de lo que esta era capaz de lograr. No me veía con fuerzas para hacer otro libro-alerta sobre que solo nos quedan cinco años para evitar la catástrofe climática”. CONTINUAR LEYENDO

"NECESITAMOS UN ÉXODO DEL SIONISMO". Naomi Klein (elDiario.es 3 MAY 2024)

Judíos y simpatizantes celebran un Séder de Pascua para protestar contra la guerra en Gaza, el pasado 23 de abril, en el distrito de Brookl...