domingo, 29 de junio de 2025

"NADIE QUIERE A LOS FILÓSOFOS". La sociedad debería convertir el pensamiento y la literatura en grandes aliados del progreso. Jordi Llovet. (El País 24 ABR 2016)

La crisis por la que atraviesan los estudios de humanidades no solo en España, sino en el mundo entero, era perfectamente previsible desde los albores de la revolución industrial. Lo que se fundó en la Grecia clásica —el amor por el saber— y se mantuvo en Roma —la alabanza del ocio y el menosprecio del negocio—; aquello que las órdenes monásticas conservaron durante la Edad Media; aquello que resurgió con una insólita pujanza durante el Renacimiento europeo, luego durante la Ilustración y en buena medida en las universidades del siglo XIX siguiendo el ejemplo de la reforma universitaria de Humboldt en Berlín, todo eso empezó a librar ya a mediados de ese mismo siglo una batalla muy dura contra un enemigo de potencia no solo no prevista, sino también incalculable. El hombre de estudio, la mujer de artes o letras, vieron, a lo largo del gran siglo de la burguesía y de todo el siglo XX cómo la legitimidad de su quehacer quedaba mermada y amenazada a causa del desarrollo de la ciencia, la industria, el comercio y la técnica.

En 1872, Flaubert lamentaba el desequilibrio que un nuevo plan de estudios para el bachillerato en Francia exhibía entre algo tan elemental como el deporte —que ya no tenía en Europa el destino agónico que había tenido en Grecia o Roma— y la enseñanza de la literatura, de la que apenas se hablaba. Con mayor énfasis, escribió lo siguiente sobre el mismo asunto: "Estoy asustado, aterrorizado, escandalizado por las gilipolleces cardinales que gobiernan a los seres humanos. Eso es algo nuevo; por lo menos en el grado en que se produce. Las ganas de alcanzar el éxito, la necesidad de triunfar a toda costa —debido al provecho económico que se obtiene— le ha minado a la literatura la moral hasta tal punto que la gente se está volviendo idiota".

Él, como tantos otros autores que empezaron entonces a reflexionar sobre el descrédito progresivo de las humanidades, no poseía distancia suficiente respecto a las causas de tal descalabro. Hoy sí la tenemos. Al auge del comercio, las ciencias, la industria y la técnica, hay que sumarle, en los últimos 30 años por lo menos, un nuevo factor, imprevisible hace un siglo y medio: el auge de las nuevas tecnologías. Los filósofos que heredaron la preocupación por este asunto a la sombra de Heidegger o de Jaspers no parecieron alarmarse cuando el fenómeno de esas brillantes tecnologías y los ingenios digitales irrumpieron progresivamente en la vida cotidiana de todo el orbe. La inocencia con la que se recibió ese alarde del progreso técnico-científico se ha transformado, ya en nuestros días, en una preocupación —solo para algunos, este es el problema—, sin que se atisbe la posibilidad de alcanzar alguna solución. Estamos ya, propiamente, en lo que ha venido en denominarse la era poshumana, en el bien entendido que nos hallamos en la era en la que el ente, el ser, no es más que un flatus vocis: una nadería nostálgica, un recuerdo de tiempos pasados en los que filosofía, religión, moral y estética otorgaban a esa palabra un valor casi tan alto como el que se otorgaba a Dios o a la muerte.

Esto nos lleva a analizar otros factores, no menudos, del descrédito de las humanidades en las universidades de España y de casi todo el mundo: la religión ha perdido adeptos en todas partes, y con ella han desaparecido los referentes trascendentales que actuaban, con sordina pero con eficacia, en todas las sociedades y sus cultos; los nuevos estilos musicales, de los que los jóvenes no pueden prescindir en sus momentos de ocio, han venido a suplantar el carácter órfico —y por ello, sagrado— de la mal denominada música clásica; el uso universal de los teléfonos llamados inteligentes rebajan sin pausa la inteligencia de aquellos que podrían dedicar su ocio a cualquier otro tipo de actividad y destierran la conversación, además de haber provocado la desaparición de las áreas de privacidad que tanto convienen al ser que piensa y actúa mediatamente; el subsiguiente descrédito de la lectura anula la posibilidad de que exista algo así como un imaginario subjetivo, en beneficio del llamado imaginario colectivo, que viene a ser lo mismo que la aceptación sumisa de la opinión común —todo lo contrario de la operación de discurrir en primera persona—, asumida esta sin el menor atisbo de crítica; el mercado laboral lo es de profesiones consideradas productivas y necesarias, y apenas de las profesiones en las que el saber humanístico podría multiplicarse y difundirse, como es el caso de la educación —hoy vencida y desarmada en España— a todos sus niveles.

No podemos tener la certeza de que tal estado de cosas vaya a cambiar en favor de un lugar honroso para las humanidades. Seguirá habiendo filólogos, artistas, historiadores y filósofos; seguirá habiendo escritores y lectores; algunos centros urbanos de difusión cultural seguirán abiertos y más o menos activos, pero todo lo que se relacione con el ser y sus problemas fundamentales parecerá superfluo, en estado de letargia y, en el mejor de los casos, será escenario de heroísmo para renitentes.

A esta cuestión queríamos llegar. Los planes de estudio de las facultades universitarias de humanidades irán a peor, en favor de las banalidades que ha generado la era de lo llamado políticamente correcto: una alquimia en la que se funden los feminismos y homosexualismos más insolventes con los estudios coloniales más improductivos y las ridiculeces más espantosas como métodos de análisis y crítica del saber humanístico heredado. Pero toda persona vinculada a la enseñanza de las humanidades puede, si no modificar esas tendencias disolventes de las litterae humaniores, sí otorgar a sus actividades un trasfondo y un alcance que minen hasta los cimientos esos falsos edificios del saber. A nuestro juicio, no hay más solución para las facultades humanísticas que implicarlas en la vida cotidiana de la polis, o sea, convertir las humanidades en la punta de lanza de una restauración de la política —que es como actuar en beneficio de la ciudadanía en aquello en lo que ni las ciencias ni las técnicas pueden hacer mucho—; transformar todas las escenas del saber humanístico en el gran aliado del progreso espiritual de una nación y de sus ciudadanos. Por ejemplo, enviar a los estudiantes de los últimos cursos a comentar las grandes o menos grandes obras de la literatura universal en las bibliotecas públicas; no obligar a los profesores a hacer gestión académica, algo que los convierte en burócratas, sino agitación cultural más allá de sus muros; convertir a profesores y alumnos avanzados en asesores de centros de creación y difusión de la cultura; mandar a todos ellos a los diarios del país para favorecer un periodismo de mayor alcance cultural; invitar a cualquier empresario del mundo de la técnica, la informática, los negocios, y lo que sea, a contratar antes a un graduado que, siéndolo en la profesión adecuada y pertinente, lo sea también en cualquier rama de las humanidades, como ya sucede en Estados Unidos, para satisfacción incluso del rendimiento de sus empresas. Porque no es factible suponer que unos buenos estudios de humanidades (como todavía pueden cursarse en escasos centros universitarios del mundo entero, pues casi todos han quedado arruinados por el efecto de metodologías "seculares") resulten suficientes para obtener legitimidad en las sociedades actuales si no salen de las cuatro paredes de los centros universitarios.

Su papel tendrá que ser, en el futuro, el de una rigurosa resistencia, el de un profundo conocimiento del pasado, el de la transmisión eficaz de ese saber antiguo en provecho del futuro antes de que todo el mundo caiga en la "amnesia institucionalizada" de que ha hablado George Steiner. Pero, sobre todo, si los profesionales de las humanidades quieren por una vez actuar con sentido común y eficacia, su papel habrá de ser el de garantes de la permeabilidad entre las instituciones sabias a las que pertenecen y el progreso de la sabiduría, la democracia y la dignidad del ser entre los ciudadanos de un país entero.

