miércoles, 29 de marzo de 2023

"LA PRENSA TIENE MALA PRENSA". Un artículo de Luis García Montero publicado en Infolibre el 25 de marzo de 2023

Y los periodistas lo saben. Un problema grave en las sociedades democráticas que queda claro cada vez que un grupo de periodistas se reúne para conversar sobre el estado de su profesión. Así lo he comprobado una vez más al asistir a las Jornadas sobre periodismo en español que ha organizado la Asociación de la Prensa de Cádiz con motivo de la celebración del IX Congreso Internacional de la Lengua Española.

Cuando el Instituto Cervantes convocó en 1997, en Zacatecas, el I Congreso de la Lengua, el debate se centró en el español y los medios de comunicación. Leyendo las actas, uno comprueba que entonces se denunciaban los recortes dictatoriales a la libertad de expresión, pero no preocupaba mucho la pérdida de la dignidad del periodismo en las democracias. Y esa es hoy la cuestión más inquietante. La democracia no depende sólo de poder decir lo que se piensa. Resulta necesario poder pensar lo que se dice, y cuando los periodistas más serios y experimentados piensan en el periodismo se preocupan no sólo por la libertad, sino por la dignidad de la expresión y la información.

Escucho y voy apuntando una lista casi interminable: 1) La confusión entre el oficio de informar y una dinámica comunicativa que no confirma datos y extiende opiniones o bulos interesados. 2) El contagio de esta enfermedad del periodismo basura que sufren antiguas cabeceras. 3) La falta de independencia de unos medios de comunicación que no pueden sostenerse con sus propios ingresos. 4) La trampa de vender como perspectivas de la variedad ideológica (izquierda, derecha, centro) lo que responde con frecuencia a una división diferente: profesionales honestos, sea cual sea su ideología, y profesionales indecentes. 5) El uso de un lenguaje y un tono que nace de la crispación y que participa de los espectáculos polarizados, el insulto y la agresividad. 6) Los sistemas de medición de los impactos que valoran de forma inmediata el alcance de un artículo o un titular, presionando a los profesionales para abandonar el rigor en la búsqueda de lo más llamativo. 7) La pérdida de interés en la información, sustituida por las diversas ofertas de entretenimiento que desligan a la gente de lo que pasa en la calle y de lo que le pasa a ella misma……

Problemas económicos, problemas de plantillas, problemas de quiebra generacional, problemas para meditar lo urgente… Son, en fin, los problemas de una sociedad en la que el tiempo, convertido en una mercancía de usar y tirar, parece un buen aliado de la mentira, la falta de rigor, lo etéreo o la crispación a corto plazo. Las catástrofes que acaban con todo no duran casi nada, pero desvían la mirada de lo que necesita más atención. Elegir noticias parece más difícil que repetir la algarabía.

Aunque la situación resulta compleja, hay motivos para buscar puntos de luz. Y el primero es que sean los propios periodistas los que piensen de forma crítica sobre los rumbos que ha tomado su profesión. Si una tarea clave de los demócratas es la defensa la libertad de expresión, parece tarea propia de los periodistas asumir la defensa de la dignidad del periodismo, algo que hoy tiene poco que ver con la complacencia gremial, ya que son muchas las interrogaciones, los vientos perniciosos y las podredumbres interiores. El compromiso de no mentir supone un valor decisivo en un mundo en el que nadie puede considerarse en posesión de la verdad. Este equipaje ético resulta imprescindible porque se puede discutir sobre las distintas interpretaciones ideológicas de un dato o una situación, pero no deben confundirse estas interpretaciones con los falseamientos y la falta de rigor.

Otro punto de luz lo encontramos en la recuperación de la dignidad profesional de algunas viejas cabeceras o en la consolidación de periódicos como infoLibre. Una alegría celebrar con los lectores su décimo cumpleaños.



martes, 28 de marzo de 2023

"LOS MOROS DE LA CRUZADA DE FRANCO". Babelia. El País

Cerca de cien mil marroquíes de entre 16 y 50 años lucharon en la Guerra Civil española. Fueron reclutados por el Ejército de Franco en las cabilas del Protectorado del norte y en los miserables poblados de Ifni, y trasladados a la Península en barcos y en aviones alemanes. Durante los tres años que duró la contienda, participaron en todos los frentes de batalla y dejaron un recuerdo terrible de asaltos a sangre y fuego, saqueos (tenían derecho al pillaje), violaciones y matanzas. Tampoco ellos salieron bien librados. A los 20.000 que murieron en combate hay que sumarles los que fallecieron de enfermedades y los mutilados. Cuando terminó la guerra, los que quedaban vivos fueron licenciados y repatriados sin contemplaciones.

Una película documental llega ahora a las pantallas para rescatar su peculiar cruzada, Los perdedores, dirigida por el melillense Driss Deiback, arranca de aquellos sucesos de los años treinta y, a través del testimonio de los supervivientes y del análisis de especialistas como Juan Goytisolo, María Rosa de Madariaga o José María Ridao, trata de vincularlos con el conflicto que enfrenta a la cultura musulmana con las civilizaciones de raíz cristiana.

No-do, el noticiario que el régimen de Franco obligaba a emitir en todos los cines antes de la proyección de las películas, explicaba así el comienzo de esta historia: "Todos los musulmanes de nuestro Protectorado en Marruecos, impregnados del amor y la cultura que en ellos ha sembrado España, acuden en socorro inmediato al escuchar los clarines de la llamada de Occidente. (...) Ni levas ni propaganda. Voluntarios nada más. Por mandato del corazón".

La realidad fue muy distinta. Los militares facciosos reclutaron a los marroquíes a través de la red de caídes amigos que el Ejército de África había tejido durante los años anteriores. El reclamo era económico: una paga que rondaba las 180 pesetas al mes, con dos meses de anticipo, y cuatro kilos de azúcar, una lata de aceite y tantos panes como hijos tuviera la familia del alistado. Empujadas por el hambre, miles de familias enviaron a sus hijos al matadero.

En el documental son entrevistados varios de aquellos soldados. Uno de ellos se llama Mimou Mohammedi. Convertido en un venerable anciano, resume gráficamente lo que hicieron con ellos: "Nos metieron como a gatos en un saco, nos soltaron en España y nos dijeron: ¡a disparar o a morir!". Alentados por los oficiales, se aplicaron a la tarea con la misma brutalidad que habían aprendido pocos años antes luchando contra los españoles en las guerras de África: destripamientos, decapitaciones y mutilaciones de orejas, narices y testículos. Los generales aventaban su fama de salvajes. Desde la radio de Sevilla, Queipo de Llano prometía a los "milicianos castrados" que sus mujeres pronto conocerían la virilidad a manos de aquellas tropas.

"¡Volveréis a vuestros pueblos con babuchas de oro!", les había prometido Franco. Pero cuando terminó la contienda los echó a patadas. Fueron licenciados y repatriados a la fuerza. Cierto que retuvo a unos pocos miles para luchar contra el maquis, pero también a ellos los despidió en los años cincuenta, una vez eliminada la amenaza guerrillera. Sólo conservó al puñado de integrantes de su Guardia Mora, que durante décadas actuaron como vistosa escolta ecuestre en torno al Rolls Royce (regalo de Hitler) en el que el dictador se desplazaba para los actos oficiales.

Las medallas que el Gobierno del caudillo entregó a los soldados marroquíes se oxidaron pronto. Hammou el Houcine, que ahora es ciudadano español y vive en Melilla, enumera sus ocho condecoraciones, entre las que figura la codiciada Laureada de San Fernando. "No recibo por ellas ni un céntimo", asegura. Su compañero Amar Lazar muestra a la cámara el último recibo que le ha remitido el Ministerio de Hacienda: "Me dicen que todas mis medallas caducaron. Me queda sólo la de sufrimientos por la Patria. Por ella me pagan 5,17 euros al mes". Más dramática aún es la situación de las viudas y los huérfanos de quienes murieron en la contienda. Jamás han recibido pensión alguna y viven desde entonces en la miseria.

