viernes, 16 de febrero de 2024

"SOMOS HUMILDES SIERVOS DE LOS SEÑORES DE LA NUBE: BIENVENIDOS AL TECNOFEUDALISMO". Un artículo de Yanis Varoufakis (El Paí11 FEB 2024)s

Un nuevo capital mutante ha matado y sustituido al capitalismo: el capital en la nube. No fabrica cosas, sino que se compone de dispositivos concebidos para modificar nuestro comportamiento. Y le va de maravilla.

Miremos hacia donde miremos, estamos presenciando el triunfo del capital. En almacenes, fábricas, oficinas, universidades, hospitales públicos, medios de comunicación, incluso en el espacio, pero también en el microcosmos de las semillas patentadas. ¿Cómo me atrevo, entonces, a afirmar que el capitalismo ha muerto asesinado? ¿Quién lo ha matado? La respuesta es de una ironía deliciosa: el capitalismo ha muerto asesinado por su propia mano: por el capital.

Si estoy en lo cierto, lo preocupante no es lo que la Inteligencia Artificial (IA) nos vaya a hacer en el futuro, sino lo que ya ha hecho: el capital ha llegado a ser tan dominante y ha mutado en una variante tan tóxica que, como un virus estúpido, ha acabado matando a su anfitrión, el capitalismo, para sustituirlo por algo muchísimo peor.

Este nuevo capital mutante que ha matado al capitalismo vive en la famosa nube, así que llamémoslo capital en la nube.

El capital en la nube, por supuesto, no vive realmente en la nube, sino en la Tierra; reside en equipos conectados en red, granjas de servidores, torres de telefonía móvil, programas, algoritmos basados en inteligencia artificial y en el fondo de nuestros océanos, donde se extienden incontables kilómetros de cables de fibra óptica.

A diferencia de lo que ocurre con los medios de producción del capital tradicional, como los motores de vapor o los robots industriales modernos, que son medios fabricados, el capital en la nube no fabrica cosas, sino que está compuesto por dispositivos concebidos para modificar el comportamiento humano. Eso es lo que son Alexa de Amazon o el Asistente de Google: un medio de modificación del comportamiento construido precisamente para eso. Es una máquina, una pieza del capital, a la que entrenamos para que nos entrene para que la entrenemos para que ella decida qué queremos. Y, una vez decidido lo que queremos, la misma máquina nos lo vende directamente, sin pasar por los mercados.

Por si fuera poco, esa misma máquina consigue que sostengamos la enorme red de modificación del comportamiento a la que pertenece con nuestro propio esfuerzo, de forma voluntaria y gratuita. Cuando publicamos reseñas, valoramos productos o publicamos en la red vídeos, diatribas y fotos, estamos ayudando a reproducir el capital en la nube sin recibir un céntimo por nuestro trabajo. La máquina, en definitiva, nos ha convertido en siervos de la nube. Mientras tanto, en las fábricas y los almacenes, los mismos algoritmos que modifican nuestro comportamiento y nos venden productos se utilizan —normalmente, mediante dispositivos digitales en la muñeca del trabajador— para hacer que trabajen más deprisa, dirigirlos y vigilarlos minuto a minuto.

Impresiona ver de qué forma el capital en la nube consigue desempeñar cinco funciones que antes estaban fuera del alcance del capital tradicional. Capta nuestra atención. Fabrica nuestros deseos. Nos vende directamente, sin pasar por los mercados tradicionales, lo que nos ha hecho desear. Fomenta el trabajo proletario en los centros de trabajo. Y crea una ingente mano de obra gratuita (los siervos de la nube). CONTINUAR LEYENDO

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