Jordi Llovet es catedrático de Literatura Comparada de la Universidad de Barcelona.

sábado, 28 de junio de 2025

"ODIADORES DE BIEN". Carmela Ríos, El País

El primer ministro húngaro, Viktor Orbán

El odio se convierte en un capital político y un factor de cohesión capaz de generar nuevas comunidades de votantes que, más allá de pensar parecido, se unen en el reconocimiento de enemigos políticos comunes

“Dije que quería cambiar el mundo, lo hice, lo empeoré”. En 2011 Arthur Finkelstein, uno de los estrategas electorales más influyentes de todos los tiempos, sorprendió con este arrebato de sinceridad a los asistentes de uno de sus escasos discursos públicos. Finkelstein, (1945-2017) asesoró durante los años 70 y 80 a candidatos como Nixon o Reagan y creó para este último uno de los eslóganes políticos más exitosamente reciclados: “Hagamos a América grande otra vez”. Pasó a la historia, sin embargo, como el mejor alquimista de una receta magistral para ganar elecciones: inocular el odio en el votante. El primer ministro israelí Benjamín Netanyahu o el húngaro Viktor Orbán confiaron en la fórmula Finkelstein de campañas en negativo: ataca sin piedad a tu contrincante, y conviértelo en alguien tan digno de odio que sus propios simpatizantes optarán por abstenerse. Haz de él un enemigo, un peligro para todos. Sus potenciales votantes quizás no voten por ti, pero tampoco lo harán por él. Las campañas en negativo diseñadas por este asesor electoral neoyorkino tenían una poderosa herramienta dialéctica para arremeter contra los principios ideológicos del adversario: convertir sus ideales en insultos a fuerza de repetirlos con desprecio una y otra vez.

Finkelstein dejó a sus clientes plenamente satisfechos e inspiró una forma de hacer política que ha dejado huella. Y lo más preocupante: ha encontrado un enorme margen de mejora gracias a las infinitas posibilidades que ofrecen las redes sociales para generar conversaciones en las que los debates de ideas y programas quedan enterrados y el flujo de la conversación se sitúa en un plano netamente emocional. Es exactamente lo que ha sucedido en el arranque de la actual campaña electoral. La decisión de EH Bildu de integrar terroristas con delitos de sangre en sus listas ha vuelto a situar en el centro de la actualidad a la banda terrorista ETA, una organización extinta pero capaz aún de generar una cascada de emociones en prácticamente todos los sectores de la población. Para los fontaneros del odio, no existe un mejor marco de trabajo cuando se trata de una red social: la viralidad favorece la amplificación de esa afrenta dolorosa y la sensación de peligro, por muy desactivado que esté, se vuelve real. Emerge entonces el reproche social permanente hacia los que quedan designados como responsables, es decir, los enemigos. De esta forma, la campaña electoral parece quedar inmersa en un bucle emocional del que resulta difícil salir. El odio se convierte así en un capital político y un factor de cohesión capaz de generar nuevas comunidades de votantes que, más allá de pensar parecido, se unen en el reconocimiento de enemigos políticos comunes.

Finkelstein fue un maestro en diseñar procesos como este, campañas que trascendían el debate de ideas y noqueaban al contrario de un derechazo emocional. En 1996 llevó al poder a Netanyahu tras acusar sin pruebas a su principal oponente, el candidato laborista Shimon Peres, de querer dividir Jerusalén. El eslogan de campaña, “Peres dividirá Jerusalen”, fue repetido machaconamente y acabó por convencer a una gran parte del electorado. Desde ese momento, Finkelstein se convirtió en “el cerebro de Bibi”, el gurú que contribuyó a modificar los contornos éticos de las campañas modernas en democracia.

jueves, 26 de junio de 2025

"CAPITALISMO Y PORNO". Juan José Millás, El País

La escritura no nació al servicio de la poesía, sino al del cálculo de los excedentes

Uno preferiría que a la humanidad no se le hubiera ocurrido el porno. Hay infinidad de ideas que no se nos deberían haber ocurrido nunca. La propiedad privada, por ejemplo. Si hiciéramos una lista de todo lo malo que se nos ha ocurrido a lo largo de la historia, el porno y la propiedad privada figurarían entre las primeras y principales. Sería una lista antipoética; todo lo contrario que la de la compra. Recuerdo la de mi madre, en la que solía escribir: “Mitad de cuarto de chirlas”. Las chirlas eran unas almejas inferiores, unas almejas subalternas, diríamos, con las que lograba proporcionar un sabor alucinante al arroz. Una mitad de cuarto no era nada, cinco o seis bichos, ahí es donde empecé a aprender algo de aritmética (y de moluscos). Las primeras manifestaciones conocidas de la escritura (3.300 a. C.), que figuran en tablillas sumerias, tenían un uso contable. En aquellas superficies de arcilla, heridas con un punzón, figuraban las cantidades de trigo, cebada, ovejas y demás bienes agrícolas o ganaderos de los que su dueño necesitaba llevar una contabilidad. En otras palabras, la escritura no nació al servicio de la poesía, sino al del cálculo de los excedentes. A veces imagino al capitalista sumerio repasando aquella escritura cuneiforme que le ponía cachondo y pienso que de ahí al porno no había más que un paso. El porno debió de nacer como una prolongación de la teneduría, y ya ven ustedes adónde nos ha llevado: a que nos tratemos como meros objetos de consumo.

Ojalá se nos pudieran desocurrir la propiedad privada y el porno, tan íntimamente entretejidos, pero no es probable, si pensamos que quienes dirigen el mundo, y a quienes votamos tozudamente una y otra vez, viven de la pornografía en sus numerosísimas variantes (la explotación salarial, pongamos por caso, la escasez de vivienda, la pobreza…). Hay muchas cosas que no se nos deberían haber ocurrido, pero son hijas de esas dos. En fin.

martes, 24 de junio de 2025

"ELOGIO DEL PINGANILLO CONSTITUCIONAL". Eduardo Manzano Moreno, El País

Uno creía, en su irremediable candidez, que en pleno siglo XXI la histórica pluralidad lingüística de este país habría sido finalmente asumida por todos como un patrimonio común

Un servidor pensaba ingenuamente que a estas alturas no tendría que volver a escuchar por enésima vez la historia del indignado turista al que en una tienda en Barcelona le hablan en catalán y se marcha enfurecido tras exigir que se dirijan a él en castellano; uno también estaba convencido de que ya no quedaba nadie tan ignorante como para considerar al euskera como un rasgo folclórico de cuatro tipos con boina empeñados en hablar raro a la entrada de su caserío, o como para hacer del gallego objeto de chanzas a propósito de su supuesta identidad con el castellano tan solo marcada por un entrañable acento. Uno creía, en su irremediable candidez, que en pleno siglo XXI la histórica pluralidad lingüística de este país habría sido finalmente asumida por todos como un patrimonio común, siguiendo los pasos del proyecto integrador de Manuel Azaña cuando decía que “tan española es la cultura catalana como la nuestra”, o la clarividencia política de un historiador tan poco sospechoso como Claudio Sánchez Albornoz cuando declaraba que “sólo mediante la concesión de máximas libertades y mediante los máximos respetos a las hablas regionales podremos encontrarnos todos a gusto dentro del Estado que estamos edificando todos juntos”.

Desgraciadamente, en este asunto, como en tantos otros, estamos retrocediendo a pasos agigantados de la mano de irresponsables políticos que proclaman, por una parte, querer evitar la ruptura de España, mientras despliegan una demagogia que tensa las costuras que cosen la convivencia de nuestro país y que impiden que algunos se hagan trajes a medida con sus retales.

Hace ya casi medio siglo, los redactores de la Constitución de 1978 declararon el castellano como lengua oficial del Estado, pero reconocieron las “demás lenguas españolas” como oficiales en sus respectivas Comunidades Autónomas, estableciendo también que las “distintas modalidades lingüísticas de España” deben ser consideradas como patrimonio cultural “objeto de especial respeto y protección”. Estos añorados políticos de todo el espectro ideológico sabían muy bien lo que hacían. Lejos de obedecer a un capricho político, el mandato constitucional de respetar y proteger el euskera suponía reconocer el excepcional valor de una fascinante lengua de desconocidos orígenes que volcó el dinamismo de su milenaria tradición oral en numerosos libros publicados desde el siglo XVI en adelante.

