jueves, 31 de marzo de 2022

"MUJER NEGRA Y RESPETABILIDAD". Afroféminas, 18/03/2018

No se si estáis familiarizadas con lo que se llama la “política de respetabilidad”. Se trata de una regla no escrita que deben seguir las personas marginadas y las minorías (negros, asiáticos, colectivo LGTB, etc) para ganarse el respeto en la cultura dominante.

Si hablamos de mujeres negras, esto significa vigilar nuestra apariencia, manera de expresarnos y conducta sexual, para no ser clasificadas con el estereotipo grupal del que somos víctimas. Ajustamos nuestro comportamiento para evitar el racismo, el clasismo y estereotipos sexistas del grupo privilegiado y dominante.

Demasiado a menudo somos nosotras mismas las que nos autoimponemos o presionamos a otras mujeres con la “política de respetabilidad”. Desde luego que el principal responsable es el sistema racista que nos hace de menos como negrxs, pero la consecuencia de vivir con un sistema tan virulento contra nuestra negritud, es que interiorizamos el racismo y nos aplicamos las normas que nos impone a nosotrxs mismxs.

La razón de buscar esa respetabilidad está muy clara: queremos protegernos y mantener nuestra dignidad, no queremos que nos traten como a inferiores. No es fácil no practicar estas reglas y querámoslo o no, afectan mucho a nuestras vidas.

El problema es que esta respetabilidad nos enseña a despreciar nuestra esencia como afrodescendientes o negrxs. Se trata de pretender ser algo que no somos y que nunca alcanzaremos. Por eso además de inútil, es frustrante.

Cuidado, no estoy diciendo que no haya que ser una persona educada, con valores y solidaria. Estoy hablando de lo que seguro muchas habéis sentido cuando estabas a punto de hacer algo que creías os iba a señalar. Yo por ejemplo he suavizado mi forma de hablar en un local para no llamar la atención. Tengo la voz fuerte y no pasa nada si hablo alto, muchos hombres blancos lo hacen. Pero ellos no tienen miedo a ser tachados de nada ya que son el grupo privilegiado.

Hay muchísimas cosas que entran en la llamada respetabilidad política y que coartan a las mujeres negras. La presión estética sobre su pelo. La presión profesional sobre su capacidad académica, de ahí la obsesión por tener títulos univeristarios como tabla de salvación. La presión sobre su sexualidad que hace que deba mantenerse más recatada para no parecer demasiado promiscua, porque una mujer negra siempre es sospechosa de promiscuidad o incluso de prostitución.

Hay más, como la presión de no parecer demasiado enfadada, la presión de no ser demasiado mal hablada, demasiado étnica, demasiado…

Debemos liberarnos de esta “política de respetabilidad” e identificar cual es el verdadero problema: el racismo. El desprecio de esta sociedad a lo que somos y representamos.

Un paso para vencerlo es salir de esos estándares que nos imponen y que no podremos cumplir nunca. Porque no importa como nos comportemos, nunca seremos como el prototipo.

Así que se tú misma. En ti no hay nada malo ni pernicioso. Todo lo contrario, llevas a tus espaldas una cultura creadora, positiva, avanzada y llena de amor. Quiérete!!!!

FORGES, EUROPA Y LOS EUROPEOS

 




"LIBRO: DE CÓMO EUROPA SUBDESARROLLÓ A ÁFRICA". Walter Rodney


Walter Rodney, escritor y activista de Guyana, asesinado por su participación en el Black Power y en la política local, es el autor de este necesario libro, publicado en 1972, que cuestiona la idea de desarrollo y de subdesarrollo, profundizando en la violencia que se ha ejercido históricamente desde Europa contra el continente africano. Una denuncia del colonialismo como un sistema para el subdesarrollo.

lunes, 28 de marzo de 2022

"BOMBARDEOS SOBRE LA PALABRA LIBERTAD". Luis García Montero en Infolibre.es

El cinismo es uno de los grandes males de la sociedad contemporánea. Hace tanto daño como el purismo. Si los puristas suelen convertir en imposible cualquier transformación de la vida, paralizando las intervenciones políticas con unos ideales incompatibles con la realidad, los cínicos envenenan toda esperanza. Las palabras que quieren vincularnos con un compromiso colectivo acaban dinamitadas por dentro. El caso más llamativo en la actualidad es la degradación política de la palabra libertad por parte de un neoliberalismo que deriva hacia actitudes totalitarias. La libertad cívica se arranca de los marcos que procuran una convivencia justa y un respeto a las conciencias individuales para imponerse como la ley salvaje del más fuerte.

Intento ser positivo. Salir a la calle un sábado por la mañana permite buscar la esperanza siempre que seamos capaces de disciplinar la mirada. Se trata de no mirar por unas horas la fealdad del mundo. Conseguimos así un estado de ánimo adecuado para fijarnos en la madre joven que camina hacia el parque con un hijo pequeño de la mano. Una adolescente hermosa sale del supermercado y un joven corta su conversación telefónica para abrazarla. Pasan los dos delante de un anciano que está sentando en uno de los bancos de la acera.

La imaginación ayuda a hacerse una composición de lugar. Dentro de unas semanas el anciano será bien tratado en un centro médico. Resulta necesario que cuiden su tensión y que le hagan un buen diagnóstico que nos explique por qué le resulta a veces tan difícil respirar. Dentro de unos años los adolescentes quizás sigan enamorados y decidan tener hijos. Convendrá que antes hayan encontrado un trabajo decente, y un piso no sólo decente sino también asequible, y una dinámica familiar que facilite la conciliación. Por su parte la madre llevará al hijo a un buen colegio, y luego a un buen instituto, y luego a una buena universidad.

