El autor de ‘La provincia del hombre’ pensaba que el deseo de dominar a los demás o de fundirse en una muchedumbre nacía del miedo a la muerte. Frente a esa tendencia proponía una ética del respeto
Misia Sert, pareja del pintor Josep Maria Sert, tío del gran arquitecto Josep Lluís Sert, y considerada musa de tantos artistas en el París de principios del siglo XX, contaba en sus memorias que siendo niña ensartaba con gran placer moscas vivas en un hilo para hacer con ellas un “collar” que colocaba luego alrededor de su cuello. Le emocionaba profundamente el zumbido de las alas atrapadas que sentía contra su piel. La imagen de ese collar —la crueldad disfrazada de juego— inquietó tanto a Elias Canetti que la utilizó en 1992 como metáfora central del ensayo El suplicio de las moscas, donde trata de forma inquietante la fascinación humana por el poder y el sufrimiento ajeno.
Sin fundar una escuela filosófica ni un sistema teórico cerrado, Elias Canetti (Ruse, Bulgaria, 1905-Zúrich, Suiza, 1994), autor de una novela, Auto de fe, y de numerosos ensayos en lengua alemana como el recientemente reeditado por Taurus La provincia del hombre, apuntes y textos breves escritos entre 1942 y 1970, mereció en 1981 el Premio Nobel de Literatura. Es uno de los pensadores determinantes del siglo XX por su mirada única, penetrante y radicalmente humana sobre los grandes temas de su tiempo: el poder como enfermedad mental y la avaricia como enfermedad moral, la masa, la lucha contra la muerte, el lenguaje y la identidad, la violencia, la libertad del espíritu, la relación entre el individuo y la sociedad.
También en El suplicio de las moscas decía Elias Canetti: “El verdadero poder no se ejerce a gritos ni con látigos, sino en los detalles sutiles, en actos que parecen insignificantes pero que anulan a otros seres con impunidad”, y añadía: “A medida que crece, el saber cambia de forma. No hay uniformidad en el verdadero saber. Todos los auténticos saltos se realizan lateralmente, como los saltos del caballo en el ajedrez. Lo que se desarrolla en línea recta y es predecible resulta irrelevante. Lo decisivo es el saber torcido y, sobre todo, lateral”, una cita que inspiró hace años el nacimiento de la revista de cultura Lateral.
La idea del “salto lateral” como un movimiento del pensamiento libre y creativo estaba ya presente en La provincia del hombre. En el prólogo a la nueva edición de Taurus, Ignacio Echevarría recuerda: “Buena parte de este libro, uno de los más ricos y plurales del siglo XX, está escrito al dorso de otro no menos rico pero mucho más monolítico y extraño, Masa y poder, de 1960, que Canetti consideró siempre la obra de su vida”. No es La provincia del hombre una obra sistemática ni teórica: se lee como un diario intelectual fragmentario, donde Canetti plasma sus impresiones sobre el ser humano y su misterio, el poder, la lengua, la muerte, la locura, el mundo animal…, y lo hace con una escritura incisiva, a veces lírica, a veces filosófica, otras casi profética. Canetti desconfía del pensamiento rígido: “Quien piensa con rigor deja de pensar”. Y en otro momento: “El pensamiento más claro es el que más duda de sí mismo”. Canetti analiza no solo los dictadores y las masas, sino los gestos cotidianos de dominio: “Quien quiere dominar a los demás, se convierte en esclavo de su propio poder”. No escribe como un filósofo académico. Lo hace a través de apuntes que le permiten respirar y sobrevivir en el mundo intelectual, lo que en cierto modo lo vincula con Heráclito, Demócrito, Pascal, Nietzsche o Cioran. En 1943 Canetti anota: “Los grandes aforistas se leen como si todos ellos se hubieran conocido bien unos a otros”. Y seguidamente: “Ha habido imperios milenarios: el de Platón, el de Aristóteles, el de Confucio”. Después de vivir las catástrofes del siglo XX —las guerras, el nazismo y el gulag—, Canetti articuló una resistencia del espíritu, una especie de ética de la atención, la vigilancia, la compasión. Cada ser vivo merece respeto. Se rechaza toda forma de destrucción gratuita, desde torturar a una mosca hasta el exterminio de pueblos enteros (sería interesante conocer hoy su opinión sobre Gaza, él que era un judío sefardita ciudadano del mundo). CONTINUAR LEYENDO
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