martes, 2 de julio de 2024

"POR MUCHA ACTITUD POSITIVA QUE TENGAS, SI TIENES UNAS CONDICIONES INJUSTAS, SEGUIRÁN SIENDO INJUSTAS". Entrevista a Eduardo Vara en Ethic

Trabajo, sacrificio y vocación. En torno a estos tres pilares pivota el libro de Eduardo Vara Maldito trabajo. Sobrevivir a la cultura del sacrificio y repensar la vocación(Ariel, 2024), en el que explica cómo el culto al trabajo se ha convertido en la religión del siglo XXI. Además, aborda las estrategias que el sistema utiliza para hacer competir a unos trabajadores frente a otros y por qué la idea de mejorar constantemente es una amenaza. Vara ahonda en cuestiones como el salario emocional, la meritocracia y el positivismo tóxico y propone ideas para mejorar el mundo laboral.

Las tesis presentadas en el libro giran en torno a un mismo concepto: el culto al trabajo. ¿Qué es exactamente? ¿Siempre ha existido?

Es la actitud que tenemos en entornos laborales en los que nos entregamos como si de una divinidad o ideal sacralizado se tratara. No es que estemos dispuestos a esforzarnos, lo que es algo natural, sino que vamos más allá y nos sacrificamos por ello, y a veces al hacerlo rozamos los límites de lo aberrante. Cuando nos sacrificamos, asumimos pérdidas o nos perjudicamos a nosotros mismos porque ponemos por delante algún tipo de cosa idealizada. Siempre ha existido la necesidad de esforzarse, incluso en sociedades neolíticas existía el hecho del sacrificio. En las sociedades jerarquizadas actuales se ha decidido, de alguna forma, que unas personas tienen que sacrificarse más que otras. Desde el principio, se empezó a ver cómo ciertos seres humanos prefieren acaparar los recursos y mantener su nivel de estatus por encima del de otros en una especie de competición en espiral en la que hay ganadores y vencidos.

Utiliza su experiencia personal como pediatra en un centro público de Atención Primaria de Barcelona durante la pandemia para explicar la aparición de los primeros síntomas de depresión y ansiedad. ¿Supo desde el primer momento que se debían a causas externas o se culpó de ello?

Yo me llegué a culpar como lo hace la mayor parte de los trabajadores cuando no llegan a lo que se supone que tienen que llegar. Aquí permea la idea de que el trabajador bueno es el mártir, el que se entrega más allá de sus posibilidades por el bien común. Este tipo de mentalidad está muy presente, por desgracia, en muchos trabajos. Especialmente, se ve en la sanidad y, más concretamente, en la atención primaria. Falta personal, recursos, incluso espacios, pero el sanitario tiene que tener una sonrisa y tragarse sus propios sentimientos y la frustración para ser buen trabajador.

El trabajo, directa e indirectamente, también permea nuestro ocio. Dice que nos enfangamos en el «juego del postureo social» y usamos nuestro tiempo de descanso «como un ámbito más en el que compararnos con nuestros semejantes y medir el estatus ajeno y el propio en función de lo que podamos permitirnos con el rendimiento de nuestro trabajo». ¿Qué papel juegan las redes sociales en esto?

Las redes sociales son una de las maneras más eficaces para el sistema de dominarnos porque juegan con nuestra autoestima y nos hacen creer que quienes nos ven son jueces neutrales sobre quiénes somos. Las redes sociales se han convertido en una de las vías por las cuales el estatus, las aspiraciones laborales, querer dar una buena imagen o proyectar lo mejor de nosotros nos han hecho competir, formando parte de esa espiral. Los seres humanos siempre han tenido ese instinto de clasificación. A nivel del neurodesarrollo, sabemos que hasta los niños de 5 años saben utilizar las mentiras sociales. Por ejemplo, halagan más un dibujo de alguien que conocen que el de otras personas. Las redes sociales han potenciado todo esto ya que impulsan el juego social de intentar aparentar.

En el libro también habla de los servicios de mentoría o coaching que entrenan las soft skills. Este concepto fue creado por la Armada estadounidense a finales de los años 60. ¿Qué efectos ha tenido en el mundo laboral? ¿Va en contra del trabajador?

Dentro de los servicios de mentoría hay muchos profesionales y perfiles. El problema está en aquellos que no tienen una formación específica o que solo reproducen ese positivismo tóxico de frases hechas como «si te esfuerzas, lo conseguirás» o «debes cambiar tu actitud para que las cosas mejoren». En realidad, no todo depende del trabajador. Por mucha actitud positiva que tengas, si tienes unas condiciones injustas, seguirán siendo injustas, y es eso contra lo que hay que luchar.

El salario emocional es algo que cada vez está más presente en el ámbito laboral.

Desde un punto de vista neurocientífico, las áreas de recompensa del cerebro se activan por los halagos, cuando nos dicen lo valiosos que somos. Eso activa una descarga equivalente a cuando recibimos un salario. El problema del salario emocional llega cuando, a costa del mismo, se les niega a los trabajadores esa parte más mundana y material de tener una recompensa justa en forma de retribución. Si solo recibes halagos, pero pasas hambre, o no puedes conciliar el sueño por las noches del estrés, y a la hora de la verdad la empresa te machaca, los halagos acaban perdiendo su fuerza. De hecho, los trabajadores que normalmente las empresas consideran más adaptables y mejor integrados suelen ser aquellos que están mucho más sobrecargados. Al final, vemos que esta dinámica de las «habilidades blandas» y del salario emocional conduce a la sobrecarga del trabajador. CONTINUAR LEYENDO

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