viernes, 31 de enero de 2025

"NO ME PUEDO CONCENTRAR". Carlos Javier González Serrano, Ethic 5 DIC 2024

Nuestra imaginación ha sido el precio a pagar por la exposición continua a un sinfín de estímulos: la capacidad para imaginar otros modos de vivir ha sido raptada paulatinamente por los estándares productivistas de rapidez y eficacia.

En una de las obras menos leídas y más ricas de Carl Gustav Jung, Recuerdos, sueños, pensamientos (publicada en español por Seix Barral), donde se recoge una generosa porción de sus memorias, el psiquiatra y psicoanalista suizo escribió un profético pasaje. Dicho fragmento, redactado en 1957 –cuando Jung ya era octogenario–, se encuentra precedido por una constatación: nos sentimos cada vez más desarraigados a causa de «un creciente sentimiento de insatisfacción, descontento y desasosiego» porque ya no podemos vivir en lo que hay, en el presente, sino que nos nutrimos enfermiza y vorazmente de promesas que se encuentran «en las tinieblas» de un futuro «en que se aguarda el auténtico amanecer».

De esta forma, podríamos añadir al diagnóstico junguiano, el mercado para traficar con nuestro(s) deseo(s) está servido: empresas, medios de comunicación y partidos políticos se encargan de mantener azuzada nuestra voluntad para que nunca descanse, para empujarnos a transitar nuestra vida a través de un capcioso estado de intranquilidad que nos arrastre incesantemente de un anhelo a otro. La excitación, el azoramiento y el nerviosismo, así como un sinnúmero de trastornos emocionales y de la conducta, describen la disposición afectivo-intelectual de gran parte de la población occidental actual mientras que, en paralelo, gurús de la felicidad, del crecimiento personal y de la autoayuda nos instigan a ser resilientes y a sobrellevar tesituras inhabitables. Como señaló el sociólogo Richard Sennet en las primeras páginas de La cultura del nuevo capitalismo (2006), se busca diseñar «un yo orientado al corto plazo, centrado en la capacidad potencial, con voluntad de abandonar la experiencia del pasado». Si solo existe el cortoplacismo y desaparece la tradición, no hay lugar para la reflexión pausada y atenta, que se desecha por resultar inservible o, peor, prescindible. Todo se juega en la urgencia de un atosigante ahora.

En paralelo, y como consecuencia de esta capacidad que nos obligan a desarrollar para aceptar y continuar (es decir, para transigir y callar), la disidencia o la oposición ante tal modo de funcionar las cosas se hacen imposibles porque se las cataloga de estúpidas o ridículas; el detractor de semejante extractivismo emocional, quien practica la resistencia intelectual contra el totalitarismo emocional del «si quieres, puedes», es juzgado como un paria que no ha sabido adaptar sus ideas y conductas a las necesidades actuales o emergentes, porque –aseguran aquellos directores espirituales del sistema– «si cambias tu forma de pensar el mundo, el mundo cambiará gracias a tus pensamientos».

Es inevitable recordar aquí al maestro Paulo Freire en su imprescindible Pedagogía del oprimido (1970), cuando explicaba que la libertad no es una donación, no es un objeto que nos puedan dar o regalar; la libertad es más bien una conquista. En palabras contundentes de Freire: la lucha contra la alienación es posible «porque la deshumanización, aunque sea un hecho concreto en la historia, no es, sin embargo, un destino dado, sino resultado de un orden injusto que genera la violencia de los opresores». Sabemos también, por María Zambrano en Persona y democracia (1958), que no hay nada que lastime más al ser humano que verse arrollado por la imagen de un designio inamovible, pues no estamos acabados de hacer «ni nos es evidente lo que tenemos que hacer para acabarnos; no está prefijado cómo hemos de terminarnos. Somos problemas vivientes». Pero ¿es que acaso nos han hecho temer la libertad? ¿Nos hemos sometido dulcemente a la fanática estimulación que nos sirven y que nos impide pensar –y por tanto cuestionar– los goznes de nuestro modo actual de vivir?

Las líneas de Jung que siguen a aquel diagnóstico sobre la imposibilidad de arraigarnos son esclarecedoras, preocupantes. Jung asegura que por todas partes asistimos a «mejoras progresivas» presentadas «mediante nuevos métodos o gadgets» (es el término que él mismo emplea en 1957), los cuales «resultan a primera vista verdaderamente convincentes, pero dudosos en cuanto a su duración y en todo caso se pagan muy caros. En ningún caso incrementan el bienestar, la satisfacción o la felicidad», ya que, en la mayor parte de los casos, «representan modos pasajeros de endulzar la existencia, como, por ejemplo, las medidas de acortamiento del tiempo que aceleran enojosamente el tempo y de este modo nos dejan menos tiempo que antes». Vamos más rápido y, sin embargo, tenemos menos tiempo. Concluye Jung con la mención a una cita latina: omnis festinatio ex parte diaboli est (toda prisa proviene del diablo), «solían decir los antiguos maestros». CONTINUAR LEYENDO


jueves, 30 de enero de 2025

"VIAJES A TIERRAS INIMAGINABLES: HISTORIAS DE DEMENCIA, CUIDADORES Y EL FUNCIONAMIENTO DE LA MENTE". Un libro de Dasha Kiper

Dasha Kiper explora la compleja relación entre las personas con demencia y sus cuidadores.