Todo bien en un mundo que justifique la esperanza. La convivencia social justa permite otro tipo de convivencia: la de los buenos deseos con la realidad. Pero esta convivencia no cae del cielo, el destino que rueda a su aire no ha sido nunca un emprendedor de causas justas, y por eso es necesaria la política humana, el arte de construir marcos para que sea posible una ética libre, un orden a salvo de las manos libres del bandidaje. La palabra impuestos es en este sentido una clave para la libertad y la esperanza. Cobrando impuestos justos a los que viven libres y acomodados, se puede dar libertad a los que sobreviven de forma injusta en el mundo. No es una buena apuesta diluir la libertad en la incertidumbre y el desamparo. Gracias a los impuestos, el anciano cobrará una pensión digna y contará con una atención médica decente, las familias podrán alcanzar mes a mes una normalidad respetable y la infancia crecerá en igualdad de condiciones con la ayuda de una buena educación asegurada.

Los que bombardean la palabra libertad, confundiéndola con la ley del más fuerte, envenenan también la palabra impuestos. Impiden así que la esperanza sea el derecho social de una comunidad para imponerla como un privilegio de clase. Supone un atentado contra la democracia sugerir que el dinero de los impuestos sólo sirve para enriquecer a los políticos. Se bombardea así el valor del Estado. Los impuestos no son una propiedad de los políticos, sino una necesidad del Estado para asegurar los derechos cívicos de su ciudadanía. Se trata de una riqueza colectiva, de un bien común, de una garantía de convivencia, de un compromiso con la esperanza.

Confieso que me da vergüenza escribir estas cosas tan evidentes, tan simples. Pero mi simpleza limpia es una necesidad de responder en público a las simplezas sucias de quien ha decidido huir de su propia falta de ética, encubrir sus miserias, a costa de confundir la libertad con la ley salvaje del más fuerte. Sería triste que la insolidaridad y la infamia se convirtieran en la versión moderna del patriotismo. Putin gana elecciones en Rusia con un patriotismo infame e irracional. ¿Qué patriotismo nos está vendiendo la indecencia neoliberal?



domingo, 27 de marzo de 2022

"LA REVUELTA DE LAS PUTAS. De víctima a activista". Amelia Tiganus

Amelia Tiganus es un referente en su activismo y se ha convertido en una voz fundamental del movimiento feminista en España, así como entre quienes construyen una teoría abolicionista de la prostitución.

A raíz de su experiencia personal y de su manera de entender y practicar la militancia, nos transmite la importancia de entender por que "lo personal es político" y nos carga de razones para luchar por un mundo más justo, igualitario y sin prostitución, para las mujeres y las niñas.

"comprendí que mi historia personal era una cuestión profundamente política, era la historia de las mujeres que el patriarcado pone a disposición de los hombres como mujeres públicas [#].

Las abolicionistas nos exponemos mucho al enfrentarnos a una perversa, mafiosa, poderosa y dañina industria millonaria, que pretende que nuestro destino sea servir sexualmente a los hombres. Es una batalla larga y dura, pero será un orgullo saber que hemos formado parte de un movimiento noble y justo, que ha dejado como legado, para las que quizá aún no han nacido, un mundo sin prostitución [#].

Hagamos la "revuelta de las putas".

Por las niñas de hoy y las mujeres de mañana."


sábado, 26 de marzo de 2022

"LIBRO: PEDAGOGÍA ERÓTICA. PAULO FREIRE Y EL EJÉRCITO ZAPATISTA DE LIBERACIÓN NACIONAL (EZLN). Miguel Escobar Guerrero


Es un texto escrito por Miguel Escobar Guerrero, cuenta con 220 páginas y se estructura en seis capítulos, un epílogo más anexo, junto a la referencia de las diversas fuentes consultadas, las cuales pueden resultar enriquecedoras al acceder a cada una de ellas. Asimismo, el prólogo fue escrito por Luis Villoro y Fernanda Navarro.








jueves, 24 de marzo de 2022

"LOS SIETE MAGNÍFICOS". Un artículo de Irene Vallejo publicado en MIlenio el 23.03.2022

Cada año se publican en los medios abundantes listas; nos interesa conocer quiénes son las personas más ricas, las más atractivas, las mejor vestidas o las más deseadas. Estos datos alimentan una curiosidad que puede parecer anecdótica pero tiene un trasfondo importante, pues todo aquello que se mide adquiere existencia y valor. Nuestras clasificaciones reflejan nuestras aspiraciones profundas: el apetito insaciable de fortuna y belleza. No siempre ha sido así. Entre los antiguos griegos, la lista más célebre era la de los Siete Sabios.

