PENSAR NO ES PECADO

"No necesitamos hombres que piensen, sino bueyes que trabajen" (Juan Bravo Murillo, Ministro de Instrucción Pública). "Quienes no se mueven no notan sus cadenas" (Rosa Luxemburgo). "Ningún hombre tiene derecho a una verdad que perjudique a otro" (Benjamín Constant)

lunes, 31 de enero de 2022

"HISTORIA DE UN PIRÓMANO". Un artículo de Iñaki Arrizabalaga publicado en Diario de Noticias de Navarra el 30.01.2022

Mientras tanto, el expirómano reconvertido a modélico bombero no tiene en esta nueva fase ni media palabra de humanidad o cercanía hacia todas las personas que murieron abrasadas en sus incendios, ni media sílaba de autocrítica por su pasado incendiario.Señor David Pla: qué felicidad que usted ya no sea un pirómano. Pero de ahí a ser bombero... 

Érase una vez un pirómano que por vocación de servicio al pueblo se dedicaba a quemar casas. En esos incendios moría gente que nunca tuvo que haber muerto. El pirómano sabía que estaba muriendo gente, pero a él eso le importaba bien poco, porque seguía quemando casas. Esa causa superior a él -su vocación de servicio al pueblo- estaba por encima de todas las cosas y personas y justificaba todos sus incendios. También había muchas personas que, contra toda lógica y toda ética, aplaudían al pirómano y le instaban a continuar quemando casas.Un día el pirómano y quienes le jaleaban dicen que ahora lo que toca con relación a la vocación de servicio al pueblo es apagar los incendios que él mismo ha ido causando durante tanto tiempo. Y al pirómano lo transforman en bombero. Quienes le apoyaban cuando quemaba casas nos dicen ahora que el pirómano es, en realidad, un bombero de trayectoria ejemplar, modélico apagafuegos a quien debemos reconocer su colaboración, porque sin ella los incendios que él mismo había creado nunca se apagarían. Si les recordamos que lo que pasó en esos incendios no se puede olvidar y que no se puede hacer borrón y cuenta nueva de su pasado de pirómano, entonces nos acusan de querer provocar otro incendio. Mientras tanto, el expirómano reconvertido a modélico bombero no tiene en esta nueva fase ni media palabra de humanidad o cercanía hacia todas las personas que murieron abrasadas en sus incendios, ni media sílaba de autocrítica por su pasado incendiario.Señor David Pla: qué felicidad que usted ya no sea un pirómano. Pero de ahí a ser bombero...

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Etiquetas: Artículo, ETA, Terrorismo

viernes, 28 de enero de 2022

"TENGO MIEDO". Por Patricia Simón. La Marea 13.03.2020

Me da miedo que se aplaudan decisiones coercitivas como el confinamiento forzoso que, incluso pudiendo ser necesario, son el resultado del fracaso de la propia ciudadanía para actuar cívicamente y evitar en la medida de sus posibilidades las interacciones sociales.

Me da miedo lo rápido que perdemos la confianza en la sociedad cuando tenemos miedo.

Me da miedo perder derechos democráticos por una medida excepcional –por muy excepcional que sea el escenario del coronavirus– y tener que vivir durante semanas bajo un sistema más autoritario.

Me da miedo saber que, en determinadas circunstancias, gran parte de la población apoyaría la instauración de un sistema autoritario por un supuesto bien común, así sea el de preservar la salud o, incluso, la vida.

Me da miedo percibir la presteza con la que nos convertimos en policías de la moral, en acusadores de nuestros vecinos y vecinas, en vigilantes de un Estado policial.

Me da miedo la velocidad con la que, perturbados por el miedo y la desconfianza, somos capaces de pensar que este tipo de crisis se gestionarían mejor bajo un régimen dictatorial.

Me da miedo el miedo que esta sociedad le tiene al miedo.

Me da miedo en lo que nos puede convertir el virus del miedo.

Me da miedo plantear estos miedos y ser acusada de inconsciente, ingenua, insolidaria, desleal.

Me da miedo que, cohibida por ese miedo, me calle estos miedos.

Me da miedo el miedo que le tenemos a las dudas.

Dudar no me da miedo.

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Etiquetas: Artículo, Confinamiento, COVID, Miedo

jueves, 27 de enero de 2022

"LA GUERRILLA DE LA CONCORDIA". Jorge Drexler

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Etiquetas: Canción

lunes, 24 de enero de 2022

"EL MEÑIQUE QUE SOSTIENE EL MUNDO". Columna de Irene Vallejo en El País de 23.01.2022

Los problemas de salud mental no son —­contra lo que pensaba Tony Soprano— un síntoma propio de nuestros tiempos

Siendo todavía una niña, aprendiste a descifrar los disimulos de los adultos. Pronto supiste que tu madre ocultaba sus jaquecas como si fueran una debilidad inconfesable. En un extraño juego del escondite acechabas sus evasivas, sus pretextos, ese empeño por mantener el tipo aunque los esfuerzos agudizasen el dolor. Ahora, cuando tú misma protagonizas el teatro ante tu hijo, te preguntas por el perverso resorte que nos induce a sentirnos culpables de nuestras enfermedades.

En el inolvidable comienzo de Los Soprano, Tony sufre un ataque de ansiedad. No se avergüenza de la extorsión y el homicidio —meros gajes del oficio mafioso—, sino de su angustia. En la consulta de su psicóloga añora un pasado donde nadie se quejaba porque solo los blandengues sufrían enfermedades mentales: “Hoy en día, todo el mundo tiene que ir a psiquiatras y consejeros a hablar sobre sus problemas. Qué fue de Gary Cooper, el tipo fuerte y silencioso que no estaba en contacto con sus sentimientos. Simplemente hacía lo que tenía que hacer. Ahora todo es disfunción por aquí y disfunción por allá”. Irónicamente, el Gary Cooper de carne y hueso sufrió una depresión que lo postró en la cama de un hospital a comienzos de los años treinta, justo en los inicios de su fama. En esos mismos días, el actor explicó en una carta a su sobrino: “Dejé que la gente me atacara a través de mis emociones, mi simpatía, mis afectos”.

En nuestro imaginario, el pasado está siempre poblado por seres más fuertes que nosotros. Asociamos la Antigüedad romana con invencibles legionarios y generales impávidos. Sin embargo, la salud mental era una enorme fuente de preocupaciones, patentes en la literatura médica. Según Alejandro de Trales, una mujer vendaba su dedo meñique todos los días temiendo que, al doblarlo, el mundo se derrumbaría. Libanio se refiere a personas que “padecen una ansiedad generalizada de mente y cuerpo, viven afligidos por temblores y se estremecen de terror ante mensajes banales”. Galeno describe a un paciente que creía ser una olla de barro y temía romperse —como el cervantino licenciado Vidriera­—, mientras que otros se identificaban con Atlas cuando soportaba el peso del mundo sobre los hombros. Cuenta el mito griego que el titán Atlas se rebeló contra los dioses y fue condenado a cargar sobre su espalda la bóveda del cielo hasta acabar su vida petrificado, convertido en la cordillera norteafricana del mismo nombre. Simbólicamente, quien sufre hoy el zarpazo de la depresión hereda el dolor de aquel esfuerzo insoportable.

