A lo largo de la historia las mujeres hemos padecido el invento de la "identidad de género", ese constructivismo esencialista que ha solidificado la desigualdad estructural entre los sexos. La "identidad de género" ahora es un neolenguaje que tiene por objeto prescribir qué, quién, cómo, cuándo y dónde alguien es "mujer". Su retórica se multiplica con prefijos como "cismujeres" o giros del lenguaje como "portadoras gestantes" o "seres menstruantes" para evitar el uso de la palabra correcta, "mujeres". La heterodesignación no quiere rendirse y se esconde en la transdesignación. La ginofobia, el machismo extremo y la minusvaloración de las mujeres asoman disfrazados de queer. La moneda está otra vez en el aire: o feminismo o distopía patriarcal.
¿SE PUEDE DAR RESPUESTA A LA PREGUNTA DE CÓMO AFECTA ESTE NUEVO ACTIVISMO TRANS AL FEMINISMO?
Alicia Miyares lo hace en su libro con total rigor atendiendo a la situación actual y escaneando el contexto social, político y sin perder de vista el momento histórico.
Como ella misma dice, se podrá obligar por ley la ruptura de lo que supone el conjunto «sexo/género» mediante las leyes de identidad de género, pero con estas leyes, no se va a solucionar de ninguna manera la constante desigualdad estructural que existe en la sociedad y que es sufrida por las mujeres. Todo lo contrario, este tipo de legislaciones lo que harán será reforzar una completa y general misoginia social y cultural, que sigue sin querer entender que la causa de la desigualdad de las mujeres es nacer con el “sexo inadecuado” y que la construcción social del sexo «Mujer», o lo que es lo mismo el género «Mujer», no es más que un «síntoma» de haber nacido mujeres.
Para la autora, todos los movimientos del feminismo, han provocado reacciones para oponerse al avance de las mujeres, y si bien anteriormente se apelaba a la idea de la diferencia natural entre los sexos, o por ejemplo, a su complementariedad, la «reacción» actual sería el propio “generismo queer” que bajo una apariencia moderna y transgresora oculta un peligro directo para el feminismo, un caballo de Troya en toda regla (ya que está totalmente introducido en muchísimos círculos mal llamados feministas).
Los peligros que Alicia Miyares desgrana son, en primer lugar, porque la teoría queer defiende un individualismo absoluto, olvidándose de cualquir cambio social o desarrollo común, cosa que el feminismo jamás ha hecho, ya que siempre ha sido y será un movimiento político que provoca cambio social.
En segundo lugar, porque este movimiento es totalmente paralelo al capitalismo y al neoliberlismo y llega a defender posturas como la prostitución, los vientres de alquiler, la pornografía o demás usos de la mujer para satisfación de los deseos de otras personas.
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