“Mujer, no me injuries.
Ni Hind ni Zaynab me seducen.
Siento inclinación, en cambio, por un corzo
cuyas cualidades todos anhelan:
no teme la menstruación,
no sufre embarazo
ni ante mí se vela.”
Poema de Ibn Hani ibn Sa'dun, poeta andalusí del siglo X
Hay una recurrente presencia de poemas de carácter homoerótico en la poesía hispanoárabe de al-Ándalus. Este tipo de literatura, a menudo de la más alta calidad, floreció como un refinamiento cultural en época omeya.
Para superar la contradicción entre la legalidad religiosa y la realidad, se recurrió a un curioso hadiz atribuido al mismo Mahoma: «Aquel que ama y se mantiene casto y oculta su secreto y muere, muere como un mártir». También fue superada mediante el recurso a una sublimación neoplatónica, el «amor udrí», de una ambigua castidad. El objeto de deseo, generalmente un sirviente, esclavo o cautivo, invertía el rol social en la poesía, convirtiéndose en dueño del amante, estableciendo un tipo de relación similar al descrito en la antigua Grecia.
La homosexualidad era tenida como más refinada entre los acomodados y cultos. Existen datos que indican que los prostitutos sevillanos a principios del siglo XII cobraban más que sus compañeras femeninas, y tenían una clientela de clase más elevada. Las prostitutas quedaban relegadas a la plebe urbana y sobre todo a los campesinos que visitaban las ciudades.
Entre los reyes andalusíes la práctica de la homosexualidad con jóvenes era bastante corriente; Abderramán III, Alhakén II (quien tuvo descendencia por primera vez a la edad de 46 años, con una esclava vasca cristiana que se travestía, a la moda de Bagdad, como si fuera un efebo), Abd Allah de la Taifa de Granada, el nazarí Muhammed VI; entre ellos, el abadí Al-Mu'tamid de la Taifa de Sevilla y Yusuf III del Reino nazarí de Granada escribieron poesía homoerótica; Abderramán III, Alhakén II, Hisham II y Al-Mu'tamid mantuvieron abiertamente harenes masculinos. Consta que los hispanoárabes preferían como compañeros sexuales a los cristianos esclavos antes que a las mujeres o efebos de su propia cultura, lo que provocaba la enemistad y continuas hostilidades de los reinos cristianos.
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