Tras estudiar un máster en Psicología Clínica, Dasha Kiper trabajó como cuidadora de un superviviente del Holocausto enfermo de alzhéimer. A partir de esa experiencia y de su posterior trabajo con cuidadores de enfermos con demencia, Kiper nos propone una nueva manera de ver y de entender la relación que se establece entre este tipo de pacientes y quienes velan por ellos.

En las conmovedoras historias que recoge en el libro, Kiper explora los dilemas que muchas veces plantean estos enfermos a sus cuidadores: la tardía y repentina devoción católica de un hombre irrita a su esposa; las amistades imaginarias de una mujer abren una brecha entre ella y su marido; un hombre cree que su pareja es una impostora; o el trauma infantil de una madre aflora para atormentar a su hijo...

Combinando neurociencia y literatura, psicología y filosofía, con las enseñanzas de una serie de casos, Kiper ilumina los particulares mecanismos mentales de estos pacientes y las dificultades a las que se enfrentan las personas que los atienden, ofreciéndoles consuelo y comprensión y derribando el mito del cuidador perfecto.

miércoles, 29 de enero de 2025

"DIOS DEBERÍA EXPLICAR SU GIRO DE GUIÓN EN ESTADOS UNIDOS". Íñigo Domínguez, El País 26 ENE 2025

Hablamos mucho de los efectos económicos y políticos de la llegada de Trump, pero lo peor es la pérdida de un amor, de alguien a quien estabas muy unido y que de repente es un extraño

Estados Unidos empieza con 102 extranjeros, británicos perseguidos por su religión, refugiados diríamos ahora, que llegan en el Mayflower en 1620. Además de fieles puritanos, también iba gente a buscarse la vida, por motivos económicos, diríamos hoy. Pese a ser unos apestados, con el tiempo se les acabó llamando Padres Peregrinos. Con perspectiva, luego se concluyó que fueron allí en nombre de Dios.

Todos hemos visto películas de vaqueros y sabemos cómo estos colonos, llegados de toda Europa, ocuparon el país echando y matando a los indígenas. En El hombre que mató a Liberty Valance, la familia que lleva el bar del pueblo es sueca, tienen todavía acento. Y no solo no paraban de llegar inmigrantes, es que además llevaban extranjeros por la fuerza, cientos de miles de africanos que acabaron como esclavos.

Este gran país prosperó y en 1886 puso en la entrada de Nueva York una estatua gigante de una señora, la Libertad. Se la regaló Francia y fue diseñada y construida por franceses. En la base se colocó una placa con un poema de Emma Lazarus, judía de familia portuguesa sefardí: “Aquí en nuestras puertas del ocaso bañadas por el mar se erguirá / una poderosa mujer con una antorcha cuya llama / es el relámpago aprisionado, y su nombre / Madre de los Desterrados. Desde el faro de su mano / brilla la bienvenida para todo el mundo”. Y seguía, perdonen la extensión, con lo que gritaba a los cuatro vientos esta buena mujer: “¡Dadme a vuestros rendidos, a vuestros pobres, / vuestras masas hacinadas anhelando respirar en libertad, / el desamparado desecho de vuestras rebosantes playas. / Enviadme a estos, los desamparados, sacudidos por las tempestades a mí”. Con una llamada tan sentida como para no ir, fue muchísima gente. Millones de europeos. Por ejemplo, a finales del siglo XIX, los cuatro abuelos de Donald Trump. Alemanes, por parte de padre, y escoceses, de madre. Melania Trump nació en la desaparecida Yugoslavia, en lo que ahora es Eslovenia, y emigró en los noventa. En esos años se trasladaba también al país Elon Musk, sudafricano. Otro millonario que estaba el otro día en la Casa Blanca, Jeff Bezos, tiene el apellido de su padre adoptivo, un señor cubano. También es de origen cubano Enrique Tarrio, líder del grupo neofascista Proud Boys, condenado a 22 años de cárcel por el asalto al Capitolio, y que acaba de ser indultado. Village People fue fundado por dos franceses.

Y ahora nos tenemos que creer, después de cuatro siglos, y con toda la épica que nos hemos tragado, que Dios ha cambiado de idea porque lo dice Trump, que le ha elegido para algo tan miserable como cazar inmigrantes en colegios, iglesias y hospitales, echar a 11 millones de personas y dejar de dar papeles a quien nace allí. Hablamos mucho de los efectos económicos y políticos de todo esto, pero lo peor es la pérdida de un amor, de alguien a quien estabas muy unido y que de repente es un extraño. Es un país con el que hemos crecido, parte de nuestra historia sentimental, y ahora parece abducido por una secta. Al día siguiente de la llegada de Trump se murió ­Garth Hudson, el último miembro de The Band, uno de esos grupos que te hacen sentir que son amigos tuyos y que, ellos sí, revivieron la esencia de América (y cuatro de cinco eran canadienses). Como yo me fijo en estas cosas, para mí fue una señal. Lo imaginé con su acordeón perdiéndose en el Misisipi. Adiós, viejo amigo. Se impone ahora una nueva misión divina para salvar el alma del país, como la de The Blues Brothers, la película en la que John Belushi (hijo de albaneses) decía: “Odio a los nazis de Illinois”.

