domingo, 26 de febrero de 2023

"LAS MADRES QUE NO SE ESFUERZAN LO SUFICIENTE". Un artículo de Antonio Maestre publicado en elDiario.es el 25 de febrero de 2023

Todos somos capaces de ver lo aberrante del caso. Un sistema que se despreocupa de la vida de la menor y se pone represivo cuando a quien se le niega la existencia hace lo posible por salir adelante

Una madre soltera es detenida por dejar sola por las noches a su hija para irse a trabajar. El caso es dramático, no por la mujer, sino por el sistema que la condena. Los hechos son los siguientes: el jueves 16 de febrero un vecino de Ciudad Lineal (Madrid) llama a la policía porque oye el llanto de una niña pequeña en el piso de al lado durante más de una hora sin que nadie la atienda, una circunstancia que se había repetido en días anteriores. La policía, al llegar al domicilio, encuentra sola a una niña de cuatro años porque su madre se había tenido que ir a trabajar. La mujer, una migrante sin papeles de 27 años, trabaja en un pub en Villaverde desde las 22.00 hasta las 4.00. La policía detiene a la mujer por abandono de menores y la niña se queda sin su madre.

Todos somos capaces de ver lo aberrante del caso. Un sistema que se despreocupa de la vida de la menor y se pone represivo cuando a quien se le niega la existencia hace lo posible por salir adelante. Como si la culpa fuera suya por no esforzarse suficiente y no asegurarse una vida digna fuera de la marginalidad. El relato de la cultura del esfuerzo tendría que reforzar el comportamiento de una madre que hace lo posible para sacar adelante a su hija, pero lo falaz del relato y su nula implantación en la realidad hacen que no solo no premie ese comportamiento, sino que se castigue y se haga todo lo posible por imposibilitar el progreso de una madre soltera, llevándola a la marginalidad y convirtiéndola en delincuente cuando hace lo único que el propio sistema le permite. Una doctrina social que convierte en crimen la supervivencia mediante el trabajo asalariado.

Nuestra sociedad castiga a quien obliga a actuar de la única manera posible para sobrevivir. El sistema capitalista penaliza a quien tiene unos condicionantes sociales imposibles de superar y se ve atrapada en la trampa del capital. Una mujer soltera, sin papeles, que no tiene recursos ni ayuda del Estado para cuidar a su hija cuando tiene que trabajar para asegurarle el sustento, es detenida por garantizar por sus propios medios la supervivencia suya y de su pequeña. La otra opción que esa mujer tenía era no dejar sola a su hija en ningún momento y morirse de hambre con ella. Su poder de decisión se circunscribía a vivir en la calle con su hija o dejarla en casa para poder trabajar y vivir junto a ella de manera precaria. No había más posibilidad de actuación, no tenía más libertad de elección. El colectivo más vulnerable de nuestro entorno es el de las madres migrantes solteras. Lo sabemos pero no nos importa, las perseguimos. El sujeto social más precarizado y más sensible a la explotación y la miseria es perseguido por vivir como se le dicta, condenado a subsistir en condiciones denigrantes y criminalizado por intentar sobrevivir con las cartas que el sistema le proporciona.

El libro Nueve nombres, de María Huertas Zarco, narra una historia extrema de esa espiral de explotación y criminalización. Aurora era una mujer ingresada en los años 70 en el hospital psiquiátrico de Bétera, pero de manera temporal. Había sido condenada e ingresó en la cárcel y en un principio se la consideró enajenada, pero no lo suficiente como para pasar su condena en un sanatorio mental. Aurora venía de una familia marginal, no tenía padre y a su madre la mató uno de los puteros con los que se relacionaba antes de que ella tuviera su primer hijo con 14 años. Un hecho natural, considerando que empezó a trabajar con su madre desde los 13 años o porque compartía lecho con sus hermanos, que la usaban como algo más. Aurora tuvo 19 hijos y consideraba el sexo como el modo más lógico para lograrse el sustento, porque no conoció otro desde niña. Aurora narraba con la naturalidad de quien no ha conocido otra vida que sus hijos siempre habían estado bien cuidados a pesar de las condiciones de insalubridad en la que vivían, porque el baremo de partida vital del que venía le hacía ser sincera con su apreciación. Los mantenía al modo animal, hasta que eran capaces de valerse por sí mismos, como lo fue ella en una tierna adolescencia.

Aurora fue detenida a los 50 años mientras vivía con varias de sus hijas y nietas. La denuncia fue realizada por el ayuntamiento porque Aurora prostituía a sus hijas de 16 y 17 años y a una nieta de otra mayor que contaba con 15 años. Ese equipo municipal nunca se preocupó de la situación de ruina y miseria en la que estaban durante los 10 años que la familia vivía en su población, ni de si las niñas estaban escolarizadas o tenían el sustento económico necesario para vivir. Aurora no negó el hecho. Igual que la madre detenida esta semana, no entendía qué había de malo en ganarse la vida como había hecho siempre con el desdén de las administraciones: “Aurora era consciente de lo que pasaba, pero no sabía que los hechos por los que se las acusaba a ella y a sus chicas estaban mal. Pensábamos que la verdad estricta era que no era culpable de haber transgredido unas leyes, no porque las desconociera, sino porque era ajena a la estructura sociopolítica y, por tanto, a su normativa. Y no porque ella se hubiera alienado, sino porque la habían excluido y privado de todos los derechos sociales, sanitarios, educativos, habitacionales, laborales, humanos y de ciudadanía, desde antes de nacer. ¿Cómo se puede juzgar a una persona y pedirle responsabilidad respecto a una legislación, si no se le han concedido ninguno de los derechos previos que allí constan?”. Aurora en los setenta y esa madre colombiana en 2022 son solo víctimas de la depredación capitalista. Si no tienen derechos, no somos nadie para exigirles deberes.

sábado, 25 de febrero de 2023

"LA MUJER HELADA". Un libro de Annie Ernaux, Premio Nóbel de Literatura 2022

Tiene treinta años, es profesora, casada con un ejecutivo, madre de dos niños. Vive en una casa confortable. Sin embargo, es una mujer helada. Igual que miles de mujeres ha sentido cómo su curiosidad, su impulso vital se iban anquilosando a fuerza de un trabajo que compaginar con compras que hacer, cenas que cocinar, baños de niños que preparar… Todo eso que se entiende por la condición normal de mujer. Annie Ernaux cuenta brillantemente esta alteración de lo cotidiano, este empobrecimiento de las sensaciones, esta dilución de la identidad; esclavitud a la que las mujeres son empujadas como a un desafío.

lunes, 20 de febrero de 2023

"EL PENALISMO MÁGICO Y LOS DELITOS SEXUALES". Un artículo de Joaquim Bosch publicado en elDiario.es el de febrero de 2023

Aumentar otra vez las penas implica agravar una regulación muy reciente que ya había establecido un incremento penal de conjunto. Además, ningún análisis criminológico acredita que los cambios que ahora se proponen pueden ser positivos

El ilusionismo consiste esencialmente en producir ilusiones. También suele ser útil para entretener, embaucar o encubrir. En cambio, ninguna persona informada o libre de supersticiones pensaría de verdad que se puede partir a un ser humano por la mitad con una sierra y volver a reconstruirlo con todas sus funciones vitales intactas. Precisamente, las propuestas para endurecer las penas de la ley del solo sí es sí guardan bastante relación con la generación de ilusiones, con la falta de información y con ciertos grados de credulidad acrítica.