El papel desempeñado por los soldados marroquíes en la Guerra Civil quedó grabado al rojo en el imaginario español. Retratados como salvajes por los republicanos y despreciados como "moros amigos" por los franquistas, la opinión pública no ha logrado desprenderse de los viejos clichés, aun después de treinta años de democracia. Buen ejemplo de ello son los cementerios en donde fueron enterrados sin identificación alguna aquellos soldados y que ahora ni los ayuntamientos ni el Estado reconocen como tales. En las tumbas del de Asturias han brotado árboles que ahora una empresa quiere talar para convertir el lugar en un campo de golf. El de Granada, próximo a la Alhambra, es mantenido, de forma alegal, por los musulmanes de la provincia.

Es evidente que el miedo al moro sigue arraigado en España. Para explicarlo, el escritor Juan Goytisolo se remonta mucho más allá de la Guerra Civil, hasta la confrontación que durante siglos hubo entre Al Andalus y las naciones cristianas emergentes. "Se forjó una imagen terrible del moro. Ríase usted de lo que podían escribir los nazis sobre los judíos. Y la Iglesia fue la gran responsable de todo eso". Frente a la gran cruz de piedra del Valle de los Caídos, el escritor y periodista José María Ridao sentencia: "El odio al moro es una consecuencia de que la idea de ser español haya sido asociada a la condición de cristiano, y posteriormente a la condición de católico".

Pero hay una pregunta que el documental de Driss Deiback no formula: ¿existe en Marruecos un sentimiento inverso al odio al moro? El escritor Carlos Lencero vivió durante varios años en el Rif. Su anfitrión era un hombre mayor que había luchado en la guerra de España. Un día, Lencero le hizo notar la aparente contradicción que suponía haberse batido contra Franco en Marruecos para luego ir a pelear junto a él en España. El anciano levantó las cejas con sorpresa: "¿Por qué le extraña?", dijo. "Nosotros siempre hicimos lo mismo: matar españoles". -

"LOS ÁRABES QUE LUCHARON POR LA REPÚBLICA EN LA GUERRA CIVIL. Un reportaje de Ricardo González publicado en El País el 28 de octubre de 2019

Unos 700 brigadistas internacionales llegados de África y Oriente quedaron eclipsados por los miles de marroquíes que apoyaron a Franco

La historiografía española ha estudiado en profundidad el papel que desempeñaron en la Guerra Civil los miles de marroquíes que combatieron con las tropas franquistas, incluida la célebre Guardia Mora. También es un tema que, aunque de forma más tangencial, ha tocado el cine en filmes como Tierra y libertad, de Ken Loach. La existencia de estos combatientes ha eclipsado a los “otros árabes” de la guerra civil española, los centenares de hombres que lucharon en las filas de las Brigadas Internacionales en defensa de la República y contra el fascismo. Durante los últimos años, las vidas de estos voluntarios han empezado a suscitar el interés de historiadores, investigadores y artistas.

“Existe un desconocimiento sobre los voluntarios árabes que lucharon contra el fascismo en España. Nos falta hacer mucho trabajo en el ámbito de nuestra memoria común, de los pueblos mediterráneos”, explicaba la directora de cine Amal Ramsis durante las últimas Jornadas Cinematográficas de Cartago, en Túnez. Allí presentó el documental Venís de lejos, que ganó el Tanit de Plata. El filme cuenta la vida del periodista y activista palestino Najati Sidki, que viajó a España para participar en el conflicto bélico. La propia realizadora descubrió la existencia de los brigadistas árabes por casualidad, leyendo un artículo de la revista Nación Árabe en 2003 y a través de una mención en la película Sierra de Teruel, de André Malraux. Durante sus investigaciones, dio con el libro de memorias de Najati Sidki, puerta de entrada a la fascinante historia de su familia, un puzle de emociones y secretos que tras la Guerra Civil se diseminó por diversos continentes.

Como buena parte de los brigadistas árabes, Sidki llegó a España a través de Francia gracias a la red internacional de partidos comunistas. Cuando estalló la guerra, él se hallaba exiliado en la URSS a causa de sus actividades subversivas en Palestina, y el Partido Comunista, en el que militaba, le propuso trasladarse a España para realizar labores de propaganda en árabe. Su objetivo era fomentar la deserción de las tropas árabes en los Ejércitos coloniales. Sidki, megáfono en mano, estuvo en el frente gritando eslóganes a los soldados marroquíes que estaban al otro lado de la trinchera.

“En total se calcula que un millar de árabes lucharon en el bando republicano”, sostiene Ramsis, una cifra que incluye no solo a los brigadistas, sino también a varias decenas de anarquistas que combatieron en la Columna Durruti. Sin embargo, las cifras son confusas y motivo de discrepancia. “Basándonos en varias fuentes —archivos oficiales rusos, el Partido Comunista Francés, la CNT…—, tenemos registrados a unos 500 voluntarios. Se pueden haber perdido fichas o quizá no se llegaron a hacer. Es difícil dar un número preciso”, apunta el periodista Marc Almodóvar, que investiga el asunto desde hace 10 años junto al historiador Andreu Rosés. Ambos elaboran ahora un libro sobre el tema. El historiador Andreu Castells, que en los años setenta ya abordó la cuestión de los brigadistas árabes, los cifró en poco más de 700. “Hemos de tener en cuenta que no todas las personas fichadas son árabes. De Argelia, el país de donde salieron más voluntarios, una buena parte eran amazighs, y también se alistaron colonos franceses y españoles. Y de Oriente Próximo llegaron armenios y judíos no árabes”, tercia Rosés. Además de Argelia y Palestina, hay registrados combatientes de Marruecos, Túnez, Egipto, Irak, Líbano y Siria. “En algunas fuentes se menciona a un par de saudíes, pero no hemos hallado ni rastro de ellos”, apostilla el historiador.

Las historias de aquellos centenares de hombres son interesantes porque ofrecen una ventana a las dinámicas políticas y sociales de las colonias árabes en un momento de gran trascendencia histórica. “Los años treinta fueron de gran efervescencia también en las colonias. Precisamente lo que nos atrajo a esta investigación fueron las fascinantes historias personales de los brigadistas, cómo estas reflejan los grandes conflictos de la época en la región mediterránea”, dice Rosés. Algunas historias personales son curiosas, como la del argelino Ben Ammar Mechet Saïd. En el verano de 1936, el “alzamiento” le sorprendió en Alicante, donde se hallaba de viaje con los integrantes de su equipo de fútbol, españoles residentes en Argelia. Tras una rápida politización, optó por quedarse en España para participar en la lucha contra el fascismo, en la que perdió un ojo. “Los brigadistas árabes no se alistan solo por solidaridad con el pueblo español; lo hacen para defender su futuro. Saben que si el fascismo fracasa en España, no se extenderá a sus países”, comenta Ramsis. Así lo dejó escrito Sidki en una frase emblemática que reproduce el premiado documental: “Soy un voluntario árabe y he venido para defender a Damasco en Guadalajara, a Jerusalén en Córdoba, a Bagdad en Toledo, al Cairo en Cádiz y a Tetuán en Burgos”.

