domingo, 8 de diciembre de 2024

"Mayor Oreja, el creacionismo y la libertad de enseñanza". Carlos Fernández Liria, elDiario.es 5 DIC 2024

El exministro Jaime Mayor Oreja.
Por muy curado de espanto que creo estar, sinceramente, me sorprendió ver a Mayor Oreja defender el creacionismo. Es verdad que no hace tanto que vimos a Milei nombrar a una terraplanista directora de la Comisión de Ciencia y Tecnología, que hemos visto que Trump barajó nombrar fiscal general del Estado a un pedófilo y que ha nombrado al antivacunas Robert F. Kennedy secretario de Salud. O sea, que son tiempos que nos tienen acostumbrados a muchas extravagancias, pero uno siempre piensa que esas cosas ocurren en otros países más o menos exóticos, pero no en el propio.

Hay que aceptar que ya no es así y que, cuando siguiendo la ola general la derecha vuelva a gobernar este país, tendremos que acostumbrarnos a ver cómo el delirio supersticioso sepulta la sensatez científica de la Ilustración. No es imposible que se imponga el negacionismo del cambio climático, la cruzada antivacunas, la idea de que los homosexuales son enfermos necesitados de terapia, o la de que los programas sociales son un atentado contra la propiedad privada, una manera de robar a los más ricos bajo el amparo de la ley. Mayor Oreja ha roto el hielo y se ha colocado a la avanzadilla, afirmando que “entre los científicos están ganando aquellos que defienden la verdad de la creación frente al relato de la evolución”.

Como docente que llevo ya cuarenta y tres años siendo profesor, tengo que mostrar mi estupefacción y mi desánimo. Hace ya bastantes años que los profesores de secundaria, en clase de Biología o de Historia, tienen que enfrentarse al hecho de que hay alumnos que no están dispuestos a conceder al evolucionismo ninguna credibilidad. Mayoritariamente son niños y niñas que pertenecen a familias evangelistas, que asisten al culto regularmente seis días a la semana, de modo que el pastor les ha prevenido con creces contra el “adoctrinamiento estatal” que pueden sufrir en la escuela, donde intentarán explicarles a Darwin o teorías genéticas sobre la antropogénesis que contradicen a las Sagradas Escrituras. Contra esta barbaridad, la escuela pública se defiende como puede. Pero es muy desalentador ver a un antiguo ministro del Interior, candidato a lendakari y eurodiputado, echar más leña al fuego.

Sin embargo, lo más sorprendente y lo más grave es que se siga dando por buena la idea de que la libertad de enseñanza, tal y como la entiende la derecha, es un antídoto contra el “adoctrinamiento estatal”. Así entendida, dar carta blanca a semejante “libertad de enseñanza” equivaldría a que los padres creacionistas tendrían derecho a encerrar a sus hijos en un colegio concertado o privado de ideología creacionista, sin tener que toparse con el escollo de que algún biólogo o algún historiador les llevara la contraria en la escuela pública explicando lo normalizado por la comunidad científica.

Hay que decirlo una y mil veces: no podemos seguir llamando “libertad de enseñanza” a semejante aberración. Los padres no pueden arrogarse el derecho de encarcelar a sus hijos en una secta ideológica hasta que tengan dieciocho años, de modo que estos crezcan creyendo que el mundo es una mera prolongación de su familia y que, por tanto, si sus padres son del Opus, el mundo entero también es del Opus o que, si son evangelistas, entonces el creacionismo es un consenso académico universal. Los padres tienen derecho a educar a sus hijos como les venga en gana, pero en su casa. A lo que no tienen derecho es a prolongar este adoctrinamiento familiar extendiéndolo a todos los aspectos de su vida hasta que los hijos sean mayores de edad, cuando a lo mejor ya la cosa no tiene remedio. Eso no es libertad de enseñanza, es totalitarismo ideológico, libertad para adoctrinar de forma dictatorial y panóptica. CONTINUAR LEYENDO

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