martes, 28 de enero de 2025

"INVITACIÓN A UNA REVUELTA". Antonio Muñoz Molina, El País 26 ENE 2025

El daño que han hecho los señores de la droga se queda en poco comparado con la pandemia de trastornos mentales promovida por las redes sociales

El remordimiento por algunas tonterías cometidas en el pasado puede no ser estéril si nos sirve para actuar con más cabeza en el presente. Una tontería puede ser también un error, pero en ella hay algo añadido de banal y de superfluo que agrava el daño que produce en vez de aliviarlo. Una disculpa parcial es que los aciertos, los actos de nobleza, el esfuerzo en el trabajo, llevan el sello de lo mejor que cada uno es. La tontería tiende a ser colectiva, no producto de la elección consciente, sino de la sumisión atolondrada o cobarde a una consigna de moda. Algunas de las mayores tonterías de las que me arrepiento en mi vida surgieron no de una apetencia puramente mía, sino del miedo a quedarme atrás en algo que otros celebraban, de la ansiedad por compartir algo prestigioso que flotaba en el aire.

Cuando yo rondaba los 18 años las drogas empezaron a llegar al mundo provinciano en el que me movía, con una leyenda peligrosa y tentadora de clandestinidad que las hacía más atractivas. Asociar la emancipación al consumo de hachís era una tontería colosal, más aún si se la adornaba con la facultad de abrir las “puertas de la percepción” o desatar la creatividad. También se suponía entonces que el alcohol y el tabaco eran herramientas tan necesarias para la literatura como el papel, la pluma y la máquina de escribir. Yo me quedaba hasta las tantas escribiendo a máquina en la mesa camilla de mi casa, al calor declinante del brasero de orujo, y por la mañana mi madre encontraba junto a la máquina y los folios un cenicero lleno de colillas. Con tal método no era probable escribir una obra maestra precoz, aunque sí adquirir una meritoria tos bronquítica antes de los 20 años.

Siendo medroso por naturaleza, el hachís me daba miedo. Empecé a fumarlo por la misma razón por la que había empezado a fumar tabaco unos años antes, por imitar a otros más audaces que yo, y porque de repente todo el mundo lo hacía. Todo el mundo hablaba usando los nuevos términos carcelarios como contraseñas —el costo, el pasote, el talego, etc.— y a mí me daba vergüenza quedarme antiguo, como se quedaron antiguos de repente unos años más tarde las chaquetas de pana, las botas de montañero o metalúrgico y las melenas y las barbas. Eran los últimos setenta, los primeros ochenta, y todo iba muy rápido. Tan rápido que también el hachís se pasó de moda, porque de repente lo nuevo y lo último y reglamentario era la cocaína. Ahora las chaquetas tenían hombreras como de cine negro y los pantalones colgaban flojos y anchos bajo el cinturón, y algunos de los héroes barbudos del zurrón y la pana se habían afeitado hasta dejarse las patillas a la altura de la sien y hacían el gesto coqueto de taparse un orificio de la nariz con el dedo índice y respirar hacia adentro, para indicar que les quedaba algún resto de cocaína esnifada poco antes. CONTINUAR LEYENDO

lunes, 27 de enero de 2025

"LOS NUEVOS PURITANOS". Por Brian Patrick Eha, publicado en Letras Libres el 1 abril de 2020

En octubre de 2019, la Academia Sueca anunció que le daba el Premio Nobel de Literatura al novelista y dramaturgo austriaco Peter Handke, una figura controvertida a causa de su aparente simpatía, expresada más de una década antes, por el fallecido dictador serbio Slobodan Milošević. La respuesta de los miembros bienpensantes del establishment literario fue el oprobio inmediato.

En una declaración de su presidenta, Jennifer Egan, el pen de Estados Unidos se mostró “atónito” por la noticia y dijo “lamentar profundamente” la elección del comité del Nobel. “Rechazamos la decisión de que un escritor que ha cuestionado persistentemente crímenes de guerra totalmente documentados sea celebrado por su ‘ingenio lingüístico’”, dijo Egan. “En un momento de nacionalismo creciente, liderazgo autocrático y desinformación extendida por todo el mundo, la comunidad literaria merece algo mejor que eso.”

La declaración era notable por su abierto rechazo a la primacía del arte. Las comillas de “ingenio lingüístico”, parte de la cita del Nobel para Handke, de quien John Updike escribió que era el mejor escritor en lengua alemana, parecen cuestionar el propio concepto, mientras que la presunción subyacente es que la bajeza moral del artista es por necesidad inherente a su obra. Al celebrar las novelas y obras teatrales de Handke, la Academia Sueca daba auxilio a los autócratas.

Se une a esta creencia la afirmación de Egan de que el mundo literario “merece algo mejor”, lo que, asumo, quiere decir un laureado que esté firmemente instalado en el lado correcto de la historia. Y si ese ejemplo pasado por alto poseía una identidad marginal a la moda, mejor. (Como era predecible, algunos críticos lamentaron que los dos galardones entregados en 2019 –el otro fue para la polaca Olga Tokarczuk– recayesen en autores europeos.)

