lunes, 30 de octubre de 2023

“NO UTILICEN NUESTRO DOLOR PARA CAUSAR MÁS MUERTES". el ruego a Israel de las familias de los pacifistas víctimas de Hamás (elDiario.es)

Pared en Tel Aviv (Israel) que muestra información
de rehenes capturados por Hamás
Familiares de activistas que permanecen secuestrados o fueron asesinados por el grupo palestino se manifiestan en contra de la venganza y piden a Israel que deje de bombardear Gaza

Noy Katsman sabía que el panegírico a su hermano asesinado enfadaría a algunas de las personas que fueron a llorar su muerte, pero no quería que el violento fallecimiento de Hayim Katsman eclipsara su vida como pacifista. Según Noy, el duelo y la sensación de pérdida por el cruel asesinato de Hayim a manos de Hamás aumentó al ver a Israel lanzar en Gaza una guerra en su nombre. Así que, en el funeral, confiando en la tradición judía de respeto por las personas de luto, Noy pidió ponerle fin.

“No utilicen nuestras muertes y nuestro dolor para provocar las muertes y el dolor de otras personas y otras familias”, dijo Noy ante cientos de personas mientras el Gobierno bombardeaba Gaza y preparaba una invasión terrestre a gran escala. “No tengo ninguna duda de que, incluso frente a las personas de Hamás que le asesinaron, Hayim seguiría alzando la voz contra los asesinatos y la violencia contra personas inocentes”, añadió.

Manifestarse contra las represalias en Gaza mientras Israel se recupera del ataque de Hamás del 7 de octubre no está bien visto. De hecho, en un momento dado durante el panegírico pronunciado por Noy, los asistentes comenzaron a expresar su enfado y desaprobación. Sin embargo, los amigos de Hayim se acercaron después a darle las gracias. “Uno me dijo: 'Es exactamente lo que tu hermano habría querido que dijeras'”.

Hayim y Noy son parte de la relativamente pequeña comunidad de izquierdas en Israel. Son pacifistas activos y defensores de los derechos humanos; personas que, por lo general, creen que su país, Israel, no puede alcanzar la paz a través del enfrentamiento. También ambos se han visto afectados con especial dureza, tanto personal como políticamente, por el asalto de Hamás en Israel, cuando fueron atacados lugares que eran, históricamente, centros del sionismo de izquierdas, donde tienen amigos y familiares.

“En los kibutz, las comunidades afectadas del sur, muchas de las personas a las que Hamás hirió, secuestró y mató luchaban a favor de la paz y soñaban con un futuro diferente”, asegura Avner Gvaryahu, director ejecutivo de Breaking the Silence (Rompiendo el silencio), un grupo fundado por combatientes veteranos israelíes para documentar abusos por parte de los militares en los territorios ocupados palestinos. “Hay miembros de todas las organizaciones que lideran la defensa de los derechos humanos que están secuestrados, muertos, heridos o traumatizados”, apunta.

“No necesito venganza”

Hayim era uno de los antiguos soldados del Ejército israelí que testificaron para Breaking the Silence, que está vetada en los colegios israelíes, ha sido objeto de difamaciones por parte del Gobierno y ha tenido que afrontar polémicas y ataques en contra de su labor.

También se encuentra entre las víctimas un académico que investigaba a la derecha religiosa en Israel y que pasó un tiempo con comunidades campesinas palestinas en las ocupadas colinas al sur de Hebrón. Su presencia les ofrecía cierta protección frente a los militares, policías y colonos israelíes de la zona. Otras víctimas pertenecientes a los kibutz han sido Shlomi y Shachar Matias, una pareja que ayudó a fundar un colegio bilingüe, que enseñaba hebreo y árabe a los niños bajo el lema “educación judeo-árabe por la igualdad”.

Vivian Silver, una de las principales miembros de Women Wage Peace (Mujeres que luchan por la paz), ha sido secuestrada en Gaza. La pacifista ayudaba también a organizar los viajes para que los palestinos en Gaza que hubieran obtenido el poco común permiso necesario pudieran abandonar la Franja para recibir tratamiento médico. Se cree que varias personas más del grupo son también rehenes, entre ellos la pareja de octogenarios Oded y Yochka Lifshitz.

Sin embargo, en medio de un ambiente de ira y apoyo generalizado a la guerra, hay familiares de los activistas fallecidos y desaparecidos que están tratando de superar el dolor y hacer incidencia pública, al igual que Noy.

“Yo estaba ahí”, escribió Ziv Stahl, directora ejecutiva del grupo de defensa de los derechos humanos Yesh Din en una tribuna para el periódico israelí Haaretz sobre las horas que pasó escondida en un cuarto de seguridad, similar a un búnker, con un familiar herido. “No necesito venganza, nada nos devolverá a aquellos que se han ido. Ni todo el poder militar de la Tierra nos proporcionará defensa y seguridad. La única solución pragmática posible es la política”.

El consuelo en Internet

Los familiares de quienes permanecen secuestrados en Gaza viven una agonía adicional al ver los bombardeos israelíes sobre la Franja. Neda Heiman, que también colabora con Women Wage Peace, perdió el contacto con su madre de 84 años, Ditza Heiman, temprano por la mañana de aquel sábado 7 de octubre. Después la vio en un vídeo en el que Hamás la forzaba a subirse a una camioneta a punta de pistola para llevarla a Gaza: “Sigo pensando que solo una solución política puede resolver los problemas”, afirma. “Bombardear Gaza no puede ser una solución duradera. Ya lo hemos visto”.

No es el de estos familiares un mensaje que esté teniendo mucho espacio ni recibiendo mucha atención en Israel. Noy ha concedido más de 20 entrevistas sobre aquel discurso, sobre la labor de Hayim y sobre su propio activismo, pero ni una sola petición procede de un medio de comunicación israelí.

Aun así, Noy ha encontrado consuelo en Internet, donde tanto israelíes como personas que afirman estar en Gaza le han brindado apoyo. “Solo quería decirte lo mucho que siento lo que le pasó a tu hermano y te quiero agradecer enormemente que no nos quieras muertos, al revés que todos los demás”, le escribió una persona.

Sobre los fallos de seguridad de Israel el pasado 7 de octubre, un país que consideraba que su Ejército y sus servicios de inteligencia estaban entre los más eficaces del mundo, los activistas apuntan más allá: afirman que tienen su origen en un error más profundo relacionado con la visión política desplegada y que, si la cuestión no se aborda desde ahí, Israel nunca estará a salvo.

“Vemos que este dolor se usa para ir en una dirección aún peor, que no nos promete nada más que más dolor, más sangre, más pérdidas”, sostiene Alon-Lee Green, miembro de la junta directiva de Standing Together, un movimiento de ciudadanos judíos y palestinos de Israel. “Como Estado, tenemos derecho a defender a nuestros ciudadanos de ser asesinados, pero debemos responder a una pregunta realmente fundamental: ¿Y después, qué? Conquistamos la Franja de Gaza, ¿y después qué?”, cuestiona el activista.

¿Argumentos históricos?

La izquierda es una fuerza en retroceso en la política israelí desde hace décadas. En las elecciones de 1992, dos partidos del ala izquierda, Labor y Meretz, alcanzaron casi la mitad de los votos entre los dos. Sin embargo, en las últimas elecciones Meretz no consiguió entrar en el parlamento y Labor bajó hasta una cifra de proporción del voto de un solo dígito.

Durante 20 años, el ala derecha de Israel ha ido desmontando lentamente un amplio aunque reticente consenso sobre el camino hacia la seguridad a largo plazo, que consistía en una resolución negociada con los palestinos para formar dos países vecinos.

En 2003, cuando la segunda intifada hacía estragos, incluso el entonces primer ministro, Ariel Sharon, que había secundado los asentamientos en Gaza y Cisjordania, arguyó que Israel no podía ocupar tierra palestina de forma indefinida. Sharon sufrió un infarto poco después de supervisar la retirada israelí de Gaza en 2005.

Sin embargo, el actual primer ministro, Benjamín Netanyahu, consolidó su poder en parte argumentando que Israel podría contener a Gaza y gestionar su ocupación de Cisjordania. El apoyo a la solución de los dos Estados se desmoronaba a la vez que Israel construía puentes con otros países de la región que antaño rechazaban reconocer su existencia. En un reciente sondeo preelectoral, la seguridad estaba entre las últimas preocupaciones de los votantes; la primera era la economía.