Tampoco era, desde luego, un empecinamiento identitario dar el rango que le correspondía a un idioma como el catalán con una tradición literaria que se remonta, al igual que el castellano, a la época medieval y que ha mantenido un uso social con el que no ha podido ninguna de las prohibiciones que ha sufrido a lo largo de la historia reciente.

Resaltar la importancia de la lengua gallega, en fin, no suponía hacer una graciosa concesión para que sus hablantes estuvieran contentos, sino reivindicar un idioma cuyos primeros testimonios se manifiestan en una excepcional poesía lírica que se declamaba, por ejemplo, en la corte del rey Alfonso X el Sabio, quien no sólo no se marchaba del estrado cuando los trovadores entonaban composiciones en esa lengua, si no que además, haciendo honor a un apelativo hoy en desuso entre algunos políticos, inspiró la composición en gallego de una obra tan capital en la historia de la literatura como las Cantigas de Santa María.

Los defensores del sentido común (esa no ideología que está en un trís de convertirse en la inspiración de los totalitarismos del siglo XXI) arguyen que es un dispendio de fondos públicos poner pinganillos con traducción simultánea para que puedan entenderse gentes que hablan el mismo idioma. Sin embargo, también es un dispendio, y nadie lo ha denunciado nunca, traducir a las lenguas del Estado los documentos oficiales o hacer lo propio con las versiones de las páginas electrónicas de sus organismos cuando cualquiera podría consultar esos textos en castellano. Ya puestos, todo sería más simple, barato y eficiente si no hubiera que educar a los niños en esas lenguas, si no hubiera que poner señales de tráfico duplicadas en pueblos y ciudades, o si, en fin, en los trenes o aviones no se usaran esas lenguas junto con el castellano en sus anuncios por megafonía. La lista de dispendios que este país lleva haciendo para reconocer a sus lenguas oficiales no cabría en el espacio de esta tribuna. Y, sin embargo, a estas alturas debería ser evidente para todos, sea cual sea su ideología política, que este esfuerzo ha merecido mucho la pena, pues ha servido para normalizar el carácter multilingüe de nuestro país.

Jamás en la historia se ha hablado una sola lengua en España y la experiencia muestra sobradamente que están condenados al fracaso los intentos de introducir una uniformidad idiomática en el país. Cualquier organismo internacional, cualquier persona con una mínima formación o incluso cualquiera con una pizca de sensibilidad saben que, lejos de constituir un engorro, esa variedad lingüística es una riqueza social, cultural e incluso económica cuya defensa debería comprometernos a todos. Ponerse el pinganillo no es, por lo tanto, hincar la rodilla ante las exigencias de los nacionalistas; es visibilizar que existen comunidades lingüísticas en España que por primera vez en la historia gozan de un reconocimiento legal y político, un logro colectivo que ha costado mucho y que algunos, tal vez por ignorancia, tal vez por cálculo político o tal vez por una estrecha visión de lo que debe ser España, están intentando deshacer.

Eduardo Manzano Moreno es profesor de investigación del CSIC. Su último libro es España diversa. Claves de una historia plural (Crítica).

sábado, 21 de junio de 2025

"LA EXPULSIÓN DE LOS JUDÍOS DE AL-ÁNDALUS". El Ruedo Ibérico - Historia y Cultura de España


 

Tres siglos y medio antes de la famosa expulsión de los judíos decretada por los Reyes Católicos en 1492, la época dorada de los judíos en al-Ándalus, tanto cultural como intelectual, fue aniquilada por la llegada de los almohades a mediados del siglo XII cuando decidieron expulsar a todos los judíos que no se convirtieran al Islam. Una pérdida de la que al-Ándalus nunca se repondría y que curiosamente favoreció a los reinos cristianos del norte, que se vieron favorecidos con la llegada a sus reinos de los judíos expulsados por los almohades.

La expulsión de los judíos de al-Ándalus fue ordenada en 1146 por el califa almohade Abd al-Mumin. Muchos judíos se vieron obligados a dejar sus hogares y sus bienes, y aquellos que se negaron a abandonar al-Ándalus o islamizarse fueron ejecutados o esclavizados. La mayoría de los sefardíes buscaron refugio en tierras cristianas, especialmente en los reinos de León, de Castilla y de Aragón. Uno de los judíos exiliados a consecuencia de este decreto fue el sabio cordobés Maimónides, que tras fingir una conversión al islam y recorrer diversos lugares, acabó instalándose con su familia en el Egipto de Saladino. La figura de Maimónides ilustra bien el extraordinario desarrollo de la vida intelectual entre los judíos de al-Ándalus hasta la llegada de los almohades.

En la historia de los judíos sefardíes en al-Ándalus es necesario distinguir dos grandes etapas: antes y después de 1086. Antes, es la época de la dinastía de los Omeyas que tienen a España bajo su autoridad, primero como emires (756-929), luego como califas (929-1031) de Córdoba; es también la época de los primeros reinos de taifas, aquellos emiratos que se constituyen después de la desintegración del califato. En 1086, al año siguiente de la conquista de Toledo por los cristianos, se inician nuevas invasiones llevadas a cabo por dos dinastías norteafricanas —la de los almorávides (1086-1145) y la de los almohades (1146-1232)— . Hasta 1086, los judíos pudieron vivir en al-Ándalus sin problemas mayores, con las garantías relativas que les daba el pacto de la dhimma. No así después de 1086. Los almorávides consideraban a los andalusíes como traidores a la causa del Islam, irreligiosos, corruptos e impíos; procuraron, pues, imponer la defensa de la ortodoxia islámica y la pureza de las costumbres.

Por aquellas fechas, Ibn Hazm compuso una refutación contra un judío que se había atrevido a escribir un libro para mostrar las contradicciones e inconsistencias del Corán; ello le dio motivo para atacar a los judíos por el poder que estaban detentando en al-Ándalus y culpar a los gobernantes andalusíes por haber permitido que tal situación se produjera. El resultado de la intransigencia del nuevo poder musulmán fue una primera oleada de judíos que huyeron hacia los reinos cristianos del norte de la Península. Pero fueron sobre todo los almohades los que mostraron el máximo rigor dogmático y moral y la más estricta intransigencia con los cristianos y judíos que vivían en tierras musulmanas. Casi todos los judíos andalusíes huyeron entonces de sus tradicionales lugares de asentamiento

La expulsión de los judíos de al-Ándalus por los almohades en el siglo XII vino precedida de una anterior expulsión de los mozárabes (cristianos de al-Ándalus) en 1126 llevada a cabo por el califa almorávide Alí ben Yusuf, así como por una tentativa de expulsión de los judíos en 1101. Anteriormente a la llegada de las dinastías norteafricanas también se habían producido episodios sangrientos contra la población judía en los reinos de taifas, como la masacre de Granada de 1066. CONTINUAR LEYENDO

viernes, 20 de junio de 2025

Marina Garcés, filósofa: “La amistad es una experiencia de transformación, no de identificación”. Entrevista por Eva Catalán en theconversation.com 9 junio 2025

Dice Marina Garcés (Barcelona, 1973) que la amistad habita un “espacio terrible” en la psique humana, aquel que crea nuestro deseo de ser amados y nuestro miedo a no serlo. La definimos a menudo precisamente por lo que no es (no es un romance, ni una relación familiar, ni profesional, ni coyuntural) y por lo que pensamos que debería ser: un amor incondicional sin objetivos, un lugar compartido sin imposiciones ni exigencias. En la historia de la filosofía, las relaciones de amistad han quedado para siempre categorizadas por Aristóteles, en el capítulo VIII de la Ética a Nicómaco, como “la unión recíproca y desinteresada de dos personas virtuosas”.