Los Siete Sabios de Grecia fueron un grupo de legisladores, jueces y filósofos recordados por sus logros y sus enseñanzas. La tradición los sitúa en el periodo griego arcaico, hace veintisiete siglos, una época en cierto modo parecida a la nuestra por ser una etapa de transición y de crisis de valores, de convulsiones económicas y sociales profundas. Todos ellos fueron contemporáneos y se cuenta incluso que llegaron a conocerse entre sí; vivieron el ocaso de las oligarquías y contribuyeron con su sabiduría al nacimiento de un nuevo orden cívico con leyes escritas para todos. Sus figuras contrastan con las de los héroes de antaño, inmortalizados en los cantos épicos y los mitos tradicionales. No se caracterizaron por ser poderosos guerreros, sino constructores de un orden social, gente de paz, de diálogo y de justicia. Para nosotros, que no elaboramos listas de nuestros mejores pensadores, resulta casi conmovedor compararnos con nuestros antepasados griegos; para ellos, los sabios eran la savia de la sociedad.

jueves, 17 de marzo de 2022

2OLIGARQUÍAS VS. OLIGARQUÍAS, Y A LOS DEMÁS QUE...". Por Joaquín Ivars (elDiario.es)

Escribir con el alma y el corazón helados, hace que se te caliente la boca y los dedos corran ardientes sobre el teclado del ordenador. Se podría hacer un listado infinito de los insultos lanzados a Putin desde todos los rincones del mundo occidental y desde gran parte de su amordazado territorio y ningún bien nacido suficientemente informado podría estar en desacuerdo con gritarlos hasta que le sangrara la garganta. Sin embargo, todos esos improperios atenúan su ruido frente al estruendo de las bombas y al silencio mortal que los enmudece.

Pero si la basura de Putin es de las peores de la historia, también es cierto que su mierda —además de alentarnos a tomar decisiones hacia la unidad y la defensa de valores compartidos—, está haciendo salir a flote gran parte de la inmundicia que las autollamadas democracias liberales llevan décadas intentando esconder en las cloacas de sus estados y la hipocresía de sus sistemas. Cada día vemos en toda su crueldad imágenes de ciudadanos arrasados por la barbarie, pero seguimos sin tener acceso a lo que se despacha en esos tronos de poder presididos por señores y señoras de este Occidente autolegitimado bajo el amparo de la palabra “democracia”; gobiernos y corporaciones cruzados por intereses de todo tipo en los que apenas cuentan las necesidades más perentorias de una grandísima parte de ciudadanos y ciudadanas. Alguien decía que la economía, en los sistemas capitalistas, es un bien público custodiado mayoritariamente por agentes privados; así nos va. Lo del zorro y las gallinas…

Actualmente, este Occidente abiertamente amenazado señala a las oligarquías rusas como únicos responsables de todos los males del planeta; oligarquías encarnadas en magnates sin escrúpulos que se han extendido ¿inadvertidamente? por el ancho mundo como una mancha de petróleo que parece brotar “por sorpresa” desde algún surtidor subterráneo. Y cuando uno escucha este tipo de consignas que intentan simplificar aún más nuestras perezosas mentes, no puede más que incendiarse como uno de esos rudimentarios cócteles molotov que los ucranianos lanzan con toda la fortaleza que da el ánimo de la libertad y la justicia y con toda la desesperanza del que sabe que Goliat no será derribado por David; como Dios no existe, la justicia divina es una quimera; y la justicia poética es el consuelo de los pusilánimes. Pero nuestro mundo infantilizado asiste compungido e impotente a este duelo desigual en una serie de terror servida por distintos canales de comunicación y que enfatizan las plataformas informativas con efectos especiales y conexiones dramatizadas, músicas épicas, gráficos en 3D y montajes cinematográficos propios de videojuegos de guerra, que es lo que se lleva. Los partes de los corresponsales de guerra y los informes de los ciudadanos que honestamente dan cuenta de lo que ocurre con peligro de sus vidas, son interrumpidos por anuncios de perfumes y otros imprescindibles bienes de consumo que sufragan las “necesidades” del despliegue mediático. El espectáculo audiovisual está servido, pero los “extras” reales, los que no solo ven, sino que pueden percibir el olor acre del conflicto en sus fosas nasales y sentir el sabor metálico del miedo en sus bocas, son los mismos de siempre —de uno y otro lado—, aquellos sobre los que recaen los “efectos colaterales” de la desgracia y la muerte arbitraria y gratuita.

Oligarquía es el poder de unos pocos: aristócratas, plutócratas, cleptócratas, trepas, usureros, abusadores, tramposos… miserables despiadados que —gracias a una suerte de superchería comúnmente aceptada—, creen, o nos hacen creer cada día, que el mundo les pertenece y que los demás solo somos fuentes de recursos o material inventariable para su disfrute. La vida es para ellos y solo para ellos, y así nos lo muestran cada día de muy diversas maneras; los demás somos mirones, meros voyeurs que debemos contemplar extasiados su obsceno estilo de vida. La superestructura ideológica de la que hablaba Marx, impuesta por aquellos que poseen los medios de producción, se transformó hace tiempo en el medio de producción por excelencia del capitalismo simbólico y cognitivo gracias a la imagen: la imagen es poder, quien la maneja controla el mundo; un control ejercido a través de la seducción o del miedo. La imagen es el poder de las clases dominantes replicado ad infinitum a través de todas las potentísimas tecnologías cognitivas a su alcance y que van mucho más allá de los antiguos modos de la propaganda.