Almodóvar matiza esta visión: “Creo que la izquierda las ha idealizado un poco. Hay un trasfondo ideológico que es la lucha contra el fascismo y fue muy importante. Pero eso a veces esconde historias personales en las que había otras motivaciones de tipo diverso, a veces mundanas, como escapar a la represión en el propio país. Además, el fascismo no significaba lo mismo para ellos”. No fue casual que los brigadistas iraquíes Abraham Horresh y Nuri Roufael Kotani pertenecieran a dos minorías, la judía y la cristiana respectivamente, ambas discriminadas durante siglos. El caso de Alí Abdeljaleq, otro brigadista palestino, es ilustrativo. Su biografía sirvió al escritor palestino Hussein Yassin de inspiración para la novela Ali: quissa rajul mustaquim (Ali: la historia de un hombre recto). Tras recibir formación en Moscú, Abdeljaleq era un activo militante del Partido Comunista de Palestina. Fue encarcelado varias veces. En 1936, las autoridades coloniales británicas le plantearon cumplir de forma íntegra su condena o combatir en España. “No fue una excepción. Varios comunistas en Palestina, árabes o judíos, llegaron por el mismo camino. Eso no significa que no desarrollaran un compromiso con la causa republicana. Si no, ya libres, podrían haberse exiliado en Francia”, dice Almodóvar.

Con su filme, Ramsis ha reivindicado la historia compartida de los pueblos del norte y del sur, a menudo ignorada. “Debería hacernos ver que estamos conectados, en el pasado como en el presente. En las últimas décadas, el mundo se ha fragmentado y se han levantado nuevas fronteras”, sostiene la documentalista egipcia, que cursó sus estudios de cine en Madrid. Su reflexión es especialmente válida para el mar Mediterráneo, convertido hoy en escenario de una tragedia humana. El mismo viaje que hace décadas realizaron centenares para ayudar a una causa que creían justa, hoy les es negado a miles que buscan ayuda.

domingo, 26 de marzo de 2023

"'NEPO BABIES' O CÓMO LA MERITOCRACIA SE HA CONVERTIDO EN LA NUEVA BATALLA PERDIDA DE INTERNET". Por Marta Gallardo en Cadena SER, 18 de marzo de 2023

Miguel Bernardeau, Maya Hawke y Tamara Falcó
Son privilegiados y a menudo se parecen a sus famosos padres. Ellos son los 'nepo babies' o 'hijos de nepotismo', un nuevo término que si bien (aún) no se ha generalizado en la cultura popular española, su cada vez más frecuente aparición en artículos y redes sociales parece indicar que ha venido para quedarse

Los usuarios de internet siguen ideando nuevas formas de bautizar conceptos que ya conocemos. Y en esta ocasión les ha tocado a los hijos de los famosos, o como han pasado a ser conocidos ahora: 'nepo babies'. La periodista y referente en el tema en TikTok, Marina Ortiz, explica qué significa ser un 'nepo baby': "Lo que aquí toda la vida se ha llamado 'hijos de'. Es el hijo de alguien que obtiene privilegios especiales en el ambiente laboral por la intervención o fama de sus padres".

Un término, empapado en reproches a las nuevas celebridades, que como no podría ser de otro modo, ha nacido en las entrañas de internet, dando pie a lo que parece haberse planteado como una nueva lucha de clases: los hijos de los famosos que logran llegar al estrellato gracias a su apellido, versus los aspirantes anónimos que desean entrar en mundos tan expuestos y complejos como son el cine, la música o los negocios. Una lucha, encabezada por la generación Z, de jóvenes nacidos entre 1997 y 2012, que se ha propuesto dar a aquellos que lo tienen todo una lección de humildad, aunque por supuesto, a su manera.

Resurge el debate

Dedicarse a la profesión familiar no es nada nuevo, tampoco entre famosos. Así lo explica el periodista estadounidense Nate Jones: "Es normal que un hijo quiera seguir los pasos de sus padres, y es comprensible que un padre quiera ayudar a su hijo". Sin embargo, frente a los focos, esta dinámica adquiere otra dimensión: "Cuando lo ves con perspectiva, puedes comprobar cómo estos privilegios heredados dan como resultado un campo de juego desigual, siendo este un terreno extremadamente visible y lucrativo". En su artículo 'How a Nepo Baby is Born' (Cómo nace un 'nepo baby'), publicado en la revista New York, Nate Jones habla sobre cómo cada vez resulta más evidente que los hijos de las celebridades están sucediendo a sus progenitores. Especialmente, en el mundo del espectáculo.

El artículo ya se ha convertido en referente en el tema y ha sido publicado junto a una polémica portada en la que aparecen los ‘nepo babies’ del momento de Hollywood. Entre ellos se encuentran desde la protagonista de Emily in Paris, Lily Collins, hija del compositor Phil Collins, a otros como Maya Hawke, quien guarda un gran parecido con su madre, Uma Thurman, y que encarna a Robin en Stranger Things, una de las series más populares de Netflix, la modelo Lily-Rose Depp, hija de Johnny Depp, y así hasta completar una larga lista de promesas. CONTINUAR LEYENDO

martes, 21 de marzo de 2023

"EL PORNO, TRAS EL AUGE DE LAS AGRESIONES EN MENORES: "DESACTIVA LA EMPATÍA Y NORMALIZA LA VIOLENCIA". Un artículo de Sara Cid Publicado en Crónica el 16 de marzo de 2023

Entre el 3,5% y el 5% de los adolescentes llegan a la edad adulta habiendo consumido 4.000 horas de estos contenidos, el equivalente a una carrera universitaria

En los últimos días se han conocido varios episodios de agresiones sexuales perpetradas por adolescentes --algunos inimputables por tener menos de 14 años-- hacia otros menores. Después del caso de Badalona, en el que cinco chavales presuntamente violaron a una niña de 11 años en los lavabos de un centro comercial, el miércoles trascendió otro suceso de parecida índole, esta vez en Esparreguera, que se publicó apenas un día después de que viese la luz un tercer pasaje: el posible abuso sufrido por dos jóvenes en el patio de un instituto de Tarragona. Aunque los factores de estos comportamientos delictivos son diversos, los expertos alertan de que el consumo masivo de porno en la adolescencia tiene relación directa con los abusos sexuales en tan tempranas edades.

El mismo fiscal de Sala Coordinador de Menores, Eduardo Esteban, ha comparecido en las últimas horas para señalar que, desde 2015, se ha registrado un aumento de los delitos contra la libertad sexual y que la pornografía tiene “un efecto criminógeno”, relacionando ambos factores por primera vez. En la misma línea, el investigador y doctor en Sociología y Filosofía en la Universitat de les Illes Balears Lluís Ballester alerta de que el consumo masivo de porno a tan pronta edad “desactiva los mecanismos de empatía cognitiva” y “normaliza la violencia”. CONTINUAR LEYENDO

lunes, 20 de marzo de 2023

"TÓPICOS SOBRE LAS VIOLACIONES DE MONJAS DURANTE LA GUERRA CIVIL". Un artículo de Julián Casanova publicado en infolibre.es el 11 de marzo de 2023

Escribo con frecuencia —en el ámbito académico, en medios de comunicación y en redes sociales— sobre la violencia durante la Guerra Civil y la dictadura de Franco y sobre las diferentes manifestaciones violencia en la Europa del siglo XX. Son los conocimientos que he adquirido como consecuencia de la investigación sobre esos temas durante las últimas cuatro décadas.

Al difundir esos conocimientos me encuentro a menudo con respuestas que me recuerdan, venga o no a cuento, el anticlericalismo, la matanza del clero y sobre todo las violaciones de monjas durante la Guerra Civil. Como si fuera un fenómeno oculto, que los historiadores evitamos transmitir, cuando en realidad hemos escrito y hablado de él sin cesar.

Una cosa parece indiscutible, confirmada por todas las investigaciones: el clero y las cosas sagradas constituyeron el primer objetivo de las iras populares, de quienes participaron en la derrota de los sublevados y de quienes protagonizaron la "limpieza" emprendida en el verano de 1936. No hubo que esperar órdenes de nadie para lanzarse a la acción.