Aquí vemos el contorno del nuevo moralismo que oscurece la creación cultural en Estados Unidos, como un gran mapa borgiano que se asienta opresivamente sobre el territorio que dice describir. Sus nociones gemelas –que el arte y el entretenimiento, así como quienes los producen, deberían estar sometidos a tests de pureza de ideología y comportamiento, y que los productos culturales y creadores que se consideran “problemáticos” deberían ser apartados en favor de material más edificante– ascienden, si no es que ya dominan.

El nuevo moralismo iliberal sostiene que debería darse preferencia en los programas educativos, en las páginas de reseñas y en las nominaciones para premios importantes a artistas cuyas opiniones políticas coincidan con las de los árbitros culturales y cuyas identidades se puedan celebrar sin peligro. El uso más elevado de las artes, desde este punto de vista, es consagrar una visión del mundo no tal como es sino como debería ser, en particular en asuntos de diversidad racial y de género y otras apreciadas causas progresistas.

Los libros y las películas de artistas problemáticos –y ser heterosexual, blanco y varón es ser tres veces problemático– en el mejor caso no ayudan y en el peor corrompen. Como me dijo un escritor, si quitas el centro de la frase, desvelas el problema actual de la literatura: “Rechazamos la decisión de que un escritor […] sea celebrado por su ingenio lingüístico.” CONTINUAR LEYENDO

"YO TEMBIÉN ESTOY CON ELLA". Elvira Lindo, El País 26 ENE 2025

Mariann Budde en la Catedral Nacional de Washington,
el pasado 21 de enero

La obispa Budde tenía pensado articular su sermón en torno a honestidad, dignidad y humildad, pero al escuchar las palabras de Trump en su toma de posesión sintió la llamada de una obligación moral

En 2009, por cosas que no vienen a cuento, me vi en Nueva York enfrentando una mudanza yo sola. Llegó la víspera y los del nuevo edificio me empezaron a pedir papeleos del seguro que yo, ignorante, no había cumplimentado. Paralizada, me senté en el suelo de aquel piso vacío y pensé en rezar. No hizo falta, porque apareció un ángel. Se llamaba José Fernández, neoyorquino de origen puertorriqueño, decorador que venía a hacerme algunos arreglos. El hombre, como un personaje de Frank Capra, se ofreció a ayudarme. Le invité a comer; le hubiera puesto un piso. Nos hicimos casi amigos. Me dijo que vivía en Times Square. ¿En Times Square, donde los teatros? Sí, allí vivía él con su marido, pastor episcopaliano de una iglesia ubicada en el mismo corazón del musical. Nos invitaron una noche al templo, escuchamos una misa cantada y subimos luego al apartamento de José y del padre Jay, que se quitó el alzacuello como el ejecutivo se quita la corbata y sin bendecir la mesa disfrutamos de una cena deliciosa hablando de cine español, que les fascinaba. Al salir a la calle, expuestos a la algarabía incesante de Broadway, desconcertados como Michael Keaton en Birdman cuando se ve desnudo en medio del gentío, pensé que siempre hay personas tan bondadosas que consiguen crear un remanso de paz en medio de la batalla. Quise casarme allí, en la cuna del musical, bendecida por ese buen pastor, pero se me tachó de fantasiosa.

En 2012 un joven y brillante pianista de Picanya, Antonio Galera, me escribió diciéndome que iba a estar de paso en Nueva York dos días y que si le conseguía un piano me daba un concierto. Nunca le pregunté si lo había propuesto en serio, pero para mí se convirtió en un reto. Pregunté en los centros españoles y nada, entonces recurrí a una vecina del barrio, María José Pascual, valenciana proclive al mecenazgo, y entre las dos encontramos una iglesia, la West End Collegiate Church, dirigida por una mujer, la pastora Cynthia Powell, a su vez directora de la Stonewall Chorale, el primer coro de gays y lesbianas en EE UU, inspirado en la histórica defensa de los derechos gays a raíz de las manifestaciones del año 69 contra las redadas policiales en el mítico bar del West Village. El joven Galera pudo tocar y no solo para mí, allí asistió un nutrido grupo de vecinos que disfrutó de una velada con ecos de lo mejor de España. Luego cenamos con la arrolladora pastora, su mujer y otras amigas. Galera y Powell establecieron un vínculo afectivo que dura hasta hoy y que le facilitó al músico conexiones con algunos festivales prestigiosos del Estado.

La obispa Budde tenía pensado articular su sermón en torno a honestidad, dignidad y humildad, pero al escuchar las palabras de Trump en su ceremonia de posesión sintió la llamada de una obligación moral, la de añadir un cuarto elemento: el ruego urgente por la compasión, por la misericordia, una petición dirigida a un mandatario que esquivaba su mirada desde uno de los bancos de la fastuosa Catedral de Washington. No fue fácil para esta mujer irrumpir con la verdad en un templo plagado de súbditos de Trump, pero pensó que debía ser la voz de los que no la tienen. No era la primera vez que plantaba cara al gigante, ya en 2020, cuando vio al hoy presidente blandir airadamente la Biblia después de que la policía disolviera con violencia a los manifestantes que clamaban a favor de la justicia racial, Budde expresó su indignación en un artículo de The New York Times contra un gesto que consideraba opuesto a las enseñanzas bíblicas.