Muchos de los supervivientes del ataque de Hamás y entre quienes están sufriendo la pérdida de un ser querido en él aseguran que se sentían abandonados por un Gobierno que sabía que tenía pocos votantes en las zonas cercanas a Gaza. Bajo el mando de Netanyahu, la financiación militar y la atención han virado hacia Cisjordania y hacia los asentamientos de colonos allí, que eran una prioridad para sus votantes y aliados.

En su momento nadie escuchó sus advertencias, pero puede que ahora su enfado y frustración tengan más eco. Una encuesta reciente encargada por el Jerusalem Post concluyó que aproximadamente cuatro de cada cinco israelíes culpan a Netanyahu de las masacres, y la mayoría piensa que debería dimitir cuando acabe la guerra. Lo que está menos claro es si solo ponen en duda al hombre o también el modelo de seguridad que él ofrece.

Emma Graham-Harrison / Quique Kierszenbaum
Jerusalén —23 de octubre de 2023

sábado, 28 de octubre de 2023

"VOLANDO". Un artículo de Luis García Montero publicado en El País (23 OCT 2023)

 

Los altavoces del aeropuerto avisan: debemos estar atentos a las pantallas porque los vuelos pueden sufrir cambios. Me acerco, compruebo que mi embarque sigue en hora, pero advierto que el vuelo democrático está retrasado. Pienso que quizá tenga la culpa una tremenda sobrecarga. En la bodega de ese vuelo, hay demasiado peso. Las mercancías de los que trabajan para desacreditar la política se juntan con los equipajes de los que ridiculizan y deterioran con sus 30 monedas las ideas de libertad, igualdad y fraternidad. Además de las mentiras calculadas, se amontonan profundas dinámicas de rencores. A estas alturas, las propias de 2.023 pies sobre la tierra, es posible que la gente afectada por el desamparo sienta simpatía por la abstención, los circos populistas o las consignas antisistema. Tiempo de vuelos resabiados.

Por eso, en las sillas de las redes se sientan unos pasajeros vueltos del revés a conciencia. El que sueña con la justicia social ilustrada tiene aspecto de guerrillero bolivariano. Quien defiende los valores del feminismo parece una cotorra histérica dispuesta a sacarle los ojos a los hombres, una cómplice de las razas inferiores que, a causa del respeto a la diversidad, pretenden atentar contra la jerarquía del varón blanco. Y quien llora un genocidio y un hospital transformado en cámara de gas adquiere la silueta altiva de un nazi sin remedio.

Era de esperar. Los altavoces anuncian que el embarque de mi vuelo cambia de puerta. Por problemas de espacio, se bajarán a la bodega todos los equipajes de cierto tamaño. No caben las maletas con declaraciones de derechos humanos, ni la fe en las organizaciones internacionales, ni la confianza en los Estados nacidos para defender los viajes espaciales de la democracia. ¡Houston, tenemos un problema! Un problema contigo, con nosotros mismos. Pero no culpo a nuestros deseos de volar, sino al estado de los aeropuertos, los controladores y las aerolíneas.

viernes, 27 de octubre de 2023

"NACIONALPOPULISMO: POR QUÉ ESTÁ TRIUNFANDO Y DE QUÉ FORMA ES UN RETO PARA LA DEMOCRACIA". Un artículo de Roger Eatwell y Matthew Goodwin publicado en Ethic el 21 de agosto de 2019

Millones de votantes están convencidos de que el pasado fue mejor que el presente y que este último, a pesar de ser sombrío, es aún mejor que el futuro. Hoy, la política parece más caótica y menos predecible que en el pasado porque así es. Roger Eatwell y Matthew Goodwin analizan el movimiento nacionalpopulista en su último libro (Ed. Península).

El nacionalpopulismo es un movimiento que, a principios de este siglo, está cuestionando cada vez más la política dominante en Occidente. Su auge ha sido particularmente notable en numerosos países europeos y en Estados Unidos, pero existen otras manifestaciones importantes, como la victoria de Jair Bolsonaro en las elecciones presidenciales de Brasil en 2018. Los nacionalpopulistas dan prioridad a la cultura y los intereses de la nación, y prometen dar voz a quienes sienten que las élites, a menudo corruptas y distantes, los han abandonado e incluso despreciado. Es una ideología basada en corrientes muy profundas y duraderas que han ido girando bajo nuestras democracias y adquiriendo fuerza con el paso del tiempo.

(…) El ingeniero estadounidense William Deming señaló en una ocasión: «Confiamos en Dios; todos los demás aportan datos». A pesar de que vivimos en una época en la que disponemos de más datos que nunca antes, casi nadie hace una lectura correcta de la opinión pública. Creemos que esto se debe a que hay demasiadas personas que se centran en el futuro inmediato y no tienen en cuenta los cambios históricos de la política, la cultura y la economía que en la actualidad afectan seriamente a nuestras elecciones.

Los nacionalpopulistas surgieron mucho antes de la crisis financiera que estalló en 2008 y de la Gran Recesión que la siguió. Sus partidarios son más diversos que el estereotipo de «hombres mayores blancos y enfadados», quienes, como se dice a menudo, pronto serán sustituidos por una generación de millennials tolerantes. En realidad, el brexit y Trump fueron la antesala del auge mucho mayor de los nacionalpopulistas en Europa, como Marine Le Pen en Francia, Matteo Salvini en Italia y Viktor Orbán en Hungría, que forman parte de una revuelta creciente contra la política convencional y los valores liberales.

Este desafío a la corriente liberal dominante no es en general antidemocrático. En cambio, los nacionalpopulistas se oponen a determinados aspectos de la democracia liberal, como ha pasado en Occidente. A diferencia de las reacciones histéricas con las que fueron acogidos Trump y el brexit, quienes apoyan estos movimientos no son fascistas que quieren derribar nuestras principales instituciones políticas. Sí lo es una pequeña minoría, pero muchos muestran preocupaciones lógicas porque estas instituciones no representan a la sociedad en su conjunto, y, en todo caso, se están quedando cada vez más abandonados a su suerte con respecto al ciudadano medio.

Poco antes de que Trump llegara a la Casa Blanca, más de la mitad de los estadounidenses blancos sin títulos universitarios sentían que Washington no representaba a ciudadanos como ellos, mientras que justo antes de la victoria del brexit, aproximadamente uno de cada dos trabajadores del Reino Unido sentía que «personas como ellos» ya no tenían voz en el debate nacional. En medio de grandes escándalos sobre los grupos de presión, el «dinero negro», el abuso del gasto parlamentario, los discursos lucrativos a los principales bancos y la «política de puertas giratorias», en la que los antiguos políticos aprovechan sus contactos para financiar acuerdos privados, ¿acaso es de extrañar que numerosos ciudadanos hoy en día cuestionen abiertamente la integridad de sus representantes?

Algunos líderes nacionalpopulistas, como Viktor Orbán en Hungría, hablan de crear una forma nueva de «democracia iliberal», que plantea cuestiones preocupantes sobre los derechos democráticos y la demonización de los inmigrantes. Sin embargo, muchos votantes nacionalpopulistas quieren más democracia; más referéndums y más políticos comprensivos y que escuchen, para otorgar más poder a los ciudadanos y menos a las élites políticas y económicas existentes. Esta idea «directa» de democracia difiere de la «liberal» que ha surgido en Occidente tras la derrota del fascismo y que ha ido adquiriendo progresivamente un carácter elitista.

