Tres siglos y medio antes de la famosa expulsión de los judíos decretada por los Reyes Católicos en 1492, la época dorada de los judíos en al-Ándalus, tanto cultural como intelectual, fue aniquilada por la llegada de los almohades a mediados del siglo XII cuando decidieron expulsar a todos los judíos que no se convirtieran al Islam. Una pérdida de la que al-Ándalus nunca se repondría y que curiosamente favoreció a los reinos cristianos del norte, que se vieron favorecidos con la llegada a sus reinos de los judíos expulsados por los almohades.
La expulsión de los judíos de al-Ándalus fue ordenada en 1146 por el califa almohade Abd al-Mumin. Muchos judíos se vieron obligados a dejar sus hogares y sus bienes, y aquellos que se negaron a abandonar al-Ándalus o islamizarse fueron ejecutados o esclavizados. La mayoría de los sefardíes buscaron refugio en tierras cristianas, especialmente en los reinos de León, de Castilla y de Aragón. Uno de los judíos exiliados a consecuencia de este decreto fue el sabio cordobés Maimónides, que tras fingir una conversión al islam y recorrer diversos lugares, acabó instalándose con su familia en el Egipto de Saladino. La figura de Maimónides ilustra bien el extraordinario desarrollo de la vida intelectual entre los judíos de al-Ándalus hasta la llegada de los almohades.
En la historia de los judíos sefardíes en al-Ándalus es necesario distinguir dos grandes etapas: antes y después de 1086. Antes, es la época de la dinastía de los Omeyas que tienen a España bajo su autoridad, primero como emires (756-929), luego como califas (929-1031) de Córdoba; es también la época de los primeros reinos de taifas, aquellos emiratos que se constituyen después de la desintegración del califato. En 1086, al año siguiente de la conquista de Toledo por los cristianos, se inician nuevas invasiones llevadas a cabo por dos dinastías norteafricanas —la de los almorávides (1086-1145) y la de los almohades (1146-1232)— . Hasta 1086, los judíos pudieron vivir en al-Ándalus sin problemas mayores, con las garantías relativas que les daba el pacto de la dhimma. No así después de 1086. Los almorávides consideraban a los andalusíes como traidores a la causa del Islam, irreligiosos, corruptos e impíos; procuraron, pues, imponer la defensa de la ortodoxia islámica y la pureza de las costumbres.
Por aquellas fechas, Ibn Hazm compuso una refutación contra un judío que se había atrevido a escribir un libro para mostrar las contradicciones e inconsistencias del Corán; ello le dio motivo para atacar a los judíos por el poder que estaban detentando en al-Ándalus y culpar a los gobernantes andalusíes por haber permitido que tal situación se produjera. El resultado de la intransigencia del nuevo poder musulmán fue una primera oleada de judíos que huyeron hacia los reinos cristianos del norte de la Península. Pero fueron sobre todo los almohades los que mostraron el máximo rigor dogmático y moral y la más estricta intransigencia con los cristianos y judíos que vivían en tierras musulmanas. Casi todos los judíos andalusíes huyeron entonces de sus tradicionales lugares de asentamiento
La expulsión de los judíos de al-Ándalus por los almohades en el siglo XII vino precedida de una anterior expulsión de los mozárabes (cristianos de al-Ándalus) en 1126 llevada a cabo por el califa almorávide Alí ben Yusuf, así como por una tentativa de expulsión de los judíos en 1101. Anteriormente a la llegada de las dinastías norteafricanas también se habían producido episodios sangrientos contra la población judía en los reinos de taifas, como la masacre de Granada de 1066. CONTINUAR LEYENDO
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