Hoy he visto a la pastora Cynthia Powell animando a agradecer a Budde su valiente sermón. Aparece en su petición una foto de la obispa sonriente y una frase que reza: I´m with her. Yo también estoy con ella. Cuando la Iglesia Católica admita la diversidad en sus predicadores se acercará más a su doctrina, aquella que dice desear que la paz esté con nosotros.

domingo, 26 de enero de 2025

"EL GRITO DE LA SELVA". Juan José Millás, El País

El macho dominante, tras golpear al adversario con un hueso en la cabeza, ha lanzado ese hueso al aire y celebra su triunfo con la expresión de un mono satisfecho. El hueso, como en la película de Kubrick, caerá convertido en un cohete de los que fabrica Elon Musk, el primate de la foto. Todo ello sin transición alguna, como si no hubieran existido Platón ni Sócrates ni san Agustín ni Aristóteles, como si no hubiera existido Cristo. Sabemos que, si un caniche rebobinara unos cuantos siglos, regresaría al lobo del que procede. Si los seres humanos hiciéramos lo mismo, llegaríamos a Elon Musk o a Donald Trump. Me vienen a la memoria entonces aquellos versos de Cernuda:

“Lo que el espíritu del hombre
ganó para el espíritu del hombre
a través de los siglos
es patrimonio nuestro y es herencia
de los hombres futuros.

Al tolerar que nos lo nieguen
y secuestren, el hombre entonces baja,
¿y cuánto?, en esa dura escala
que desde el animal llega hasta el hombre”.

Eso es lo que hemos permitido al hacer multimillonario a este individuo y presidente del llamado mundo libre a Donald Trump: que se nos nieguen siglos de humanismo. Ahí, en esa imagen de macho dominante, no hay sitio para Cervantes ni para Shakespeare ni para la fenomenología ni para el existencialismo. No hay sitio para Camus ni siquiera para el liberal Vargas Llosa. Ahí solo hay sitio para el escupitajo, para el grito selvático con el que nos acostamos hoy y amaneceremos mañana.

"POR QUÉ EL FENÓMENO DE LOS ESTOICOS NO TIENE FIN". Jaime Rubio Hancock El País 12 ENE 2025

GURIDI
El éxito de los libros sobre estoicisimo responde a la búsqueda de valores en un contexto en el que sentimos que no tenemos control sobre nuestras vidas. Pero sus ideas filosóficas también se han simplificado y se intentan convertir en material de autoayuda que ‘influencers’ y emprendedores venden como un remedio para aguantar el estrés

En las mesas de novedades de las librerías se cuelan desde hace más de una década unos invitados inesperados: los filósofos estoicos. No solo libros de divulgación, como los de Massimo Pigliucci (Cómo ser un estoico) y John Sellars (Lecciones de estoicismo), sino también los textos clásicos, como el Manual de Epicteto y las Meditaciones de Marco Aurelio, que en los últimos años han editado y reeditado editoriales como Taurus, Cátedra, Arpa, Alianza…

Cada año se publican además nuevos libros sobre esta escuela filosófica del siglo III antes de nuestra era, fundada en Atenas por Zenón de Citio y que recomienda una vida de autocontrol y fortaleza de ánimo a través de la reflexión sobre los aspectos de nuestra vida sobre los que tenemos control. Algunos ejemplos de estas novedades: en enero tendremos las Lecciones de estoicismo, de Antonio Cascón Dorado (en Arpa); Paidós publica también este mes Ser un estoico, de William Mulligan, youtuber en Everyday Stoic, un canal con más de 400.000 suscriptores, y Ariel lanzará en primavera la Guía práctica del estoicismo, también de Pigliucci.

Se trata de un éxito que sorprendió a los propios autores. Pigliucci cuenta por videollamada que todo comenzó con un artículo en The New York Times en 2015, que se convirtió en uno de los más leídos y compartidos del periódico. El mismo día que lo publicó recibió tres llamadas de editoriales que querían saber si estaba interesado en escribir un libro sobre el tema, algo que él ni se había planteado. Cómo ser un estoico, publicado en 2017, lleva una docena de traducciones y más de 300.000 ejemplares vendidos en todo el mundo, y ha llevado al autor a escribir otros cinco libros sobre el tema. Desde su editorial en España, Ariel, nos confirman que las ventas de la edición en bolsillo, publicada en 2021, llevan dos años creciendo.Pero esta filosofía no tiene éxito solo por sus ideas útiles, sino porque en algunos casos sus reflexiones se han simplificado hasta convertirse en una versión crossfitera y de autoayuda para aspirantes a influencers y emprendedores. CONTINUAR LEYENDO

viernes, 24 de enero de 2025

"EL ORO EN LA BASURA". Antonio Muñoz Molina, El País 18 ENE 2025


Cada año se producen 2.000 millones de toneladas de residuos, con una desproporción escandalosa entre los países privilegiados y los otros

Ni la alta tecnología, ni la inteligencia artificial, ni el petróleo, ni las tierras raras, ni los diamantes y metales preciosos que desde hace milenios han deslumbrado los ojos humanos: la gran riqueza contemporánea es la basura. Cualquier otro bien sostiene su valor en la escasez: el reino de la basura es el de la desmedida abundancia, la proliferación tumoral, los sáharas y los himalayas de basura, los ríos que la arrastran, los lagos en los que se acumula estancada, las corrientes oceánicas que la hacen girar en lentas espirales como galaxias de basura, y que la arrojan a las playas de las islas más recónditas, a las lagunas interiores de esos atolones con palmeras y arrecifes de coral en los que varios siglos de mitologías coloniales situaron el paraíso terrenal.