En realidad, esos tipos duros como roca —incluso por castigo— existen únicamente en las leyendas. Para los simples mortales del mundo antiguo, los médicos eran muy caros y aún más el tratamiento en casa, así que la población pobre tenía que conformarse con amuletos y exorcismos. Los enfermos más graves eran encerrados o expulsados a la intemperie, donde vivían como vagabundos. Los Evangelios narran la historia del endemoniado de Gerasa, que rompió los grillos y cadenas para huir al desierto. Cierto día Jesús conjuró a sus demonios y los arrojó a una piara de cerdos, que acto seguido se lanzaron por un precipicio. Aquella legión de animales no pudo soportar el suplicio que afligía a un solo ser humano: era la época del sálvese quien pueda.

Los problemas de salud mental no son —contra lo que pensaba Tony Soprano— un síntoma propio de nuestros tiempos líquidos; si nos adentramos en los textos históricos, descubrimos que han existido siempre. Según la Organización Mundial de la Salud, una de cada cuatro personas sufre un trastorno de este tipo en el mundo. El neurólogo Oliver Sacks llamó a estas patologías “enfermedades moralmente neutras”. En este escenario no caben disfraces, disimulos ni culpas. Lo real es el peso de las adversidades que afrontamos ­—llámense confinamiento, duelo, trabajo precario, violencia o estrés— y nuestros recursos para lidiar con las heridas que provocan. Insistir solo en las flaquezas de las personas deja a cada paciente en soledad. Los trastornos de la mente emergen por fin del silencio. Puede que los veamos como un enigma: no los convirtamos en estigma.

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Etiquetas: Salud mental

"MENTIRAS QUE CONTAMOS A LOS JÓVENES". Por Elia Barceló, publicado en elDiario.es el 23 de enero de 2022.

Les enseñamos que pueden conseguir lo que se propongan, que todo es cuestión de esfuerzo, de demostrar lo buenos que son. Y eso es terrible porque, cuando, por mucho que se esfuercen no lo consiguen, la conclusión que sacan es que la culpa es de ellos

Que las jóvenes generaciones están -en su mayoría- frustradas y decepcionadas con el mundo adulto que se han encontrado no es nada nuevo para nadie. No hay más que ver las estadísticas de paro juvenil, de depresiones y suicidios.

Es duro reconocer que la culpa la tenemos nosotros, los que pertenecemos a las generaciones anteriores y somos quienes los han educado en valores y creencias que -ahora nos damos cuenta- eran falsas. Bienintencionadas, pero falsas, igual que el mito de los Reyes Magos. Solo que, a diferencia de este, que en algún momento de la infancia se descubre y, a pesar de la mentira en la que hemos vivido hasta ese momento, nos deja un poso de ilusión, de felicidad, de magia e inocencia, las otras ideas que nos han ido inculcando a lo largo de la infancia y la adolescencia, cuando se revelan falsas, crean la sensación de manipulación y de engaño.

Me explico. Casi ningún padre o madre miente a sus retoños a propósito, pero la mayor parte de nosotros protegemos a nuestros hijos de la realidad del mundo que se van a encontrar cuando ingresen en la sociedad ya como adultos. Tratamos de que sean honestos, íntegros, que no copien en los exámenes, que estudien con aplicación, que cumplan sus promesas... Les decimos que, si trabajan y se preparan bien, si aprenden idiomas, si hacen carreras y masters, les irá bien en la vida, encontrarán un trabajo que los hará felices y colaborarán en el progreso del mundo. Y mientras se lo decimos a ellos, nos lo creemos y pensamos que a ellos les irá mejor que a nosotros porque están mejor formados, son más cosmopolitas, saben manejar aparatos que a nosotros nos cuesta entender. Nos hace ilusión pensar que será así.

Luego, cuando ellos, con sus carreras y sus idiomas, pero sin una familia bien situada y con muchos contactos que les permitan colocarse bien, se enfrentan a su propio futuro, se dan cuenta de que muchas veces -demasiadas veces- los mejores puestos van a los más mediocres, a los que nunca expresan una opinión propia, a los que no tienen un comportamiento de integridad insobornable. Los demás jóvenes, que son la gran mayoría, tienen que apechugar con trabajos mal pagados, con contratos vergonzosos, con dos o tres empleos para poder permitirse el “lujo” de pagarse un alquiler que les permita vivir solos o en pareja, sin tener que alargar la etapa de los pisos compartidos hasta los 40 años.

Les hemos mentido. Nosotros, y las películas -sobre todo las estadounidenses- y los libros de superación, que se venden como rosquillas, y las series para adolescentes. A base de cine, han llegado a creerse que, si de verdad deseas algo, lo vas a conseguir contra viento y marea, que el individuo puede enfrentarse a un sistema corrupto y vencerlo. Mentiras podridas que han hecho tanto daño como la búsqueda incesante del príncipe azul, que no llega porque simplemente no existe.

Y lo peor es que nosotros lo sabíamos. Quizá no con todos los detalles, pero sabíamos que el mundo no es el lugar luminoso y justo que les estábamos haciendo creer. Pero no queríamos abrirles los ojos tan pronto. Queríamos que siguieran creyendo en los grandes ideales, igual que nos gustaba que creyeran en la magia y pusieran los zapatos en el balcón. En descargo de las generaciones mayores se puede decir que la mayor parte de nosotros pensábamos que, si los educábamos en la honestidad, en la fe en la justicia, y el respeto, y la equidad, estábamos poniendo nuestro granito de arena para que el mundo fuera haciéndose, generación tras generación, un lugar mejor.

No me arrepiento de haber educado así a mis hijos, pero cuando veo a tantos jóvenes frustrados, convencidos de que no hay futuro para ellos, de que no son más que carne de consumo, de que solo se les tiene en cuenta para venderles productos y servicios que, con mucha frecuencia no pueden pagarse porque no ganan lo bastante, me da mucha pena, y creo que nos hemos equivocado en muchas cosas. Pero ¿qué madre, padre, educador, va a enseñar a los niños a plegarse a condiciones abusivas, a dejarse corromper, a bailarle el agua a un jefe que no está a la altura de su puesto, pero es quien manda?