Ninguna democracia avanzada ha reducido sus niveles de delincuencia incrementando los castigos penales. Al contrario, los países con penas más severas, como Estados Unidos, cuentan con porcentajes de criminalidad mucho más elevados que los nuestros. Está demostrado empíricamente que las sociedades democráticas con menor tasa de delitos no son las que aplican correctivos despiadados, sino las que desarrollan mecanismos de intervención social que solucionan desde la raíz los problemas que originan la delincuencia.

Como ha explicado muy acertadamente Jorge Ollero al acuñar el concepto de penalismo mágico, se trataría de una fe casi hipnótica en lo punitivo para adjudicarle un poder sobrenatural. Esa confianza ciega lleva a considerar que, simplemente subiendo las penas, se puede acabar con los robos, con las drogas, con las violencias machistas o incluso con el independentismo catalán. En las últimas décadas, en nuestro país esas visiones sociales han impregnado la arenga política, sin apenas distinción entre partidos de derechas o de izquierdas, con el poco disimulado propósito de pescar en los caladeros del favor popular. Todos los gobiernos han aprovechado su ocasión para lucirse reestructurando una y otra vez las habitaciones del Código Penal, con la finalidad de endurecerlo sucesivamente en las más de treinta reformas realizadas en el último cuarto de siglo.

Las consecuencias han sido nefastas: nos hemos situado en los porcentajes más elevados de Europa en el número de presos por habitante y en los tiempos de cumplimiento en la cárcel. Para captar la extensión del desatino, la nueva etapa democrática vino acompañada de un cuestionamiento del uso abusivo de la prisión, pero los diversos vaivenes posteriores nos han llevado a la situación actual en la que el porcentaje de encarcelados supera muy ampliamente al del franquismo (del 0,02% de la población y 8.440 presos en 1975 al 0,10% y 46.468 reclusos en 2022). Y todo ello a pesar del notable consenso entre criminólogos, penalistas y todo tipo de expertos en la materia que nos indican que este uso excesivo de la cárcel no reduce la delincuencia, ni tampoco protege a las posibles víctimas.

En el ámbito de los delitos contra la libertad sexual, nuestras penas se ubican a bastante distancia de las democracias más avanzadas. Y los discursos de endurecimiento se han apoyado a menudo en creencias populares sobre bulos muy difundidos, como que los condenados por estas infracciones siempre son seres enfermizos, abiertamente incorregibles, sin posibilidad de cura. Al contrario, todos los datos nos muestran que en estos casos los niveles de reincidencia son bastante más bajos que en otras infracciones y que los porcentajes de reinserción social son elevados. No olvidemos que los agresores sexuales son mayoritariamente personas cercanas a las víctimas, casi siempre amigos, conocidos, vecinos, compañeros de trabajo o familiares.

La mera agravación de las sanciones no tiene efectos sobre la comisión de estas conductas delictivas. Si queremos proteger a las víctimas potenciales, será mucho más efectivo incidir sobre la base de estas situaciones, como han hecho las sociedades más avanzadas. Eso supone transformar las mentalidades sociales que están detrás de estas conductas, a través de políticas activas de igualdad y no discriminación. Y también intervenir sobre la marginalidad social y las carencias educativas, porque también suelen estar presentes en bastantes casos. La regulación penal es un instrumento más y ahí la respuesta debe ser proporcionada. Sin embargo, difícilmente puede ser equilibrado un sistema que castiga diversas formas de agresión sexual con una pena equivalente a la de matar a otra persona, como ocurre en España, en términos mucho más duros que en los países que han solventado mejor estos problemas.

Hay opiniones que afirman que, aunque el endurecimiento de penas no reduzca los delitos contra la libertad sexual, al menos cumple un objetivo escarmentador. Es el enfoque que se nutre de ideas como “que se pudra en la cárcel el mayor tiempo posible” o “que tenga su merecido”. Esos argumentos son contrarios a nuestra Constitución, la cual proclama que las penas “estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social”. Además, el discurso de la venganza estatal simula que algo se está haciendo contra la delincuencia, como subterfugio compensatorio de que no se está actuando de manera adecuada con criterios de intervención social. Aceptar esos planteamientos nos lleva a asumir el marco del derecho penal autoritario propio de las orientaciones ultraconservadoras, con todos los riesgos de integrar esa cosmovisión, como señala George Lakoff.

Una variante de estos alegatos encarnizados afirma que las penas implacables reconfortan a las personas perjudicadas por estos delitos. Sin duda, las víctimas han de recibir la necesaria protección estatal para que el daño sea reparado hasta donde resulte posible. Sin embargo, no debe confundirse el firme respaldo institucional a las víctimas con la posibilidad de que estas puedan decidir la pena de los condenados. En ese caso retornaríamos a los tiempos primitivos de la venganza privada institucionalizada. Es muy humano que las víctimas puedan desear el máximo castigo para quienes les han dañado, pero es la sociedad la que debe determinar cuál debe ser la política criminal más adecuada desde la racionalidad, la imparcialidad y la proporcionalidad.

En el referido contexto, la llamada ley del solo sí es sí acertó al articular criterios de intervención social, políticas igualitarias y medidas de protección asistencial a favor de las víctimas. En la esfera penal, la ley introdujo delitos de nueva creación, fusionó figuras delictivas, aumentó algunas penas y redujo levemente otras. Desde esa perspectiva legal, resulta aconsejable examinar las consecuencias globales de esa reforma con un tiempo suficiente.

Las proposiciones de modificar al alza las sanciones de la ley, a los pocos meses de su aprobación, suponen otra apuesta más por el penalismo mágico. Aumentar otra vez las penas implica agravar una regulación muy reciente que ya había establecido un incremento penal de conjunto. Además, ningún análisis criminológico acredita que los cambios que ahora se proponen pueden ser positivos, más allá del acostumbrado afán de subir penas por subirlas. La contrarreforma no podrá evitar las leves reducciones de condena que ya se han acordado, en casos porcentualmente minoritarios sobre el total. En los foros judiciales se ha constatado que la regulación actual resulta mejorable en algunos aspectos. Pero necesitamos observar la evolución de la ley del solo sí es sí, esperar al conjunto de las interpretaciones judiciales y evaluar los efectos de la nueva arquitectura legal en un periodo temporal razonable. Las variaciones penales acordadas de forma atropellada nunca han resultado eficaces.