Hace un par de años cité en un artículo una frase del desaparecido Emile Cioran, escrita en 1969, que creo que merece la pena rescatar nuevamente: "Se puede dar por seguro que el siglo XXI, mucho más avanzado que el nuestro, mimará a Hitler y a Stalin como a tiernos infantes". ¿Se equivocaba mucho el filósofo rumano? Después de la caída de estos desalmados, los sistemas de uno y otro lado del telón de acero consolidaron progresivamente oligarquías abusadoras durante la guerra fría con sus respectivos métodos, cada vez más turbios y tecnologizados. En el lado soviético, una vez caído el muro, las oligarquías cambiaron de manos sucesivas veces hasta conformar el dibujo actual que las viene enriqueciendo de manera descomunal y cuyas ganancias distribuyen por todos los paraísos fiscales de la Tierra —a imagen y semejanza de sus correspondientes parangones occidentales—. Y da igual que esas oligarquías de uno y otro lado se fraguasen en linajes de rancio abolengo, en la designación de compinches por parte de autócratas o en “meritorios” ascensos en la escala social; los designios de esas acumulaciones de capital, aunque se manifieste de manera diversa, siempre son aterradores. El problema es la propia acumulación y el manejo de su poder desde unas pocas mentes retorcidas e insaciables.

Desde luego, no es posible la equidistancia absoluta entre las oligarquías de una y otra calaña (a pesar, por ejemplo, de que haya presidentes de los Estados Unidos de Norteamérica que hayan utilizado el conflicto armado para defender y aumentar sus propios negocios petrolíferos o en Alemania las puertas giratorias hayan colocado a un ex canciller en las cúpulas del gas ruso), pero sí es posible afirmar que entre unas y otras existen multiformes retroalimentaciones positivas, y que las náuseas que provocan ambas son muy similares debido a que sus pestilencias no difieren demasiado; acaso son diferentes sus “tempos” y sus “sutilezas”. En la City londinense, en las fincas marbellíes, en los contubernios europeos, norteamericanos o asiáticos, en las participaciones en empresas y paraísos fiscales de uno y otro lado del mundo, etc., la oligarquía no se define tanto por sus metodologías (aunque comparten muchos modelos inmorales y criminales) como por sus objetivos: conseguir dinero y poder al precio que sea; exactamente igual que los narcotraficantes, los traficantes de órganos, de armas, de niños, de refugiados o de blancas, o las mafias de cualquier tipo. Si un lobby actúa como un cártel de la droga, es que estamos ante un cártel de algún tipo de droga. Y en el caso de las oligarquías rusas u occidentales, preguntémonos dónde han estado blanqueando sus corrupciones.

Así que, después de acabar con él, habría que decir sobre sus despojos: ¡Gracias, Vladimir! La repugnancia que produces renovó el asco que nos producen todos esos y esas que, con caras de no haber roto nunca un plato, se apoltronan en sillones de poder desde los que sofisticadamente manejan los destinos de los miles de millones que poblamos un planeta con el que también acabarán por sus siempre insatisfechas y sociopáticas ansias de dominación. Siempre ha sido así: oligarquías contra oligarquías, y a los demás que les den.

“El factor humano” (título de una novela de espionaje de Graham Green ambientada en el KGB y la Guerra Fría) se ha convertido en una frase usada para justificar las traiciones y contradicciones más aberrantes en la realpolitik de cada nivel y ámbito de nuestras sociedades: en las compañías de negocios, en las carreras militares, en pasillos de los parlamentos, en las sedes de los partidos o en los gabinetes de ministros, en los departamentos y facultades de nuestras universidades, en los ambientes deportivos, en los medios de comunicación, en los pasillos de la cultura, en las alfombras rojas del show business, en los tabernáculos del pensamiento... Y hemos dejado de percibir que el uso como coartada social en que se ha generalizado el llamado “factor humano” invoca la tolerancia a las debilidades más miserables de los miembros de esta especie; porque, como alguien dijo, no es que el sistema esté corrupto, es que la corrupción es el Sistema, y nosotros y nosotras nos dejamos mecer y adormilar en esa cuna que es lecho y jaula (unas veces de oro y otras de hierro). La corrupción es fractal, como las costas de una isla; la integridad moral, desgraciadamente, suele ser una isla sin costas. Ahora que tanto nos echamos las manos a la cabeza cuando vemos a niños, jóvenes y ancianos mutilados, muertos o corriendo despavoridos, huyendo del horror o siendo víctimas de los terroristas, habría que preguntarse en qué medida cada uno de nosotros y nosotras participa de semejante aquelarre o le damos pábulo de un modo u otro mediante nuestras tolerancias al “factor humano”.

Por tanto, sí, Vladimir, te tenemos que dar las gracias por motivarnos a mirar no solo hacia fuera sino también hacia dentro, por estimular en nosotros nuevas preguntas, y por hacernos ver tan nítidamente eso que representas —la escoria que camuflas con los dorados de tus palacios y de las puertas gigantes que se abren a tu paso torcido entre macarra y chico de los recados de Satanás—. Sin embargo, después de ese arduo trabajo de introspección en nuestras democracias liberales, lo peor de todo será comprobar que existen millares o cientos de miles que quieren seguir el ejemplo que encarnas en las imágenes mediáticas que nos venden y que tantos compran como souvenir del poder. Podemos estar seguros de que alguien escupirá sobre tu tumba después de haber sido juzgado como criminal de guerra, solo cabe esperar que no sea alguien que simplemente quiera imitarte y logre alcanzar tu puesto. Pero si no nos empeñamos en impedir las maldades camufladas o exhibidas, si las autoproclamadas democracias liberales no se endurecen y dejan de tolerar las debilidades humanas que nos afectan a todos y todas, mejor será que despidamos a nuestros políticos y políticas para siempre y, finiquitado este maloliente espacio común que llamamos sociedad, desaparezcamos de aquí y demos oportunidades a otras especies quizás menos humanas y menos desagradables.