No. Les enseñamos que pueden conseguir lo que se propongan, que todo es cuestión de esfuerzo, de demostrar lo buenos que son. Y eso es terrible porque, cuando, por mucho que se esfuercen no lo consiguen, la conclusión que sacan es que la culpa es de ellos, que no han trabajado lo suficiente, o no lo deseaban con toda su alma, o no son lo bastante buenos. A la vez, miran a su alrededor y se dan cuenta de que hay mucha gente que está ganando un buen sueldo sin haber terminado ni siquiera un bachiller -véanse en detalle algunos individuos de la clase política o en el ambiente de la televisión-, o personas de su misma edad que, sin saber hacer nada en concreto, están establecidos como “influencers” y pueden vivir de ello.

Los y las jóvenes ven que no los hemos preparado para el mundo como es y las reacciones son variadas: cinismo, depresiones, rabia, consumo de drogas, violencia... Muchos, y esa es de las reacciones más positivas, se retiran a mundos de fantasía a través de novelas, juegos y películas, donde las cosas aún se pueden resolver con magia, o empuñando una espada o un hacha de doble filo. Siempre he pensado que ese interés de las generaciones jóvenes por lo medievalizante y el fantasy viene de la impotencia que sienten en su vida cotidiana. Desean identificarse con personajes que toman su destino en la mano y se abren paso a golpe de espada o de varita mágica por un mundo hostil porque desean sentir que tienen algo de control sobre su vida, justo lo que les falta en su día a día.

Lo triste es que han olvidado que la única manera civilizada de tener control en nuestra sociedad es ejercer su derecho al voto, elegir partidos que tengan las mismas ilusiones que ellos, que deseen crear una sociedad como la que imaginan, que hagan leyes para que los atropellos no sean posibles. Pero, por desgracia, una de las reacciones más frecuentes es no ir a votar. También creen, quizá con algo de razón, que les hemos mentido al decir que la democracia sirve para algo.

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Etiquetas: Autoculpabilidad, Democracia, Esfuerzo, Jóvenes

domingo, 23 de enero de 2022

"EN EL DESFILADERO HELADO". Por Irene Vallejo

 

El cuerpo es un símil de la realidad donde habita. Cuando a lo largo y ancho del mundo el confinamiento cerró las calles, empezamos a sufrir contracturas físicas y mentales. Somatizamos los duelos como dolores, y la ansiedad es una secuela cada vez más palpable de este paréntesis angosto e interminable. El miedo, las tensiones, el peso del trabajo y el poso de las soledades se traducen a un lenguaje de carne en nuestras piernas, estómagos, corazones y cabezas. Este malestar encajonado tiene raíces antiguas; “angustia” significaba en latín “desfiladero, lugar estrecho, abismo”. Lo mismo ocurre con la tensión que nos oprime: “estrés” procede de strictus, en el sentido de “estricto, apretado, estreñido”. La tristeza estrangula el aire, enmudece la voz. Hasta que, de pronto, como en un hechizo, ciertas palabras nos permiten abandonar el pasadizo helado y encontrar alivio.


Cuántas veces, tratando de levantar nuestro ánimo, hablamos con nosotros mismos para conjurar el miedo, igual que susurramos al niño temeroso de la oscuridad. Nos decimos que es preciso confiar, ser fuertes, no desistir. Esta capacidad para desdoblarnos en un yo sereno que trata de apaciguar al otro yo es una proeza sorprendente y antigua. Ya Homero contaba en la Odisea que, a veces, el llanto sacudía a Ulises, y entonces escondía la cara tras el manto, humedeciendo la tela en silencio. Al regresar a Ítaca, el navegante encontró su palacio ocupado por extraños y tuvo que mendigar en su propia ciudad. Derrotado, se dijo: “Corazón, sé paciente, en otras ocasiones sufriste reveses más duros, pero aguantaste”. Por primera vez en nuestra cultura, un humano habla no con sus semejantes o con los dioses, sino consigo mismo. El diálogo íntimo nació así, con una llamada a la calma y al sosiego.

Durante estos tiempos tormentosos, los duelos amputados han agudizado nuestro malestar. C.S. Lewis intuyó que el dolor por la muerte de un ser querido se expresa a menudo en el idioma de la angustia. Con más de cincuenta años, el devoto profesor de Oxford aceptó casarse con la poeta norteamericana Helen Joy Davidman —católica, divorciada y comunista—, que le pidió ayuda para evitar la expulsión del país cuando le denegaron el permiso de residencia. Por sorpresa, ese matrimonio de conveniencia en la madurez desembocó en un inesperado y hondo enamoramiento, que poco después truncaría el cáncer. Cuando ella murió, Lewis escribió en Una pena en observación: “Nadie me había dicho que la pena se viviese como miedo. La misma agitación en el estómago, la misma inquietud. No estoy asustado, pero la sensación es idéntica. Aguanto y trago saliva. Antes tantos caminos y ahora tantos callejones sin salida”. Lo conmovedor es que esas reflexiones anotadas en cuadernos, sus apuntes sobre la tristeza, se convirtieron en un libro que le ayudaría —como a tantas personas, todavía hoy— a escapar de la calle angosta, de la trinchera circular. 

La ansiedad es una habitación estrecha. Luis Buñuel lo explicó en su película El ángel exterminador, donde unos amigos se reúnen a cenar en un lujoso salón y después, por una razón inexplicable, no consiguen atravesar el umbral para salir. Según el cineasta, habrían sido atacados por una plaga misteriosa e innombrable. Entre esas cuatro paredes se suceden la desesperación y el humor surrealista: una comedia trágica sobre la asfixia y el desasosiego. Cuando el túnel nos aprisiona, la risa ensancha los pulmones con aire fresco. Conversando con otros exiliados españoles en México, el director señaló la clave: “Los hombres cada vez se ponen menos de acuerdo y por eso se combaten entre ellos. Pero ¿por qué no se entienden? En la película es lo mismo, ¿por qué no llegan juntos a una solución?” Según Buñuel, debería asombrarnos no que los personajes sean incapaces de salir, sino que no intenten colaborar. Hoy, más que nunca, hay que observar las penas, hablar con el corazón, reír en el desfiladero y atreverse a buscar ayuda. Hace falta coraje para dar rienda suelta a las palabras enjauladas. No siempre comprendemos cuánta fortaleza se necesita para vivir en la fragilidad.

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martes, 18 de enero de 2022

"MIRA A CASADO HACIENDO CARNE EN UNA PARRILLA APAGADA Y VERÁS QUE DA LA BRASA, PERO LO TIENE CRUDO. Benjamín Prado. InfoLibre 17 de enero de 2022

Siempre me ha llamado la atención la tendencia de los políticos al disfraz, a buscar votos no a través de la seducción sino de la imitación, queriendo convencer a quienes los escuchan o miran de que son uno de ellos, alguien en quien confiar por su cercanía. Luego, ganan las elecciones de turno y, si te he visto, no me acuerdo. Lo que no puedo saber es qué pensarán hoy los taxistas que se paseaban por Madrid con la fotografía de Isabel Díaz Ayuso en el parabrisas, casi a modo de santa, cuando la hayan visto posando para la competencia, en este caso Uber, y dándola su apoyo; y lo que no puedo entender es que cualquier trabajador, del ramo que sea, pueda creer que alguien que defiende las ideas neoliberales que defiende la presidenta de la Comunidad de Madrid pueda al mismo tiempo defenderlo a él. O se mira hacia arriba o se mira hacia abajo, pero es imposible hacer las dos cosas a un tiempo.