Cualquier persona informada sabe que la magia tiene truco. A veces la mirada del espectador no es tan rápida como la mano del ilusionista. Otras veces los juegos de luces favorecen el engaño del prestidigitador. El penalismo mágico funciona porque, a través de la manipulación emocional, desata los sentimientos instintivos de venganza que existen en los seres humanos. A partir de ahí, es muy difícil indagar con rigor en las entrañas de los problemas sociales. Lo cierto es que ninguna sociedad puede progresar sin un análisis racional de sus patologías colectivas.

sábado, 18 de febrero de 2023

"Kristin du Mez, historiadora: “EL EVANGELICALISMO BLANCO CONSERVADOR ACABA APOYANDO EL AUTORITARISMO". Entrevista publicada en elDiario.es el 10 de febrero de 2023

 “Los evangélicos han construido este movimiento reaccionario de derecha y ahora la ideología en sí es la que tiene el poder”, dice la autora de 'Jesús y John Wayne: cómo los evangélicos blancos corrompieron una fe y fracturaron una nación'

Kristin Kobes du Mez es profesora de historia y estudios de género en la Universidad Calvin (Michigan), está especializada en la intersección de género, religión y política y lleva años estudiando el movimiento evangélico blanco y conservador en EEUU que, más que “un conjunto de ”creencias teológicas“, argumenta, es un ”movimiento cultural“ reaccionario que ha impregnado el Partido Republicano y que se ha extendido por otros países, como Brasil. Un fenómeno que la autora analiza en el libro 'Jesús y John Wayne: cómo los evangélicos blancos corrompieron una fe y fracturaron una nación' (Capitán Swing), que se acaba de publicar en español.

Trump no parece la mejor persona para representar la moral cristiana, ¿no? ¿Por qué se convirtió en el candidato de los evangélicos blancos?

Eso es lo que todo el mundo se preguntaba en 2016: ¿cómo pudieron los evangélicos traicionar sus valores para votar a Donald Trump? Como historiadora, sabía que esa pregunta no era la correcta y mostraba que la gente no entendía realmente cuáles eran sus valores.

Históricamente, se puede ver que en el núcleo de la política de valores familiares evangélicos se ha reivindicado durante mucho tiempo la autoridad patriarcal blanca. En los años 60, por ejemplo, la política de valores familiares emerge contra el movimiento de derechos civiles. Muchos evangélicos se resistían a esos esfuerzos en el sur, defendían las escuelas segregadas y estaban en contra del movimiento feminista y del movimiento contra la guerra. En su visión, había una cosa que iba a arreglar todos esos problemas: la autoridad patriarcal blanca.

Esto siempre ha estado vinculado en EEUU al nacionalismo cristiano, es decir, la idea de que EEUU fue fundado como una nación cristiana y tiene que ser defendida como tal. Y para que la América cristiana defienda el cristianismo y a Dios mismo, hay que ser duro y luchar contra todas estas amenazas. Estas cosas van de la mano: el ideal de masculinidad como guerrero y la idea de la necesidad de defender la verdadera fe. Sus enemigos son externos en el marco de la Guerra Fría, pero también internos: liberales, secularistas y el Partido Demócrata. Cuando eso entra en la ecuación, todo tiene sentido.

Donald Trump era en realidad el mejor candidato porque no estaba limitado por la virtud cristiana tradicional: cosas como el autocontrol, la dulzura, el amor... Él era el hombre ideal. Era el ungido de Dios precisamente porque haría todo lo que hiciera falta. CONTINUAR LEYENDO

viernes, 17 de febrero de 2023

"LA CONSAGRACIÓN DE LA MUJER SERVICIO". Un artículo de Elisa Beni publicado en elDiario.es el 15 de febrero de 2023

No existe un derecho al sexo ni de las personas con discapacidad ni de las personas con capacidad ni de los ultra cuerpos, como planteó el actor Telmo Irureta en la gala de los Goya y ha defendido el director de la película que él interpreta. Al final, todo termina haciéndose a costa de las mujeres

Intuyo que nos quieren vender una nueva parcela de negocio.

Veamos.

El otro día en la gala de los Goya, un actor, en pleno ejercicio de su libertad de expresión, subió al escenario a defender su postura ante la vida y también la manifestada por el director de la película que él interpreta -La consagración de la primavera- mediante un grito de guerra que fue masivamente aplaudido: “Nosotros también follamos”. Y, oye, ni tan mal si era una exteriorización y una forma de compartir su intimidad, pero me temo que no era eso. Nadie cuestionó la salva de aplausos porque, seamos sinceros, negarle el aplauso a una persona con discapacidad parece que queda como mal o bien en esa gala se jalea de forma acrítica todo lo que se expone.

La idea de Telmo Irureta, ese es el nombre del actor, quedó mucho mejor plasmada en las declaraciones realizadas con posterioridad y yo, que no estoy dispuesta a discriminar a una persona discapacitada, voy a analizarlas con un criterio válido para cualquier ciudadano, para cualquier ser humano, porque una persona con discapacidad es un ser humano como los demás y una ciudadano con iguales derechos y deberes.

Alaban a Irureta por poner sobre la mesa “el derecho al sexo de las personas con discapacidad”. Wrong. No existe un derecho al sexo ni de las personas con discapacidad ni de las personas con capacidad ni de los ultra cuerpos. No existe tal. Sucede que en esta época líquida de liquidación de los conceptos -con interés, porque es con interés- parece de una modernidad extraña confundir derecho, con libertad y con necesidad. Obviamente es lo que hace Irureta. Yo no niego que él y las personas con discapacidad sientan ganas o deseos de tener sexo ni se lo niego a la mujer joven o al joven feo o a la anciana ni al hombre pelma o impertinente o al poco aseado. El problema es confundir el deseo con la necesidad y ésta con la existencia de un derecho. No es así. No existe un derecho al sexo ni a la reproducción ni a tantas cosas. Existe la libertad sexual o la libertad reproductiva. Tener una libertad supone que nadie pueda impedirte tomar una decisión al respecto si tienes la posibilidad: tener o no relaciones sexuales o tener o no hijos. Tener un derecho implicaría la implícita exigencia de que como tal fuera conformado, es decir, satisfecho incluso por ley y subvenido incluso con fondos públicos porque las personas discapacitadas pobres también lo tendrían. Así que no es discutible, en un Estado de Derecho no existe ningún derecho al sexo. No es Irureta “que no te hayamos entendido”, es que no estamos de acuerdo y te rebatimos.