El nacionalpopulismo también plantea interrogantes democráticos legítimos que millones de personas desean debatir y abordar. Cuestionan el modo en que las élites se han ido aislando cada vez más de las vidas y las inquietudes de la gente corriente. Cuestionan el deterioro del Estado nación, al que ven como la única estructura que ha demostrado ser capaz de organizar nuestras vidas sociales y políticas. Cuestionan la capacidad de las sociedades occidentales para absorber rápidamente las tasas de inmigración y un «hipercambio étnico» sin precedentes en la historia de la civilización moderna. Cuestionan por qué el acuerdo económico actual de Occidente está creando sociedades con grandes desigualdades y abandona a determinados sectores de la ciudadanía, y si el Estado debería dar prioridad en el empleo y en la ayuda social a quienes han pasado sus vidas contribuyendo al fondo nacional. Cuestionan los programas cosmopolitas y de globalización, y preguntan si se nos tiene en cuenta y qué tipo de sociedades crearán. Y algunos preguntan si todas las religiones respaldan los aspectos principales de la vida moderna en Occidente, como la igualdad y el respeto por las mujeres y las comunidades LGTB. No existe la más mínima duda de que algunos nacionalpopulistas viran hacia el racismo y la xenofobia, sobre todo hacia los musulmanes, si bien esto no debería apartarnos de que también aprovechan la inquietud pública, generalizada y legítima, en una serie de ámbitos.

Este movimiento necesita examinarse como un todo porque tiene carácter internacional. Muchos de nuestros debates sobre política son muy cerrados: nos centramos aisladamente en nuestros propios países. Los estadounidenses acostumbran a interpretar a Trump solo desde la perspectiva de la política estadounidense. Sin embargo, pueden aprender mucho de Europa, como ya están haciendo sus nacionalpopulistas. Por este motivo, en 2018, el antiguo jefe de estrategia de Trump, Steve Bannon, recorrió Europa y se reunió con varios líderes nacionalpopulistas, como Marine Le Pen en Francia, en países que han estado luchando contra ellos durante algún tiempo. Mucho antes de esto, el propio Trump mantenía unos vínculos estrechos con Nigel Farage, partidario de la salida del Reino Unido de la Unión Europea y antiguo líder del Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP), quien a su vez mantenía lazos con los populistas europeos, como Alternativa para Alemania, que se abrió paso en 2017 e hizo añicos el viejo mito de que el populismo nunca triunfaría en el país que dio al mundo el nacionalsocialismo.

Otros controvertidos personajes populistas visitan con frecuencia Estados Unidos. Es el caso de Geert Wilders, de los Países Bajos, quien se jacta vilmente de que Europa se está «islamizando» y ha logrado el apoyo de congresistas republicanos como Steve King, y de miembros de la dinastía Le Pen en Francia, que han asistido a la Conferencia de Acción Política Conservadora estadounidense. En la Unión Europea, una gran alianza denominada Europa de las Naciones y de las Libertades agrupa a los nacionalpopulistas de diversos países, como Austria, Bélgica, el Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, los Países Bajos, Polonia y Rumanía. Si nos fijamos únicamente en Trump o en el brexit, pasamos por alto las tendencias más generales.

Cuatro palabras clave para entender el nacionalpopulismo

No podemos dar sentido a estas revueltas sin comprender cómo estas tendencias a largo plazo han estado remodelando la política en Occidente durante decenios. El nacionalpopulismo gira en torno a un conjunto de cuatro transformaciones sociales profundas que son la causa de la creciente preocupación entre millones de personas en Occidente. Nos referimos a estos cuatro cambios históricos como las «cuatro palabras clave». Suelen basarse en reivindicaciones legítimas, y es poco probable que desaparezcan a corto plazo.

La primera es el modo en que la naturaleza elitista de la democracia liberal ha fomentado la desconfianza hacia los políticos y las instituciones y ha alimentado la sensación entre numerosos ciudadanos de que ya no tienen voz en el debate nacional. La democracia liberal siempre ha tratado de minimizar la participación de las masas. Pero, en los últimos años, la distancia cada vez mayor que existe entre los políticos y los ciudadanos de a pie ha llevado a una ola creciente de desconfianza, no solo hacia los partidos mayoritarios, sino también hacia instituciones como el Congreso de Estados Unidos y la Unión Europea, una tendencia claramente indicada por los sondeos y otros datos. Nunca hubo una época dorada en que los sistemas políticos representaran a todos en la sociedad, y en los últimos años se han dado pasos importantes para garantizar que los grupos históricamente marginados, como las mujeres y las minorías étnicas, desempeñen un papel más importante en los órganos legislativos. Pero, al mismo tiempo, muchos sistemas políticos han pasado a ser cada vez menos representativos de los grupos principales, lo que ha llevado a muchos a concluir que carecen de representación, y ha impulsado el cambio hacia el nacionalpopulismo.

La segunda es cómo la inmigración y el hipercambio étnico están ayudando a la aparición de grandes temores sobre la posible destrucción de las comunidades y la identidad histórica de los grupos nacionales y de los modos de vida establecidos. Estos temores están envueltos en la creencia de que los políticos culturalmente liberales, las organizaciones transnacionales y la financiación mundial están mermando el país al alentar una mayor inmigración en masa, mientras que los programas «políticamente correctos» pretenden acallar cualquier oposición. Estas inquietudes no siempre se basan en una realidad objetiva, como refleja el hecho de que se ponen de manifiesto no solo en las democracias que han experimentado cambios étnicos rápidos y profundos, como en el Reino Unido, sino también en aquellas con niveles de inmigración mucho más bajos, como Hungría y Polonia. Son, no obstante, potentes, y lo serán aún más a medida que el cambio étnico y cultural siga afectando a Occidente en los próximos años.

La tercera es el modo en que la globalización de la economía neoliberal ha avivado unos fuertes sentimientos de lo que los psicólogos denominan privación relativa como resultado del aumento de las desigualdades en los ingresos y en la riqueza en Occidente y la pérdida de confianza en un futuro mejor. A pesar de que muchos partidarios del nacionalpopulismo tienen un puesto de trabajo y cuentan con unos ingresos medios o por encima de la media (incluso aunque muchos de estos empleos sean inseguros), la transformación económica de Occidente ha alimentado un intenso sentido de privación «relativa», la creencia entre determinados grupos de que salen perdiendo en comparación con los demás. Esto supone que sienten un gran temor sobre el futuro y lo que les espera para ellos y sus hijos. Este profundo sentido de pérdida está íntimamente ligado al modo en que el pueblo piensa sobre cuestiones como la inmigración y la identidad.

En la actualidad existen millones de votantes convencidos de que el pasado fue mejor que el presente y que este último, a pesar de ser sombrío, es aún mejor que el futuro. No forman parte de la clase marginal blanca y sin trabajo ni de quienes reciben ayuda social. Si el nacionalpopulismo dependiera del apoyo de los desempleados, entonces resultaría más fácil afrontarlo; se trataría de crear puestos de trabajo, sobre todo aquellos que ofrezcan una seguridad a largo plazo y unos salarios dignos. Sin embargo, la mayoría de las personas en esta categoría no se encuentran en el nivel más bajo de la escala; ahora bien, comparten la firme convicción de que el acuerdo actual ya no les sirve y que se está dando prioridad a otras personas.

Los líderes nacionalpopulistas se nutren de este profundo descontento, pero su camino en la corriente principal también se ha despejado por medio de una cuarta tendencia: el debilitamiento de los lazos entre los partidos mayoritarios tradicionales y el pueblo, o lo que denominamos como desalineamiento. La época clásica de la democracia liberal se caracterizó por una política relativamente estable, unos partidos mayoritarios fuertes y unos votantes leales; hemos sido testigos de cómo ha llegado a su fin. Numerosos ciudadanos ya no coinciden en gran medida con la corriente dominante. Los vínculos se están rompiendo. Este desalineamiento está haciendo que los sistemas políticos en Occidente sean mucho más inestables, fragmentarios e imprevisibles que nunca antes en la historia de la democracia de masas. En la actualidad, la política parece más caótica y menos predecible que en el pasado porque así es. Esta tendencia también se veía venir desde hace tiempo… y aún le queda mucho camino por delante.