Garcés sospecha de esta uniformidad, de este consenso filosófico en torno a la amistad, y se plantea en su libro La pasión de los extraños si la amistad no es, precisamente, todo lo que se escapa por las grietas de ese ideal aristotélico. Un ideal, por otro lado, fundamentalmente androcéntrico y reservado a lo largo de la historia a ciertas posiciones sociales, y que deja fuera la amistad en la necesidad, en la inclinación hacia el diferente, en los cuidados compartidos…

En La pasión de los extraños plantea que la amistad desde el punto de vista filosófico es un ideal que en realidad no existe.

La amistad es una de las grandes cuestiones de la tradición filosófica occidental, y ha sido planteada sobre todo como un ideal ético, como una épica moral: aquella relación más alta que todas las demás porque está libre de cualquier otro fin que no sea la relación misma. Es esa relación de afecto virtuoso hacia el otro.

Mi punto de partida no es tanto negar esta tradición sino entender por qué y desde dónde se ha construido este ideal, y de qué maneras este ideal sigue entre nosotros a través del lenguaje común, en la literatura, en el cine… Seguimos representando relaciones muy idealizadas de la amistad. Actualmente se piensa la amistad de una forma casi romantizada, como esa vida ideal entre amigos frente a las grandes intemperies, cambios y rupturas de nuestra sociedad actual.

Hay excepciones. Epicuro y Nietzsche, por ejemplo, le ponen algunos peros a este ideal aristotélico, como explica en el libro.

Epicuro plantea el gran tabú de la tradición griega sobre la amistad, que es preguntarse si la amistad es útil o no. El ideal aristotélico dice que solo se da entre quienes no se necesitan entre sí. Epicuro viene a decir: “Bueno, más necesario que el amigo no hay nada”. Porque, precisamente, la vida en amistad es una de las vías para perder el miedo. El miedo a la soledad, al sufrimiento, a los dioses… es decir, a poderes que no podemos controlar.

Es algo que todavía se discute. Hoy existe por ejemplo lo que yo llamo la “amistad terapéutica”, que casi limita su valor a sus beneficios para la salud mental, la longevidad… ¿En qué medida estamos cayendo en la trampa, no ya de la utilidad que defendía Epicuro, sino de la instrumentalización de la amistad?

Nietzsche, en tiempos de cambios fuertes y sociedades mucho más complejas, plantea por primera vez desde la filosofía la cuestión de la ruptura. Los amigos también rompen, entran en conflicto. Y quizá de lo que se trata es de medir bien quiénes pueden ser nuestros amigos para también saber quiénes pueden ser nuestros enemigos y no quedarnos en fotos edulcoradas y, en el fondo, engañosas de lo que puede ser la amistad. CONTINUAR LEYENDO

lunes, 16 de junio de 2025

"¿QUÉ DICE LA BIBLIA —INSISTENTE Y CLARA— DE CÓMO TRATAR A LOS EXTRANJEROS Y MIGRANTES?

  • Éxodo 22, 20: «No explotarás ni oprimirás al extranjero, porque también vosotros fuisteis extranjeros en Egipto».
  • Éxodo 23, 9: «No explotarás al emigrante, porque vosotros conocéis la vida del emigrante, pues lo fuisteis en Egipto».
  • Levítico 19, 33: «Si un extranjero se establece en vuestra tierra, en medio de vosotros, no lo molestaréis, será para vosotros como un compatriota más, y lo amarás como a ti mismo, pues también vosotros fuisteis extranjeros en Egipto».
  • Deuterionomio 24, 14: «No explotes al pobre y al indigente, ya sea uno de tus hermanos o uno de los extranjeros que viven en tus ciudades. Págale cada día su salario, antes de ponerse el sol, pues es pobre y espera impacientemente su jornal. De lo contrario, apelará al Señor, y tú serás culpable».
  • Zacarías 7, 10: «Practicad la justicia y la compasión. No explotéis a la viuda y al huérfano, al emigrante y al pobre, y nadie piense en hacer mal a su hermano. Pero ellos no quisieron atender, volvieron la espalda y se hicieron los sordos. Endurecieron su corazón como el diamante para no escuchar la enseñanza y las palabras que el Señor Todopoderoso inspiró a los profetas. Entonces el Señor se irritó muchísimo».
  • Mateo 25, 35: «Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme. Entonces los justos le contestarán: Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte? Y el rey les dirá: En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis (…) Os aseguro que cuando no lo hicisteis con uno de esos pequeños, tampoco conmigo lo hicisteis».
  • Filipenses 4, 5: «Que vuestra bondad sea notoria a todos los hombres».
  • Hebreos 13, 2: «No os olvidéis de mostrar hospitalidad, pues gracias a ella, algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles».

domingo, 15 de junio de 2025

Las supervivientes del Patronato de Protección a la Mujer: “Nos han torturado y yo eso no lo perdono, me da igual cómo lo pidan”.

Tres víctimas explican qué ha supuesto para ellas recibir unas disculpas públicas por parte de la Conferencia Española de Religiosos (CONFER) y reclaman al Estado justicia para reparar su memoria

sábado, 14 de junio de 2025

"LA FISCALÍA". Luis García Montero, El País 02 JUN 2025

El fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz
Si algunos jueces logran convertir su soberbia en costumbre jurídica, un poder judicial autopoderoso se convertirá en el mayor problema de la democracia

Leo con mucho interés el libro de mi amigo Miguel Pasquau Liaño, juez y novelista, titulado El oficio de decidir (Debate, 2025). Es muy interesante meterse en la piel de alguien que soporta el poder del Estado para tomar una decisión que afecta a la vida de las personas. Sus meditaciones ponen en juego el conocimiento del derecho para decidir entre prejuicios, juicios paralelos, testimonios, pruebas, indicios y sospechas. Miguel Pasquau reconoce que los jueces pueden equivocarse, y eso supone una responsabilidad, porque el poder judicial no descansa en el CGPJ, que no dicta sentencias, sino en el juez que firma una resolución. En un mundo mediático crispado, hay muchos pseudoperiodistas dispuestos a sacar conclusiones fanáticas sin haberse leído siquiera una sentencia.

Mientras leía El oficio de decidir, he sentido el deseo de aclararme ciertos sentimientos. No creo ahora que el problema esté en que los partidos conservadores o progresistas manipulen a los jueces. Si existiera una decencia profesional inequívoca, este mal deseo no tendría mayores consecuencias. Más que en los partidos, el problema está en los jueces que se salen de su decencia profesional para sustituir a la voluntad del pueblo encarnada en la política. Aprovechan la crispación y buscan protagonismo, convertidos en una autoridad social sin límites que no distingue entre denuncias, pruebas, indicios y sospechas. Si este tipo de jueces consigue convertir su soberbia en costumbre jurídica, un poder judicial autopoderoso se convertirá en el problema más grave de la democracia.

Después de que el CGPJ quedara bloqueado, el único contrapoder que puede enfrentarse a la soberbia judicial es la Fiscalía. Ahora comprendo por qué soportamos en España una desmedida persecución mediática contra el fiscal general. Hay quien no quiere justicia, sino una soberbia sin límites dispuesta a borrar cualquier otro tipo de poder democrático.

viernes, 13 de junio de 2025

"LAS RUINAS INVISIBLES DE LA ERA NETANYAHU". Carmela Ríos, El País 02 JUN 2025


La sistemática falta de sensibilidad de una parte de los israelíes por el sufrimiento de los palestinos es la obra magna del primer ministro

Numerosos usuarios de distintas redes sociales han compartido durante las últimas semanas una fotografía que define por sí sola el desafío de todas nuestras democracias. La imagen muestra una hilera de pasteles en el escaparate de una confitería de la ciudad israelí de Modi’in: tres éclairs rellenos de crema pastelera, glaseados en la parte superior y adornados con una bandera de Israel y un mensaje escrito con chocolate: “Dejad que el ejército los destruya por completo”, en referencia a la operación militar en Gaza. La fotografía fue tomada por la periodista Josie Glausiuz, quien vive en Modi’in, y compartida en una de sus columnas para el diario Haaretz, en la que lamenta cómo tolerar la violencia y el odio han conseguido saturar todas las esferas de la vida de la sociedad israelí, incluidas las más íntimas o lúdicas.