Pero es que Irureta se coronó con sus declaraciones posteriores. Él afirma, y hay que empatizar con ello, que sus cuerpos no siempre son aceptados: “Hay que tener una solución, no tener que estar intentando convencer todo el rato o estar con alguien que a lo mejor no me guste”. Redoble de tambor. La reivindicación abarca primero obviar el arduo camino de obtener el consentimiento, porque nos afirma que en su caso es difícil, y en segundo lugar la exigencia de que su cuerpo no normativo sea aceptado mientras que él determina que él mismo no acepta según qué cuerpos sino solo los que le gustan. Así que lo que quiere es comprarlos. Literalmente. “La prostitución no puede desaparecer… las personas con discapacidad tenemos que tener acceso” a cuerpos deseables, según nos ha dicho, a cuerpos de personas que le gusten y que poder comprar. 

Como yo no discrimino entre personas, creo que puedo indignarme con Irureta con la misma fuerza con la que me indignaría con cualquier hombre no discapacitado que me dijera lo mismo, es decir, que prefiere no tener que andar camelando a las personas y poder comprarlas y que prefiere que estén buenorras y si no las puede conseguir de otra manera, las consigue con dinero.

Lo siento, pero eso es lo que ha dicho el bueno de Telmo Irureta que aún ha ido más allá: “es una necesidad que habrá que atender”. Este asunto sí que da pavor. Es entrar en un terreno casi incompatible con una ética democrática. Atender las necesidades. Fíjense que cualquier parafílico siente la necesidad y el impulso de satisfacer sus deseos. Y piensen en cualquier parafilia incluso en la que les parezca más deleznable. ¿Hay que atender sus deseos? Es totalmente similar la demanda de los incel -célibes involuntarios- que se arrogan el derecho a tener sexo a pesar de que según dicen las mujeres no quieren tenerlo con ellos. ¿Hay que satisfacer los deseos? ¿A costa de lo que sea? ¿Puede el capitalismo llevar la industria de la satisfacción de deseos hasta sus últimas consecuencias sean las que sean? ¿A costa de quién?

Cuando llegamos a esa última pregunta -¿a costa de quién?- fíjense que la respuesta es siempre la misma: de las mujeres. Todas las necesidades o los caprichos o los deseos que se están intentando convertir en supuestos derechos se pagan siempre en moneda de mujer. Eso es, como saben, porque siempre existe un libre albedrío femenino que se decanta por satisfacer los deseos y necesidades de los hombres, es decir, los determinados por el patriarcado. Porque las mujeres, con toda libertad, deciden sobrellevar un embarazo para terceros. Así las mujeres, siempre libremente, abandonan sus carreras para criar a los hijos. Las mujeres, siempre muy libres, asumen los cuidados de menores y mayores y sacrifican su tiempo y su futuro para hacerlo. Las mujeres, con toda libertad, deciden vender su cuerpo a hombres capacitados y discapacitados porque cómo va a ser de otra manera. Las mujeres, libérrimas, deciden someter sus cuerpos y sus psiques a tratamientos indignos y traumatizantes en la pestilente industria pornográfica que es, curiosamente, lo que los hombres desean. Las mujeres, nos dicen, son mayorcitas y no necesitan tutela para, curiosamente, hacer lo que nosotros deseamos. Hace falta echarle jeta, señores.

No, no hay un derecho a acceder a los cuerpos de las mujeres ni de hombres con discapacidad ni de hombres con todas las capacidades ni de hombres célibes que no consiguen ligar ni de millonarios caprichosos. Ese es un parque de atracciones totalmente patriarcal que hombres de todos los signos, ideologías, cuerpos, tendencias quieren preservar para su solaz basado en la explotación de las mujeres y en el expolio de su dignidad.

Me temo que ahora el cine con las reivindicaciones se juntará con la pacatería de algunos progres modernos, para colarnos un nuevo eufemismo que abra pista a empresas y oenegés para lucrarse con otra forma de prostitución al parecer mejor por su carácter, como decirlo, caritativo o humanitario. No seré yo quien caiga en tal trampa. Llámenle asistente sexual o lo que quieran, es sexo a cambio de dinero, es decir, es prostitución.

Intentan consagrar la mujer servicio en el siglo en el que hemos consagrado que la mujer solo se sirve a sí misma. Involución. Juegos de palabras para ocultar realidades más viejas que el hambre. El deseo masculino como derecho inalienable.

Irureta, te hemos entendido pero te rebatimos.

domingo, 12 de febrero de 2023

"LA PRIMAVERA ÁRABE, 12 AÑOS DESPUÉS: SUEÑOS ROTOS, AUTORITARISMO Y CONFLICTOS. Un artículo de Francesca Cicardi publicado en elDiario.es el 4 de febrero de 2023

Mientras algunos regímenes se han consolidado, como el egipcio; otros se han mantenido en el poder por la fuerza, como en el caso de Siria; y en algunos como Libia y Yemen reina el caos y la violencia

Doce años después de las revueltas contra los líderes árabes más longevos, sólo uno de ellos permanece en el poder, el sirio Bashar al Assad, tras una guerra de alcance internacional. Mientras, en Libia y en Yemen, el derrocamiento de sus líderes llevó a una lucha encarnizada por el poder y a conflictos que continúan hoy en día, sin vistas de una pronta solución. Los generales egipcios –que sacrificaron al presidente Hosni Mubarak en 2011– han restablecido en los pasados años un régimen más restrictivo todavía; y la última esperanza de la Primavera Árabe, Túnez, ha dado un giro autoritario desde 2021.

Las primeras fichas del dominó

Los primeros que bajaron a la calle y pidieron “la caída del régimen” fueron los tunecinos, en diciembre de 2010. La llamada “revolución de los jazmines” triunfó rápidamente y el dictador Zin Al Abidine Ben Ali dejó el poder después de 23 años y huyó del país. Los árabes de países vecinos, sobre todo los jóvenes –que son más del 50% de la población–, se inspiraron en los acontecimientos de Túnez y el efecto dominó dio comienzo.El 25 de enero de 2011 estallaron las primeras protestas contra el dictador egipcio, que llevaba en el poder 30 años. El 11 de febrero, 18 días después, Mubarak entregó el poder al Ejército, al que él mismo pertenecía y que ha sido la columna vertebral del régimen egipcio desde el fin de la monarquía en 1952. Dos años más tarde, los militares dieron un golpe de Estado contra el primer presidente de la república civil elegido en las urnas (el islamista Mohamed Mursi), reafirmando su poder y control sobre el país.