Este es un extracto del libro Nacionalpopulismo: por qué está triunfando y de qué forma es un reto para la democracia, de Roger Eatwell y Matthew Goodwin (Ed. Península). Puedes comprar un ejemplar y seguir leyendo en este enlace.

lunes, 23 de octubre de 2023

«EL ISLAM NO ES UNA RELIGIÓN DE PAZ, SINO DE CONQUISTA». Entrevista a Ayaan Hirsi Ali. Raquel Nogueira. Ethic, 05 JUL 2021

Las amenazas de muerte no han conseguido silenciar a la activista y escritora Ayaan Hirsi Ali (Mogadiscio, 1969), que clama por una profunda reforma del islam, religión en la que fue educada. Hija de uno de los principales opositores al exdictador somalí Siad Barre, Hirsi Ali lucha hoy contra la mutilación genital femenina –práctica que ella misma sufrió– a través de su fundación, The AHA Foundation. Antes de emigrar a Estados Unidos, donde compagina su trabajo como escritora y activista con su labor como investigadora en la Universidad de Stanford, hizo escala en Arabia Saudí, Etiopía y Kenia. Pero tuvo que buscar asilo en Países Bajos –donde fue diputada por el Partido Popular por la Libertad y la Democracia (VVD)– cuando su padre intentó casarla con un primo al que no conocía. Su condición de atea tuvo bastante que ver con su entrada en la lista de objetivos de Al Qaeda, hace ya una década. Tras su polémico ensayo ‘Reformemos el islam’ (Galaxia Gutenberg), ha publicado ‘Presa: la inmigración, el islam y la erosión de los derechos de la mujer’ (Debate), una dura crítica a la gestión migratoria europea donde, asegura, el fracaso es culpa de ambas partes: los que acogen y los que son acogidos.

En ‘Reformemos el islam’ asegura que esta no es una religión de paz. ¿A qué se debe tal afirmación?

Primero hay que distinguir entre el islam como conjunto de creencias y los musulmanes como suscriptores de esta fe. La diversidad de las personas musulmanas es inmensa. Sin embargo, si se quiere entender lo que significa el islam como concepto, es necesario echar la vista atrás hasta su fundación, hasta el profeta Mahoma y el libro sagrado del islam, el Corán. Eso son más de 1.400 años de historia con una conclusión clara: el islam no es una religión de paz. El Corán nunca se ha adaptado a los nuevos tiempos y no se ha cuestionado en ningún momento la posición del profeta como guía moral absoluto. Pero tengamos en cuenta una cosa: cuando Mahoma funda su religión en La Meca, en el siglo VII, se pasa una década predicando de manera pacífica el islam y pidiendo a los árabes del lugar que abandonasen a sus distintos dioses y se uniesen a él. De esa manera solo consiguió que 150 personas le siguieran. Se fue a otra ciudad de lo que hoy llamamos Arabia Saudí, a Medina, y creó una milicia. Con su ayuda, empezó a obligar a la gente a abandonar sus creencias y a unirse a su religión. El resto es historia. Desde entonces, la idea de propagar el islam a través del uso de la fuerza ha estado con nosotros, y ese rol no ha cambiado. De hecho, hay consenso entre la mayoría de los estudiosos del islam –aquellos que son musulmanes y lo estudian desde dentro, no los que lo hacen desde fuera– sobre que el legado de Medina se impone al de La Meca. Es decir, lo anula. Teniendo en cuenta esa realidad, el islam no es una religión de paz, sino de conquista. Además, no solo tiene un sistema de creencias relacionado con Dios y la vida después de la muerte, sino que también es una doctrina política. Es una guía que versa sobre cómo llegar al poder y aferrarse a él, en gran medida por la vía militar.

Si no es una religión de paz, ¿cómo se definirían sus seguidores?

Hay una gran diversidad cuando se habla de los musulmanes, es decir, las personas que profesan el islam. Precisamente por eso, en Reformemos el islam los dividía en tres grupos bien diferenciados. El primero es el de aquellos que se adhieren e invocan al profeta durante su periodo en La Meca, y aquí encontramos a la mayoría de los musulmanes: son pacíficos, no quieren guerras ni expandir el islam; solo quieren profesar su fe. Estas personas condenan la violencia cometida en nombre del islam y citan al profeta para hablar de paz, pero solo hacen referencia a su periodo en La Meca. La segunda categoría la forman los musulmanes de Medina, quienes forman parte de lo que hoy llamaríamos Al Qaeda, los talibanes, ISIS, etc. Creen fervientemente en la dimensión política del islam y piensan que la única manera de ser buenos musulmanes es a través de la yihad contra otros musulmanes y contra los infieles. Estas personas argumentan que lo que Mahoma y el Corán les piden que hagan está reflejado exclusivamente en las escrituras sobre violencia política de la etapa en Medina del profeta. Estos son los que chocan con los valores políticos europeos. Por último, hay un pequeño tercer grupo que acepta el lado pacífico del islam, pero también reconoce su parte violenta y sostiene que debería modificarse para que la religión sea más moderna y tolerante. A esta categoría la bauticé como los modificadores o los reformistas.


domingo, 22 de octubre de 2023

"DE LOS CENICEROS A LA TAROTERAPIA". Un artículo de Antonio Muñoz Molina publicado en El País el 16 de septiembre de 2023

Este mundo inexplicable funciona gracias a las aplicaciones tecnológicas del conocimiento científico más avanzado, pero cada vez más personas exhiben con orgullo su recelo o su abierto desprecio a la ciencia

La nueva vida municipal española abarca tareas inusitadas, algunas de ellas de máxima urgencia, como devolver al tráfico calles recién dedicadas al uso prioritario de los caminantes o reventar con excavadoras carriles-bici que atentaban contra la sagrada libertad de circular en coche. No hay límites para el activismo de concejales recién llegados a sus cargos. Uno de ellos, precisamente de Sanidad, ha salido a las calles de Valladolid a repartir 7.500 ceniceros, en una campaña patrocinada por una llamada Mesa del Tabaco, en cuya página web se explican los múltiples beneficios sociales y económicos de ese producto, que aporta 9.000 millones al año en impuestos, y del que, según dicen, viven 53.000 personas en España. Lástima que por el tabaco mueran tantas personas como las que viven de él y que el coste del tabaquismo y sus secuelas para el sistema sanitario sea el triple de los ingresos fiscales que produce. El concejal de Sanidad de Valladolid sonríe publicitariamente con sus ceniceros, flanqueado por unas azafatas, y es probable que además del humo del tabaco inhale y celebre con orgullo el de la gasolina, igual de beneficioso para la salud, según la prontitud con que los ayuntamientos gobernados por la derecha y la extrema derecha están eliminando las ya escasas limitaciones al tráfico privado en las ciudades. Las muertes por efecto de la contaminación del aire son todavía más numerosas en el mundo que las derivadas del tabaco, pero esas cifras, certificadas por organismos internacionales del máximo rigor, no afectan a los adalides de la derecha municipal española, que se ha afiliado al oscurantismo anticientífico de los extremistas republicanos en Estados Unidos, según contaba hace unos días Javier Salas en estas páginas.

“La ciencia oficial no lo explica todo”, aseguraban con misterio los expertos en ocultismo de nuestra ignorante juventud, los ufólogos y parapsicólogos y astrólogos que nos adivinaban el carácter según la conjunción de los astros en nuestro nacimiento y nos leían el porvenir en la palma de la mano. La ciencia oficial no explicaba que algunos aviones desaparecieran sin rastro en el triángulo de las Bermudas y que en ciertos bajorrelieves mayas, igual que en numerosos pasajes de la Biblia, se encontraran pruebas indudables de las visitas de naves extraterrestres. Algo fundamental permanecía oculto: cadáveres congelados de alienígenas en un laboratorio de Arizona; fotografías y documentos clasificados como de máximo secreto en los archivos del Pentágono. Javier Salas atribuye a la derecha la primacía del oscurantismo, pero hubo épocas no lejanas en las que la negación de la ciencia y del pensamiento racional eran fomentadas también por una confusa actitud alternativa, un rechazo contracultural de todo lo que pareciera establecido y ortodoxo. Hemos asistido, embarazosamente, a conatos de viajes astrales bajo los efectos del hachís y los letargos sinfónicos de Pink Floyd, y hemos tenido amigos que a la beata admiración de todo lo que pareciera artesanía originaria o misticismo tribal sumaban el estudio y la práctica del tarot.