La basura visible, incluso desde el espacio, es solo una parte del territorio universal de la basura, porque hay residuos líquidos que se filtran en los acuíferos y emergen en bocas de torrentes que parecen diáfanos, y trozos de plástico o tapones o cepillos de dientes que acaban en el estómago de los animales marinos haciéndolos morir poco a poco de hambre, con los vientres hinchados y los picos o las bocas incapaces de engullir alimento verdadero. La isla de Midway, que es la más alejada de cualquier otra tierra en todo el planeta, solía ser el lugar de reposo, de apareo y de cría de los albatros, las aves de mayor envergadura que existen, que pasan casi toda su vida en un vuelo infatigable. Los albatros se alimentan de especies que nadan o flotan muy cerca de la superficie del mar, pequeños calamares sobre todo. Pero hace años se observó una mortandad exagerada entre ellos, y sobre todo entre sus crías, que esperaban en las orillas de Midway a que los padres les trajeran el alimento en sus picos. La causa era que los albatros, en vez de calamares o peces, recogían mecheros desechables y otras baratijas de plástico que flotaban en el mar, y ese era el alimento que llevaban a sus crías.

La ballena que se tragó a Jonás o la que alojó tan confortablemente a Geppetto y Pinocho en su gran estómago fueron criaturas afortunadas. Ahora los estómagos de esas criaturas de inmensa majestad, que se comunican entre sí con cantos misteriosos a distancias de miles de kilómetros, son contenedores ambulantes de basura. Navegando por los océanos se cruzan con los buques de contenedores que las atruenan y las amenazan con sus hélices y que transportan igual toneladas de productos industriales que toneladas de basura. Unos y otros llevan en su carga los mismos materiales básicos, solo que en un caso van dirigidos a los escaparates y a los domicilios de los compradores y en otro, ya de vuelta, viajan hacia los vertederos del mundo. Las corrientes de la producción y de la basura son tan regulares como las del mar o las de la atmósfera: la infinidad de los artículos comerciales que se fabrican en el mundo de la pobreza van en dirección al mundo de la prosperidad, en el cual se transforman rápidamente en basura; y completada esa transformación de lo valioso en lo inútil, de lo deseado en desechable, del oro en desperdicio, empieza el viaje inverso, ahora desde el mundo de la riqueza al de la pobreza, del resplandor de los centros comerciales con suelo brillante, aire acondicionado y música ambiental, al hedor y los humos tóxicos de los vertederos que se levantan como cordilleras en las periferias de esas ciudades gigantes de África y Asia en las que millones de seres humanos llevan existencias de miseria rebuscando en la basura, viviendo y enfermando y muriendo en ella.

Oliver Franklin-Wallis ha viajado durante años a esos lugares en los que acaba acumulándose cada una de esas cosas que nosotros hemos tirado al poco tiempo de comprarlas, las que desaparecen con una especie de servilismo mágico cuando ya no las queremos, los envoltorios inútiles y tan difíciles de quitar, todo lo que insensatamente está pensado y hecho para ser usado unos minutos y durar mil años como desperdicio, el teléfono que ayer era una irresistible novedad y hoy es una antigualla obsoleta, la botella de agua, la lata de refresco, cualquiera de las cosas necesarias o superfluas o ínfimas que llevas en el bolsillo o las que miras en este mismo momento a tu alrededor. Nada desaparece. La bolsa de plástico que has tirado sin reparar en ella asfixiará dentro de 20 años a una tortuga en el Pacífico.

Nada se incorpora a los ciclos inmemoriales de la materia orgánica. Ese rastro que para nosotros se pierde en el momento en que olvidamos y desechamos algo, Franklin-Wallis lo sigue como un detective empeñado en investigar un delito monstruoso que todo el mundo encubre. Franklin-Wallis escribe de los continentes, las montañas, los ríos y mares de la basura mundial con la curiosidad y el entusiasmo de esos exploradores británicos que resultaron ser también narradores magníficos. A diferencia de ellos, en su mirada no prevalece la arrogancia del viajero colonial, sino la lucidez y la tenacidad del reportero, y el remordimiento crítico del privilegiado que ve con sus propios ojos las consecuencias que el sistema económico y la forma de vida de la que él participa tienen sobre la gente más pobre, sobre el agua que beben, el aire que respiran, los alimentos con los que se nutren. En los vertederos de las periferias de Acra o de Nueva Delhi, hombres, mujeres y niños pasan entre las basuras sus vidas enteras, como los indígenas esclavizados en las minas de plata del virreinato del Perú. CONTINUAR LEYENDO

miércoles, 22 de enero de 2025

"FALSAS SIMETRÍAS". Violeta Assiego, elDiario.es 18/01/2025


Un continuo de falsas simetrías que ayudan a la extrema derecha en esta falsificación de la Historia a la que asistimos con falsos discursos que incitan al odio, a la violencia y a la deshumanización, que instauran falsas creencias y falsas vivencias que nos enemistan y nos alejan de la convivencia