“Estamos viendo una tendencia autoritaria en ambos países, las libertades se han restringido, las fuerzas de seguridad llevan a cabo violaciones de los derechos humanos a gran escala con impunidad absoluta”, explica Hussein Baoumi, miembro de Amnistía Internacional para Norte de África y Oriente Medio en la UE.

“Túnez está en transición hacia un sistema más autoritario, mientras que en Egipto existe un régimen militar muy consolidado que controla todos los aspectos de la vida”, detalla Baoumi. En su país, Egipto, “el régimen ha conseguido silenciar todas las formas de disenso y la sociedad civil está en riesgo de desaparecer”. “En Túnez todavía hay espacio: los medios no están controlados por completo, hay partidos de oposición y la judicatura no está en manos del presidente Kais Said”, agrega. El mandatario, que en julio de 2021 asumió poderes extraordinarios, “está intentando hacer lo mismo que hizo el presidente Abdelfatah al Sisi en Egipto en 2014 y 2015” para controlar todas las instituciones. CONTINUAR LEYENDO

viernes, 10 de febrero de 2023

"LOS VIOLADORES, QUE SE PUDRAN EN LA CÁRCEL". Un artículo de Isaac Rosa publicado en elDiario.es el 27 de febrero de 2023

En el instituto deberían llevarnos de visita escolar a una cárcel, a ver si así valorábamos mejor lo que supone un año de cárcel. Y cinco, diez, quince, veinte…

Los violadores, que se pudran en la cárcel. Los terroristas, que se pudran en la cárcel. Los pederastas, los asesinos, los padres que matan a sus hijos. Los corruptos que no sean de mi partido. Los independentistas. Que se pudran todos en la cárcel. Penas más altas. Reformas del Código Penal cocinadas al calor de la “alarma social”. Doctrina Parot. Cumplimiento íntegro de penas. Prisión permanente revisable.

Esa es la ola en la que navegamos desde hace décadas. Una ola de varios pisos de altura, rugiente. No es fácil escapar de ella ni pasarla por debajo, y menos aún surfearla a contracorriente. Lo normal es que si lo intentas y no vas bien preparado y con convicción, si dudas y te tiemblan las piernas, te lleves un buen revolcón, tragues mucha agua, acabes por ahogarte.

Los que tenemos ya una edad y algo de memoria, sentimos un fuerte dèjá vu estos días. Ya pasó años atrás con los condenados por terrorismo de ETA. Les caían cientos, miles de años de cárcel, y los jueces les negaban beneficios penitenciarios aplicándolos sobre el cómputo total y no la pena máxima. Se llegó a retorcer la ley al extremo de aplicar la llamada “doctrina Parot” con carácter retroactivo. Todo muy constitucional. Hasta que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos la tumbó y empezó a “soltar terroristas”. Cada vez que uno pisaba la calle, escándalo político y mediático, y anuncios de nuevas medidas para endurecer los castigos.

Cualquier cantidad de años de cárcel era pequeña cuando de terroristas se trataba. Salían después de haber pasado entre rejas 20, 25, 27 años, casi el máximo de 30 años. Insisto: 20, 25, 27, 30 años entre rejas. Daba igual: era un escándalo, estaban en la calle, se habían ido de rositas, impunidad, una burla a la víctimas y a la democracia, había que volver a retorcer la ley para condenarlos de nuevo como fuera.

Lo mismo ahora con los condenados por delitos sexuales. Hace unos días salió a la calle un violador en Lleida, beneficiado por la reducción de su condena tras la nueva ley. Violador múltiple, peor aún. Un escándalo. El ruido apenas nos dejó oír que el condenado habría salido igualmente el próximo mes de julio, pues lleva casi 15 años en la cárcel. Otro similar en Asturias: excarcelado por una rebaja, sí, pero después de pasar 13 años en prisión. Aragón: salida adelantada unos meses, después de 12 años encarcelado. La mayoría de “beneficiados” ya había pasado en prisión más años de los que habrían tenido en otros países europeos por delitos similares, pero no es bastante. Que se pudran.

En el caso más mediático de los últimos años, y origen de la actual ley, el de La Manada, fueron condenados finalmente por el Supremo a entre 15 y 23 años de cárcel. Habrá a quien le parezcan pocos años y quiera que se pudran. No era eso lo que reclamaban quienes se manifestaron contra el fallo inicial del tribunal navarro. En el instituto deberían llevarnos de visita escolar a una cárcel, a ver si así valorábamos mejor lo que supone un año de cárcel. Y cinco, diez, quince, veinte…

Lo peor de la noticia del violador de Lleida no es que salga a la calle: es que sale sin rehabilitar. Pero de eso hablamos menos: nos importan los años de cárcel, pero no lo que sucede mientras están entre rejas, si se rehabilitan o salen igual o peor que cuando entraron. Y el problema del “que se pudran en la cárcel” es ese: que en efecto se pudran. Que salgan podridos, no reinsertados. Y hay algo peor que violadores saliendo de prisión: violadores que no llegan a entrar, por no ser condenados, incluso por no ser denunciados, por la indefensión de las víctimas, sin la protección integral que les da la nueva ley, y que es de lo que deberíamos estar hablando: de todo aquello que va a proteger mejor a las víctimas y que no es el Código Penal.

Aunque ya no sirva, aunque ya sea tarde, no renunciemos a defender ciertos principios para que la próxima vez la ola no nos pille de espaldas. Reformulemos el primer párrafo:

Los violadores, que se reinserten en la cárcel. Los terroristas, que se reinserten en la cárcel. Los pederastas, los asesinos, los padres que matan a sus hijos. Que se reinserten todos en la cárcel. Y que el Código Penal no sea la única ni la principal protección para las víctimas.

jueves, 9 de febrero de 2023

"YOUTUBE ME LO DIO TODO. DESPUÉS MADURÉ". Un artículo de Elle Mills Mills, youtuber entre 2012 y 2022, publicado en el New York Times el 5 de febrero de 2023

Mi vida, hasta ahora, se resumía con frecuencia en cifras: 1,7 millones de suscriptores, 1,8 millones de seguidores, 155 millones de reproducciones. A los 12 años, empecé a publicar videos en YouTube. En noviembre, a los 24, lo dejé.

Cuando le hablo a la gente sobre mis videos, suelo decir: “Imagina si Ferris Bueller tuviera un canal de YouTube”. Utilizaba el estilo y las convenciones de las películas nostálgicas de adolescentes para romantizar lo que, por lo demás, era una vida normal. En YouTube, se da la paradoja de que una vida romantizada es también profundamente personal. Mi canal era tan crudo y cándido como lo habría sido en mi diario. Eso forma parte de la cultura. Que te conozcan tal como eres —y te alaben por ello— resulta muy atractivo para quienes sentimos un profundo deseo de que nos entiendan.