Precisamente, el tarot es otra de las disciplinas que han merecido la protección de la derecha municipal española. Un organismo del Ayuntamiento de Alicante llamado Escuela de Talento Femenino estuvo ofreciendo hasta hace unos días un “taller de tarot para el éxito empresarial”, impartido por Almudena Polo, fundadora de Al(mu)Quimia Terapias Holísticas, y también, según sus propias palabras, “taroterapeuta y coach estratégico”. Me acuerdo de los escaparates con luces rosadas o rojizas y cortinajes prometedores de las adivinas echadoras de cartas en el Greenwich Village de Nueva York. Mujer de su tiempo, Almudena, o Al(mu)Quimia, atiende por WhatsApp o videollamada, pero esa distancia tecnológica no disminuye la eficacia de sus taroterapias: “Ahora podrás disfrutar de una experiencia más personalizada y cercana de nuestras lecturas”. Tristemente, un concejal de la oposición, empujado sin duda por el resentimiento de los perdedores, levantó la liebre sobre el taller para el éxito empresarial a través del tarot, y el Ayuntamiento de Alicante se ha visto obligado a cancelarlo.

Este es un mundo inexplicable que se ha levantado y funciona a cada momento y en cada aspecto de la vida gracias a las aplicaciones tecnológicas del conocimiento científico más avanzado, pero en el que cada vez más personas exhiben con orgullo su recelo o su abierto desprecio a la ciencia. No se fían del consejo de un médico o de la predicción de un meteorólogo, pero sí de las conjeturas de una adivina sobre el porvenir escrito en las estrellas, o en las líneas de la mano, o en las figuras de un mazo de naipes. Lamentamos con razón que el deterioro de la enseñanza de las humanidades y las ciencias entorpece el ejercicio de la racionalidad y el espíritu crítico, pero me temo que el problema más grave no es la ignorancia, sino la predisposición humana a no mirar las cosas tal como son si esa mirada contradice las creencias o incomoda la pura poltronería de quien no está dispuesto a saber ni a cambiar.

La razón es más frágil de lo que parece. La inteligencia no se extiende por igual en todas direcciones. Vemos en nosotros mismos que podemos ser en unas cosas lúcidos y juiciosos y en otras romos o desastrosamente impulsivos. Don Quijote es un hombre sosegado y sensato hasta el momento en el que se le mencionan los disparates de la caballería andante. Queremos pensar que la superstición y el fanatismo religioso son propios de personas ignorantes, pero sabemos de científicos que pasan sin esfuerzo del rigor experimental al rezo del rosario, y de ingenieros formados en las mejores universidades alemanas que en septiembre de 2001 se inmolaron a sí mismos en el nombre de Dios pilotando dos aviones llenos de pasajeros contra las Torres Gemelas. El conocimiento, a diferencia de la fe y de las lecturas de la tarotista Al(mu)Quimia, no puede ser “personalizado y cercano”: las constelaciones en el cielo nocturno no tratan de ti; la Historia, estudiada en serio, no le da a nadie alegrías patrióticas; cualquiera que prometa el paraíso, o el cumplimiento inminente de necesidades y deseos, está mintiendo y es peligroso; el talento no es gratuito ni instantáneo, ni depende de las ganas o de la voluntad, y ni siquiera está garantizado por el esfuerzo; no basta desear algo para poder alcanzarlo; no se puede tener todo, entre otras cosas porque, como indicó Isaiah Berlin, dos fines igualmente deseables y justos pueden a veces ser incompatibles entre sí.

Javier Salas cita en su reportaje estudios según los cuales, dice, “la cosmovisión derechista choca con el propio sistema científico”, pero yo tengo la impresión de que el mal está bastante más repartido. No hay extremismo político ni ceguera ideológica ni pasión narcisista individual o colectiva que estén dispuestos a aceptar los límites que la realidad, las leyes naturales y el sentido común imponen a su delirio. Teóricos universitarios de gran sofisticación y presunto progresismo aseguran que no existen hechos ni datos objetivos, sino tan solo figuraciones variables, “constructos culturales”, por usar la jerga depravada en la que trafican. Pero lo más peligroso del oscurantismo y de la sublevación contra la ciencia, del negacionismo climático, de la irresponsabilidad sobre el tabaco, no son unos botarates que regalan ceniceros por la calle o que promueven cursos de tarot para mujeres empresarias: el enemigo último y verdadero de la ciencia son los poderes económicos, perfectamente adiestrados en el saber científico y en el dominio de la tecnología, que compran conciencias, financian campañas, corrompen a dirigentes políticos y siembran la ignorancia para seguir multiplicando beneficios inmensos a costa de volver inhabitable este mundo.

sábado, 21 de octubre de 2023

«SIEMPRE HEMOS SIDO CAPACES DE RAZONAR, LA PREGUNTA ES POR QUÉ NO SIEMPRE LO APLICAMOS». Moisés Naím (Ethic - 16 Feb. 2022)

¿Por qué nuestra sociedad, que posee las cotas de comprensión científica y bienestar social más altas de la historia, parece estar enloqueciendo? En esta entrevista, el psicólogo Steven Pinker –uno de los mayores defensores de la herencia de la Ilustración– analiza el complejo funcionamiento que implica razonar. A raíz de su último ensayo, ‘Racionalidad’ (Paidós), el profesor de Harvard reflexiona sobre el éxito de las teorías pseudocientíficas y de la conspiración.

Al comienzo de tu libro ‘Racionalidad’ (2021) hablas de los pueblos Sans, que viven en el desierto de Kalahari, el cual se extiende por Botsuana y Namibia. ¿Por qué te llamaron la atención?

Porque son cazadores-recolectores que viven en las condiciones más inclementes del mundo. Los escogí porque nos dan una idea del estilo de vida desde el que evolucionó nuestra especie. En general, los cazadores-recolectores son bastante racionales, ya que dependen de animales como los antílopes (que son mucho más rápidos que ellos), a los que solo pueden perseguir y acorralar a través del rastreo. Esto quiere decir que utilizan las huellas del animal como una pista, como una evidencia científica para comprobar sus hipótesis sobre qué tipo de animal es, así como cuál es su sexo y su condición y hacia dónde es probable que se desplace. Para ello utilizan todas las herramientas del razonamiento que discuto en el libro, como, por ejemplo, el pensamiento crítico. Saben que no deben confiar en su primer instinto, sino que deben dar un paso atrás y razonar como un grupo. Evitan el argumento de autoridad, lo que significa que, si un miembro mayor del grupo cree que el animal que están persiguiendo es un kudú, debe convencer al grupo con argumentos persuasivos, ya que los demás no aceptarán lo que él dice por el mero hecho de que es mayor. Además, son capaces de hacer distinciones lógicas: por ejemplo, saben que, si el suelo no es lo suficientemente blando, un animal de tres dedos podría dejar una huella de solo dos dedos. Por lo tanto, reconocen que una huella de dos dedos no necesariamente pertenece a un animal de dos dedos. También evitan la falacia, que se conoce como la afirmación del consecuente: si una huella puede proceder de dos tipos de animales diferentes, concluyen que pertenece al animal que predomina en el entorno. Así que, cuando hablamos de la irracionalidad que percibimos a nuestro alrededor actualmente, no podemos culpar a nuestros ancestros. Siempre hemos sido capaces de razonar; la pregunta es por qué no siempre lo aplicamos en las circunstancias actuales.

¿Se puede aprender a ser racional?

Se puede mejorar. Y esa es una de las cosas a las que aspiro con Racionalidad. No es fácil, pero podemos aprender a evitar ciertos errores de razonamiento aprovechando las fórmulas y las herramientas que tienen nuestros mejores científicos y matemáticos. Creo que las herramientas de razonamiento, incluyendo la teoría de la probabilidad, la lógica y la teoría de la correlación en contraposición a la causalidad, deberían formar parte del currículo. La pregunta inevitable es: ¿qué puede eliminarse del plan de estudios para poder incluirlas? Y mi respuesta es la trigonometría. No tengo nada en su contra, pero quizá deberíamos actualizar un currículo heredado de la época medieval y optar por las ramas de las matemáticas que ahora son más importantes. El motivo por el que creo que las herramientas del razonamiento merecen prioridad en el currículo es porque, al igual que la lectura y la escritura, son fundamentales para todo lo demás. No se puede entender realmente la política, la historia ni los estudios sociales y cívicos sin evitar los fallos de razonamiento.



miércoles, 18 de octubre de 2023

"LA DISTOPÍA DE LAS GRANJAS DE INFLUENCERS". Un artículo de Mariana Toro Nader publicado en Ethic el 4 de octubre de 2023

Un nuevo modelo de negocio vende la posibilidad de convertirse en el próximo gran hit de las redes sociales. ¿Qué son las granjas de ‘influencers’ y qué dicen de nuestra realidad actual?