El proceso de desensibilización sistemática de una parte de los ciudadanos con respecto al sufrimiento de los palestinos, o de cualquier enemigo designado, es la obra magna del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y empieza mucho antes de los atentados de 7 de octubre de 2023. Hace 29 años, Netanyahu entregó su estrategia electoral al fontanero del odio más dotado, influyente y peligroso de la historia reciente: el consultor político estadounidense Arthur Finkelstein. Junto a él aprendió que había que construir realidades emocionales más poderosas que los hechos. No se trataba de debatir ideas, sino de activar reflejos: el rechazo, el temor, el resentimiento. Su estrategia era quirúrgica: identificar al adversario, amplificar sus rasgos más impopulares y convertirlo en una amenaza para la nación. Su filosofía era clara: no necesitas enamorar al votante; basta con que odies al otro. En 1996, bajo la tutela de Finkelstein, Netanyahu lanzó una campaña basada en una idea: “Simon Peres [su entonces rival laborista] traerá atentados”. No había matices ni debate. Solo una repetición calculada del miedo. Funcionó.

Con la llegada de las redes sociales, Netanyahu encontró el escenario ideal para amplificar la estrategia aprendida de Finkelstein y de sucesor, George Birnbaum. Tenía en sus manos el laboratorio perfecto para la manipulación emocional donde era posible programar el odio. En 2019, una investigación periodística reveló que Netanyahu había movilizado un ejército de perfiles falsos en redes para apoyar su campaña electoral. Más recientemente, The New York Times informó de que, tras los atentados del 7 de octubre de 2023, Israel financió una operación de desinformación en las redes sociales con cientos de cuentas que se hacían pasar por ciudadanos estadounidenses para difundir mensajes proisraelíes, especialmente dirigidos a legisladores afroamericanos del Partido Demócrata.

Los atentados del 7 de octubre de 2023, que estremecieron al mundo, resultaron ser el catalizador perfecto para esa maquinaria de poder. Netanyahu los ha utilizado no solo como justificación de la guerra, sino como coartada emocional para reforzar el discurso del enemigo interno y externo. En su retórica, la seguridad se impone a la democracia, la unidad a la crítica, y el dolor se transforma en munición política. En un país herido, el odio no necesita excusas. Tiene legitimación y es un lenguaje completo.

“Nunca había visto tanta maldad, tanta gente deseosa de expresar mezquindad, compitiendo entre sí para demostrar su falta de empatía. Nunca pensé que la gente fuera capaz de ser tan mezquina. De regocijarse tanto en el dolor ajeno. De regocijarse cuando la gente sufre, pasa hambre, pierde todo lo que tiene y muere. Por eso, nunca he tenido tanto miedo”. La reflexión es de la abogada Orit Kamir y fue publicada el pasado 15 de mayo en el diario Haaretz. Para Kamir “en la lista de crímenes de Netanyahu contra la humanidad y la sociedad israelí, despojar a muchos israelíes de toda inhibición moral es uno de los más graves”.

miércoles, 11 de junio de 2025

"LA HOMOSEXUALIDAD EN AL-ÁNDALUS". El Ruedo Ibérico - Historia y Cultura de España

“Mujer, no me injuries.
Ni Hind ni Zaynab me seducen.
Siento inclinación, en cambio, por un corzo
cuyas cualidades todos anhelan:
no teme la menstruación,
no sufre embarazo
ni ante mí se vela.”

Poema de Ibn Hani ibn Sa'dun, poeta andalusí del siglo X

Hay una recurrente presencia de poemas de carácter homoerótico en la poesía hispanoárabe de al-Ándalus. Este tipo de literatura, a menudo de la más alta calidad, floreció como un refinamiento cultural en época omeya.

Para superar la contradicción entre la legalidad religiosa y la realidad, se recurrió a un curioso hadiz atribuido al mismo Mahoma: «Aquel que ama y se mantiene casto y oculta su secreto y muere, muere como un mártir». También fue superada mediante el recurso a una sublimación neoplatónica, el «amor udrí», de una ambigua castidad. El objeto de deseo, generalmente un sirviente, esclavo o cautivo, invertía el rol social en la poesía, convirtiéndose en dueño del amante, estableciendo un tipo de relación similar al descrito en la antigua Grecia.

La homosexualidad era tenida como más refinada entre los acomodados y cultos. Existen datos que indican que los prostitutos sevillanos a principios del siglo XII cobraban más que sus compañeras femeninas, y tenían una clientela de clase más elevada. Las prostitutas quedaban relegadas a la plebe urbana y sobre todo a los campesinos que visitaban las ciudades.

Entre los reyes andalusíes la práctica de la homosexualidad con jóvenes era bastante corriente; Abderramán III, Alhakén II (quien tuvo descendencia por primera vez a la edad de 46 años, con una esclava vasca cristiana que se travestía, a la moda de Bagdad, como si fuera un efebo), Abd Allah de la Taifa de Granada, el nazarí Muhammed VI; entre ellos, el abadí Al-Mu'tamid de la Taifa de Sevilla y Yusuf III del Reino nazarí de Granada escribieron poesía homoerótica; Abderramán III, Alhakén II, Hisham II y Al-Mu'tamid mantuvieron abiertamente harenes masculinos. Consta que los hispanoárabes preferían como compañeros sexuales a los cristianos esclavos antes que a las mujeres o efebos de su propia cultura, lo que provocaba la enemistad y continuas hostilidades de los reinos cristianos.

lunes, 9 de junio de 2025

"SABERES AMENAZANTES". Antonio Muñoz Molina, El País 7 JUN 2025

Cuanta menos información veraz tenga la gente, mayor será la impunidad de los poderosos

Este hombre de la foto no tiene aspecto de ser una amenaza para nadie. Es de esas personas en las que la calvicie parece una condición natural, más que un infortunio o un signo de declive. Es una calva sólida, de firme osamenta, complementada por unas gafas austeras, sin el menor rastro de coquetería, o de esa modernidad que establecieron en los años ochenta arquitectos y diseñadores, los cuales proclamaban por el color o la forma chocante de sus gafas el grado de su talento, no siempre corroborado luego por la originalidad de sus obras. En un mundo en el que tanta gente exhibe un empeño narcisista de singularidad, cuyo paradójico resultado es la monótona repetición de lo mismo, este hombre da la impresión de un impulso contrario y ya muy anticuado, el de no llamar la atención, con su cara tan común, su calva, sus gafas, su camisa azul discreta, la mochila con la que carga, que según se ve es una mochila con cierto peso, sin duda el de los informes y estudios que transporta en ella, y en los que se sustenta como un sillar de granito la declaración que ha hecho o está a punto de hacer.

Porque este hombre al que no recordarías si te lo cruzaras por la calle, pero en el que confiarías de manera instintiva si dependieras de él en un asunto grave —si fuera tu asesor fiscal, tu abogado, el médico que te recibe en la consulta—, José Ángel Núñez, fue a declarar en otro día al juzgado de Catarroja, en Valencia, no con el propósito de eludir una responsabilidad, ni de sembrar confusión, sino de establecer en lo posible la realidad de los hechos y de las omisiones que provocaron el 29 de octubre del año pasado la mayor mortandad por una catástrofe natural que se ha registrado en nuestro país en más de medio siglo. La política española es una picadora envilecida y envilecedora de escándalos verdaderos y escándalos artificiales y bien escenificados que lo convierte todo en una pulpa tóxica donde la realidad deja de existir, y donde cada nuevo abuso desaloja del presente y condena a la indiferencia y el olvido los abusos anteriores. Las zonas devastadas de Valencia se van recuperando con una lentitud intolerable, y el sufrimiento de los que sobreviven se alejaría de la actualidad tan rápidamente como los nombres y la memoria de los muertos, si no fuera por el activismo heroico de sus familiares y por una tradición valenciana de resistencia cívica que parece tan arraigada como el impulso festivo. Pero el suministro de carnaza política es tan abrumador, y tan continuo que se lo lleva todo por delante, y lo mismo que los corruptos confesos y convictos distraen su culpa acusando a otros de corrupción, los responsables directos del desastre de Valencia adoptan un aire de dignidad agraviada y confían en la confusión y en el simple paso del tiempo para no responder de una incompetencia en la que hay mucho de literalmente criminal.