miércoles, 16 de marzo de 2022

"PLAZAS DE TOROS, HOTELES, COLEGIOS: LOS CAMPOS DE CONCENTRACIÓN DEL FRANQUISMO POR LOS QUE PASAS SIN SABER QUE LO FUERON" (elDiario.es)

 La dictadura abrió unos 300 recintos de este tipo como parte del sistema de represión sistematizada, pero los que a día de hoy están señalizados y recuerdan los horrores que albergaron son una minoría

El franquismo no tardó ni 24 horas en abrir el primer campo de concentración en España. Desde la sublevación militar en julio de 1936 hasta bien entrada la dictadura, fueron casi 300 los recintos de este tipo que funcionaron como método de represión. Aunque algunos fueron levantados desde cero, la mayoría eran edificios que ya existían: iglesias, conventos, colegios, dotaciones militares, plazas de toros, campos de fútbol o prisiones. Hoy en día algunos ya no se conservan y de otros se desconoce la ubicación exacta, pero hay un centenar que siguen usándose para lo que inicialmente fueron concebidos o se han reconvertido sin que nada recuerde qué fueron entonces.

Así lo ha documentado el periodista Carlos Hernández, cuya investigación plasmada en el libro Los campos de concentración de Franco ha servido para arrojar luz sobre un capítulo de la historia que el franquismo se encargó convenientemente de ocultar. Los campos señalizados –en los que al menos se ha instalado una placa que recuerde para qué fueron utilizados– son una excepción. Por la mayoría pasan, visitan, estudian, se alojan o acuden a espectáculos miles de ciudadanos al día sin ser conscientes del horror que encerraron esos mismos lugares concebidos para castigar al enemigo rojo.

Algunos se utilizan a día de hoy para los mismos fines con los que se construyeron en su momento y otros han sido remodelados y su uso se ha modificado. Hay prácticamente en todas las provincias. El PSOE ha registrado una iniciativa en el Senado para instar al Gobierno a que sean señalizados. Según confirma la Secretaría de Estado de Memoria Democrática, es algo que se tratará en la próxima Conferencia Sectorial. “Debe hacerse con las comunidades, por lo que abriremos una línea de colaboración y financiación con el objetivo de que los campos sean señalizados y memorializados”, afirma el secretario de Estado Fernando Martínez. CONTINUAR LEYENDO



martes, 15 de marzo de 2022

"ÁNGELA DAVIS. UNA VIDA LLENA DE FEMINISMO".


Angela Davis: "Cualquier feminismo que privilegia a aquellas que ya tienen privilegios está destinado a ser irrelevante para las mujeres pobres, las mujeres de clase trabajadora, las mujeres de color, las mujeres trans o las mujeres trans de color".

lunes, 14 de marzo de 2022

"LOS PARIAS DE LA TIERRA". Joseba Eceolaza (Gogoan-por una memoria digna). El Diario Vasco, 07.03.2022

ETA intentó emular al IRA en las peores cosas. En ocasiones, de aquella copia salió una versión chapucera del terrorismo que, sin embargo, añadió más drama al asunto. En 1993, tras la Declaración de Downing Street que se leería a posteriori como el prólogo del proceso de paz, hubo diecisiete meses de tregua que el IRA rompió con un atentado en el barrio financiero de Canary Wharf, en Londres. La negociación estaba estancada y el IRA pretendió demostrar su fuerza así, con una potente bomba. Murieron dos personas, Inam Bashir y John Jeffries.

ETA hizo prácticamente lo mismo en la tregua del 2006, que rompió con un atentado en la terminal 4 del aeropuerto de Barajas al colocar una furgoneta bomba en el aparcamiento. La fecha, un concurrido 30 de diciembre. En esa ocasión murieron dos hombres ecuatorianos, que por no tener no tenían ni un sitio para dormir dignamente, ya que habían pasado la noche en sus respectivos coches. Diego Armando Estacio había nacido en el barrio marginal de Machala, en Ecuador, en una casa con ladrillos desnudos y agujeros en las ventanas.

Carlos Alonso Palate fue el otro hombre que murió bajo los escombros de ese pulso sangriento que ETA diseñó. Carlos era de un pueblo de los Alpes ecuatorianos, lleno de polvo y rodeado de piedras. Picaihua se llama. Su madre viajó hasta Madrid para identificar el cuerpo de su hijo. Era la primera vez que salía de su pueblo porque, pobre hasta las cachas, era Carlos quien alimentaba a toda su familia. En su delirio, el IRA trató además de imponer una especie de seguridad pública propia. En ese trabajo al que se dedicaron con mano dura actuaban contra los robos y el consumo drogas. Pero violentos como eran el exceso solía imponerse a su orden.

ETA en esto no fue tampoco muy original. En su particular estrategia de seguridad pública, se dedicó a matar a personas a las que acusaba, en la mayoría de las ocasiones sin fundamento, de chivatos o traficantes. Así fue engordando la lista de damnificados por su locura. Juzgaban como lo hacían los Tribunales Militares del franquismo: ellos eran los jueces, marcaban las normas a seguir, no cabían pruebas contrarias ni existía un esfuerzo probatorio, no había posibilidad de recurso y, por supuesto, la sentencia estaba decidida de antemano. Alguien era chivato, policía secreta o camello que colaboraba con la Guardia Civil porque ETA lo decidía, y nada más.