El castigo fue de dimensiones ingentes, devastador, en aquellas comarcas donde la derrota del golpe militar abrió un proceso revolucionario súbito y destructor. No hay que dar muchas vueltas para hacer balance: más de 6.800 eclesiásticos, del clero secular y regular, fueron asesinados; una buena parte de las iglesias, ermitas, santuarios fueron incendiados o sufrieron saqueos y profanaciones, con sus objetos de arte y culto destruidos total o parcialmente. Tampoco se libraron de la acción anticlerical los cementerios y lugares de enterramiento, donde abundaron la profanación de tumbas de sacerdotes y la exhumación de restos óseos de frailes y monjas.

A los clérigos se les representaba siempre en los grabados de la prensa anticlerical gordos y lustrosos, rodeados de sacos de dinero que escondían mientras pedían limosna. Y ya en la Guerra Civil, en la arremetida anticlerical del verano de 1936, los mismos milicianos y grupos armados que se llevaban a los obispos para asesinarlos, asaltaban sus palacios episcopales en busca de las grandes fortunas que se suponía tenían en ellos ocultas. CONTINUAR LEYENDO

jueves, 16 de marzo de 2023

"CUANTO MAYOR ES EL PODER, MÁS SILENCIOSAMENTE ACTÚA." Artículo del filósofo surcoreano Byung Chul Han, sobre las distintas caras del poder.

El poder tiene formas muy diferentes de manifestación. La más indirecta e inmediata se exterioriza como negación de la libertad. Esta capacita a los poderosos a imponer su voluntad también por medio de la violencia contra la voluntad de los sometidos al poder. El poder no se limita, no obstante, a quebrar la resistencia y a forzar a la obediencia: no tiene que adquirir necesariamente la forma de una coacción. El poder que depende de la violencia no representa el poder supremo. El solo hecho de que una voluntad surja y se oponga al poderoso da testimonio de la debilidad de su poder. El poder está precisamente allí donde no es tematizado. Cuanto mayor es el poder, más silenciosamente actúa. El poder sucede sin que remita a sí mismo de forma ruidosa.

El poder, sin duda, puede exteriorizarse como violencia o represión. Pero no descansa en ella. No es necesariamente excluyente, prohibitorio o censurador. Y no se opone a la libertad. Incluso puede hacer uso de ella. Solo en su forma negativa, el poder se manifiesta como violencia negadora que quiebra la voluntad y niega la libertad. Hoy el poder adquiere cada vez más una forma permisiva. En su permisividad, incluso en su amabilidad, depone su negatividad y se ofrece como libertad.

El poder disciplinario no está dominado del todo por la negatividad. Se articula de forma inhibitoria y no permisiva. A causa de su negatividad, el poder disciplinario no puede describir el régimen neoliberal, que brilla en su positividad. La técnica de poder propia del neoliberalismo adquiere una forma sutil, flexible, inteligente, y escapa a toda visibilidad. El sujeto sometido no es siquiera consciente de su sometimiento. El entramado de dominación le queda totalmente oculto. De ahí que se presuma libre.

Ineficiente es el poder disciplinario que con gran esfuerzo encorseta a los hombres de forma violenta con preceptos y prohibiciones. Radicalmente más eficiente es la técnica de poder que cuida de que los hombres se sometan por sí mismos al entramado de dominación. Quiere activar, motivar, optimizar y no obstaculizar o someter. Su particular eficiencia se debe a que no actúa a través de la prohibición y la sustracción sino de complacer y colmar. En lugar de hacer a los hombres sumisos, intenta hacerlos dependientes.

El poder inteligente, amable, no opera de frente contra la voluntad de los sujetos sometidos, sino que dirige esa voluntad a su favor. Es más afirmativo que negador, más seductor que represor. Se esfuerza en generar emociones positivas y en explotarlas. Seduce en lugar de prohibir. No se enfrenta al sujeto, le da facilidades.

El poder inteligente se ajusta a la psique en lugar de disciplinarla y someterla a coacciones y prohibiciones. No nos impone ningún silencio. Al contrario: nos exige compartir, participar, comunicar nuestras opiniones, necesidades, deseos y preferencias; esto es, contar nuestra vida. Este poder amable es más poderoso que el poder represivo. Escapa a toda visibilidad. La presente crisis de libertad consiste en que estamos ante una técnica de poder que no niega o somete la libertad, sino que la explota. Se elimina la decisión libre en favor de la libre elección entre distintas ofertas.

El poder inteligente, de apariencia libre y amable, que estimula y seduce, es más efectivo que el poder que clasifica, amenaza y prescribe. El botón de me gusta es su signo. Uno se somete al entramado de poder consumiendo y comunicándose, incluso haciendo clic en el botón de me gusta. El neoliberalismo es el capitalismo del me gusta. Se diferencia sustancialmente del capitalismo del siglo XIX, que operaba con coacciones y prohibiciones disciplinarias.

El poder inteligente lee y evalúa nuestros pensamientos conscientes e inconscientes. Apuesta por la organización y optimización propias realizadas de forma voluntaria. Así no ha de superar ninguna resistencia. Esta dominación no requiere de gran esfuerzo, de violencia, ya que simplemente sucede. Quiere dominar intentando agradar y generando dependencias. La siguiente advertencia es inherente al capitalismo del me gusta: protégeme de lo que quiero.

miércoles, 15 de marzo de 2023

"PONERSE AL DÍA". Un artículo de Diego S. Garrocho publicado en la revista Ethic el 7 de marzo de 2023

Los amigos son aquellos que nos sirven de testigos para convertir la cotidiana banalidad en algo sólido. Las cosas que hacemos y las cosas que nos pasan suceden siempre en compañía de otros y así se va constituyendo un patrimonio memorativo. La vida, al fin y al cabo, no está para contarla a los demás, sino para vivirla junto a ellos.

Cuando eres niño no tienes que llamar a tus amigos. Ni siquiera los eliges. El azar o los hados los escogen por ti y deciden que, en tu clase o en tu barrio, serán unos críos y no otros con los que toca compartir las horas. Todas las horas. El tiempo de ocio y de trabajo se confunde y con la amistad infantil se experimenta prácticamente todo. Las lecciones, los recreos o los juegos en el parque no requieren convocar a nadie. Los amigos de entonces, sencillamente, nos acompañaban siempre. Estaban. Tenían los mismos deberes que nosotros en la mochila y una mancha de barro igual en la rodillera del chándal.

Pero luego uno madura. Y madurar es tanto como empezar a elegir con quién se junta. Es una experiencia algo traumática cuando decidimos escoger compañía, pero hay algo bello en ese decir sí y también en la posibilidad de decir no. En la adolescencia se crean nuevos lazos, pero se rompen otros. Aquellos con quienes compartíamos aula o escalera dejan de ser nuestros favoritos y optamos por construir nuestro propio ejército. Es entonces cuando, por primera vez, sabemos que hemos sido soberanos en la amistad y que también nuestros compañeros tuvieron a bien escogernos a nosotros. A los amigos no siempre te los encontrabas causalmente y había que convocarlos ya a toque de silbato, telefonillo o SMS.

En la infancia o en la vida adulta, los amigos son aquellos que nos sirven de testigos para convertir la cotidiana banalidad en algo sólido. Las cosas que hacemos y las cosas que nos pasan suceden siempre en compañía de otros y así se va constituyendo un patrimonio memorativo. Los amigos son aquellos con los que compartimos tantas veces y con los que pueden disputarse las anécdotas vividas. Las cosas nunca son exactamente como las recordamos, pero un amigo es aquel con el que sabes que puedes mentirte en grupo sin que la realidad desmienta a tu memoria.

Y como en tantas ocasiones, las amistades palidecen casi por muerte natural. Uno sabe que una amistad periclita cuando en lugar de quedar para vivir te citas para contarte la vida. No hay una expresión más terminal o letal que cuando alguien nos propone un encuentro para «ponernos al día». Ese ponerse al día es una actualización funeraria, un certificado forense en la amistad, una suerte de taxidermia afectiva.