Es entonces cuando aparece el hombre de la foto, con su cara tranquila y su comedida informalidad para presentarse en el juzgado, camisa y pantalón de diario y no chaqueta ni corbata, mochila en la mano, y no a la espalda, quizás por el peso de tanta evidencia, que equivale con bastante precisión al peso de la culpa de la que otros se quieren escabullir. Este hombre, José Ángel Núñez, se halla en posesión de un arma temible: el conocimiento de las cosas, en un campo con pocas posibilidades de estrellato académico o intelectual, la geografía. Desde los años en que yo la estudié en la universidad, con menos ahínco del que hubiera debido, la geografía sufrió un desprestigio que quizás fue dañino, sobre todo en la educación primaria y media. Para los triunfales psicopedagogos, el pecado de la geografía era que apenas podía enseñarse por experiencia directa. Es verdad que uno difícilmente podrá tener la experiencia inmediata de la Amazonia o del desierto de Gobi, pero la imaginación humana y la capacidad de aprender permiten que se comprenda lo inaccesible y lo muy lejano. La geografía se fue encogiendo a medida que encogían también las ambiciones de la enseñanza, víctimas de una propensión a la estrechez comarcal propalada con la misma devoción por todos los partidos políticos. Y todo eso formaba y tristemente forma parte del gran descrédito del conocimiento que es una desgracia secular de la vida española. Cuanta menos información veraz tenga la gente, y menos herramientas intelectuales para comprender y juzgar, mayor impunidad podrán disfrutar los que llegan al poder sin más mérito que el medro político, y más demoledora será la victoria de los señores feudales del dinero. CONTINUAR LEYENDO

domingo, 8 de junio de 2025

"LA INOCENCIA PERDIDA DEL EMOIJ". Carmela Ríos, El País 19 MAY 2025

Donde los mayores solo vemos caritas sonrientes, otras generaciones han encontrado un arsenal narrativo con suficientes matices como para sacar a la luz, entre pares, los fantasmas más escondidos de la adolescencia

En lo que va de mes he mantenido conversaciones similares con cuatro amigos y conocidos que son padres de hijos en plena adolescencia o a punto de llegar a ella. Todos presentan el mismo cuadro clínico: una impotencia persistente. Temen que los mecanismos que han puesto en marcha para proteger a sus hijos de los estragos de las redes sociales, ya sea limitarles el tiempo de uso del móvil, instalarles un sistema de control parental o hablar con ellos sobre su vida digital, no sean suficientes para evitar que, antes o después, se produzca el encontronazo de sus vástagos con realidades para las que no están preparados. Bautizos de la vida tan indeseables como las escenas de sexo ultraviolento y descarnado que corren por los grupos escolares de WhatsApp o los casos de acoso a un compañero de clase que se retroalimentan en Instagram o TikTok con códigos de lenguaje que escapan a la comprensión de los adultos.

La aclamada serie Adolescencia (Netflix), que recrea un episodio de violencia misógina perpetrado por un adolescente, ha resultado de gran ayuda para arrojar luz sobre el significado oculto e indescifrable que contienen muchos de los emojis usados en las redes sociales. Donde los mayores solo vemos caritas sonrientes o expresiones de asombro, otras generaciones han encontrado un arsenal narrativo con suficientes matices como para sacar a la luz, entre pares, los fantasmas más escondidos de la adolescencia, como la necesidad de ser amado, la presión por triunfar en el sexo, la desubicación vital, los problemas con la comida, el coqueteo con las drogas, la depresión o la violencia. Varias organizaciones ya están trabajando en “traductores” de emojis que puedan orientar a formadores y padres.

El uso de los emojis en las redes sociales con mensajes ocultos no es exclusivo de los adolescentes. Como explicaba el periodista Andrés Rodríguez en este periódico hace un mes, varios cárteles mexicanos de la droga recurren a ellos para atraer y reclutar a jóvenes en TikTok. Otro episodio más extendido y cercano fue denunciado el pasado mes de marzo por la policía francesa. La imagen de la porción de pizza en las biografías de perfil sirve actualmente en TikTok para identificar y poner en contacto a pedófilos con redes de venta de pornografía infantil. Las siglas del emoji “Cheese Pizza”, CP, han recobrado, en este contexto, otro significado: “Child Porn” (pornografía infantil). Basta con realizar una búsqueda de este emoji junto a esta abreviatura o bien asociado a otros símbolos como el balón de fútbol, el biberón o la piruleta para intuir la operativa. Los resultados arrojan una batería de contenido con jóvenes menores de edad fotografiadas en posturas y bailes sugerentes. Los perfiles incluyen enlaces a canales de Telegram donde se realiza la venta del material visual con niños o bebés.

Medios franceses como la cadena privada de televisión TF1 realizaron, al hacerse pública la denuncia de la policía, su propia investigación de campo en TikTok a partir de una serie de búsquedas con el emoji de la pizza. Constataron la magnitud de la oferta de material pedófilo y lo extremadamente fácil que resultaba acceder a ella. Entraron en algunos canales de Telegram donde se les ofrecía secuencias gratuitas y ofertas como un paquete de 100 vídeos por 30 dólares, cuyo importe subía a 50 dólares si incluían escena de violación con niños. Los periodistas también contactaron con los responsables de TikTok. Estos manifestaron su “tolerancia cero” hacia dichas prácticas y prometieron combatirlas con todos los medios a su alcance. Sin embargo, existe en TikTok y en otras redes algo más poderoso que la determinación de sus responsables: la vida propia del algoritmo y su capacidad para volver a viralizar los mismos contenidos a partir del uso de otros emojis. Es lo que está sucediendo.

viernes, 6 de junio de 2025

"SER CHICO HOY EN DÍA ES DIFÍCIL, ES MUY DIFÍCIL". Ana Requena Aguilar, Cuarto Propio (elDiario.es)

"Ser chico hoy en día es difícil, es muy difícil". Podría estar de acuerdo con esa frase. Podríamos utilizarla para pensar en cómo es ser un niño o un chico en un mundo en el que la crisis climática amenaza la vida tal como la conocemos y en el que el capitalismo feroz compromete el bienestar de quienes estamos aquí hoy como adultos o como niñxs y de quienes vendrán.

Podríamos, incluso, pensar qué es lo que necesitan los niños y los chicos (en masculino nada genérico) para vivir mejor, para no tener que reproducir un modelo de masculinidad dañino , para independizarse de esas expectativas terribles sobre lo que un hombre debe ser: siempre fuerte, siempre agresivo, siempre activo, nada sentimental, podado emocionalmente, alejado convenientemente de vínculos y cuidados.

El problema es que esa frase la ha pronunciado alguien en un contexto muy distinto y con un propósito muy diferente al de estas reflexiones. Es de Antonio Carlos Serrano, uno de los abogados de los cuatro chicos acusados de violar a una chavala que en el momento de los hechos tenía 14 años. Ellos, entonces, tenían entre 20 y 21. El juicio está siendo estos días en la Audiencia Provincial de València.

Voy a ahorrarme detalles porque, aun sin darlos, el caso ya es tremendo. Estos cuatro hombres están sentados en el banquillo, pero hay testigos que aseguran que hubo muchos más. La chica estaba bajo los efectos del alcohol y, sospechan, quizás bajo alguna droga que alguien le administrara sin su consentimiento.