En 1973 ETA mató a los jóvenes gallegos Fernando Quiroga, José Humberto Fouz y Jorge Juan García porque estando en San Juan de Luz los confundieron con policías. Sus cuerpos, 48 años, después aún están desaparecidos.

En 1981, otros tres chicos jóvenes que iban vendiendo libros a domicilio en Tolosa, Pedro Conrado, Juan Manuel Martínez Castaños e Ignacio Ibarguchi fueron asesinados al ser confundidos también con policías. Al panadero gallego que vivía en Rentería Cándido Cuña le intentaron matar dos veces: una en 1979 y otra en 1983. La acusación no podía ser más estrambótica: vender pan a la guardia civil. A Luis Domínguez Jiménez lo mataron en Bergara en 1980 por ser «amigo de guardias civiles». En 1983, en Irun asesinan a Lorenzo Mendizábal porque en su carnicería compraban guardias civiles. Ramón Díaz fue asesinado con una bomba lapa puesta en su humilde Ford Orion en el año 2001 porque era cocinero en el Cuartel de Loyola, nada más, solo por eso.

El pueblo de Pasajes es oscuro y lluvioso, hecho de inmigración y marineros. En 1985 Ángel Facal, Gelín, con 42 años, iba todas las tardes a comerse un bocadillo a un bar decadente del pueblo. Se quedaba fuera porque aprovechaba para liarse un porro y fumárselo. Delgado, con el pelo desarreglado y de barba larga, Ángel caminaba por el pueblo arrastrando los pies porque su dependencia de las drogas le pesaba más que la lluvia que caía incesante. A eso se dedicaba, a encontrar algo de dinero para comprarse el bocadillo y el hachís para el día, aunque últimamente se había pasado al caballo, hasta que el 26 de febrero Idoia López Riaño, La tigresa, le pegó un tiro en la cabeza. Gelín ya no volvería a ese bar a comer ese bocadillo porque ETA le había acusado de ser un instrumento de la represión del Estado opresor, a él, que no tenía ni para merendar en un bar viejo de su pueblo.

Cuanto más absurda era la acusación, más miedo se generaba y más intimidatorio se volvía el ambiente. El terror actúa como un disolvente de la libertad porque en el miedo, en la cabeza gacha, es donde crece con comodidad. Esos asesinatos de gente común buscaban precisamente eso, que todos fuéramos cobardes porque la pistola y la lengua acusatoria podían apuntarte en cualquier momento. Así que, entre acusaciones de tráfico de drogas y chivateo que estiraron hasta el infinito, ETA aplicó su propia justicia popular a docenas de personas. Una actitud que a veces escondía una chapuza evidente y otras el ánimo de ejercer un control social dictatorial. Porque también los parias de la tierra estuvieron bajo el yugo de ETA.

lunes, 7 de marzo de 2022

"NO ES CUESTIÓN DE AUTOESTIMA". DESIRÉE BELA-LOBEDDE

Más de una y dos veces, cuando hablo de los comentarios que las mujeres negras recibimos relacionados con nuestra piel y nuestro cabello, aparece una persona blanca y me dice algo del estilo de "Tú lo que tienes que hacer es sentirte orgullosa de cómo eres. Déjales que digan lo que quieran".

Hace algún tiempo, creo que va para dos años o tal vez algo más, en una actividad organizada por el colectivo Black Barcelona sobre cómo criar a niños y niñas afrodescendientes, pasó algo similar. Después de las exposiciones, después de que distintas personas en el público hablásemos de cómo proveer de herramientas a nuestra descendencia para enfrentar el racismo que (sí, en serio) todavía existe, pide la palabra una persona blanca y nos dice lo que tenemos que hacer. Y lo que tenemos que hacer se convirtió en un mensaje bastante paternalista que ponía el foco en nuestra autoestima como comunidad: "Lo que tenéis que hacer es trabajar vuestra autoestima".

Viendo que esto de que aumentar la autoestima es un consejo que las personas suelen dar a menudo, hoy necesito desenredar un poco la madeja y explicarte mi punto de vista sobre esto del refuerzo de la autoestima de las personas africanas y afrodescendientes como estrategia para sobreposición y resistencia al racismo.

La cosa es un poco como sigue: ¿Estamos hablando de conductas y comentarios racistas que hacen terceras personas y lo que me dices que tengo que hacer es trabajar mi autoestima? Pues lo siento (no, no lo siento), pero tengo que decirte que no. Que no es cuestión de autoestima.

No es cuestión de autoestima y deja que te diga por qué para mí no lo es. Venga: pongamos que te hago caso y hago lo que tú me dices que tengo que hacer, y me meto en el Gimnasio de la Autoestima a trabajarla bien duro. Y tengo que trabajarla bien duro porque adquirir una mayor autoestima es un trabajo a largo plazo. Además, hasta donde yo sé, no se comercializan píldoras de efecto inmediato que me den un chute de autoestima. Así que, venga: hago lo que tú me dices que tengo que hacer y estoy trabajando mi autoestima.

A mí se me ocurre una pregunta y es la siguiente: ¿crees que mi autoestima trabajada va a hacer que otras personas dejen de hacer(me) comentarios racistas? ¿Crees de verdad que es así como funciona? ¿Cómo va a pasar? ¿Y mientras estoy trabajando mi autoestima, que ya hemos dicho que es un trabajo que lleva tiempo, qué hago para que los comentarios y actitudes racistas paren?