[...] Gran parte del debate en los medios de comunicación es idéntico: falta objetividad y sobra militancia; faltan argumentos y sobran consignas; faltan razones y sobra ruido; por no hablar ya de cuando, sencillamente, se pierden los modales. El coronavirus no se sabe, pero la famosa crispación sí que ha salido de un laboratorio, el de quienes no aceptan la democracia nada más que cuando ganan y el resto del tiempo se dedican a deslegitimar a quienes los han vencido con sus votos o con la suma de los suyos y los de sus aliados. A base de verlo todos los días, lo hemos normalizado, pero es una anomalía, tanto lo uno como lo otro. Por suerte, hay algunos indicios de que la tendencia cambia, las y los ciudadanos están aburridos de escuchar gritos vacíos y empiezan a preferir los espacios donde el diálogo es posible y los puntos de vista felizmente distintos se pueden defender sin transformar los estudios o los platós en circos. Ojalá, porque si alcanzamos el momento en que se exija a quienes se acercan a un micrófono que sea para decir algo, ellos, nosotros, el país y el mundo podrán mejorar mucho.

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Etiquetas: Promesas electorales

domingo, 16 de enero de 2022

"CARNE DE CAÑÓN". Un artículo de Luis García Montero en Infolibre del 15.01.2022

En un soneto de su libro Apolo titulado Los fusilamientos de la Moncloa, lectura poética de las ejecuciones que Goya pintó en su famoso cuadro, Manuel Machado observa cómo cae "la eterna carne de cañón al suelo".

En todo conflicto aparece en escena de una manera o de otra, víctima o cómplice hambrienta de los verdugos, la eterna carne de cañón. El pensamiento democrático no debería olvidar que la injusticia social y el desamparo provocan que los discursos totalitarios arraiguen entre los seres ofendidos. Lo saben algunos medios de comunicación y algunas redes instaladas a conciencia en la mentira y en la manipulación de los hechos. Además de intentar aclarar la verdad conviene que se eviten los malos cultivos, que se tome nota de cómo vive la gente. Buena costumbre esa de preguntarse cómo vive la gente.

Antonio estudia secundaria en un instituto público con muchas deficiencias, algo característico de un país en el que la educación ya no es una vía de ascenso social. La brecha se agranda y la educación privada trabaja para asegurar los privilegios de las élites.

María es un parada sin futuro. Su edad de 52 años y su condición de mujer le han puesto las cosas muy difíciles desde que cerró el comercio en el que trabajaba.

José tuvo buena suerte. Ha conseguido un trabajo. Pero su salario no permite que su familia salve el umbral de la pobreza.

Angustias enciende la televisión y recibe la noticia de un juicio sobre casos de corrupción continuados en su comunidad autónoma. La forma en la que le explican las cosas no comunica la idea de las corrupciones de un partido, sino la sensación de que todos los políticos son iguales y se dedican a robar.

Juanfra, el marido de María, se ha puesto poco después un programa deportivo sobre fútbol en el que los comentaristas chillan, se interrumpen, hablan con la rabia en los labios y disfrutan al despreciar a los adversarios. Así se habla, sí señor, así se cantan las verdades. Yo tampoco me callo, le dice a su mujer.

Antonia trabaja donde puede y lleva firmados una larga lista de contratos por dos días, una semana, un mes o tres meses. Tener salario bajo es una cosa, le comenta a la compañera con la que comparte mesas en un chiringuito. Lo peor es no saber dónde voy a trabajar mañana.

Jacinto ha sido el vivo ejemplo de una clase media que poco a poco se fue debilitando. No puede consumir como antes. Le deprime, le indigna, comprobar que su poder adquisitivo se empobrece cada vez más. Con voz de persona experimentada le dice a su hija que los españoles de los años 90 tuvieron la vida mucho mejor que los jóvenes de hoy.

María del Mar, la hija de Jacinto, ha decidido viajar a Berlín a buscar trabajo. Su carrera de Filología Española le va a servir de poco. Está dispuesta no ya a buscar trabajo, sino a buscarse la vida como sea. Mil veces ha oído que los padres lo tuvieron más fácil que sus hijos, pero lo que ella siente es que los retos son individuales, que no existen compromisos colectivos y que sólo se salvará la más lista.

Pedro desiste en su esfuerzo de fijar una cita en el ambulatorio, enciende la radio y escucha el fragmento de un debate parlamentario en el que un señor acusa al Gobierno de no se sabe cuántas tropelías. La sanidad desmantelada de la comunidad no es competencia del Gobierno, pero Pedro no está para pensar, añora una invasión de tanques que ponga orden en los hospitales y en la vida enferma de la gente.

Roberto y Asunción escuchan como lluvia monótona los dividendos de una gran empresa de la energía que acaba de anunciar sus resultados. Están medio dormidos ante ese aburrimiento, pero se despiertan con la noticia de unos migrantes que van a causar problemas en España. Es que vienen a quitarles el puesto de trabajo. ¡Están hasta las narices de los tontos que repiten la cantinela de los derechos humanos¡ ¡Hasta las narices del buenismo!

Maruja comenta un bulo indignante como si fuese la pura verdad. Felipe recibe un wasap sobre la indecencia de un alcalde que quiere prohibir los toros. A Raúl le han resumido el mundo en la suspensión de la caza. A Lucía le han hecho comprender que la libertad es tomarse una caña y salir sin mascarilla porque nadie puede meterse en su vida. Molina…

Son carne de cañón. Es peligroso dejar que la democracia se convierta en una flor de plástico.

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Etiquetas: La fragilidad de la democracia

viernes, 14 de enero de 2022

DIRECTIVO FUTBOLÍSTICO

 


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Etiquetas: Cartel, Derechos humanos, Futbol

jueves, 13 de enero de 2022

"LA POLÉMICA DEL CONCURSO EN CATALÁN:NO ES EL TRIGO, NI EL BLAT, SINO EL "TRIG"". Lourdes Lancho en elDiario.es el 12 de enero de 2022

El catalán es una lengua que hay que proteger y fomentar, pero no acepto cuando se genera una imagen harto antipática y segregadora. Una lengua debe ser un orgullo y no una imposición 

El tema de la polémica del concurso en catalán me parece una tontería. No invita más que al guerracivilismo con las lenguas. Que para mí es la madre de todas las contradicciones. Es, además, un signo de los tiempos, de cómo una anécdota se convierte en un tema que ocupa demasiado espacio en los medios. Y de cómo la mala política, o perdón, la falta de consistencia política, crea problemas donde no los hay.

