lunes, 23 de octubre de 2023

«EL ISLAM NO ES UNA RELIGIÓN DE PAZ, SINO DE CONQUISTA». Entrevista a Ayaan Hirsi Ali. Raquel Nogueira. Ethic, 05 JUL 2021

Las amenazas de muerte no han conseguido silenciar a la activista y escritora Ayaan Hirsi Ali (Mogadiscio, 1969), que clama por una profunda reforma del islam, religión en la que fue educada. Hija de uno de los principales opositores al exdictador somalí Siad Barre, Hirsi Ali lucha hoy contra la mutilación genital femenina –práctica que ella misma sufrió– a través de su fundación, The AHA Foundation. Antes de emigrar a Estados Unidos, donde compagina su trabajo como escritora y activista con su labor como investigadora en la Universidad de Stanford, hizo escala en Arabia Saudí, Etiopía y Kenia. Pero tuvo que buscar asilo en Países Bajos –donde fue diputada por el Partido Popular por la Libertad y la Democracia (VVD)– cuando su padre intentó casarla con un primo al que no conocía. Su condición de atea tuvo bastante que ver con su entrada en la lista de objetivos de Al Qaeda, hace ya una década. Tras su polémico ensayo ‘Reformemos el islam’ (Galaxia Gutenberg), ha publicado ‘Presa: la inmigración, el islam y la erosión de los derechos de la mujer’ (Debate), una dura crítica a la gestión migratoria europea donde, asegura, el fracaso es culpa de ambas partes: los que acogen y los que son acogidos.

En ‘Reformemos el islam’ asegura que esta no es una religión de paz. ¿A qué se debe tal afirmación?

Primero hay que distinguir entre el islam como conjunto de creencias y los musulmanes como suscriptores de esta fe. La diversidad de las personas musulmanas es inmensa. Sin embargo, si se quiere entender lo que significa el islam como concepto, es necesario echar la vista atrás hasta su fundación, hasta el profeta Mahoma y el libro sagrado del islam, el Corán. Eso son más de 1.400 años de historia con una conclusión clara: el islam no es una religión de paz. El Corán nunca se ha adaptado a los nuevos tiempos y no se ha cuestionado en ningún momento la posición del profeta como guía moral absoluto. Pero tengamos en cuenta una cosa: cuando Mahoma funda su religión en La Meca, en el siglo VII, se pasa una década predicando de manera pacífica el islam y pidiendo a los árabes del lugar que abandonasen a sus distintos dioses y se uniesen a él. De esa manera solo consiguió que 150 personas le siguieran. Se fue a otra ciudad de lo que hoy llamamos Arabia Saudí, a Medina, y creó una milicia. Con su ayuda, empezó a obligar a la gente a abandonar sus creencias y a unirse a su religión. El resto es historia. Desde entonces, la idea de propagar el islam a través del uso de la fuerza ha estado con nosotros, y ese rol no ha cambiado. De hecho, hay consenso entre la mayoría de los estudiosos del islam –aquellos que son musulmanes y lo estudian desde dentro, no los que lo hacen desde fuera– sobre que el legado de Medina se impone al de La Meca. Es decir, lo anula. Teniendo en cuenta esa realidad, el islam no es una religión de paz, sino de conquista. Además, no solo tiene un sistema de creencias relacionado con Dios y la vida después de la muerte, sino que también es una doctrina política. Es una guía que versa sobre cómo llegar al poder y aferrarse a él, en gran medida por la vía militar.

Si no es una religión de paz, ¿cómo se definirían sus seguidores?

Hay una gran diversidad cuando se habla de los musulmanes, es decir, las personas que profesan el islam. Precisamente por eso, en Reformemos el islam los dividía en tres grupos bien diferenciados. El primero es el de aquellos que se adhieren e invocan al profeta durante su periodo en La Meca, y aquí encontramos a la mayoría de los musulmanes: son pacíficos, no quieren guerras ni expandir el islam; solo quieren profesar su fe. Estas personas condenan la violencia cometida en nombre del islam y citan al profeta para hablar de paz, pero solo hacen referencia a su periodo en La Meca. La segunda categoría la forman los musulmanes de Medina, quienes forman parte de lo que hoy llamaríamos Al Qaeda, los talibanes, ISIS, etc. Creen fervientemente en la dimensión política del islam y piensan que la única manera de ser buenos musulmanes es a través de la yihad contra otros musulmanes y contra los infieles. Estas personas argumentan que lo que Mahoma y el Corán les piden que hagan está reflejado exclusivamente en las escrituras sobre violencia política de la etapa en Medina del profeta. Estos son los que chocan con los valores políticos europeos. Por último, hay un pequeño tercer grupo que acepta el lado pacífico del islam, pero también reconoce su parte violenta y sostiene que debería modificarse para que la religión sea más moderna y tolerante. A esta categoría la bauticé como los modificadores o los reformistas.


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