miércoles, 30 de julio de 2025

"CARTA PARA LOS QUE VUELVEN CREYENDO QUE YA NO SON DE AQUÍ". En 'Merindades y valles de la Cantabria burgalesa'

A vosotros, los que regresáis en verano con el maletero lleno y la cabeza en otra parte:

Sé que nacisteis aquí, o que vuestros padres lo hicieron. Que os criasteis corriendo por las mismas calles de tierra y sombra, que bebisteis del mismo pilón que ahora os parece sucio. Algunos os fuisteis de jóvenes, en busca de trabajo, de estudios, de otra vida. Y está bien, nadie os culpa por marcharos. Marcharse también es parte de vivir en esta tierra.
Pero cada año, cuando el calor aprieta y Bilbao, Vitoria o Madrid se os vuelven insoportables, volvéis. Volvéis a Quincoces, Quintanilla, Cadiñanos, Torme, Sedano, a Pedrosa, a Valdelucio. Decís que venís "al pueblo", pero lo hacéis como quien visita un decorado antiguo. Y a veces —aunque os duela o no lo veáis— volvéis con una actitud que ya no es la del que pertenece, sino la del que exige.

Os molesta que no haya cobertura, que el pan no llegue hasta tarde, que la misa sea a las ocho “como siempre”, o que no haya bar. Pedís que se abran piscinas, que se limpien caminos, que se iluminen plazas que en enero están vacías. Queréis pueblo, pero a la carta. Queréis raíces, pero sin polvo.

Y mientras tanto, los que estamos aquí todo el año —los pocos que quedamos— os vemos llegar con cariño… y con cierto cansancio. Porque durante meses, nuestro pueblo resiste en silencio. Con pocos, con mayores, con frío, con hospitales lejos y bancos cerrados. Y en agosto, el pueblo se llena. Se llena de risas, sí. Pero también de voces que dan órdenes, de quejas que suenan a desprecio, de actitudes que olvidan que esto sigue siendo hogar, aunque haya menos gente.

Vosotros sois de aquí. Nadie os lo niega. Pero ser de aquí también implica cuidar, no solo venir a disfrutar. No se trata de traer regalos ni dinero. Se trata de venir con respeto, con humildad, con ganas de escuchar a quien se quedó. Porque quien se queda, a veces sin querer, os sostiene el recuerdo. Y sin ese recuerdo, ya no habría pueblo al que volver.

No somos empleados de vuestra nostalgia. Somos vecinos. Y aunque nos alegra ver las calles con vida unos días, también duele ver cómo a veces os alejáis más cuanto más cerca estáis.

Así que, si vais a venir —que ojalá sigáis viniendo—, volved con el alma abierta. No como turistas en su tierra, sino como parte de ella.

Porque tu pueblo no necesita que le traigas modernidad. Lo que necesita es que lo mires de frente, sin vergüenza. Que lo entiendas.

Que lo abracéis como es. Y que no os olvidéis que, aunque viváis lejos, nunca habéis dejado de ser de aquí. Solo hace falta que os lo creáis de nuevo.

Con respeto, Uno que regresó y se quedó.

Texto (adaptado a nuestra área) de Comarca de Aliste.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

"EL DESEO DE INMORTALIDAD Y EL DESCRÉDITO DE LA DEMOCRACIA". Santiago Alba Rico, El País 10 SEPT 2025

Nicolás Aznárez Los ricos y poderosos quieren vivir para siempre, los pobres quieren llegar a vivir algún día A veces a uno le entran ganas ...