Lo primero es centrar que era un concurso, en catalán, y que la participante era una niña de 14 años. Repito, una niña de 14 años, que a veces se nos olvidan detalles que me parecen importantes. Porque, gracias a algunos políticos, el vídeo de su participación en el concurso se ha hecho viral. Esa niña vuelve al cole y su vida es un infierno. Igual pasó con el colegio de Canet de Mar y la familia de otra niña de 4 años. En fin, dar detalles de estos casos ya te hace sentir mal. El tema es la calidad humana de quienes utilizan esto como arma arrojadiza para fomentar su discurso político, aunque no sé si llamarlo político. Porque cuando a un partido tan solo le queda el arma de agitar odios que, en realidad, no son un problema para la sociedad; ya está todo dicho.

Una niña se bloquea y no le sale una palabra en catalán. La dice en castellano y no la dan por válida porque es un concurso en catalán, de la televisión pública catalana que tiene como uno de sus principios normalizar y sostener el buen uso del catalán. Y siguiendo el hilo de la calidad humana de esta polémica. A mí lo que me pellizca el alma es la gestión que hace el presentador del tema. Sobraba la burla que hace con la “catalanización” supuestamente graciosa de la palabra en castellano. Le responde que no puede dar por válida la respuesta, y añade en tono burlón “trig”. En catalán sería blat. Eso es algo que quienes hemos aprendido catalán en el colegio hemos sufrido. Esa superioridad de la burlita o de la corrección en medio de una argumentación o de una conversación cuando no venía a cuento, no me gusta. A mí cuando me cortan, o me cortaban, en medio de una conversación para “corregirme” me daba mil patadas en el hígado. Porque, de alguna manera, te hacen sentir inferior, hay un cierto paternalismo en quien te corrige como si tuvieran ellos las claves del “catalán correcto”. Me refiero a que no suelen ser ni lingüistas ni herederos directos de Pompeu Fabra.

Me apena que se vuelvan a cavar trincheras en Catalunya con algo tan susceptible de romperlas como es la lengua. Como son las lenguas. Para mi generación y la de mis padres hablar catalán era algo aspiracional, era ganar prestigio, arraigarse. Era hablar del futuro. Porque era la lengua en la que hablaban los primeros alcaldes y equipos municipales que empezaron a hacer cosas en los barrios en que vivíamos: abrían escuelas públicas, centros cívicos.... Las fiestas que se organizaban mezclaban ese catalán antifranquista con otros acentos y otros ritmos que sonaban en los bloques. Nos miraban, nos integraban, nos incluían en el futuro del país. Mis padres nos llevaron a colegios donde se hablaba y enseñaba catalán, incluso antes de estar en el currículum. Estaban orgullosos de eso. El catalán es una lengua en peligro, porque es minoritaria. Eso es así, le pese a quien le pese, porque tan solo hay que mirar la avalancha de oferta mediática y cultural en castellano y compararla con la catalana. Es una lengua que hay que proteger y fomentar. Pero igual que no acepto que se rompa este consenso, por un lado, detesto cuando desde el otro se genera una imagen harto antipática y segregadora. Una lengua no puede hablar de bandos. Porque al final se trata de que la gente quiera hablarla, leerla, escucharla. Que seduzca, que sea un orgullo y no una imposición, que se sienta viva, que lo correcto sea que se hable, aunque a veces se nos olvide alguna palabra, o se utilice alguna expresión que el Institut d’Estudis Catalans no apruebe. Detesto que se hagan políticas basándose en el rechazo a una lengua. Porque me parece la antítesis de la función primordial que tienen, que es el entendimiento, la comunicación, la cultura. Aunque precisamente por ser un arma tan potente, las lenguas se puedan utilizar a veces para todo lo contrario. Eso siempre provoca un silencio aterrador.
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miércoles, 12 de enero de 2022

"NUNCA ABRAS LA CAJA DE PANDORA SI ERES MINISTRO

En nuestra Caja de Pandora está cuanto dicen que no existe: los productos cárnicos de peor calidad, los medios hurtados a la atención de nuestra salud, tirar la toalla del Covid por "la economía", la corrupción, los intereses malsanos y las mentiras diarias

Es evidente que Alberto Garzón abrió la Caja de Pandora con sus declaraciones al diario inglés The Guardian. Mejor dicho: fue el bulo, la manipulación de sus palabras, la llave que dejó al descubierto el baúl de los secretos inconfesables que las gentes de buena familia guardan en casa a resguardo de las visitas inoportunas. El ministro de Consumo español no reconoció que España es superior siempre, en sus carnes todas tanto como en sus ejemplares instituciones y democracia. “España es la mejor”, ya lo dijo Manolo Escobar.

Esto no se hace así y menos en período electoral, es decir nunca. Ahora mismo la política del corto plazo debe atender a esa llamada a las urnas que el PP de Castilla y León –en plena sexta ola de pandemia- se ha montado a toda prisa para ver si distrae la atención de lo que le espera:
1) El juicio en marzo del Caso Perla Negra, la construcción fallida de un polígono en Arroyo de la Encomienda, Valladolid, en el que está imputada, entre otros encausados, buena parte de la cúpula de la Consejería económica del gobierno de Mañueco. Con los habituales cargos de delito continuado de prevaricación, revelación de secretos, tráfico de influencia o malversación de caudales públicos. Esa “pasta gansa” que se distrae desde cargos públicos.
2) Pero, fíjense, que varios de ellos también andan en los tribunales por la “trama eólica”. Considerada “la mayor trama de corrupción de Castilla y León", la Fiscalía pide 140 años de cárcel y 835 millones de multas. Sumados a los que les solicitan en los otros procesos, los condenados tendrían que requerir de un plus de inmortalidad para poder cumplir las sentencias. Las tramas eólicas suelen consistir en mordidas –de todo tipo- a políticos a cambio de concesiones.

3) Y todavía queda la presunta financiación ilegal del PP de Salamanca durante la campaña que dio el triunfo precisamente a Alfonso Fernández Mañueco, presidente y actual candidato del PP.

Tras haber dado a Ciudadanos lo que en el argot de la calle se llama una puñalada trapera, Mañueco habría de gobernar con Vox. La formación aún más ultraderechista presenta un candidato que es un auténtico muestrario de su ideología: machista, homófobo y racista, tanto que discrimina dentro de la comunidad a salmantinos y leoneses diciéndoles unos insultos tan feos, pero tan feos, como nadie podría imaginar de alguien que recibe votos de personas.

Pero la carne de las macrogranjas industriales es sagrada y de la mejor calidad. De hecho es que no existen, todos los cerdos españoles pastan en verdes prados rodeados de mariposas, si nos atenemos a las declaraciones del candidato Mañueco: “El concepto de macrogranja no existe, es una cortina de humo”.