Antonio Carlos Serrano, sin embargo, a las puertas del juicio, explicó indignado ante los medios que sus clientes estaban "con un miedo espantoso" desde que les imputaron y criticó que la ley ampare que no puede existir consentimiento entre una chavala de 14 años y unos tíos mayores de edad. Y dijo la famosa frase: "Ser chico hoy en día es difícil, es muy difícil. Ser chica no es tan difícil, porque estás protegida". Ya de paso balbuceó algo en contra de la ley del solo sí es sí y del tremendo problema de "desintegración familiar" que tenemos.

Esos cuatro hombres tienen derecho a una defensa y a un juicio justo. Antonio Carlos Serrano tiene derecho a ejercer una buena defensa como abogado. El problema es que eso se sigue confundiendo demasiado a menudo con atacar la integridad y la dignidad de las víctimas, con reproducir estereotipos e ideas falsas o dañinas y con atacar al feminismo e invocar la guerra de sexos.

Seguramente sea difícil ser chico hoy en día. Y el discurso de este señor y la conducta de sus representa no ayuda a que sea más fácil, más bien lo contrario. Porque los chicos de hoy necesitan ejemplos distintos de cómo se puede ser un hombre distinto. Necesitan saber que sus derechos no los ponen en peligro los derechos de las mujeres. Necesitan educación sexual de calidad. Necesitan espacios para encontrarse y para hablar. Necesitan ver a las mujeres como iguales, necesitan tener referentes femeninos.

Para Antonio Carlos Serrano, ser una mujer hoy en día es, en cambio, muy fácil. Tendríamos tanto que contarle... si quisiera escuchar. Tiene tantos lugares donde mirar, donde aprender, tantas historias que atender... si quisiera.

jueves, 5 de junio de 2025

"LAS MUJERES AFGANAS HAN DESAPARECIDO DE LAS REIVINDICACIONES FEMINISTAS". Soledad Gallego-Díaz. El País 01 JUN 2025

Nicolás Aznárez
La fragmentación de este movimiento ha permitido una interferencia en los conceptos de igualdad y derechos

Establecer prioridades ha sido tradicionalmente un requisito para el éxito de movimientos políticos y sociales. Los sindicatos se formaron y adquirieron una fuerza formidable en torno a la reivindicación de la jornada de ocho horas. Lo mismo sucedió con el movimiento feminista, cuya prioridad más evidente fue, y es, el reconocimiento de igualdad de derechos entre hombres y mujeres en todos los planos de la actividad económica, social o política. La fijación de esas prioridades permitió, además, la universalización de esos movimientos, porque sus objetivos podían ser compartidos en todo el mundo, al margen de creencias culturales.

Fijar prioridades sigue siendo necesario. Los periodistas de todo el mundo, por ejemplo, podemos encontrar un punto de encuentro si exigimos que se nos deje entrar en Gaza para dar un testimonio profesional de lo que allí ocurre. De hecho, la Federación de Asociaciones de Periodistas de España acaba de hacer público un manifiesto, difundido en español, inglés, francés y árabe, para que profesionales de todo el mundo apoyen esta petición:

La desaparición y relativización de las prioridades clásicas del movimiento feminista ha sido uno de sus peores errores. Este mes de junio se cumplirán cuatro años desde que Estados Unidos y la OTAN empezaron la retirada de todas sus fuerzas de Afganistán y desde que el nuevo Gobierno talibán empezó su metódica persecución de las mujeres y niñas. En estos cuatro años, la comunidad internacional ha sido incapaz de proteger a un colectivo que supera los más de 20 millones de seres humanos, mujeres y niñas, sometidas a un terrible régimen de esclavitud. Peor aún, el movimiento feminista internacional no parece haber colocado entre sus prioridades la lucha contra esta situación ni ha ejercido la presión necesaria sobre gobiernos y entidades multinacionales que podrían obligar al Gobierno afgano a modificar su postura.

Debilitado por los retrocesos en materia de igualdad que van apareciendo en los propios países donde el feminismo parecía más desarrollado y también por una fragmentación interna sobre aspectos ideológicos que no ha hecho más que crecer en las dos últimas décadas, fundamentalmente por la relación entre el feminismo y el movimiento queer y trans, las mujeres y niñas afganas han quedado fuera de la reivindicación feminista cotidiana. Han quedado sepultadas en beneficio de un debate ideológico, cuando hasta hace muy poco el feminismo había dejado claro que los derechos humanos y civiles de las mujeres eran su objetivo prioritario, no negociable, ni sometido a ningún tipo de discusión relacionado con el ámbito de las ideas, conceptos o sistemas de creencias.

En el momento en el que los talibanes volvieron al poder, un 25% del Parlamento de Kabul estaba formado por mujeres y más de 100.000 ocupaban puestos en los ayuntamientos locales. Todo eso ha desaparecido. La única esperanza de las adolescentes y las madres que intentaron educarlas en libertad era la fuerza que representan las mujeres de todo el mundo. Pero esas mujeres las dejaron, para vergüenza de todas, en el más absoluto abandono. ¿Dónde se organizaron y se siguen organizando grandes manifestaciones de apoyo? ¿En cuántos Parlamentos se presentaron mociones exigiendo respuesta internacional? Absorbido por otras cuestiones, difícilmente comparables, el feminismo no ha hecho nada efectivo.

La fragmentación del movimiento feminista ha permitido que consideraciones culturales interfieran incluso en los conceptos de igualdad y derechos. La escritora Najat el Hachmi escribía el pasado 23 de mayo en este periódico expresando su amargura porque la posible prohibición del velo en las escuelas públicas de Cataluña se deba a una propuesta de Junts, un partido que sólo quiere disputar los votos al grupo ultra Aliança Catalana, en lugar de tener su origen en una reflexión del movimiento feminista. Quizás la prohibición del uso del velo sea polémica, pero ese debate se despacha con demasiada rapidez, sin tener en cuenta las voces del movimiento feminista en países como Irán, Egipto o Marruecos, según las cuales el aumento del uso del velo, incluso entre las segundas y terceras generaciones de inmigrantes en países europeos, no forma parte de un movimiento cultural, sino que es producto de una campaña muy intensa diseñada por hombres musulmanes empeñados en atajar los movimientos a favor de los derechos de las mujeres. Campañas que debían ser combatidas de manera prioritaria. Pero no, la prioridad no son ellas.

lunes, 2 de junio de 2025

"EL LEGADO DE ELON MUSK ES ENFERMEDAD, HAMBRE Y MUERTE". Michelle Goldberg. The New York Times 31 de mayo de 2025

Hay una publicación de Elon Musk en X, su plataforma de medios sociales, que debería definir su legado. “Hemos pasado el fin de semana metiendo a USAID en la trituradora de madera”, escribió el 3 de febrero. “Podría haber ido a unas fiestas estupendas. En vez de eso, hicimos esto”.

El absurdo plan de Musk para ahorrar al gobierno un billón de dólares reduciendo “el despilfarro, el fraude y el abuso” ha sido un fracaso. El Departamento de Eficiencia Gubernamental afirma que ha ahorrado 175.000 millones de dólares, pero los expertos creen que la cifra real es significativamente inferior. Mientras tanto, según la Asociación para el Servicio Público, que estudia la fuerza laboral federal, los ataques del DOGE al personal gubernamental —sus despidos, recontrataciones, uso de licencias administrativas retribuidas y toda la falta de productividad asociada— podrían costarle al gobierno más de 135.000 millones de dólares este año fiscal, incluso antes del precio de defender las acciones del DOGE en los tribunales. Es posible que el desenfreno de Musk contra la burocracia no haya generado ningún ahorro, y si lo hizo, fue insignificante.

Ahora, la aventura de Musk en Washington llega a su fin, luego de que el desilusionado multimillonario anunciara que abandona el gobierno. “Sin duda es una batalla cuesta arriba intentar mejorar las cosas en DC, por no decir otra cosa”, declaró a The Washington Post.

