Ya no queremos escuchar a nadie. En el nuevo modelo de comunicación digital todos queremos contar lo nuestro y lo de nuestra tribu, en parte porque hemos venido de un oligopolio comunicacional en el que solo las grandes empresas de comunicación tenían derecho a ser emisores
Lo acaban de reflejar las cuentas depositadas en el Registro Mercantil. Forocoches alcanzó en 2021 un beneficio récord de 1,02 millones de euros. Eso es un 30% más de lo que ganó en el ejercicio anterior y ya acumula un patrimonio neto de 6,2 millones de euros.
Detrás solo hay un fundador, administrador único y propietario de la empresa del portal digital, Link World Network, que es Álex Marín.
El portal es simple y llanamente un foro de Internet en español, que nació orientado a la automoción pero que se vio desbordado y ya se crean hilos de discusión sobre cualquier tema. No hay ningún rigor, ni información contrastada, ni criterio de calidad. Son sencillamente gente opinando y respondiendo a las opiniones de los demás. No tiene moderador, son los propios miembros los que sancionan a los mensajes o usuarios. En la actualidad tiene casi 900.000 usuarios registrados. Según Linkedin contabilizan más de 20 millones de sesiones cada mes y más de 150 millones de páginas vistas.
Es la barra del bar en digital; lo calificaba así su propio fundador: “Gestiono un bar de internet, libre y autoparódico”. Un bar en el que el dueño no paga alquiler, no tiene gastos de limpieza del local y se hace rico sin necesidad de vender cañas, ni tapas, ni carajillos.
Pero lo que yo quisiera destacar no es su línea chabacana y macarra, de la que los dueños pretenden lavarse las manos mediante un párrafo en su apartado de info legal: “Cualquier web que permita la inclusión de contenido generado por usuarios, como prestador de servicio, en virtud a la Ley 34/2002, del 11 de julio, de servicios de la sociedad de la información y comercio electrónico no es responsable del contenido almacenado a petición del usuario”. Lo que quiero resaltar es que ese fenómeno comunicacional en el que inventar un portal/barra de bar para que unos tipos discutan entre ellos rajando de políticos y famosillos, se las den de expertos de todo y vayan sentando cátedra para arreglar el mundo, proporcione al dueño del tinglado un millón de euros cada año.
En el mundo actual de egos e identitarismos, ofrecer un lugar donde la gente opine de todo, critique a quien quiera, aporte soluciones magistrales a todos los problemas y detalle todo lo que sabe hacer es el negocio perfecto. Están vendiendo un bucle del ego porque, aunque nadie escuche a los demás, todos creen que las decenas de miles de conectados al foro en ese momento le están escuchando o leyendo a él. ¿Cuándo conseguiste que más de cinco personas te estuvieran escuchando mientras hablabas?
El fenómeno tiene ya un recorrido anterior y una casuística diversa. Se vio, por ejemplo, en el boom de los comentarios en los portales de los medios de comunicación. Los medios más modestos descubrieron que solo con permitir los comentarios a los artículos, con sus correspondientes respuestas a comentarios y reyertas, se disparaban los accesos. A buen seguro había más entradas de lectores que buscaban las respuestas a sus comentarios que entradas a leer el artículo original. Se tuvo que poner controles sobre los comentarios, o algo mucho más inteligente: cobrar por hacerlos obligando a suscribirte.
La pulsión moderna de apuntarte a cualquier situación que te permita decir algo con la suposición de que hay alguien al otro lado que le interesa se puede ver en muchos ámbitos. En las webs de los comercios, cuando buscas las opiniones sobre un producto en venta encuentras comentarios tan patéticos como ese que dice que el producto le acaba de llegar, no lo ha probado, pero tiene buena pinta. O ante una pregunta concreta puesta en los comentarios sobre un producto de un potencial cliente, otro responde que no lo sabe. Como si creyera que le estaban preguntando a él personalmente.
De hecho muchas empresas y comercios no se molestan en responder a las dudas o consultas de los clientes, les dejan un foro y que se pregunten y respondan entre ellos. Incluso, conocedores del hambre de protagonismo de los consumidores, las empresas te escriben después de una compra para que escribas tu opinión en la web, y así las nutres de contenido que mantenga a más usuarios en su portal. Empresas que luego no te cogen el teléfono si llamas a atención al cliente.
Todo esto forma parte del nuevo tribalismo de la sociedad digital. Ya no queremos escuchar a nadie, razonar y argumentar en función de la información del otro, respetar tiempos, incorporar palabras amables y cordiales en el discurso. En el nuevo modelo de comunicación digital todos queremos contar lo nuestro y lo de nuestra tribu, en parte porque hemos venido de un oligopolio comunicacional en el que solo las grandes empresas de comunicación tenían derecho a ser emisores. La reacción pendular, sazonada con el ego y la vanidad dominante, es la de gente que solo se escucha a sí misma, convencida de que posee la verdad y la solución para todo. Sobre todo en unos tiempos en los que nos dicen que la verdad o la mentira son relativas, en los que nos venden en tertulias y debates a ignorantes que no saben de nada pero cada día son presentados como expertos de todo.
Forocoches es el paraíso. Nos nombran expertos y tertulianos, elegimos los temas, no tenemos que contraargumentar a nadie porque sabemos que la verdad es nuestra, hay decenas de miles conectados que nos leen, y cuanto más gorda es la estupidez que decimos más reacciones provoca. Y así es como un tipo se embolsa un millón de euros.
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