Con los amigos uno se divierte o se aburre, viaja o duerme y en ocasiones habrá quien pueda discutir o hasta pegarse, pero uno jamás se pone al día. Los amigos son amigos porque no hace falta contarles nuestra vida precisamente porque ya habitan en ella. Ese ponerse al día delante de un café es lo más contrario que existe a una verdadera amistad: es la confirmación de una amistad que habiendo sido, dejó de ser.

  Por ese motivo, si un viejo amigo o una vieja amiga les propone quedar en algún momento para ponerse al día, niéguense en redondo y salgan al rescate de su vieja amistad. Contraprogramen con una propuesta digna y a la altura de lo que son y lo que fueron y conspiren para volver a vivir algo juntos. Si hay algo que contar que se lo cuenten a otros, pero con los amigos la vida no se la enuncia ni se la recita, sino que se apura hasta la mancha más profunda de la intimidad. Preparen el botiquín de urgencia y liberen la agenda para lo que verdaderamente importa, porque algo mal estarán haciendo si un buen amigo les desliza la infeliz propuesta de verse y, al menos, contarse qué tal va todo.

martes, 14 de marzo de 2023

"LAS SACAS". Un artículo de Luis García Montero publicado en infolibre.es el 11 de marzo de 2023

Contar la historia por dentro es una de las razones que le dan sentido a la literatura. El deseo de dejar huella o de conservar las huellas de los seres queridos se une a la necesidad de comprender todo lo que cabe en una fecha, una cifra, el nombre famoso de una batalla o las resumidas explicaciones de un acontecimiento. La historia general se encarna en unos ojos, unos oídos y una soledad.

El viento general pasa del todos nosotros al yo y al tú. He sentido de manera conmovedora esta dinámica al leer por segunda vez Las sacas de Patricio P. Escobal, un libro de valor histórico y personal muy significativo. Acaba de reaparecer gracias a pepitas ed., la destacable editorial riojana, con estudios de María Teresa González de Garay, Pío García y Jesús Vicente Aguirre. Como indica González de Garay, se trata de un clásico de la literatura autobiográfica imprescindible, porque lo normal es que no sobrevivan y no puedan contar su martirio las personas sometidas a determinadas situaciones.

El terror metódico y calculado de los militares golpistas de 1936 extendió la práctica de las sacas. Las patrullas entraban por las noches en los lugares donde habían encerrado a sus detenidos, leían en voz alta una lista de nombres y los sacaban para ejecutarlos. Después de aguardar a que su nombre fuese pronunciado por los labios asesinos, los presos salían con una breve despedida en busca de la muerte o se quedaban en su rincón a la espera de lo que sucediera en la noche siguiente.

La primera vez que me interesé por la figura de Escobal fue gracias a las memorias de Manuel Fernández-Montesinos, Lo que en nosotros vive (Tusquets, 2008). Hijo del alcalde granadino ejecutado en 1936 y sobrino de Federico García Lorca, Manolo vivió el exilio en Nueva York. Allí conoció a Patricio P. Escobal, amigo de la familia: “un personaje pintoresco entre los pintorescos, riojano a la pata la llana, sin pelillos en la lengua, era ingeniero. Atlético y bien parecido, había simultaneado sus estudios con el fútbol y había llegado a ser capitán de Real Madrid e internacional en 1924”.

Mis debilidades madridistas y las explicaciones de Manolo sobre cómo había aprendido a hacer el salto inglés, recurso futbolístico conocido hoy con el nombre de chilena, me empujaron a buscar datos sobre Escobal y encontré Las sacas, un libro publicado en el exilio, en 1968, con una primera versión en inglés. No era entonces posible dar a conocer en España la historia del terror nacional. Joven deportista de éxito, mientras estudiaba ingeniería jugó los partidos que inauguraron los estadios de Chamartín en Madrid y Las Gaunas en Logroño, ciudad donde había nacido en 1903. Ingeniero municipal, fue apresado por los golpistas en el viejo Frontón Avenida, iniciando un itinerario de cárceles y celdas en las que convivió con las sacas nocturnas, la enfermedad y las historias personales de muchas víctimas. Su familia consiguió sacarlo de la cárcel y, después de vivir en libertad vigilada en un pueblo del País Vasco, salió al exilio en un barco de nombre Magallanes.

Su libro de memorias está dedicado a las víctimas de la Guerra Civil española. Está escrito sin rencor, pero con la claridad del que nos cuenta lo que no puede ser olvidado. Yo recuerdo a Escobal cada vez que se intentan crear equidistancias o repartir culpas, afirmando que los dos bandos cometieron barbaridades. Puede ser verdad, los seres humanos somos así cuando vivimos situaciones extremas y sin ley. Denunciar los excesos cometidos en nombre de los valores que uno defiende es la única forma de ser leal a esos valores. Pero en los estudios de la Guerra Civil y sus violencias no se pueden repartir daños de forma equilibrada. Los peligros del desorden incontrolado agravan las culpas de los que provocaron esa situación con un golpe militar frente a la autoridad legítima. Y una diferencia más: mientras el Gobierno republicano, con la dificultad de un ejército y una policía durante meses desmantelada, intentó contener la barbarie, el ejército golpista utilizó el terror de forma sistemática, empleando la ferocidad como estrategia de dominio. Y otra cuestión más: terminada la Guerra, la dictadura mantuvo en frío el terror durante 40 años.

Cuando apareció el libro, el novelista Ramón J. Sender escribió una reseña en La opinión de Los Ángeles. El novelista exiliado era también futbolero, seguidor del Bilbao, pero reconoció haber aplaudido el juego de Escobal en Chamartín. Con la misma ecuanimidad, resumió Las sacas: “admirable libro que es un ejercicio lúcido de memoria para reconocer el mal en el pasado, deslindarlo en el presente e impedir que sus circunstancias propicias se repitan en el futuro”.

Después de una entrevista en Nueva York, Escobal le dio su libro a Tico Medina para que se lo llevara a Santiago Bernabéu, un amigo de juventud.


lunes, 13 de marzo de 2023

¿Y SI NO HUBIERA FRONTERAS? Un artículo de María Ramírez publicado en elDiario.es el 11 de marzo de 2023

Las pocas voces de la academia que abogan por las fronteras abiertas sugieren que un día miraremos a la política migratoria actual como hoy miramos al feudalismo y la esclavitud

La escritora y politóloga Lea Ypi contaba en un artículo hace unas semanas que durante unas vacaciones observó una tortuga que avanzaba justo entre la frontera de Albania y Grecia. Ella y sus hijos habían hecho cola para que les sellaran el pasaporte, un proceso burocrático molesto, pero inofensivo en comparación con la experiencia de su madre, que en 1997 se subió sobre la marcha a un barco para huir a Italia en medio de la guerra civil de su país, Albania.

Lea Ypi se graduó en universidades en Roma y Oxford, vive en Reino Unido desde hace 15 años, es profesora de teoría política en la London School of Economics y autora de Free, unas extraordinarias memorias sobre su niñez y adolescencia en Albania durante el régimen comunista y su caída que se han traducido a una veintena de idiomas. Ya le queda lejos el temor de su madre mientras limpiaba casas con la amenaza de la deportación y la esperanza de ver a la familia que había dejado en Albania. O el miedo de los albaneses que huyen ahora de bandas criminales, llegan en bote cruzando el canal de la Mancha y son el objetivo prioritario de la nueva ley de inmigración del Gobierno británico para prohibir a los refugiados pedir asilo en contradicción con las convenciones internacionales en vigor.

“¿La tortuga es griega o albanesa?”, preguntaba el hijo de seis años de Ypi, inocente sobre la soberanía nacional, el Estado de derecho, los traficantes de drogas, animales y personas y lo que supone un pasaporte. “Las tortugas no tienen país”, contestó la escritora. Las personas, sí. Pero el concepto de frontera no es ni tan antiguo ni tan natural como asumimos en nuestra estable democracia occidental.