Las imágenes parecen sacadas de una novela de ciencia ficción cyber-punk: instalaciones con decenas de cubículos iluminados por grandes focos y decorados con fondos de colores vibrantes, roperos o estanterías repletas de productos para el cabello y la cara, y hasta una zona con cojines adaptada para jugar videojuegos. Eso muestra el vídeo que se adentra en las entrañas en una «granja de influencers» en Indonesia.

Ya se habían hecho virales a comienzos de año las fotografías que mostraban a una hilera de influencers chinas sentadas en la calle grabando lives. Equipadas con múltiples teléfonos móviles, trípodes, aros de luz, audífonos y micrófonos especiales para disminuir el ruido ambiente, estas creadoras de contenido transmitían desde los andenes para que sus apps reflejaran la geolocalización de uno de los barrios más caros de China. Entre más exclusivo el barrio, más visitas, más chic, más rentable.

Pero no se trata de casos aislados: el deseo de ganarse la vida a través de las redes sociales se ha expandido por el mundo. En España, uno de cada tres adolescentes afirma que le gustaría dedicarse a trabajos relacionados con la creación de contenido en internet. Streamers, tiktokers, youtubers… los nombres varían, pero el objetivo es el mismo: crear contenido digital —y ganar dinero por ello—.

Hace varios años que las redes sociales han dejado de ser meros lugares de ocio o entretenimiento para convertirse en complejos ecosistemas de compra y venta de productos y servicios, y, sobre todo, de un estilo de vida. Uno que claramente suele mostrarse glamuroso, colmado de viajes y comida gratuitos, experiencias extraordinarias y ropa cara. CONTINUAR LEYENDO

martes, 17 de octubre de 2023

"SOY YO". Luis García Montero. InfoLibre, 7 Oct. 2023

Soy la madre viuda que necesita huir de una guerra interminable, emprende el camino, recorre kilómetros y se sube en una patera con su hijo en brazos. Soy el frío y la incertidumbre que cruza el mar y canta en silencio una esperanza, entre los ruidos del motor y de las olas, una imaginación que repite la palabra orilla, mi orilla. Soy el niño desorientado que se subió con su madre en una patera, y llegó solo a la orilla, una orilla que ya no es mía, porque mi madre cayó al agua en medio de la navegación. Soy la mujer que ha sido violada mientras hacía su camino hacia el mar y ahora mira las estrellas de la noche y duda si estará embarazada y tendrá que adaptarse a la nueva tierra, al nuevo país, a la nueva vida, con un hijo no deseado en los brazos. Soy también el joven que no quiere perpetuar su existencia en la pobreza extrema, cansado de ver en las pantallas de los teléfonos y los televisores ciudades donde la gente celebra la abundancia, un argumento feliz que ocupa los ojos y oculta otras realidades, por ejemplo, los mendigos sin techo que se tapan con una manta la cabeza para huir del alumbrado avasallador, las luces artificiales que impiden ver las estrellas en los cielos nocturnos. Soy el padre y la madre que no pueden viajar, pero sueñan con una vida mejor para su hijo, y se acercan a un cayuco y compran un hueco y confían en un amigo para que lo cuide hasta que las autoridades de un país extranjero se hagan cargo de él. Soy uno de los miles de cadáveres que tiemblan sobre el agua en la fosa común del Mediterráneo, cuerpos que serán devorados por los peces o por el hambre insaciable de las estadísticas. No soy nada de eso, pero soy todo eso para saber quién soy.

Soy el ciudadano indiferente que discute sobre amnistías, banderas, subidas de precios, árbitros de fútbol y vacaciones de verano, pero no tiene tiempo de pensar en la miseria y los naufragios, una ruleta de la vida y la muerte, ni siquiera cuando abre las ventanas de su apartamento frente al mar. Soy el negociante que gana dinero con la venta de armas y necesita alimentar el consumo de nuestras municiones sobre la carne de cañón del África Subsahariana. Soy el periodista que necesita hacer titulares falsos sobre los peligros de los inmigrantes, su alta delincuencia, sus ganas de quitarle a los demás los puestos de trabajo. Soy el empresario que contrata emigrantes para trabajar, pero prefiere que sean ilegales y no tengan derechos, porque así los salarios son más bajos y se evitan las protestas laborales. Soy el católico que olvida el amor al prójimo, el mandato de amarse los unos a los otros, porque tener una identidad orgullosa de patria significa odiar al extranjero, despreciar los mundos que puedan contaminar la unidad de destinos en lo universal de nuestros bolsillos y nuestros himnos. Soy el demócrata que habla de progreso y de justicia y de derechos humanos, pero se acostumbra a convivir con los colmillos de las fronteras, bien por desinterés en la otra orilla, bien por miedo a las dentaduras que ya están dentro y necesitan morder. Soy uno de los miles de muertos vivientes que caminan por las calles, acuden a su trabajo y protagonizan anónimas rutinas semanales sin conmoverse ante las noticias de los naufragios, las madres sin hijos, las hijas sin padre, los cuerpos que no tienen nombre. Soy un demócrata que no se desespera cuando sus gobernantes demócratas deciden endurecer las leyes de migración y aumentar las dimensiones marinas de la fosa común. Del todo, del todo, tampoco soy todo eso, pero soy todo eso para saber quién soy.

lunes, 9 de octubre de 2023

"LIBERTARIO: O cómo el saqueo semántico de la ultraderecha nos está dejando sin palabras". Darío Adanti (elDiario.es - 7 Oct. 2023)

Ilustración de Fede Yankelevich
Antes, la palabra libertario definía a alguien como Buenaventura Durruti o Federica Montseny. Hoy, se presentan así el candidato argentino de ultraderecha Javier Milei y sectores de Vox

Hasta hace nada, la palabra libertario era sinónimo del movimiento anarquista: revolucionarios de izquierda en lucha obstinada contra el capitalismo. Hoy, es frecuente oírla como etiqueta de la extrema derecha ultraneoliberal capitalista.

Pero, ¿cómo pudo esta palabra pasar de representar una cosa ayer para representar hoy todo lo contrario?

[...] Sin la amenaza del monstruo soviético, ¿para qué seguir perdiendo dinero en favor de las mayorías sociales? Ya no es el fantasma de la revolución lo que se interpone entre ellos y su ambición, ahora es el Estado de Bienestar.
La derecha se ha quedado con la libertad de mercado del liberalismo despreciando las demás libertades y asociando la palabra libertad sólo a la primera. Suelen obviar que el mismísimo Adam Smith ponía un límite a la mano invisible del mercado: que estuvieran en riesgo los recursos planetarios.

Con una clase trabajadora identificada como clase media y donde la figura del trabajador es reemplazada por la del consumidor, la derecha sacó a relucir sin resistencia la palabra libertario como etiqueta de la idea de abolir el Estado como límite a la expansión capitalista. Logra así disfrazar su conservadurismo reaccionario de rebeldía revolucionaria. Es la misma perversión de Donald Trump llamándose anti establishment siendo él un empresario millonario del establishment.

Toda una perversión que está importando la ultraderecha internacional.

La perversión

Guillermo Fernández Vázquez, en su libro Qué hacer con la extrema derecha en Europa: el caso del Frente Nacional (Madrid, Lengua de Trapo, 2019), llama a este saqueo de palabras por parte de la ultraderecha ‘OPA semántica’, gracias a la cual Marine Le Pen logró distanciarse del liderazgo de su padre y ampliar las bases y los votos de su partido utilizando términos como ‘mujer’, ‘trabajadores’ o ‘pueblo’ que son propias del progresismo.

No es casual que Javier Milei niegue a los desaparecidos de la dictadura argentina y reivindique la figura de Carlos Menem: la primera fue la encargada de barrer con la resistencia a la implantación del neoliberalismo en Sudamérica y el segundo fue el encargado de implementar la agenda neoliberal de privatizaciones de los servicios públicos y entrega de los recursos del país a las multinacionales.

