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miércoles, 18 de octubre de 2023

"LA DISTOPÍA DE LAS GRANJAS DE INFLUENCERS". Un artículo de Mariana Toro Nader publicado en Ethic el 4 de octubre de 2023

Un nuevo modelo de negocio vende la posibilidad de convertirse en el próximo gran hit de las redes sociales. ¿Qué son las granjas de ‘influencers’ y qué dicen de nuestra realidad actual?

Las imágenes parecen sacadas de una novela de ciencia ficción cyber-punk: instalaciones con decenas de cubículos iluminados por grandes focos y decorados con fondos de colores vibrantes, roperos o estanterías repletas de productos para el cabello y la cara, y hasta una zona con cojines adaptada para jugar videojuegos. Eso muestra el vídeo que se adentra en las entrañas en una «granja de influencers» en Indonesia.

Ya se habían hecho virales a comienzos de año las fotografías que mostraban a una hilera de influencers chinas sentadas en la calle grabando lives. Equipadas con múltiples teléfonos móviles, trípodes, aros de luz, audífonos y micrófonos especiales para disminuir el ruido ambiente, estas creadoras de contenido transmitían desde los andenes para que sus apps reflejaran la geolocalización de uno de los barrios más caros de China. Entre más exclusivo el barrio, más visitas, más chic, más rentable.

Pero no se trata de casos aislados: el deseo de ganarse la vida a través de las redes sociales se ha expandido por el mundo. En España, uno de cada tres adolescentes afirma que le gustaría dedicarse a trabajos relacionados con la creación de contenido en internet. Streamers, tiktokers, youtubers… los nombres varían, pero el objetivo es el mismo: crear contenido digital —y ganar dinero por ello—.

Hace varios años que las redes sociales han dejado de ser meros lugares de ocio o entretenimiento para convertirse en complejos ecosistemas de compra y venta de productos y servicios, y, sobre todo, de un estilo de vida. Uno que claramente suele mostrarse glamuroso, colmado de viajes y comida gratuitos, experiencias extraordinarias y ropa cara. CONTINUAR LEYENDO

domingo, 12 de marzo de 2023

"LA INFLUENCRACIA". Un artículo de Pascual Serrano publicado en elDiario.es el 6 de marzo de 2023

La influencer Tamara Falcó, durante su intervención
en la XIV Congreso Mundial de las Familias,
en Ciudad de México (México). EFE/Sáshenka Gutiérrez
Hubo un tiempo en que los periódicos y televisiones llamaban a expertos para que opinaran sobre los temas de actualidad; en la prensa escrita estaban los columnistas regulares que intentaban no dárselas de superexpertos y brillaban más por su pluma y gracejo que por sus conocimientos de todo. En los medios audiovisuales la cosa iba derrapando y llegaron los tertulianos, superhombres con capacidad para saber de todo, pero al menos (algunos) con cierto nivel cultural. Mientras tanto, en el mundo paralelo de internet aparecían los bloggers, una cosa un poco onanista de gentes que contaban con regularidad sus opiniones sobre lo divino y lo humano. Y ahora hemos llegado al caos con los influencers.

Hace varias semanas, en el programa de citas televisivo First Dates, en la conversación de dos chicas que comenzaban a conocerse, una le preguntaba a la otra qué influencers seguía. Las referencias a músicos, películas o libros que formaban parte de nuestra forma de identificar nuestros gustos hoy se ha desplazado a influencers, con la diferencia de que estos no saben ni aportan nada de cultura musical, cine o literatura.

Cantantes o actrices pontificando sobre vacunas, veinteañeros que no aprobaron la ESO dando lecciones de feminismo sin haber leído un libro, tiktokers atiborrados de Monster entrevistados en programas de televisión de máxima audiencia para opinar sobre geopolítica, nancys con media hora de edición en photoshop explicando en instagram dietas de adelgazamiento, poligoneros macarras iluminándonos sobre inversiones en criptomonedas y gamers rajando de Hacienda porque les fastidia pagar impuestos.

Sus seguidores se cuentan por millones; sus ingresos, más millonarios todavía. Y por lo general, el número de seguidores e ingresos es inversamente proporcional a su formación, número de neuronas y cumplimiento de sus obligaciones fiscales.

El carácter pernicioso de la mayoría de los influencers ocupa un amplio espectro temático:

Científico. La pandemia ha mostrado el peligro que suponen las opiniones de muchos famosos de toda la vida, pero también de algunos jóvenes influencers, que se han incorporado más tarde. Desde el negacionismo sobre la existencia del virus, pasando por el negacionismo de la eficacia de las vacunas. En otros casos hemos asistido a remedios y curas peregrinas y absurdas para el covid y para otras enfermedades (la última, el vinagre para adelgazar). Los desmentidos científicos para neutralizar sus daños colaterales son constantes.

Ideológico. Salvo excepciones, el panorama ideológico es el de un Tea Party ultraderechista embistiendo contra el feminismo, los sindicatos, los gastos sociales y cualquier político que les suene a izquierda. Sus mantras son las odas al neoliberalismo y el individualismo económico. En realidad no es que hayan leído a Milton Friedman o Friedrich Hayek, nunca leyeron nada, simplemente han encontrado un filón de ganar dinero como youtubers o gamers, piensan entonces que el sistema económico neoliberal es estupendo porque ellos se han hecho ricos y que maldita la gracia pagar impuestos.

Financiero. La Organización Internacional de Comisiones de Valores llegó a lanzar una advertencia el papel que pueden tener los influencers que anuncian productos de alto riesgo, como venta de divisas o criptomonedas. En España, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) abrió una investigación sobre algunos a la vista de sus propuestas sobre activos financieros sin ajustarse a la legislación que los regula.

Actualidad. Como he señalado al principio, es verdad que ya teníamos columnistas y tertulianos todólogos, pero al menos sabían escribir o argumentar algo. Influencers ágrafos y sin capacidad de hilvanar cuatro ideas en un discurso ahora son expertos en fútbol, en Ucrania, en calentamiento global y en automóviles eléctricos.

Unas redes sociales que parecía que nos traían la máxima libertad de expresión nos están dejando un mundo intoxicado por los bulos, crispado por el odio y estupidizado por los influencers.

"USTED Y YO: NOSOTROS". Juan José Millás, El País

Me obsesionan y aturden aquellos versos de Lêdo Ivo según los cuales “Dios camina entre los hombres como un sonámbulo y no hay forma de des...