La frontera física y política tal y como la entendemos hoy es una idea del siglo XIX y la clasificación de las personas que pueden o no atravesar esa frontera, durante cuánto tiempo y con qué derechos es aún más reciente. La ley de inmigración con controles fronterizos del Reino Unido es de 1905; la ley que limitaba la migración a Estados Unidos con un sistema de cuotas por país de origen es de 1924. Las cuotas no se extendieron hasta los años 30 del siglo XX, esencialmente para limitar la llegada de judíos perseguidos por los nazis a países de Europa y América. El actual sistema de visados, permisos de residencia, trabajo o estudios y distintos grados de protección internacional para quienes huyen de la guerra y la discriminación es todavía más reciente. Buena parte de las fronteras actuales tienen sólo unas décadas. Ahora hay unos 200 países en el mundo (el número exacto es objeto de cierto debate), más del doble que en 1945. CONTINUAR LEYENDO

domingo, 12 de marzo de 2023

"LA INFLUENCRACIA". Un artículo de Pascual Serrano publicado en elDiario.es el 6 de marzo de 2023

La influencer Tamara Falcó, durante su intervención
en la XIV Congreso Mundial de las Familias,
en Ciudad de México (México). EFE/Sáshenka Gutiérrez
Hubo un tiempo en que los periódicos y televisiones llamaban a expertos para que opinaran sobre los temas de actualidad; en la prensa escrita estaban los columnistas regulares que intentaban no dárselas de superexpertos y brillaban más por su pluma y gracejo que por sus conocimientos de todo. En los medios audiovisuales la cosa iba derrapando y llegaron los tertulianos, superhombres con capacidad para saber de todo, pero al menos (algunos) con cierto nivel cultural. Mientras tanto, en el mundo paralelo de internet aparecían los bloggers, una cosa un poco onanista de gentes que contaban con regularidad sus opiniones sobre lo divino y lo humano. Y ahora hemos llegado al caos con los influencers.

Hace varias semanas, en el programa de citas televisivo First Dates, en la conversación de dos chicas que comenzaban a conocerse, una le preguntaba a la otra qué influencers seguía. Las referencias a músicos, películas o libros que formaban parte de nuestra forma de identificar nuestros gustos hoy se ha desplazado a influencers, con la diferencia de que estos no saben ni aportan nada de cultura musical, cine o literatura.

Cantantes o actrices pontificando sobre vacunas, veinteañeros que no aprobaron la ESO dando lecciones de feminismo sin haber leído un libro, tiktokers atiborrados de Monster entrevistados en programas de televisión de máxima audiencia para opinar sobre geopolítica, nancys con media hora de edición en photoshop explicando en instagram dietas de adelgazamiento, poligoneros macarras iluminándonos sobre inversiones en criptomonedas y gamers rajando de Hacienda porque les fastidia pagar impuestos.

Sus seguidores se cuentan por millones; sus ingresos, más millonarios todavía. Y por lo general, el número de seguidores e ingresos es inversamente proporcional a su formación, número de neuronas y cumplimiento de sus obligaciones fiscales.

El carácter pernicioso de la mayoría de los influencers ocupa un amplio espectro temático:

Científico. La pandemia ha mostrado el peligro que suponen las opiniones de muchos famosos de toda la vida, pero también de algunos jóvenes influencers, que se han incorporado más tarde. Desde el negacionismo sobre la existencia del virus, pasando por el negacionismo de la eficacia de las vacunas. En otros casos hemos asistido a remedios y curas peregrinas y absurdas para el covid y para otras enfermedades (la última, el vinagre para adelgazar). Los desmentidos científicos para neutralizar sus daños colaterales son constantes.

Ideológico. Salvo excepciones, el panorama ideológico es el de un Tea Party ultraderechista embistiendo contra el feminismo, los sindicatos, los gastos sociales y cualquier político que les suene a izquierda. Sus mantras son las odas al neoliberalismo y el individualismo económico. En realidad no es que hayan leído a Milton Friedman o Friedrich Hayek, nunca leyeron nada, simplemente han encontrado un filón de ganar dinero como youtubers o gamers, piensan entonces que el sistema económico neoliberal es estupendo porque ellos se han hecho ricos y que maldita la gracia pagar impuestos.

Financiero. La Organización Internacional de Comisiones de Valores llegó a lanzar una advertencia el papel que pueden tener los influencers que anuncian productos de alto riesgo, como venta de divisas o criptomonedas. En España, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) abrió una investigación sobre algunos a la vista de sus propuestas sobre activos financieros sin ajustarse a la legislación que los regula.

Actualidad. Como he señalado al principio, es verdad que ya teníamos columnistas y tertulianos todólogos, pero al menos sabían escribir o argumentar algo. Influencers ágrafos y sin capacidad de hilvanar cuatro ideas en un discurso ahora son expertos en fútbol, en Ucrania, en calentamiento global y en automóviles eléctricos.

Unas redes sociales que parecía que nos traían la máxima libertad de expresión nos están dejando un mundo intoxicado por los bulos, crispado por el odio y estupidizado por los influencers.

viernes, 10 de marzo de 2023

"CÓMO OS GUSTA HACEROS LAS VÍCITMAS". Un artículo de Lucía Taboada publicado en elDiario.es el 4 de marzo de 2023

 Los mensajes de “solo necesitas creer en ti misma” están bien, es importantísimo creer en uno mismo, pero a veces ignoran las fuentes estructurales de la inseguridad

Se conoce como “hipótesis del mundo justo” la teoría de que las personas merecen lo que les sucede. Funciona como un mecanismo de defensa para evitar la idea de que cosas trágicas o negativas pueden sucederle a cualquiera. Si puedes convencerte de que las víctimas merecen lo que les ha pasado no necesitas temer nada porque, como tú no te lo mereces, nunca soportarás el mismo destino. Felicidades, estás a salvo en tu privilegio. Toma, un pin.

Pensé en esta hipótesis del mundo justo leyendo el libro No lo haré bien (Editorial Arpa), de la periodista (y compañera) Emma Vallespinós. El ensayo expone, con un reguero interminable de datos, testimonios y reflexiones, las causas y consecuencias del llamado síndrome de la impostora, o cómo aprendimos las mujeres a no confiar en nosotras mismas. Vallespinós analiza al detalle un animal de compañía insaciable que convive con muchas de nosotras, se sube en nuestro regazo y nos pide que lo alimentemos varias veces al día: el autoboicot, ese que “aparece todas aquellas tardes en clase en las que queríamos levantar la mano, pero al final no. Cada una de las ocasiones en las que nos han interrumpido. Todas las ocasiones en las que nos hemos sentido invisibles. Todas las veces que hemos preferido callar, dejarlo pasar, ceder, no participar. No porque no quisiéramos. No porque no supiéramos. Nos faltó valor”.

Hay algo estructural detrás, claro, no es casualidad que tantas mujeres se sientan o hayan sentido así alguna vez en sus vidas. El autoboicot se alimenta de la falta de referentes, de esos “cállate” o “calladita estás más guapa”, de ridiculizaciones, de momentos en los que te has sentido menos valorada que tus compañeros hombres, de congresos de expertos sin una sola mujer, de juicios por cómo hablas, por cómo vistes, por tu timbre de voz, por tu físico, por cómo habrás conseguido llegar hasta ahí. Como recuerda Emma, citando a la periodista Elisabeth Cadoche y la psicoterapeuta Anne de Montarlot, “si a las mujeres a veces les falta confianza en sí mismas es ante todo una cuestión histórica, de presión social, de familia, de lenguaje, de creencias (…). La falta de confianza de las mujeres es consecuencia, en buena medida, de una herencia histórica. Es el resultado de siglos, incluso milenios, de supremacía masculina”. Porque durante mucho tiempo hemos sido meras invitadas al espacio público. En definitiva, dice Emma, “es bastante más fácil creer en uno mismo si no te ponen en duda sistemáticamente”.