Sin embargo, hay un lugar en el que Musk, con la ayuda de sus secuaces, logró sus objetivos. Efectivamente, hizo pedazos a la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por su sigla en inglés). Aunque ahora funciona una pequeña operación dentro del Departamento de Estado, el gobierno afirma que ha eliminado más del 80 por ciento de las subvenciones de la USAID. Brooke Nichols, profesora asociada de salud global en la Universidad de Boston, ha calculado que estos recortes ya han provocado unas 300.000 muertes, la mayoría de ellas de niños, y muy probablemente provocarán muchas más de aquí a fines de año. Esto es lo que ha logrado la incursión de Musk en la política.

Los funcionarios de la Casa Blanca niegan que su aniquilación de la USAID haya tenido consecuencias fatales. En una audiencia celebrada en la Cámara de Representantes la semana pasada, los demócratas confrontaron al secretario de Estado Marco Rubio con los informes de mi colega Nicholas Kristof desde África Oriental, que documentaban el sufrimiento y la muerte causados por la retirada de la ayuda. Rubio insistió en que no se han producido tales muertes, pero personas que han estado en el lugar afirman que Rubio miente o está mal informado.

Atul Gawande, administrador adjunto de salud global en USAID en el gobierno de Joe Biden, me dijo que durante un viaje a Kenia la semana pasada, visitó el hospital nacional de referencia. Se ha producido un gran aumento del número de pacientes con síntomas avanzados de VIH, como consecuencia de la pérdida de acceso a la medicación antirretrovírica. En los campos de refugiados de la frontera con Sudán del Sur, la ayuda alimentaria se ha recortado tanto que la gente recibe menos del 30 por ciento de las calorías que necesita. “No es suficiente para sobrevivir, lo que ha disparado los niveles de desnutrición grave y las muertes asociadas a ella”, dijo Gawande.

Al parecer, Musk no previó que para el hombre más rico del mundo sería una mala publicidad quitarle alimentos y medicinas a los niños más pobres del mundo. El Post reportó que Musk no había previsto “la intensidad de la reacción negativa a su papel en la política durante el último año”. Ha estado haciendo una serie de entrevistas que Axios calificó de “gira de rehabilitación de imagen”.

Si hubiera justicia en el mundo, Musk nunca podría reparar su reputación, al menos no sin dedicar la mayor parte de su fortuna a aliviar la miseria que ha engendrado. La estancia de Musk en el gobierno ha revelado graves defectos en su carácter: una crueldad despreocupada y deshumanizadora, y una apatía mortal. Esto debería moldear la imagen que se tenga de él durante el resto de su vida pública.

A veces, Musk se refiere a las personas que desprecia como “PNJ”, un término de los videojuegos para referirse a los personajes que no son controlados por los jugadores y que, por lo tanto, no tienen poder de decisión. Más que un insulto, creo que el término revela algo sobre su visión del mundo. O bien no considera que la mayoría de las personas sean totalmente reales, o bien no ve el sentido de tratarlas como tales. Como le dijo a Joe Rogan este año, “la debilidad fundamental de la civilización occidental es la empatía”, refiriéndose a esta emoción como un “error” de nuestro sistema.

Sin embargo, incluso cuando se enorgullece de su rigor desapasionado, Musk ha demostrado una notable falta de interés por averiguar cómo funciona realmente el gobierno que pretendía transformar. Samantha Power, directora de la USAID bajo el mandato de Biden, me dijo que había intentado hablar con miembros del nuevo gobierno, con la esperanza de convencerles de que había elementos del trabajo de la USAID que podían aprovechar para su propia agenda. Pero, aparte de una reunión con funcionarios de la transición, sus esfuerzos fueron ignorados.

En lugar de eso, Musk pareció derivar su visión de la agencia de los teóricos de la conspiración en X. Allí calificó a la USAID de “operación psicológica política de la izquierda radical” y amplificó una publicación del provocador de derecha Milo Yiannopoulos que la difamaba como “la organización terrorista global más gigantesca de la historia”.

Habría sido fácil para Musk tomar su avión privado a un país como Uganda para ver por sí mismo el trabajo que ha hecho la USAID proporcionando medicinas a personas con VIH o alimentando a los refugiados de Sudán del Sur. En lugar de eso, recurrió a los consejos de los troles de internet y dotó al DOGE de lacayos igualmente ignorantes. “Si escuchas las conversaciones que mantuvo el personal de la USAID con la gente de DOGE, no hay palabra en ningún idioma que refleje el nivel de ignorancia sobre lo que la USAID hizo en realidad”, dijo Power.

Este tipo de descuido intelectual debería hacer que la gente reevaluara su fe en la genialidad de Musk. “Ser presidente no cambia quién eres, sino que revela quién eres”, dijo Michelle Obama. Lo mismo puede decirse, al parecer, de ser el mejor amigo del presidente, aunque sea fugazmente.

domingo, 1 de junio de 2025

"PROHIBIR EL VELO". Najat El Hachmi, El País 23 MAY 2025

Una mujer con niqab en un congreso nacional de la Unión de
Comunidades Islámicas de España celebrado en Valencia

Todas las niñas españolas y residentes en España, sea cual sea su nacionalidad, merecen ser protegidas como las demás y que no se acepte para ellas ese estigma

Soy partidaria de prohibir el velo en los centros educativos de primaria y secundaria y de vetar en todas partes el niqab o el burka. Y no por laicismo (ya hemos visto que a muchos se les ha olvidado este principio fundamental del orden democrático republicano ante esos papas supuestamente de izquierdas) sino por razón feminista. Esto es, por respeto a la igualdad entre hombres y mujeres, niños y niñas, aunque se nos presente el cubrir a las féminas como rasgo identitario. O precisamente por esto último, porque no se puede aceptar ninguna particularidad grupal que denigre a una de sus mitades, que atente contra la dignidad y la libertad de ellas mientras ellos andan tan contentos con sus cabezas al aire. Todas las niñas españolas y residentes en España, sea cual sea su nacionalidad, merecen ser protegidas como las demás y que no se acepte para ellas ese estigma, esa losa, esa cárcel ambulante, marca de pertenencia a una tribu, una comunidad, una religión.

En base a esto yo podría alegrarme de que Junts esté pensando en imponer esta restricción y en parte me alegro por todas las niñas y adolescentes que, de aprobarse algún día la norma, puedan estar eximidas de ese deber patriarcal que les transmite la idea de que sus cuerpos son un problema y tienen que cubrirse para ser consideradas decentes. Mi alegría es amarga porque soy consciente de que lo que lleva a la formación nacionalista a tomar ese camino no es, ni de lejos, su preocupación por el bienestar de las niñas, sino disputarle votos a Aliança Catalana. También se me agria esa posible victoria contra el fundamentalismo islamista porque esa guerra debería haberla librado y batallado y liderado la izquierda desde hace tiempo, los sectores progresistas deberían haberse posicionado férreamente frente a ese racismo de género que consiste en dejarlas a ellas abandonadas a su suerte para no herir la cultura de la dominación masculina fundamentada en principios de dominación religiosa. No eran nuestras costumbres ni nuestras tradiciones (y aunque lo fueran) pero prefirieron escuchar a los imanes que a las feministas traicionando lo que venía siendo uno de sus principales pilares: la igualdad.

Ahora imagino que para hacer lo contrario de la derecha nos vendrán con que prohibir esa indumentaria fascista es racista cuando lo más racista ha sido no escuchar nuestras voces. Eso sí, Junts no va a solucionar un problema que ha ido creciendo en los últimos años: la penetración del islamismo (en todas sus formas) y su influencia sobre los nuevos catalanes (y los nuevos españoles). Para eso hace falta pedagogía, educación, prevención y considerar a esos moros catalanes como ciudadanos de pleno derecho. Es decir, inclusión real.

"Los agricultores africanos reclaman su derecho a plantar semillas autóctonas, prohibidas en seis países". Rodrigo Santodomingo, El País 24 JUL 2025 .

Las leyes de Kenia o Tanzania solo autorizan la venta o intercambio de simientes certificadas, normalmente propiedad de multinacionales agrí...