Sin embargo, otra parte de la cultura es convertirte en un producto, y averiguar cómo venderlo. El éxito se mide en el número de reproducciones y de suscriptores, visibles para todos. Las cifras son una inyección de adrenalina para tu autoestima. La validación es un subidón adictivo, pero los bajones son igual de fuertes.

La carrera que desarrollé en YouTube es una con la que siguen soñando millones de jóvenes. Muchos empiezan a crear videos para hablar de sí mismos ante un público que de verdad quiere escucharlos. Y, después, al llegar a los 1000 suscriptores, YouTube puede enviar ese primer cheque; si el número de suscriptores aumenta, también lo hacen los acuerdos con las marcas y las colaboraciones que, con frecuencia, conducen a la fama y la riqueza. Cuando se hace bien, YouTube puede convertirse muy pronto en una carrera profesional lucrativa. Pero mantenerla requiere un delicado acto de equilibrio; a veces, como me pasó a mí, los sacrificios son demasiado peligrosos como para que valgan la pena.

El apogeo de mi carrera en YouTube no siempre encajó con mi fantasía infantil de cómo sería este tipo de fama. Por el contrario, sentía un constante terror a perder a mi público y la validación que venía con él. Mi autoestima se había entrelazado tanto con mi carrera que mantenerla parecía una verdadera cuestión de vida o muerte. Estaba atrapada en un ciclo interminable en el que intentaba superarme sin cesar para no perder relevancia.

YouTube se convirtió pronto en un juego del tipo: “¿Cuál es la mayor locura que has hecho para llamar la atención?”.

¿Mi respuesta? Casarme con el novio de mi hermana. (La idea era que fuese una broma desenfadada. El matrimonio ya ha sido anulado).

Casi tres millones de personas han visto ese video; por las cifras, debería considerarlo un éxito, al igual que otros parecidos. Pero siento una abrumadora culpa cuando vuelvo la vista atrás, a todos los que participaron ingenuamente en mis videos. Una parte de mí siente que me aproveché de su propio deseo de ser vistos y entendidos. Logré la fama y el éxito aprovechándome de sus vidas. Ellos no.

Aun así, yo también era adolescente, y tomaba decisiones en función de la visibilidad que nuestra cultura nos enseña a desear. Sabía que mi público quería sentir autenticidad por mi parte. Para dársela, revelé partes de mí que, de haber sido más prudente, habría mantenido en privado.

Conferimos tanto valor a la visibilidad, que ¿no es lógico sentir que nuestra vulnerabilidad es el precio que hay que pagar por que nos validen?

Sin embargo, cuando las mediciones en cifras sustituyen la autoestima, es fácil caer en la trampa y desprenderte de valiosas partes de ti misma para alimentar a un público siempre ávido de cada vez más.

Documentar mis momentos más difíciles empezó a parecerme la única forma de que la gente me comprendiera de verdad. En 2018, publiqué de forma impulsiva un video sobre mi lucha con el agotamiento, que incluía imágenes muy personales de mis colapsos emocionales. Esas crisis fueron, en parte, producto de un grave trastorno ansioso-depresivo, provocado por la persecución del exigente éxito por el que suspiran muchos otros adolescentes.

El video sobre mi agotamiento no acabó con mi carrera, sino que me hizo recibir aún más atención, tanto de la comunidad general de YouTube como de los medios de comunicación. Compartirlo significó que yo era auténtica, pero también que había hecho un producto a partir de los momentos más devastadores de mi vida. A raíz de aquello, me sentí presionada para seguir hablando sobre problemas de mi vida privada que no sabía cómo arreglar.

Y, aun así, seguí haciendo videos. Visto en retrospectiva, los videos que realicé durante aquella época carecían de esa chispa de pasión que antes había sido la clave de mi éxito. Empecé a sentirme como si estuviese interpretando una versión de mí misma que ya había dejado atrás. Estaba haciéndome adulta, y trataba de vivir el sueño de mi infancia, pero ahora, para ser “auténtica”, tenía que ser el producto que llevaba tiempo publicando en internet, en vez de la persona en la que me estaba convirtiendo al crecer.

La cultura de internet incita a los jóvenes a convertirse en un producto a una edad en la que apenas están empezando a descubrir quiénes son. Cuando el público se implica emocionalmente en una versión de ti menos madura de lo que eres en realidad, mantener la sintonía personal con el producto que has creado se convierte en un dilema imposible. Cambiar un personaje de internet es algo que muy pocos han conseguido, de modo que a la mayoría le da demasiado miedo arriesgar su modo de ganarse la vida como para intentarlo. Y no cambiar conlleva sus propios problemas: el estancamiento, la falta de autenticidad o acabar quemándote. La inestabilidad que acompaña el proceso de crecer es lo que suele hacer que esta senda profesional sea corta.

Al igual que para muchos, la pandemia supuso un punto de inflexión para mí. Nunca hubo un momento concreto en el que decidiera dejar YouTube, pero durante un año no publiqué nada. Al final, supe que no iba a volver.

A veces, apenas reconozco a la persona que era. Aunque una parte de mí está resentida con ella porque nunca podré olvidarla, también le estoy agradecida. Mi canal de YouTube, a pesar de todos los problemas que me causó, me puso en contacto con personas que querían oír mis historias, y me preparó para intentarlo en serio como directora. En este último año, he dirigido un cortometraje y ahora estoy escribiendo un largometraje, lo que me ha enseñado nuevas formas de crear que no van en detrimento de mi intimidad.

Son muchas personas las que han hecho carrera en internet y han encontrado la felicidad al hacerlo. Son muchas más las personas que siguen esforzándose por ese tipo de éxito y la validación que trae consigo. Pero quisiera decirles a quienes recorran el mismo camino que yo que espero que aprendan de mi experiencia. No todo el mundo se merece su vulnerabilidad. Utilicen estas plataformas para abrir nuevas oportunidades, pero no a costa de darlo todo de ustedes.

martes, 7 de febrero de 2023

"¿TE CAEN PEOR TUS VECINOS DESDE QUE LLEGÓ VOX? ASÍ SE CUELA EN NUESTRA VIDA EL EFECTO DE POLARIZACIÓN. Un artículo-Entrevista a Mariano Torcal de Ángel Munárriz publicado en infoLibre el 28 de enero de 2023

Una mujer protesta contra Pedro Sánchez en la
calle Núñez de Balboa de Madrid en mayo de 2020

  • Los datos de polarización muestran que no sólo dispara el rechazo al adversario, sino también los recelos sobre quienes no conocemos, encerrándonos socialmente con graves efectos democráticos
  • El ensayo 'De votantes a hooligans', de Mariano Torcal, identifica a los seguidores de JxC y Vox como los más polarizados y concluye que el tribalismo es más peligroso para la democracia al darse en la derecha
Mariano Torcal está "muy preocupado". "Mucho". Lo repite varias veces, en conversación con infoLibre, después de haberse sumergido hasta las cejas en un fenómeno sociopolítico del que oímos opinar a todas horas, la polarización, pero del que pocas veces se habla con propiedad. En primer lugar, se confunde extremismo o crispación con polarización. En segundo lugar, se confunden los diferentes tipos de polarización, cuando en realidad es como con el colesterol, hay mala y buena, o al menos mala y menos mala: no es lo mismo polarizarse por los impuestos que polarizarse por los insultos que le dedica el jefe del partido que te gusta al jefe del partido que odias. En tercer lugar, parece que todo el país está polarizado, cuando no es cierto. En cuarto lugar, se equipara la polarización del campo izquierdo con la del campo derecho, cuando son distintas: la derechista –y Torcal lo verifica con datos– encierra mayor peligro porque apareja actitudes de mayor intolerancia y desprecio por la democracia.