La reacción lógica por parte de algunos y algunas ante esto podría ser la misma con la que funciona la hipótesis del mundo justo: pensar que si una mujer se ha sentido cohibida, silenciada o ridiculizada alguna vez es porque ella ha querido; es su culpa por no haber alzado la voz, por no haberse reivindicado, por no hacer nada para luchar contra ello. Fíjate en David contra Goliat, bonita. ¿Acaso David no luchó por lo suyo? En fin, mira “que os gusta haceros las víctimas”.

Me parece importante la tesis del libro No lo haré bien en este tiempo en el que parece que siempre recibes el mismo diagnóstico sea cual sea el problema: necesitas creer más en ti misma. Como si en Teletienda pudieses comprar el “Ultra Action Confidence”:

Mujer con dudas: Uf, no me atrevo a hacer esa ponencia en público. No sé si estoy a la altura. Nunca he hablado delante de tanta gente.

Voz de Teletienda: ¿Sabes con qué se soluciona eso, mujer? ¡Con “Ultra Action Confidence”! Aumenta tu confianza un 99%. Págalo en tres cómodos plazos. Si no consigues los resultados esperados, te devolvemos el dinero.

Los mensajes de “solo necesitas creer en ti misma” están bien, es importantísimo creer en uno mismo, pero a veces ignoran las fuentes estructurales de la inseguridad. Se confunde el síntoma (la aparente incapacidad de las mujeres para promocionarnos) con la causa. El lema sería algo así como: las mujeres sois las que necesitáis cambiar, no el mundo tal y como está montado.

El problema es que yo puedo tener más confianza que Donald Trump y aun así ver frenada, por ejemplo, mi proyección laboral, porque todavía persisten muchos factores externos que no dependen de nosotras. Voy al más obvio: la brecha salarial, que sí, por supuesto, sigue lacerando la autoestima laboral de las mujeres. En España la brecha salarial sigue situada en el 20,9%. El salario medio anual del empleo de los hombres es de 27.322 euros, frente a los 22.601 euros que perciben las mujeres, según el último informe de Comisiones Obreras (CCOO). Hay sectores donde es más flagrante como el de actividades inmobiliarias: 17.982 euros de media de ellas frente a 28.297 de ellos. En el caso de actividades profesionales científicas y técnicas la brecha es casi de 10.000 euros anuales: 23.593 euros de media para ellas, 33.541 para ellos. Añado más datos: de los trabajadores a tiempo parcial, el 75% son mujeres. De las 35 empresas más importantes del Ibex35, en verano de 2022 solo cinco tenían en su despacho a mujeres. Aunque lo que más frena, en realidad, son las pequeñas actitudes sexistas que van minando poco a poco, como una gotita de agua en la frente.

Es marzo de 2023 y quizá estamos en uno de los momentos en los que se percibe una reacción más violenta al feminismo, a nuestras reivindicaciones y circunstancias. No se trata únicamente de una campaña orquestada entre misóginos con altavoz (que también), es ya una reacción de masas a un movimiento de masas. A veces es una reacción sutil, incluso bienintencionada, pero está ahí presente (otra vez con la turra feminista, qué pesaditas, si ya tenéis igualdad, qué más queréis). No lo olvidemos: la reacción antifeminista no se ha desatado por el logro de la igualdad plena, para la que todavía queda mucho, sino por la mayor posibilidad de que podamos alcanzarla.

martes, 7 de marzo de 2023

"LOS LIBERALES FORJADOS EN EL BOE". Un artículo de Antonio Maestre publicado en elDiario.es el 4 de marzo de 2023

Imagen de archivo de Rafael del Pino,
presidente de Ferrovial. EFE/Mondelo
Es enternecedor escuchar en boca de las grandes familias del régimen la apelación al libre mercado para justificar el derecho de una empresa como Ferrovial a llevarse al extranjero su residencia fiscal para lograr unas ventajas aún mayores que le permitan tener más y mejores beneficios. Familias y empresas que han podido hacer su enorme fortuna gracias a que la dictadura les garantizó que en España nunca hubiera una libre concurrencia empresarial. Familias como la de los Del Pino, que lograron amasar una ingente fortuna gracias a participar en el bando vencedor de una guerra y de tener los favores de la dictadura franquista primero y de la democracia transaccional después. Familias y empresas que de mediar una disputa de libre mercado, al que apelan y dicen aspirar, no habrían salido del terruño caciquil de explotación agraria de manufactura en el que comenzaron su acumulación material. Ferrovial es el último caso que se usa para difundir ese relato, pero está enraizado en lo más profundo de las oligarquías cañís.

El comportamiento y el discurso liberal en la empresa de quien nació con todo y se cree que se lo ha ganado parte de la educación de pijos mimados que se crían en burbujas donde nunca hubo un no ni una privación, donde se les ha enseñado que son seres especiales con talento por encima del vulgo. Astrid Gil-Casares era la mujer de Rafael Del Pino. Después de divorciarse y tatuarse de manera compulsiva para convertirse en la pija underground de La Moraleja, le dio por contar en varias entrevistas cómo era su vida en su burbuja de excesos: “Vivía en una estratosfera y con una vida muy fácil. No me tenía que preocupar de nada. De cosas tan tontas como tener que salir de casa con llaves, o aparcar, o hacer colas. Y no pasa nada cuando no lo tienes”. Es llamativo ver cómo ahora, que sigue viviendo en La Moraleja, en una vida de lujo y sin privaciones, piensa que aquello fue algo del pasado. Que ya no tiene privilegios. Ahora es una esforzada literata que escribe novelas y hace películas para que participen sus otras amigas pijas.

Astrid Gil-Casares decía de Rafael Del Pino para explicar por qué se fijó en él: “Rafa es como James Bond. Inteligente, atractivo, sexy. Lo hace todo bien. Es el que mejor dispara, el que mejor esquía, el que mejor pilota helicópteros, el que mejor discursos hace […] Si mañana estallara la tercera guerra mundial y hubiera que irse a vivir a la jungla, él acabaría teniendo la mejor cabaña del bosque. No lo dudo. Sería el rey de la jungla”. Esa es su realidad. Esa es la autopercepción que estos pijos mimados tienen de sí mismos y los de su clase. Seres superiores que son capaces de lograr cualquier cosa incluso si partieran de una posición de igualdad con quienes están acostumbrados a sobrevivir en condiciones adversas. Por eso en su ideología económica está arraigado el prescindir de los servicios públicos, que garantizan un mínimo de bienestar a quien no nace con sus privilegios. Una vez que el Estado les ha proporcionado su riqueza necesitan laminarlo porque ya no lo precisan. Es un pensamiento de casta arraigado en todas y cada una de estas familias criadas en el seno de una autarquía.

Ignacio Villalonga fue uno de los primeros liberales que desde una economía plenamente dirigida e intervenida por el favor de Franco a sus intereses consideraba que había que liberalizar la economía cuando favorecía sus propios intereses. Liberales forjados en el BOE. La Fundación Villalonga, que él mismo creó, publicó en España las obras de Ludwig Von Mises. En el año 1959, en un discurso para evaluar la marcha de la economía, el empresario valenciano expuso de forma diáfana sus ideas, las mismas que pueden encontrarse en los discursos de la derecha en la actualidad y del empresariado que representan personajes como Rafael Del Pino: “Hay que adecuar las utilidades de los trabajadores en función del rendimiento, pues será inútil gravar a las clases pudientes con muchos impuestos si las clases trabajadoras no dan el rendimiento debido. Y esto no es una orientación en contra de los obreros, sino precisamente todo lo contrario. Se puede aumentar la retribución en función del rendimiento, porque de otro modo se premia a los malos y se castiga a los buenos, y esto es precisamente lo que hay que evitar”.
Ese pensamiento anarcoliberal de las élites, difundido gracias a poder hacer carrera por haber sido miembros con renombre de la asonada fascista y de la represión, está incardinado en la filosofía de estos constructores del régimen que no habrían podido poner una sola piedra si no hubieran enterrado con cemento a la República y sus defensores. Ferrovial es solo un síntoma leve de una afección profunda que carcome la posibilidad del progreso en España. Una enfermedad nacional provocada por unas élites plagadas de pijos mimados que lo único que tuvieron que hacer fue poner a su nombre las fortunas acumuladas gracias al calor de una dictadura.

domingo, 5 de marzo de 2023

"EL SILENCIO DE LOS INTELECTUALES" Artículo del Académico portugués Boaventura de Sousa Santos. Doctor en sociología, catedrático de la Facultad de Economía y director del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coímbra (Portugal).Traducción de Bryan Vargas Reyes.