Desde las edades más tempranas observamos cómo uno de los mecanismos que tiene el ser humano para gestionar la responsabilidad de sus actos cuando estos pueden tener consecuencias negativas o causar una mala impresión en los demás es desviar la atención bien victimizándose, bien señalando a otros como culpables, o relativizando la gravedad de lo sucedido, o simplificando la importancia… Los mecanismos que usamos para gestionar la culpa, los errores o las acciones incorrectas son múltiples y están estudiados. Parte de la inteligencia emocional consiste en aprender a gestionar este tipo de conductas y comportamiento de una forma adulta, madura y afectivamente responsable con el resto para no dejarse llevar ni por los sesgos inconscientes ni por los sesgos cognitivos. Los primeros son prejuicios y estereotipos que existen sobre grupos sociales y colectivos, los segundos son automatismos que nos llevan a percibir la realidad a través de juicios inexactos y mensajes sencillos que son asumidos como ciertos más rápido.

Todas y todos tenemos sesgos. El principal sesgo, el metasesgo, es pensar que no tenemos sesgos. En el análisis de la retórica de la extrema derecha se observa a la perfección cómo quienes están detrás de sus mensajes y relato conocen perfectamente cómo funcionan los sesgos inconscientes y los sesgos cognitivos de cada una de nosotras y nosotros para activar nuestras emociones de forma automática, reactiva e impulsiva y formar una opinión que creemos verdad sobre algo, aunque esto pueda ser problemático para nosotros. De esta manera se despliega la fórmula de las falsas simetrías que funciona a la perfección y vemos como Mazón compara la ayuda que recibe Gaza con la que reciben o deberían recibir las y los afectados de la DANA en Valencia, tratando con ello de activar el sesgo racista de las y los valencianos para evitar asumir su responsabilidad y hacer creer que es el Gobierno central el que abandona a las y los valencianos.

Otra falsa simetría ha quedado al descubierto con el llamamiento que ha hecho Vox para acosar a las y los periodistas de distintos medios de comunicación en respuesta a los incidentes provocados por los agitadores que se dedican a perseguir a determinados personajes públicos para luego vilipendiarlos en sus pseudo-medios y redes sociales; qué mejor manera de escabullirse de su mal hacer que hacerse las víctimas que necesitan ser reparadas con estas supuestas acciones de desagravio, que hacerse pasar por periodistas. Pero estas son solo dos de las muchas que nos rodean y ya hemos naturalizado porque la doctrina de la falsa simetría lleva calando gota a gota en la ciudadanía desde hace años. No hay más que ver su impacto si miramos los resultados electorales de la extrema derecha en el mundo.

Una publicación de Afroféminas del mes pasado hablaba de la falsa simetría definiéndola como aquella que se da «cuando alguien usa un argumento verdadero (o aceptado como verdad absoluta) en una situación en que no se aplica. En un primer momento, el argumento puede parecer válido, ya que se asemeja por paralelismo, entretanto, los argumentos falsos simétricos suelen ser superficiales y denotan desconocimiento del tema principal que está en debate». Es ese desconocimiento del tema principal y la activación de los sesgos inconscientes y sesgos cognitivos lo que lleva a mucha, muchísima gente a que se trague la desinformación y los bulos, que se difunden en las redes sociales, en pseudo-medios digitales e, incluso, algunos programas de televisión en prime time.

Es ahí donde asistimos impotentes a muchas de las conversaciones que tenemos con familiares, amistades o gente de nuestros entornos se transpiren esas ideas falsas que afirman como si fueran una verdad al usar ciertos paralelismos que desactivan y desacreditan las luchas sociales y de derechos humanos que nos han traído hasta aquí. La justicia social, el feminismo, la defensa del medioambiente, la pluralidad y la diversidad, la inclusión y la equidad, las prestaciones sociales, los servicios públicos… De esta forma, se naturaliza y defiende la supremacía blanca, también la expulsión y el maltrato de la población migrante y la racializada, la persecución y represión a las personas trans o la afirmación de que los homosexuales y bisexuales somos personas enfermas o pervertidas, se argumenta la exclusión sanitaria o de las prestaciones sociales a determinados colectivos o personas que no merecen el dinero de nuestros impuestos…

Un continuo de falsas simetrías que ayudan a la extrema derecha en esta falsificación de la Historia a la que asistimos con falsos discursos que incitan al odio, a la violencia y a la deshumanización, que instauran falsas creencias y falsas vivencias que nos enemistan y nos alejan de la convivencia. Falsas simetrías que buscan, sobre todo gobernar desde la impunidad y para la impunidad.

martes, 21 de enero de 2025

"FRANCO (novela gráfica)". Paul Preston y José Pablo García

En la biografía canónica de Francisco Franco, frente a la visión del dictador como figura providencial, Paul Preston presentó un retrato completísimo, riguroso y apasionante del hombre que durante casi cuarenta años rigió el destino de España.

Franco muestra al militar ambicioso e implacable; al admirador de Hitler y de Mussolini; al dirigente político cada vez más pagado de su propio papel pero incapaz de comprender la complejidad del Estado y la economía modernos. Queda el hombre visceralmente conservador, tan cauto como insaciable, hábil en el manejo de las personas y de los contrapesos del poder.