Tener una autoestima elevada, como mucho, me va a ayudar a responder ante la agresión racista. O quizás no. Porque yo tengo una autoestima elevada, sí; pero hay días que oigo el comentario racista del día, o me mandan el meme o el GIF racista de moda y, aunque tenga la autoestima elevada, no me apetece responder. Así que te pregunto de nuevo: ¿crees de verdad que es la alta autoestima de las personas negras la que tiene que acabar con el racismo?

Además, aquí está pasando otra cosa: ¿son las personas las que reciben las agresiones las que tienen que actuar? Esto lo vemos a todas horas con el feminismo, ¿no? Se nos ordena a las mujeres que cerremos bien las piernas o que vistamos de formas concretas si no queremos ser agredidas, cuando el mensaje tienen que ser para los hombres violadores. Así que se recurre al "mujer, tápate" en vez de al "hombre, no violes". Traslademos esto al feminismo: si a un hombre se le ocurriera decirle a una mujer que lo que tiene que hacer para sobreponerse al machismo de la sociedad es tener la autoestima alta, se liaría un embrollo de proporciones épicas. Pero como nos lo dicen a las personas racializadas no pasa nada.

Volvamos al racismo. Con el "tú lo que tienes que hacer es tener la autoestima alta", insisto, estás poniendo toda la carga y toda la responsabilidad en la persona negra (o latina, gitana, árabe, asiática). Y, ¿de verdad crees que la responsabilidad de dejar de recibir agresiones reside en quien sufre las agresiones? Porque, vale, de acuerdo, yo voy a trabajar mi autoestima, ¿pero qué vas a hacer tú? Determinar que la erradicación de una opresión es responsabilidad única y exclusivamente de quienes la viven es injusto. Y perverso. Es invisibilizar las discriminaciones que sufren determinadas personas, es negar la violencia que se ejerce sobre un colectivo. Y negar esa violencia es... (adivina) ¡violento! Es una de esas técnicas violentas que se ponen en marcha desde la fragilidad blanca cuando se habla sobre racismo y la cosa se pone incómoda.

Porque déjame que te lo recuerde: el racismo es una estructura más de esas (como el sexismo o el clasismo) sobre las que se ha construido la sociedad en la que vivimos hoy. La maquinaria racista se puso en marcha en el momento en el que Europa decidió salir en sus barcos a descubrir y evangelizar. Y desde entonces no ha parado. Se ha desarrollado, se ha sofisticado y sigue impregnándolo todo: la educación, la cultura, la política, el lenguaje… te hablo de racismo institucional, chiqui; pero tú sentencias que, para sobrevivir a todo esto, lo que yo tengo que hacer es aumentar mi autoestima, ¿no? Quienes tenemos que hacer el esfuerzo somos las personas racializadas. Aumentando nuestra autoestima desaparecerá esta estructura racista que nos imposibilita en tantos aspectos, ¿no? Pensemos un poquito más en esto, chiqui. Porque tal vez, si le damos algunas vueltas más, convenimos que, efectivamente, la autoestima (mi autoestima, la autoestima de todo un colectivo), no tiene mucho que ver con el racismo que se ejerce desde fuera.
https://blogs.publico.es/desenredando/2018/12/18/no-es-cuestion-de-autoestima/

viernes, 4 de marzo de 2022

"ARMAS EN LOS LABIOS: PUTIN Y LA INSOPORTABLE TERGIVESACIÓN DE LA HISTORIA". Iván Igartua, Catedrático de Filología Eslava

El recurso a la justificación histórica suele ser inversamente proporcional a la legitimidad o la justicia de las decisiones políticas que lo reclaman. Cuanto más dudosa es su licitud (hasta el extremo de ser a veces nula), tanto mayores serán la carga discursiva y la ristra de motivaciones supuestamente ancladas en la historia que se ofrecen como aval del atropello. La retórica que envuelve la agresión de Rusia a Ucrania, decretada por el presidente ruso Vladímir Putin el 24 de febrero de 2022, el año en que se cumple el centenario de la creación de la Unión Soviética, es un ejemplo trágicamente paradigmático de la manipulación falaz de la historia para justificar, cara a la galería (a su galería), una iniciativa bélica que viola la legalidad internacional (sin ir más lejos, el artículo 2 de la Carta de las Naciones Unidas) y que es, por encima de todo, un infame atentado contra la libertad de la sociedad ucraniana, contra la débil democracia aún incipiente del país y contra la dignidad humana.

Los argumentos que ha esgrimido el régimen autocrático de Rusia para lanzar el ataque a Ucrania son esencialmente geopolíticos, pero conformarse con la idea de que el Kremlin solo exige un cinturón de seguridad para sus ciudadanos frente a la tendencia expansiva de la OTAN supone menospreciar la megalomanía sovietizante de Putin (aparte de caer en la trampa de su marco mental). Imbuido de espíritu revanchista y neoimperial, el presidente ruso aspira a refundar un orden internacional que ha mermado notablemente el peso de Rusia en el mundo desde el hundimiento de la Unión Soviética, la gran catástrofe de la historia moderna, según Putin, y causa de un resentimiento que explica su visión y buena parte de sus actos. Lo suyo es, en el fondo, una rebelión en toda regla ante al fin de la historia anunciado en 1989 por Francis Fukuyama, esa clausura que entrañaba la generalización definitiva de las democracias y el declive irremediable de las tiranías (pronóstico que vino a ser, sin duda, prematuro). El fin liberal de la historia, así lo han entendido Putin y el Rasputin de Putin (el filósofo-estratega Alexander Duguin), representa su propio fin. Pero ellos calculan que aún están a tiempo de conjurar la amenaza.
La reinvención del pasado