Todo ello lo detalla, en las más de 250 páginas del ensayo De votantes a hooligans. La polarización política en España (Catarata, 2023), Mariano Torcal, que con justicia podría reclamar para sí la condición de especialista de referencia en desafección política y confianza en las instituciones. Catedrático de Ciencia Política de la Universitat Pompeu Fabra, director del Research and Expertise Centre for Survey Methodology y profesor en la Universidad de Denver, Torcal basa su abanico de conclusiones en una metódica explotación de datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), en los estudios Comparative Study of Electoral Systems y Comparative National Election Project, en el proyecto financiado por el Ministerio de Ciencia Tri-pol (Triangle of Polarization) y en las encuestas sobre el tema Ciupanel y E-Dem.

Su trabajo brinda múltiples hallazgos, entre ellos estos: 1) España está cada vez más polarizada, pero no es un país especialmente polarizado. 2) La culpa no es de las redes sociales, sino de las élites políticas. 3) La irrupción de nuevos partidos (Podemos, Cs, Vox) aumenta la polarización, pero no por culpa exclusiva de la ofensiva de estos partidos, sino también por la reacción defensiva del resto. 4) Los votantes de JxC y Vox son los más polarizados. 5) La polarización de los seguidores de PP y Vox apareja conductas más antidemocráticas que la de los seguidores de PSOE y Unidas Podemos. 6) El efecto de la polarización es tan profundo que nos lleva a sospechar de quienes no conocemos, o incluso de nuestros vecinos, y a encerrarnos en pequeñas comunidades de confianza, con efectos potencialmente devastadores para la democracia. CONTINUAR LEYENDO

lunes, 6 de febrero de 2023

"LA CEGUERA DE LOS EMPRESARIOS QUE TANTO DAÑO HACE A LOS ESPEAÑOLES". Un artículo de Juan Torres, catedrático en la Universidad de Sevilla en el Departamento de Análisis Económico y Economía Política

Unas recientes declaraciones del dueño de Mercadona, Juan Roig, diciendo que los empresarios son los que crean la riqueza, muestran el desconocimiento que gran parte de la clase empresarial española tiene sobre cómo funcionan realmente la economía y sus propias empresas.

Las declaraciones son desafortunadas porque es sencillamente falso que el empresario, el dueño o el directivo de una empresa, sea por sí solo quien crea riqueza.

No podría crear ni un solo producto y, por tanto, obtener un euro de ingreso sin utilizar capital producido por otras sujetos; sin infraestructuras generalmente de construcción pública o sin bienes públicos que obligadamente debe proveer el Estado porque no puede hacerlo el mercado; sin beneficiarse del conocimiento que durante décadas han generado y acumulado otras personas; sin la investigación básica que casi nunca es rentable por sí misma y debe financiar el gobierno; sin personal más o menos cualificado empleado a su servicio; sin sistema de educación o de salus; sin clientela que disponga de ingresos, generalmente proveniente de otras actividades no necesariamente generadas por la empresa privada; sin normas legales e instituciones que lo protejan a él y a los negocios que lleva a cabo; sin impuestos, sí, sin impuestos, para que pueda financiarse el capital y el gasto público del que cualquier empresa privada, sin excepción posible, se beneficia en mayor o menor medida. La empresa, cualquier de ellas, es un sistema complejo con diferentes subsistemas o partes y no puede funcionar sin el funcionamiento interactivo de todos ellos. El empresario o el directivo es nada por sí solo: no puede crear nada sin todo ello.

Cuando un empresario dice cosas como las que acaba de decir el Sr. Roig, por lo demás un empresario de éxito que efectivamente ha creado mucha riqueza y no precisamente el que peor trata a sus empleados en España, se está manifestando la enorme ceguera con la que actúa el empresariado español. La peor de las cegueras, la que afecta, como decía José Saramago, a quienes viendo no ven, la que hace que no reconozcamos lo que tenemos delante.

Gran parte de los empresarios españoles, o al menos los dirigentes de la gran patronal que los representa, muestran también una gran ceguera cuando confunden constantemente el todo con la parte. CONTINUAR LEYENDO



domingo, 5 de febrero de 2023

"EN MOVIMIENTO. UNA VIDA". Una autobiografía de Oliver Sacks


Cuando Oliver Sacks tenía doce años, un maestro de escuela perspicaz escribió en su informe: "Sacks llegará lejos, si no llega demasiado lejos". Sacks nunca ha dejado de ir. Desde sus primeras páginas sobre su obsesión juvenil por las motocicletas y la velocidad, On the Move se infunde con su energía inquieta. Mientras relata sus experiencias como joven neurólogo a principios de la década de 1960, primero en California, donde luchó contra la adicción a las drogas, y luego en Nueva York, donde descubrió una enfermedad olvidada hace mucho tiempo en las salas traseras de un hospital crónico, vemos cómo su compromiso con los pacientes llega a definir su vida. Sacks nos muestra que la misma energía que impulsa sus pasiones físicas (levantamiento de pesas y natación) también impulsa sus pasiones cerebrales. Escribe sobre sus aventuras amorosas, tanto románticas como intelectuales; su culpa por dejar a su familia para venir a Estados Unidos; su vínculo con su hermano esquizofrénico; y los escritores y científicos (Thom Gunn, AR Luria, WH Auden, Gerald M. Edelman, Francis Crick) que lo influyeron.


sábado, 4 de febrero de 2023

SEYRAN ATES: "ES UNA ESTUPIDEZ PENSAR QUE EL YIHADISMO NO TIENE NINGUNA RELACIÓN CON EL ISLAM". Un arículo de Sofía Benavides publicado en infoabe.com el 22 de Abril de 2018

La feminista de origen turco inauguró la primera mezquita liberal de Alemania, donde mujeres y hombres rezan juntos y la comunidad LGTBI es bienvenida. Aunque le valió un atentado contra su vida y constantes amenazas de muerte, habla sin rodeos de los problemas de su religión

Mujer, abogada, feminista, de origen turco y musulmana. Activista contra el extremismo islámico. Fundadora de la mezquita liberal Ibn Rushd-Goethe, en Berlín. Víctima de un atentado contra su vida cuando apenas tenía 21 años y trabajaba en un centro de ayuda para mujeres turcas viviendo en Alemania. Objeto de una "fatua", es decir, un dictamen de un juez religioso en Egipto, y de una dura crítica por parte de la máxima autoridad religiosa de Turquía, después de que, en junio pasado, decidiera inaugurar su centro religioso 'alternativo', desafiando lo que la ortodoxia considera que son los principios del islam. Durante su vida escribió varios libros, pero Sayran Ates elige fotografiarse sonriente junto a un volumen de su "Der Islam braucht eine sexuelle Revolution" ("El islam necesita una revolución sexual"), publicado en el año 2009.