Tal vez sería bueno no comprar el marco semántico de esta ultraderecha reaccionaria disfrazada de nueva y alternativa y seguir reivindicando la palabra libertario como parte de la tradición obrera, en memoria quienes se dejaron la vida literalmente para que nosotros tengamos hoy los derechos que esta misma ultraderecha nos quiere arrebatar demoliendo el único dique que tenemos para contener su depredación: el Estado de Bienestar.

Y más en tiempos en que la supervivencia de nuestra especie en el planeta exige un cambio drástico del paradigma de producción y consumo y una redistribución de los recursos que acabe con la desigualdad. O, lo que es lo mismo, acabar con el neoliberalismo y su afán depredatorio que defienden aquellos que hoy se disfrazan de alternativa novedosa bajo la palabra libertario.



domingo, 8 de octubre de 2023

"EL PORNO, EL OPIO DEL PUEBLO". Un artículo de Elisa Beni (elDiario.es - 05/10/2023)

Detención de dos personas por pornografía
infantil (Archivo) Policía Nacional
Venga, dejad de poner mensajes afirmando que os produce vómitos leer que un padre se follaba a su bebé y luego la ofertaba a otros pervertidos, el desalmado. Venga, dejemos de extrañarnos de que los niños violen a niñas. Venga, dejemos de mirar la luna porque el dedo que la señala es un dedo poderoso que cuando no señala se emboza los dólares y los euros en el bolsillo. Venga, señalad a los curas pederastas y violadores pero olvidad a los oligarcas de la degradación de las mujeres, de los cuerpos, de la sexualidad humana y de las psiques.

Me da igual que me llaméis monja, lo que me llevo puesto solo yo –y otros– lo sabemos.

Reflexionad. Jamás en la historia la corrupción moral había habitado en la sede de la inocencia como ahora. Vale, indignaos al leer corrupción y moral, incluso inocencia si no sabéis lo que es, pero no dejéis de pensar en cómo abonáis los intereses de los capitalistas desalmados que han convertido algo tan rico y tan inspirador como es la sexualidad humana en un mercado de puercos inmundos en los que las personas ya no son sino cuerpos sumidos en la abyección y utilizados como receptáculos –¿consentidos, no consentidos?– de las miserias con las que se adormece a la población y se enturbia y se pervierte y se condena a vuestros hijos.

Es el opio del pueblo, amigos. ¿Quién soporta ya la putrefacción sólo a base de fútbol? Es el opio del pueblo, que campa en sustitución de la religión y de ese Dios que matamos. Soy atea. No me vengan con monsergas. Soy atea a conciencia, la que tiene el que racionalmente ha renunciado al falso refugio de la idea de Dios. Pero también soy humanista y no puedo sino constatar cómo se está asesinando a generaciones enteras bajo la consigna de una falsa libertad liberal que lucra a los de siempre.

Es lindo volver a casa y adormecer el trabajo de mierda, el jefe de mierda, la vida sin objeto ni horizonte, y hacerte una paja que te deja como nuevo y que te hace sentirte empoderado. En muchos casos hasta gratis. ¿Por qué te darían gratis algo? Piensa, piensa. Me da un poco igual cómo ahogues tus miserias o cómo te empoderes o cómo sobrevivas. A fin de cuentas eres un adulto y yo no creo en la redención. Los niños y, sobre todo, las niñas. Pobrecitas, mías. ¿No resulta revelador que no les envidiemos? ¿No es sintomático que todo y toda boomer en el fondo de su almita crea que su niñez y su adolescencia y su juventud fueron mejores? No será porque no hayamos follado. Era otra cosa. ¿Quién les ha privado a ellos de esa otra cosa que todos sabemos mejor?

Menores violando a menores. Distópico. Un grupo tras otro. Nueve, doce, catorce años. ¿Cuándo pasó esto? No se dejen engañar, nunca hasta ahora. Padres violando bebés, un mercado para la peor ignominia. Pedófilos. ¿Cuándo a estos niveles? Que no sólo nos estremezca que nos impela a pensar. No es la primera vez que escribo que ese nivel de destrucción de la psique no tiene remedio. ¡Pobres niños lanzados al abismo más brutal sin haber disfrutado de la idealización previa! ¡Pobres niñas y mujeres que tendrán que vivir junto a seres deformados hasta los límites de su propia naturaleza!

No es progresista ni de izquierdas defender que una industria pueda quebrar de esta forma lo que nos es más querido. No puede serlo. Entre la estigmatización vergonzosa del sexo que hacía la religión y la porquera humana en la que sumen a los más pequeños hay un territorio de descubrimiento y de avance y de amor y de conocimiento que luego puede llevar a las mayores sofisticaciones del erotismo e incluso del libertinaje, en su acepción francesa; pero después, cuando uno está formado, cuando uno es dueño de su placer, no haciendo que nuestros pequeños estallen como vasijas de cristal sometidas a un fuego que no entienden. Son daños sin retorno. Asúmanlo.

No vale con que muestren sus ganas de vomitar en las redes. No vale. Hagamos algo. Exijamos a nuestros gobernantes que hagan algo. Bloqueemos el acceso. Totalmente. Padres y madres, vigilen y supervisen e invadan los móviles de sus hijos, si es que no queda otro remedio y los tienen. Prohibamos el acceso a estas armas de destrucción masiva de las mentes y los espíritus hasta los 16 años como mínimo. No sé, hagamos algo. Investiguemos a la llamada “industria del sexo”. ¿De dónde ha salido ese hombre de 25 años capaz de violar a un bebé de ocho meses que además es carne de su carne? ¿Y esos menores que se turnan para violar a una niña que dócilmente se ha citado con el chico que le gusta? ¿De dónde sale esa tolerancia de las adolescentes a algo que resulta horrible para sus sueños?

No sé si el porno empodera –bueno, sí lo sé, envilece, pero estoy dispuesta a aceptar que los adultos elijan– pero estoy segura de que proteger a los niños y, además, impedir que generaciones enteras de mujeres sufran la degradación absoluta a la que se ha encaminado a sus potenciales compañeros es una lucha feminista que es preciso dar ahora y en este lugar. Sucede que a mí no me da miedo decir la verdad. Ni me importa que me llamen moralista ni monja. Lo vivido me lo llevo ya.

Los estamos destruyendo. Asumidlo. El porno es el actual opio del pueblo y, desde luego, es más perjudicial que la genuina religión a la que apuntaba Marx. ¿Cómo uno puede ser progresista y no reconocerlo? No tengo hijos ni nietos, muchos de vosotros, sí. Los están destruyendo. No hay batalla que merezca más la pena ser librada. Aunque te quedes solo.

viernes, 6 de octubre de 2023

"LENGUAS DE FUEGO". Un artículo de Irene Vallejo (El País 30 SEPT 2023)

Solo ama de verdad una lengua quien es capaz de amarlas todas. Anhelar el viejo mito del idioma único nos empequeñece

Cuando una relación se rompe, muere un dialecto. Enamorarse reaviva la alegría infantil de inventar palabras, un Génesis verbal. Forjamos frases que evocan un recuerdo compartido, sobreentendidos, expresiones corrientes con sentidos ocultos. Ideamos apodos, inflexiones nuevas —nuestras—, claves imposibles de entender fuera del círculo mágico. Nos excita ser comprendidos solo por los más íntimos. Y cuando al amar vamos explorando un cuerpo aún desconocido, creamos, dando nombre a sus rincones, una cartografía física cuyos topónimos nadie más pronunciará.

Al hablar nos comunicamos, pero también dibujamos fronteras. Los idiomas construyen el concepto del extranjero, el otro. Así, los griegos llamaron “bárbaro” al forastero que masculla un lenguaje incomprensible, borboteos de voz. “Barb” era la onomatopeya para balbuceos confusos. En revancha, nuestro “gringo” deriva de “griego”, aludiendo a un idioma embrollado. El término “algarabía” no es más que la adaptación de al-arabiyya, es decir, lengua arábiga, porque quienes la ignoraban solo intuían una bulla caótica. De “guirigay”, es decir, conversación incomprensible, deriva el atributo coloquial “guiris”.

