El envejecimiento de nuestras poblaciones y las necesidades de cuidado están atravesados por la desigualdad entre hombres y mujeres. La carga de estos cuidados, ya sean dentro de la familia o a través de las alternativas de mercado, recae particularmente sobre las espaldas de las mujeres con menos ingresos. Las políticas públicas dirigidas a atender el número creciente de mayores dependientes deben apoyar la transformación de los sistemas tradicionales de cuidados teniendo en cuenta estas desigualdades persistentes.
"No necesitamos hombres que piensen, sino bueyes que trabajen" (Juan Bravo Murillo, Ministro de Instrucción Pública). "Quienes no se mueven no notan sus cadenas" (Rosa Luxemburgo). "Ningún hombre tiene derecho a una verdad que perjudique a otro" (Benjamín Constant)
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