"La destrucción de la paz y la democracia se debe generalmente a la constitución desigual y paralela de dos círculos de libertades autorizadas, es decir, las libertades de expresión y acción aceptadas por los medios de comunicación y el poder político."

Los intelectuales no tienen el monopolio de la cultura, de los valores o de la verdad, y mucho menos el monopolio de aquello que debería ser entendido por cualquiera de estos «dominios del espíritu», como se decía antiguamente. Tampoco pueden renunciar a denunciar lo que, en su opinión, consideran ser destructivo de la cultura, de los valores y de la verdad, especialmente cuando esta destrucción supuestamente ocurre en nombre de la cultura, los valores y la verdad. Los intelectuales no pueden dejar de saludar al sol antes de que nazca el día, pero tampoco pueden evitar advertir que muchas nubes pueden nublar el cielo antes de que caiga la noche e impedir que se disfrute la claridad del día.

En Europa estamos asistiendo al alarmante (re)surgimiento de dos realidades destructivas de los «dominios del espíritu»: la destrucción de la democracia, con el crecimiento de las fuerzas políticas de extrema derecha; y la destrucción de la paz con la naturalización de la guerra. Cualquiera de estas destrucciones está legitimada por los valores que pretende destruir: la apología del fascismo se hace en nombre de la democracia y la apología de la guerra en nombre de la paz. Todo esto es posible porque la iniciativa política y la presencia mediática están siendo entregadas a las fuerzas belicistas y a las fuerzas conservadoras de derecha o extrema derecha. Las medidas de protección social para que la población sienta en el presupuesto y en la convivencia que la democracia es mejor que la dictadura son cada vez más escasas debido a los costos de la guerra en Ucrania y al hecho de que las sanciones económicas en contra del “enemigo”, que supuestamente debían causar daño al enemigo, están, de hecho, causando daño a los pueblos europeos cuyos gobiernos se aliaron con Estados Unidos.

La destrucción de la paz y la democracia se debe generalmente a la constitución desigual y paralela de dos círculos de libertades autorizadas, es decir, las libertades de expresión y acción aceptadas por los medios de comunicación y el poder político. El círculo de libertades autorizadas para posiciones progresistas que defienden la paz y la democracia disminuye cada vez más, mientras que el círculo de libertades autorizadas para posiciones conservadoras que hacen apología de la guerra y la polarización fascista sigue creciendo. Los comentaristas progresistas están cada vez más ausentes de los grandes medios de comunicación, mientras que los conservadores dejan pasar semanalmente páginas enteras cargadas de una mediocridad espantosa. Veamos los principales síntomas de este vasto proceso en curso. CONTINUAR LEYENDO

viernes, 3 de marzo de 2023

"LA PRIMAVERA". Un artículo de Luis García Montero publicado en infoLibre.es el 25 de febrero de 2023

Pocas veces permite la vida una solución sencilla a sus problemas. Buscar afirmaciones fáciles supone casi siempre una manera de evitar la observación de aquello que no nos gusta, dejando a un lado el análisis de todo lo que va en contra de nuestros deseos y nuestros intereses. Que la cultura no es un adorno se demuestra cada vez que vivimos una situación de crisis grave. Resulta tan necesario actuar como ser precavido. La cultura sirve para asumir y valorar la profunda complejidad del mundo en el que somos.

Cuando el optimismo es pura ingenuidad de una conciencia irresponsable, conviene ser precavido ante el pesimismo, porque su negación desemboca con facilidad en actitudes cínicas, apuestas por la indiferencia y excusas para la falta de compromiso. Como nada tiene arreglo, caemos en la tentación de asumir los resultados indomables de la oscuridad. Pero no siempre la razón humana debe desembocar en el pragmatismo injusto o la renuncia. El poeta Antonio Machado encontró en la vitalidad de su conciencia ética un modo de esperar la primavera en los momentos más tormentosos. Mientras la aviación enemiga bombardeaba los campos y las ciudades para sembrar el espanto, quiso escribir un soneto a la primavera, más fuerte que la guerra en su tarea infatigable de conseguir que florezca la tierra.

Machado murió en el exilio el 22 de febrero de 1939. Morir exiliado no supone quedarse fuera de juego. Las palabras y la imagen de Machado han permanecido vivas en los momentos más difíciles de la historia de España y en las mañanas soleadas y pacíficas del invierno. Me acordé del soneto de Machado el pasado 22 de febrero, mientras paseaba las calles de Segovia y visitaba los lugares machadianos con los amigos de la Academia de San Quirce, herederos de la antigua Universidad Popular. A Segovia llegó Machado en 1919, allí trabajó, se comprometió con la voluntad cívica de los movimientos republicanos y subió al balcón del ayuntamiento el 14 de abril de 1931.

El deseo republicano de unir las instituciones a la vida de la gente fue una apuesta democrática contra la España Oficial, gobernada por instituciones huecas. Tan peligrosas son las instituciones que pierden el respeto a los pueblos, como los pueblos cuando pierden el respeto a las instituciones. También son peligrosas en la poesía unas formas alejadas de la verdad sentimental o unos sentimientos incapaces de ponerse en forma. Lo supo Machado muy pronto y procuró que sus palabras y su intimidad se equilibraran con el idioma del pueblo y con las ilusiones colectivas. De hecho, la primavera celebrada bajo los bombardeos franquistas era inseparable del olmo seco, capaz de aprovechar las lluvias de abril y el sol de mayo para dar hojas verdes después de la muerte de Leonor.

También lo comprendió María Zambrano, otro recuerdo imprescindible mientras paseábamos por las calles de Segovia. Durante las guerras, se producen heridas intelectuales. Frente a los racionalismos pragmáticos que acababan en bombardeos, cámaras de gas y discursos bélicos, María Zambrano leyó a Galdós y Machado en busca de una razón poética. Resultaba difícil caer en el optimismo o abandonarse al pesimismo, pero los poemas de Machado y Misericordia de Galdós le permitieron seguir cultivando la esperanza, es decir, el compromiso personal con un futuro humano propio de los que no quieren renunciar a sus valores y su conciencia.

Razón poética: frente al invasor, frente al imperialismo, frente a los negociantes de las armas, frente a los puros que se refugian en su nada, frente a los que se aprovechan de los muertos y los vivos para diseñar sus intereses en el mundo, frente a las pasiones militares y la desvergüenza humana, es posible esperar la primavera. El crimen fue en Granada, escribió Machado en recuerdo de García Lorca. Ahora el crimen es en Ucrania. Y siento necesidad de solidarizarme y no abandonar a las víctimas, pero con la precaución de no abandonarme a la pasión bélica o al cinismo de los negociantes.

"NECESITAMOS UN ÉXODO DEL SIONISMO". Naomi Klein (elDiario.es 3 MAY 2024)

Judíos y simpatizantes celebran un Séder de Pascua para protestar contra la guerra en Gaza, el pasado 23 de abril, en el distrito de Brookl...