La torre de Babel simboliza la multiplicación lingüística como maldición y castigo. Expresa la nostalgia por un pasado legendario en que la humanidad compartía el mismo idioma y era un solo pueblo. En aquel tiempo mítico, las palabras serían reflejo exacto de la realidad. Cuenta Heródoto que el faraón Psamético hizo un experimento para descubrir el habla primigenia, orgullosamente seguro de que sería el egipcio. Entregó a un pastor dos recién nacidos para que los criase en silencio. Sin interferencia humana, en una cabaña solitaria, con la sola compañía de unas cabras lecheras, su lenguaje sería el originario. Lo primero que aquellos niños farfullaron fue “bec” y de inmediato los eruditos de Egipto se exprimieron el seso para identificarlo. Pero lo cierto es que suena sospechosamente parecido al balar de las cabras, sus únicas amigas. Por supuesto, de sus bocas no brotó idioma alguno.

En el imaginario colectivo tendemos a jerarquizar los idiomas y los acentos. Los imperios y las regiones más prósperas imponen la música poderosa de su voz, mientras que un halo de fragilidad e intemperie envuelve a las más desprotegidas. Sin embargo, el valor de una lengua no depende de las cifras de hablantes: la nuestra nos importa por razones emotivas, al margen de sus dimensiones. Sentimos que alberga una mirada sobre el mundo, la melodía de nuestra memoria, una arquitectura de pensamiento, una peculiar manera de nombrar y alumbrar la realidad. Así nos enriquecen las demás también. Solo ama de verdad una lengua quien es capaz de amarlas todas.

Cada dos semanas se extingue un universo. Según las proyecciones, a fin de siglo habrán desaparecido la mitad de los idiomas que hoy subsisten. Un poema náhuatl traducido por Miguel León Portilla describe ese naufragio: “Cuando muere una lengua se cierra a todos los pueblos del mundo una ventana, una puerta, un asomarse de modo distinto al ser y la vida en la tierra. Espejos para siempre quebrados, sombra de voces para siempre acalladas: la humanidad se empobrece”. En una peripecia asombrosa, el geógrafo y naturalista Alexander von Humboldt encontró en una aldea, mientras exploraba en 1799 la cuenca del Orinoco, al último hablante de un pueblo exterminado, los atures. Se trataba de un loro que repetía sin comprender palabras aprendidas, como eco de un diálogo extinguido. Fascinado, Von Humboldt anotó 40 vocablos de ese diccionario desvanecido.

Frente a la antigua maldición, investigaciones recientes afirman que hablar varias lenguas entrena el músculo de nuestra mente: nos protege del deterioro cognitivo y expande el horizonte de nuestro pensamiento. Tal vez la mayor “barbaridad” sea marginar o despreciar algunas de ellas. Anhelar el viejo mito del idioma único nos empequeñece. Somos criaturas de la diáspora que, en la algarabía de Babel, abandonamos las cuevas de las diminutas tribus para compartir ideas, explorar lejanías y convertirnos en una especie mestiza: de trogloditas a políglotas.

jueves, 5 de octubre de 2023

"BILINGÜISMO". Un artículo de Luis García Montero. El País 25 SEPT 2023

Los diputados de Vox abandonan el Hemiciclo y dejan los
auriculares en el escaño de Pedro Sánchez en el pleno del martes
SAMUEL SÁNCHEZ
Estamos acompañados de palabras que nos abrazan, nos reciben y nos despiden, palabras que conviven ahora en libertad y que nos acercan a la verdad histórica de nuestra tierra

El poeta Joan Margarit afirmaba que tenía una lengua materna, el catalán, y una lengua casi materna, el castellano. Educado en la España franquista, vivió la represión contra el catalán y la consigna de estudiar en español. Un policía llegó a pegarle un pescozón para que hablase en cristiano. Pero este idioma es lo único que no pienso devolverle al franquismo, decía Joan, porque después de leer a García Lorca o a Neruda ya es mío. Recuerdo que en México, la noche antes de recibir el Premio Poetas del Mundo Latino, le conté la historia de un poema de Cernuda titulado Niño muerto. Se llamaba José Sobrino, uno de los 3.800 niños vascos que fueron evacuados durante la Guerra Civil, a bordo del transatlántico Habana, desde Bilbao al puerto de Southampton.

Cernuda fue uno de los encargados de cuidarlo. Enfermo grave, le pidió que le leyese un poema. Terminada la lectura, el niño dio las gracias y dijo que se iba a volver a la pared por pudor, porque no quería que nadie viera su cara mientras moría. Luis Cernuda escribió un poema, yo se lo leí a Joan en Aguascalientes, en su lengua casi materna, y me emociona descubrir el mismo sentido del pudor en su libro Animal de bosque, el libro que escribió acompañado de su familia mientras se estaba despidiendo de la vida.

Joan tuvo la suerte de ser bilingüe y de compartir el bien común de sus lenguas maternas no como dos sectas obligadas a enfrentarse, sino como una riqueza a la que no debemos renunciar por culpa de los fanáticos sin pudor que no saben vivir, convivir, morir y renacer con dignidad. Estamos acompañados de palabras que nos abrazan, nos reciben y nos despiden, palabras que conviven ahora en libertad y que nos acercan a la verdad histórica de nuestra tierra. Hay que ser muy soberbio para despreciar una lengua materna.

La muerte invisible de Mohamed en el corazón de los invernaderos de Almería. Un artículo de Antonio Morente publicado en elDiario.es el 26 de septiembre de 2023

Mohamed Amzahou, en una visita al
Mini Hollywood pocas semanas
antes de su muerte
El atropello mortal de un joven marroquí ejemplifica la situación en la que viven miles de personas que no existen para el sistema pero que son uno de los motores principales del potencial agrícola de la provincia

Mohamed Amzahou era parte de lo que llaman el milagro agrícola de Almería. Él estaba a lo suyo, que bastante tenía con el día a día, pero su trabajo –y el de miles como él– es un pilar básico en el mar de plásticos que factura frutas y hortalizas a toda Europa. Este joven marroquí de 22 años planeaba tirar para Bilbao, y llevaba siete meses en España con la mente puesta en los tres años que hacen falta para solicitar el arraigo que abre la puerta a un permiso de residencia. Nunca los cumplirá, porque Mohamed murió arrollado por un coche a mediados de agosto. Una colecta entre sus compañeros en el asentamiento de temporeros de El Hoyo, en el término municipal de Níjar, permitió enviarle el cuerpo a su madre. Hoy su chabola sigue en pie, porque vivía con su primo y un amigo y porque aquí no se desaprovecha nada, en cuanto hay un hueco es ocupado por alguien.

La historia de Mohamed adquiere hoy forma de relato porque alguien no quiso que cayera en el olvido como tantas otras. “Se merece que su nombre se sepa y que se cuente en algún sitio cómo esta provincia se enriquece a costa de chicos como él, de su terrible soledad y de su muerte callada”, apuntaba el mensaje que remitió a elDiario.es Lourdes, que prefiere figurar sin apellidos. Voluntaria de Cruz Roja, cuenta a este periódico que Mohamed asistía a las clases de español que da en los asentamientos, un “buen alumno, un chico encantador, muy alegre, siempre dispuesto y servicial”.

De su muerte se enteró atendiendo a un grupo de migrantes que había llegado en patera a la costa almeriense. Una compañera de Cruz Roja –“me lo quería decir personalmente, porque sabía que me iba a afectar”– le contó lo que salió en los periódicos: un coche le atropelló cuando iba con su bicicleta, ya oscurecido. Las informaciones no entraron en mayores detalles, sólo que la conductora del vehículo llevaba puesto el cinturón de seguridad y que el fallecido iba sin casco ni prendas reflectantes. Y aquello fue como la gota que colmó el vaso y la animó a escribir su mensaje, dolida por una muerte invisible, sin dejar ningún rastro tras de sí. CONTINUAR LEYENDO

"NECESITAMOS UN ÉXODO DEL SIONISMO". Naomi Klein (elDiario.es 3 MAY 2024)

Judíos y simpatizantes celebran un Séder de Pascua para protestar contra la guerra en Gaza, el pasado 23 de abril, en el distrito de Brookl...