El paso que ha dado Rusia en Ucrania es el más dramático desde la anexión de Crimea, aquel primer episodio de la recuperación a plazos de su área de influencia en los territorios eslavos orientales (sin los cuales no hay imperio que valga). Putin no ha dejado de repetir que los rusos y los ucranianos forman un mismo pueblo y deben compartir destino, con independencia, por supuesto, de lo que piensen y deseen estos últimos. A los bielorrusos (o rusos blancos, los del oeste) ni los menciona, los tiene bien atados por ahora. La ficción de la Gran Rusia imaginada por Putin arranca en la Rus de Kiev, primera configuración estatal de pueblos eslavos orientales, que data del siglo IX y cuyos príncipes fueron, al principio, de estirpe varega (es decir, germanos, no eslavos), como atestiguan sus nombres (Riúrik, Oleg, Olga, Igor), todos ellos de ascendencia germánica. Dentro de esa dinastía, Vladímir I el Grande (luego el Santo) convirtió la Rus de Kiev al cristianismo en el año 988 y su hijo Yarosláv I, apodado el Sabio, amplió sus territorios, inicialmente restringidos a parte de la Ucrania actual, hasta llegar, hacia 1054, a zonas septentrionales de lo que hoy es la Rusia europea.

Para Putin esa comunidad de partida resulta suficiente. Pero, por si fuera poco, niega la existencia de Ucrania al margen de Rusia, contra toda verdad histórica, hasta que –dice– Lenin crea su estado en 1922; antes no habría sido más que ‘Malorossiya’, la Rusia Pequeña o Menor, mero apéndice de la Madre Rusia. Silencia convenientemente la época en que Ucrania (o parte de ella, la antigua Rutenia) formó parte del Ducado Lituano (siglos XIV-XVI) y el hecho de que no fue hasta finales del siglo XVIII cuando el imperio ruso la engulló definitivamente. Ni una palabra, desde luego, de la hambruna de 1933, el ‘Holodomor’ (literalmente “muerte por hambre”) que se llevó por delante la vida de más de 3 millones de ucranianos. Tampoco de los procesos forzados de rusificación. Aunque Putin siga a rajatabla el principio orwelliano según el cual quien controla el presente controla también el pasado, la historia no puede ocultarse todo el tiempo, por más que se prohíban actividades como las de ‘Memorial’, asociación que investigaba la represión totalitaria de los tiempos soviéticos. ¿Es posible a estas alturas que el presidente ruso aún se pregunte por qué una mayoría de ucranianos rechaza a toda costa el abrazo aniquilante de su “hermano mayor”?

Una de las falsedades más indecentes que propala el líder ruso es la de que Ucrania está gobernada por nazis o neonazis desde 2014, año en que la sociedad ucraniana consiguió derrocar a Víktor Yanukóvich, la marioneta corrupta de Putin en Kiev. De cara a su público, la “desnazificación” de Ucrania es otro de los motivos que sustentan la agresión a un país soberano (en su jerga, “operación militar especial”; en plata, una ‘Blitzkrieg’ fallida) y la pretensión de derribar un gobierno libremente elegido bajo el pretexto, ominoso si no fuera delirante, de liberar a la población ucraniana de un régimen opresor, responsable de “genocidios”. La calumnia llega a extremos ultrajantes cuando la dirige al actual presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, hoy símbolo de la heroica resistencia de Ucrania, que es judío y varios de cuyos familiares fueron asesinados en el Holocausto. El gran historiador británico Antony Beevor ha manifestado estos días que el único que se está comportando como Hitler es Putin. La última vez que Kiev sufrió un bombardeo fue precisamente en 1941.
Un resentimiento histórico

El desprecio por la verdad de lo sucedido que suele acompañar al enmascaramiento de las iniquidades actuales tiende a coaligarse con una extraña necesidad de fundamentación historicista, cuando en realidad quien comete la tropelía o, como en este caso, el crimen los ejecuta tanto si hay como si no hay razones históricas para ello. Es en ese medio donde toma cuerpo la tentación de instrumentalizar el pasado falseándolo a conciencia, donde campa impune la insoportable –a menudo burda– tergiversación de la historia. El régimen ruso la practica a espuertas, sin pudor alguno, como corresponde a un fiel heredero de las épocas más terribles y oscuras de Rusia.

El resentimiento es una palanca nociva de acción política (y seguramente de cualquier clase de actividad), como se ha advertido desde Nietzsche y Scheler. El colapso de la Unión Soviética y sus efectos, de los que Putin hizo responsable también a Occidente, han sido fuente de un rencor duradero que, transformado en hostilidad hacia el supuesto causante de la ofensa, se cierne ahora como una sombra siniestra sobre Europa y la convivencia en el mundo. Ucrania, un país en el que Putin no ve patria sino patrimonio, es la primera víctima. Las consecuencias de la invasión son impredecibles. “No hay nada más peligroso en política que un resentido con talento”, dijo una vez Unamuno. En especial cuando ese talento despliega su inmenso arsenal destructivo y lo hace, además, amenazando al conjunto de la humanidad libre.

"NECESITAMOS UN ÉXODO DEL SIONISMO". Naomi Klein (elDiario.es 3 MAY 2024)

Judíos y simpatizantes celebran un Séder de Pascua para protestar contra la guerra en Gaza, el pasado 23 de abril, en el distrito de Brookl...