Como recordarán, ni siquiera The Guardian tituló su entrevista al ministro de Consumo español con ningún ataque a nuestro sector cárnico, cosa que sí hubiera hecho cualquier periodista de haber hecho esa declaración. Y sí se hizo eco de la “polémica” suscitada por su manipulación, por el bulo. A estas alturas los datos sobre este tipo de industrias son abrumadores. Y se añaden cada día: España incumple sus propios límites de emisión de amoniaco desde hace 10 años por el 'boom' de las macrogranjas. Porque España suscribe los protocolos europeos y esas industrias ocasionan problemas no resueltos. También hemos oído opiniones encendidas a favor y en contra, pero por más que se intente educar a la gente en que ambas son válidas y basta con elegir la que más le guste a cada cual, la realidad no funciona así. Hay verdades y mentiras, realidades y bulos. Y cuando comemos no nos llevamos a la boca un bocado ficticio, sino completamente cierto aunque se aderece con salsa de patraña.

Pero la Caja de Pandora se había abierto y urgía cerrarla a toda prisa, sentarse encima y silbar. Mañueco lo ha resuelto a la perfección con el viejo axioma: si digo que no hay, no hay. Continuación de aquel otro: lo que no se dice, no existe. El ayusismo se impone cuando afirma por ejemplo que su Madrid tiene la mejor sanidad de España. Trump, el gran ideólogo del movimiento, lo llamó “hechos alternativos” (“alternative facts"). Y el concepto se interiorizó hasta hacerlo suyo en todas las granjas de la ignorancia fanática.

Lo peor es que se ha apuntado hasta el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez que, en entrevista con Àngels Barceló en la Cadena SER, lamentó este lunes “muchísimo” la “polémica” desatada por las palabras del ministro de Consumo. No por el bulo, por las palabras de Garzón. Y añadió que “el sector cárnico español es de excelente calidad". Todo él. Presidentes autonómicos y varias ministras del PSOE habían ido de avanzadilla. Y este martes, el de Agricultura, Luis Planas, aun admitiendo que las declaraciones de Garzón habían sido manipuladas, las ha calificado de "desafortunadas" afirmando que "poner en duda la calidad y la seguridad de los productos agroalimentarios españoles" daña al sector. Una entrevista en Más de Uno de Onda cero que ha emocionado al ex futuro ministro de Ciudadanos Marcos De Quinto.

Es la guerra. Por estatus y poder para hacer y deshacer… ¿en favor de los ciudadanos? A la vista de los historiales del PP en Castilla y León y sus socios necesarios, ¿era imprescindible que el Gobierno hiciera suyo el bulo para desautorizar a Garzón? El periodista Carlos Alsina, que entrevistaba a Planas, lo tiene claro, todo parte de “el desprecio constante de Pedro Sánchez hacia las opiniones de su ministro de Consumo, Alberto Garzón”. Y concluye que "Garzón debería haber dimitido hace tiempo. Por amor propio". Diría que tampoco es así como funciona esto. No abras caja alguna, no seas ministro.

Pandora fue la primera mujer en la mitología griega. A ésta, iniciando la tradición, le cargaron la posesión de todos los males del mundo metidos en una vasija o caja, externa, a diferencia de otras culturas en las que la culpabilidad venía incorporada al hecho de ser la mujer originaria. Pandora solo estaba obligada a reprimir su curiosidad y no abrir ese contenedor de truenos. Pero lo hizo. Y el mal se esparció por doquier.

En nuestra Caja de Pandora está cuanto dicen que no existe: los productos cárnicos de peor calidad que contaminan la tierra y el agua, los medios hurtados a la atención de nuestra salud, tirar la toalla del Covid por "la economía", la corrupción, los intereses malsanos, el egoísmo, las mentiras diarias tan abultadas que ya fuerzan la cerradura y tantas cosas más, quizás hasta el gusto por ser engañado.

Los dioses previeron que al fondo de la Caja de la Pandora original quedase Elpis, el espíritu de la Esperanza. Algunos quieren ver algo parecido en esta cochambre. No es imposible, no es mugre cuanto se ve, ni mucho menos. Pero meter “todos los males del mundo” en la caja de nuevo para que no se vean no es el camino. La esperanza, de haberla, se arruga. Claro que si cambiamos al menos el disco - más imaginativo y acorde con el siglo-, todo está en buscar con El Arrebato "un valiente que ponga primaveras en el pelo y cambie las piedras por pastillas de jabón"… Sobre todo pastillas de jabón.

en enero 12, 2022 No hay comentarios:
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martes, 11 de enero de 2022

"LOS SIETE NIVELES DE LA DESESPERACIÓN". Por John Berger en "Con la esperanza entre los dientes".

Pertenecer a una superpotencia inigualada deteriora la inteligencia militar de los estrategas. Pensar estratégicamente implica que uno se imagine en los zapatos del enemigo. Entonces es posible prever, amagar, tomar por sorpresa, desbordar por los flancos, etcétera. Malinterpretar al enemigo puede conducir, a largo plazo, a la derrota; la propia. Así se derrumban a veces los imperios.

Hoy, una cuestión crucial es: qué hace a un terrorista mundial y, en el extremo, qué es lo que crea a un mártir suicida. (Hablo aquí de los voluntarios anónimos: los líderes terroristas son otro cantar. Y distingo a los terroristas mundiales de los locales porque estos últimos —como en Irlanda, el País Vasco o Sri Lanka— son parte de una historia que dura siglos.) En este momento, lo que produce a un terrorista mundial es, de inicio, una forma de la desesperación. O para expresarlo con mayor precisión: los actos de estos voluntarios anónimos son un modo de trascender esa forma de la desesperación y, mediante la ofrenda de la propia vida, darle sentido.

Por ese motivo, el término suicida es un tanto inapropiado, porque la trascendencia le confiere al mártir un sentido de triunfo. ¿Un triunfo sobre aque­llos a quienes supuestamente odia? Lo dudo. Es un triunfo sobre la pasividad y la amargura, sobre la sensación de absurdo que emana de cierta profundidad de la desesperación.

Es difícil que el Primer Mundo imagine una desesperación así. No tanto por su riqueza relativa (la abundancia produce sus propias congojas), sino porque el Primer Mundo se distrae con frecuencia y su atención se entretiene. La desesperación a la que me refiero aflige a aquellos que sufren condiciones tales que los obligan a ser inflexibles. Décadas de vivir en un campo de refugiados, por ejemplo.

¿En qué consiste tal desesperación? En que el sentido de tu vida o las vidas de la gente cercana a ti no cuentan para nada. Es algo que se palpa a muchos niveles diferentes, hasta que se hace total. Es decir, inapelable, como en el totalitarismo.
Buscar cada mañana
y hallar las sobras
con que subsistir un día más.