La lista que completa el tapiz sobre el que se teje su vida podría continuar, porque se trata de una mujer atípica: se ve obligada a salir a la calle con custodia policial por las constantes amenazas contra su vida pero no teme compartir su mirada crítica sobre el mundo que la rodea: el de las mujeres, el de los migrantes y el de los musulmanes en un país occidental. No teme o quizás sí, pero hace mucho tiempo que eligió ese camino que no piensa desandar ahora, a sus 55 años de edad. Su historia es larga y comenzó cuando, a los seis años, sus padres decidieron dejar Estambul para radicarse en Berlín, escapando de la pobreza y de las duras condiciones de la vida en Turquía. CONTINUAR LEYENDO



viernes, 3 de febrero de 2023

"VIAJE AL CENTRO DEL PENSAMIENTO LIBRE". Un artículo de Juan Soto Ivars publicado en Ethic el 10 de febrero de 2022

Ilustración

Carla Lucena

El poder, el tabú y las nuevas formas de censura dejan poco margen para la libertad de pensamiento en una era acelerada por el ritmo, tantas veces bronco, que marcan las redes sociales. Recuperar esa capacidad crítica, tan necesaria para el progreso y la convivencia democrática, pasa por rebelarse contra la arbitrariedad de esos límites.

Para alcanzar el centro del pensamiento libre hay que hacer el mismo movimiento que Lidenbrock en Viaje al centro de la Tierra: profundizar. Pensar es emprender un camino tortuoso hacia lo profundo a través de la espesura, un movimiento que podemos imaginar como una excavación o una indagación. La raíz latina de excavar habla de sacar algo que está escondido debajo de la tierra; la de indagar, de la persecución del rastro de las pisadas de los animales con el fin de sorprenderlos y darles caza. Son dos metáforas de la cavilación, y ambas remiten a la aventura. Creo que no hace falta subrayar que, en demasiados momentos, la aventura particular de pensar libremente ha estado sembrada de peligros.

Los enemigos del pensamiento libre son muchos y tan antiguos como el pensamiento expresado: no se puede hablar de una cosa sin referir la otra. Y no cuesta imaginar al primer hombre asesinado por expresar una idea, tirado en el umbral de una cueva, muerto de una pedrada o varazo por decir lo que otro más fuerte consideraba ofensivo. No podemos saber cuáles fueron esas palabras ni en qué idioma se expresaron; tampoco podemos imaginar el contenido del mensaje, pero antes o después, entre la niebla del tiempo, alguien tuvo que ser el primero en caer por haber expresado lo que tenía en la cabeza. Por haber excavado. Por haber indagado. Por regurgitar, en una lengua muerta, lo que venía rumiando.

Aquí, en la elucubración, aparece ya con claridad el primer enemigo del pensamiento libre. Quizá sea el más famoso, aunque no necesariamente el más temible. Me refiero a la fuerza, es decir, al poder. Donde existe el poder siempre hay personas que desean imponer límites al pensamiento de las otras, porque la presencia de cuestionamiento es el primer síntoma de la debilidad del poder. El poder, que adopta muchas formas, suele fingir que detesta que se hable, pero lo que en realidad detesta es que se piense. Si reacciona a la palabra expresada es porque esta delata un cauce de pensamiento que corre sin permiso del jefe.

Este miedo del poder al pensamiento libre explica el origen de la censura, y así nos lo cuenta J. M. Coetzee en Contra la censura, donde añade que la represión es más fuerte cuando el poder se siente más débil. En El cero y el infinito, Arthur Koestler escribe la mejor novela –superior incluso a 1984 de George Orwell– sobre el ataque del poder al pensamiento, en la que nos muestra meticulosamente el proceso de sometimiento intelectual sin recurrir a la fábula. Cuenta la historia de Nikolái Rubashov, comisario del pueblo y bolchevique de 1917, quien cae en una de las purgas estalinistas de los años treinta. Rubashov, comunista íntegro y articulado, es sometido a un interrogatorio que logra convencerlo de aquello en lo que no cree.

La novela muestra que un pensamiento puede ser acosado y aplastado más allá, incluso, de la simple censura. Muestra que se puede convencer a un hombre de que piensa lo que no piensa, y que un criterio puede resistir, tratar de escabullirse de la tenaza y fracasar sin necesidad de que nadie haya usado la fuerza o la tortura. Rubashov, que al comienzo se planta ante su interrogador con orgullo y entereza, lleno de libertad interior y argumentos para contraatacar todas las trampas, termina confesando con absoluta sinceridad que sí, que quería matar al Número 1 (Stalin), aunque nunca se planteó hacerlo, y que sí, que deseaba el sabotaje de su amada Unión Soviética, aunque fuese mentira.

Los interrogatorios de El cero y el infinito están escritos para que el lector acompañe a un pensamiento de camino a la esclavitud y la desaparición. Y no es casual que Koestler utilice un interrogatorio para narrarlo, porque interrogar es lo mismo que inquirir, e inquirir es el verbo que da nombre a la Santa Inquisición. En el Directorium inquisitorum, manual práctico para los inquisidores del siglo XIV, el fraile catalán e inquisidor general de Gerona Nicolau Eimeric explica el método para anular en el reo la capacidad de pensar. Eimeric no quiere que el hereje calle ni que finja que está convencido. Quiere que el razonamiento, la cavilación y el análisis sean absolutamente imposibles para él. Quiere llevarlo a un extremo de sometimiento en el que la creencia herética sea vencida porque no tiene mente en la que apoyarse. CONTINUAR LEYENDO


"NECESITAMOS UN ÉXODO DEL SIONISMO". Naomi Klein (elDiario.es 3 MAY 2024)

Judíos y simpatizantes celebran un Séder de Pascua para protestar contra la guerra en Gaza, el pasado 23 de abril, en el distrito de Brookl...