Saber al despertar
que en esta maleza legal
no existen los derechos.

Experimentar por años
que nada mejora,
todo va peor.

La humillación de no ser capaz
de cambiar casi nada,
y de aferrarse al casi
que conduce a otra espera.

Creer las mil promesas
que inexorables se alejan
de tu lado, de los tuyos.

El ejemplo de aquellos
reducidos a escombro por resistir.

El peso de los tuyos asesinados,
un peso que cancela
para siempre la inocencia;
porque son tantos.
Éstos son los siete niveles de la desesperación —uno por cada día de la semana— que conducen, para algunos de los más valientes, a la revelación de que ofrecer la propia vida contra las fuerzas que han empujado al mundo a donde está es la única manera de invocar un todo, más grande que aquel de la desesperación.

Cualquier estrategia planeada por los líderes políticos para quienes es inimaginable dicha desesperación fracasará y reclutará más y más enemigos.

en enero 11, 2022 No hay comentarios:
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Etiquetas: Desesperanza, Refugiados

domingo, 9 de enero de 2022

"EL PERIODISMO MATARÁ LA DEMOCRACIA". Por Antonio Maestre en elDiario.es el 8.01.2022

El periodismo ha dejado de ser útil a la democracia para convertirse en su mayor lastre al quedar subyugado a los intereses de cualquier jerarca con mucho dinero y poca moral

Los periodistas solemos tenernos en alta estima. Cuando alguien nos ataca salimos en comandita corporativista gritando la proclama de "Sin periodismo no hay democracia" creyendo que somos los guardianes de la lucha contra el totalitarismo. Pero no es cierto, si hay que trazar un retrato robot del periodismo estamos más cerca de ser el mayor peligro para las democracias liberales que su cancerbero protector.

El asalto al capitolio se pudo dar por las mentiras de un presidente que un ecosistema mediático favorecía, promovía y creaba. La opinión pública estaba completamente intoxicada por una mayoría mediática a favor del poder y que no dudaba en manipular y difundir bulos en la mayoría de los casos y otros muchos que mostraban una posición de tibieza y cobardía ante lo que implicaría enfrentarse de manera frontal a un presidente sin escrúpulos para ejercer su poder de manera déspota. El resultado de esa distribución mediática es que el 68% de los republicanos cree que a Donald Trump le robaron las elecciones, y eso no se puede conseguir con una cuenta de Twitter escribiendo en mayúsculas, es necesario que exista una FOX y un ecosistema mediático que prime el poder de los de su ideología a la verdad, el rigor y la honestidad.

No hace falta irse a EEUU para comprobar lo que sucede cuando la mentira y la desinformación arraigan en la ciudadanía para que no se puedan tomar decisiones acertadas. Estos días hemos visto cómo se ha mentido para que Alberto Garzón parezca que ha criticado al sector ganadero español. Es posible que muchas personas, incluso algunos ganaderos con explotaciones extensivas, a los que defendió, hayan creído que eso ha sucedido. Esa es una de las razones para instaurar un bulo en el imaginario colectivo, atraer a votantes con engaños que por la vía de los hechos jamás serían suyos. La mentira tiene potencial de arma de guerra en tiempos de paz, un mecanismo de destrucción masiva que sirve para exonerar de responsabilidades a criminales o negligentes, por eso es posible que haya más gente que crea que Pablo Iglesias fuera el responsable de las residencias en lo peor de la pandemia en vez de Isabel Díaz Ayuso. El periodismo ha dejado de ser útil a la democracia para convertirse en su mayor lastre al quedar subyugado a los intereses de cualquier jerarca con mucho dinero y poca moral.

El periodismo solo es un poder más completamente intoxicado por las dinámicas que emanan del capital, habrá medios más decentes y periodistas en quienes ustedes confíen, pero no se engañen, si los periodistas estuviéramos representados en un hemiciclo con 350 escaños más de 300 estarían copados por la derecha y la extrema derecha. Ese es el entorno mediático en el que nos movemos y hasta que no rompamos el tabú y asumamos que es necesario afrontar una reforma legal que equilibre la balanza mediática valdrá mucho más en política la mentira de la reacción que todas las buenas medidas, certezas, verdades y el rigor científico de cualquier propuesta de este gobierno o cualquier otro que no sea el que creen que les pertenece. No importa la verdad cuando no hay nadie que la diga para que alguien la pueda escuchar, si la democracia muere en el siglo XXI el que le dé el tiro de gracia será un periodista.

en enero 09, 2022 No hay comentarios:
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Etiquetas: Democracia, Periodismo

"CUANDO TODOS PIENSAN INGUAL, ES QUE NINGUNO ESTÁ PENSANDO...". Walter Lippmann


 

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Etiquetas: Viñeta

"LA "EMPATRÍA" Y LO QUE DECIMOS". Por Luis García Montero en infoLibre el 8 de enero de 2022

La prisa nos ha acostumbrado a decir lo que pensamos sin pensar antes lo que decimos. Se trata de un sentimiento de libertad propio de la servidumbre, porque hablamos al dictado y asumimos lo que otros han pensado para nosotros. Somos loros de repetición incluso cuando contestamos al que nos ofende siguiendo las reglas de juego establecidas por él. Una espontaneidad sometida.

Y la verdadera libertad se juega al pensar lo que decimos antes de decir lo que pensamos. Es lo que nos permite vacilar, escaparnos del ruido y los dogmas, hacernos dueños de nuestra propia opinión al dudar de nosotros mismos. Es también lo que nos permite mantener la esperanza y defender la dignidad de las causas que justifican nuestro sentido democrático de pertenencia. Al pensar lo que decimos aprendemos a pensar lo que escuchamos. La servidumbre empieza por nuestra relación con las palabras, por nuestra capacidad por elegir el tono y los motivos de las conversaciones. Los manipuladores, que no pueden imponernos un modo de pensar, pueden llegar a dominarnos cuando consiguen imponernos los asuntos de la discusión, ocultando aquello que nos afecta, los retos que dan sentido a nuestras preocupaciones.

La relación de los patriotas con su patria y de los nacionalistas con sus naciones suele dar buenos ejemplos de todo lo que afecta al sentido de pertenencia, al disfraz de las conversaciones provocadas y a los estados de crispación que invitan a decir lo que pensamos antes de pensar lo que decimos. Mi viejo miedo a los patriotismos que acaban convirtiendo a sus patrias en campos de odio hizo que me gustase mucho la palabra empatría, una idea que me propuso el rapero y cantante Rayden en una conversación pública organizada por Twitter.

La patria, según el diccionario, es una tierra natural o adoptiva ordenada como nación, a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos, históricos y afectivos. Un antipatriota puede situarse en contra de los vínculos, pero un patriota no, necesita formar comunidad. De ahí que su sentido de pertenencia no deba alejarse de la empatía, es decir, de su capacidad de identificarse y compartir sentimientos. En España, desde el siglo XIX, tiempo en el que los historiadores rigurosos fijan el nacimiento de la nación española, no suceden así las cosas. Los autoproclamados patriotas se definen como gente dedicada a odiar a parte de sus compatriotas y a mentir sobre ellos.

La idea de empatría me invita a definir el amor a España por un sentido de pertenencia basado en el interés por la calidad de vida de los españoles, su igualdad, la calidad de su educación y su sanidad públicas, el respeto a los cuidados de vivir en comunidad, la solidez de sus derechos cívicos y laborales. Y me resulta muy extraño que se declaren nacionalistas y patriotas los que se dedican a evadir riquezas a paraísos fiscales, bajar impuestos equilibradores y degradar los servicios públicos y la igualdad de la ciudadanía.

Decir empatría es un modo de pensar lo que decimos para hablar de lo que queremos y no dejarnos llevar por debates que nos desvían de la realidad para encubrir las verdaderas heridas de la patria, por ejemplo, las brechas de desigualdad y la poca inversión pública en los posibles remedios. Decir empatría es sentirse orgulloso de la hospitalidad de una tierra natal o adoptiva, incluso sentirse agradecido a los trabajadores que llegan de fuera y permiten mantener la economía y las pensiones en un país con índices de natalidad muy bajos.

Decir empatría es no seguirle la corriente a los que quieren que pensemos que la desigualdad y los peligros vienen de fuera y no de los falsos patriotas que pretenden manipular nuestra patria como si fuese un cortijo particular a su servicio. Decir empatría es negarme a que Fernando VII vuelva a vender España a los franceses… y Franco a Hitler y Mussolini. Decir empatría es pensar dos veces lo que digo antes de decir lo que pienso, porque quiero ser dueño de mi propia conciencia española, orgullosamente democrática y española, y no una marioneta del trumpismo internacional, sus redes y sus medios de comunicación, que manipulan las informaciones en nombre de la posverdad, es decir, de la superstición y las mentiras de siempre.

Sí, decir empatría, en España, es un modo de empezar el año.


en enero 09, 2022 No hay comentarios:
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Etiquetas: Artículo, Nacionalismo, Patriotismo

sábado, 8 de enero de 2022

Juan José Tamayo: “El negacionismo de la jerarquía de la Iglesia española la ha convertido en cómplice de los pederastas”.

"Hay una incompatibilidad profunda y radical entre las posiciones de Vox y el PP y los valores que defiende el cristianismo. Los valores auténticos están en las antípodas de los planteamientos de esos partidos políticos", asegura el autor de, entre otros libros, 'La internacional del odio'

Juan José Tamayo (Palencia, 1946) es teólogo, profesor, autor de decenas de libros, conferenciante, pero sobre todo un firme defensor del espíritu primigenio del cristianismo. Y esa pelea le ha llevado a ser uno de los mayores críticos de la Iglesia Católica española. La considera fuera de la realidad de la diversidad del mundo actual. Machista, cómplice de la pederastia, egoísta en sus privilegios, enfrentada al papa Francisco y a sus condenas del neoliberalismo y cercana a las posiciones de la extrema derecha y de los sectores más ultras del Partido Popular. Así lo ha denunciado en sus últimos libros (La compasión en un mundo injusto, La internacional del odio) y así lo refrenda en esta entrevista.

¿Qué opina del estado de negación de la Iglesia Católica española ante la pederastia?

La expresión que mejor define la actitud de la jerarquía católica es el negacionismo. Hay un negacionismo de base, que es lo que lleva luego al silencio, al ocultamiento, a la falta de denuncia, al encubrimiento ante tamaños crímenes. ¿Cuál es el problema de la jerarquía en relación con estos temas? No es que no los conociera, sino que más bien los niega. En vez de colocarse del lado de las víctimas y decir 'las vamos a apoyar, vamos a tener todo tipo de solidaridad con ellas', se han situado en el lado de la institución y han decidido salvarla. Han hecho todo un discurso, toda una construcción ideológica que empieza por decir que son muy pocos casos. ¿Pero cómo pueden decir eso cuando ni siquiera han investigado? En este caso, negarse a investigar está en total contradicción con otras conferencias episcopales como la alemana y la francesa, que han encargado incluso las investigaciones a agencias externas para mayor objetividad.

¿Y la jerarquía eclesiástica española, por su estado de negación, se ha convertido en cómplice?

Sí, esa negación ha llevado a la Iglesia española a una complicidad con los pederastas. Y esto es terrible. Ser cómplice de un crimen, ser cómplice de un comportamiento antihumanitario es también ser responsable. Y luego está el desprecio a las víctimas, al no escuchar su testimonio, al dudar de su veracidad, incluso a mandarles en épocas pasadas guardar silencio y amenazarles en el caso de que hicieran públicos esos testimonios. Se estaba revictimizando a las víctimas. Eso es terrible. Y luego el cinismo de la Conferencia Episcopal. Por una parte, el presidente Omella, que en el discurso de la última plenaria, y luego en una peregrinación que hicieron a Santiago, expresó la petición de perdón por esos terribles abusos. Pero, por otra parte, el secretario de la Conferencia Episcopal en esos mismos días dice que no van a investigar. Se intenta reducir a casos particulares un problema que es público, que es estructural. Es decir, no son casos aislados, sino que supone una responsabilidad estructural. Esto me parece que es algo realmente sangrante. [Un día después de realizarse esta entrevista el obispo de Bilbao anunció la apertura de una investigación sobre este asunto].

¿Por qué en la Iglesia Católica se dan tantos casos de pederastia? ¿A qué se refiere cuando dice que es un problema estructural?

Me refiero a la estructura que conforma la Iglesia Católica que es patriarcal, de masculinidad hegemónica y de masculinidades sagradas. Es decir, tenemos una pirámide: en el vértice está el poder absoluto, luego los representantes de ese poder y, debajo, la base, que es la que sustenta y tiene que poner en práctica las orientaciones de ese poder absoluto. Pero además, a eso hay que añadir que todo el poder en la Iglesia está en manos de varones, es un poder caracterizado por la masculinidad hegemónica, que en el caso de la Iglesia es masculinidad sagrada. Porque sólo los varones, desde su poder, están representando a Dios.

ACCEDER A LA ENTREVISTA COMPLETA EN elDiario.es

en enero 08, 2022 No hay comentarios:
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"NADIE QUIERE A LOS FILÓSOFOS". La sociedad debería convertir el pensamiento y la literatura en grandes aliados del progreso. Jordi Llovet. (El País 24 ABR 2016)

La crisis por la que atraviesan los estudios de humanidades no solo en España, sino en el mundo entero, era perfectamente previsible desde ...

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