Un libro imprescindible, ahora en una brillante edición gráfica a cargo deJosé Pablo García (que ya trabajó con Preston en la adaptación de La muerte de Guernica y La guerra civil española), para quien quiera comprender la historia reciente de España, así como a uno de los personajes centrales de la misma.

lunes, 20 de enero de 2025

Entrevista a Nazareth Castellanos: “Casi la mitad del tiempo nuestro cerebro es un vagabundo”. Borja Hermoso, El País 14 OCT 2022

 Solemos pensar en él como un ente invariable e indiferente a las demás zonas del cuerpo. Pero esta neurocientífica que estudia su interacción con el corazón, el intestino y otros órganos, lo tiene claro: nuestra fábrica de pensar es una infinita caja de sorpresas.

Nazareth Castellanos (Madrid, 45 años) es licenciada en Física teórica y doctora en Neurociencia por la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid. Se formó y trabajó en prestigiosas aulas y laboratorios de Alemania, Inglaterra y España. Pero un buen día, hace años, cayó en la cuenta de algo: avanzaba como un turborreactor en sus conocimientos técnico-científicos, sí…, pero se había estancado del todo en el conocimiento de su propio yo. Aquello la perturbaba, y dijo “basta”. No es del todo así, porque siguió y sigue investigando —en la actualidad dirige el proyecto Interacción Cerebro-Cuerpo durante la Meditación, bajo los auspicios de la Universidad Complutense—, pero decidió que había que contar, además de los qués, los cómos, los porqués y los para qués. Así que, mientras seguía haciéndose a sí misma todas las preguntas del mundo mediante la práctica de la meditación, se puso a ofrecer algunas respuestas en conferencias, coloquios y mesas redondas. También se puso a escribir libros sobre las relaciones entre el cerebro, el corazón y los demás órganos del cuerpo, como Alicia y el cerebro maravilloso o El espejo del cerebro. El más reciente de ellos es Neurociencia del cuerpo. Cómo el organismo esculpe el cerebro (editorial Kairós).

“La mente puede ser el infierno o el paraíso”. John Milton, siglo XVII. ¿De qué depende?

Yo creo que depende de un equilibrio, es una balanza. Uno de los conceptos que más me gustan dentro de la neurociencia cognitiva, que es esa relación entre mente, materia y cuerpo, es ese, el de balanza. Por una parte están las influencias y las condiciones, que pertenecen más al ámbito científico, pero por otra están la voluntad y el esfuerzo, cosas que no estudiamos desde el punto de vista científico y que cada vez inculcamos menos en las escuelas. La voluntad y la intención son lo que nos distingue de otros seres. Y a veces llevan al infierno. Aunque es verdad que hay situaciones que son el infierno y no te has metido tú en ellas.

Hay bastantes infiernos en llamas… ¿Igual los medios estamos siendo un poco alarmistas?

Pues sí, a mi juicio, la visión que están dando los medios es excesivamente dramática. Todo es horrible, es un contexto dramático, todo es incertidumbre… Cuidado: incertidumbre es que no sabes lo que va a pasar, pero, en cambio, se habla de un modo muy determinista, en el sentido de que todo es y va a ser catastrófico. Es como una especie de profecía que se autocumple. Estamos manipulando mucho a las personas y llevándolas a resaltar solo lo mal que estamos.

La tentación del “estamos peor que nunca”.

Pero estamos mejor que nunca.

Bien, bien… no. Mejor que en la Edad Media, desde luego.

¡No hace falta irte a la Edad Media! ¿Alguien se cree que con anteriores pandemias, con la gripe española, por ejemplo, iba el Estado allí a ayudar a que los profesores se organizaran, a que las empresas pudieran recibir ayuda, a que hubiera una mínima asistencia sanitaria para todos? Pues no, la gente se las apañaba y punto. Nadie dice esto, y al que lo dice le acusan de ingenuo y de frívolo. Yo he pasado mucho tiempo estudiando recuperación de daño cerebral, y he visto cerebros en muy mal estado cuya plasticidad neuronal ha mejorado muchísimo, pero muchísimo, en seis meses.

Perdón, ¿qué es la plasticidad neuronal?

Es la capacidad que tiene el cerebro de reorganizarse. El gran descubrimiento de Ramón y Cajal fue que nuestro cerebro está formado por neuronas que no se tocan. Es la teoría neuronal. Y él descubrió que el cerebro tiene la capacidad de ser plástico. Antes de eso se pensaba que el cerebro no cambiaba nunca. Pero sí cambia, y evoluciona.

Es más, no creo que los de esta mañana seamos los de esta tarde.

Y eso me encanta. Mira el cerebro de los actores…, tienen la capacidad de instaurar la personalidad de su personaje.

¿Cambiamos mucho más de lo que pensamos, entonces?

Por supuesto, pero no lo vemos.

Pues no parece que a la gente le guste mucho que uno cambie.

Nos gustan las personas que nos parecen coherentes. ¡Pero claro, coherentes para mí! ¡Que no me cambien el mundo! En el fondo se trata de miedo a la incertidumbre. Tenemos ansia de encajarlo todo. Ahí influyen mucho los medios, y las películas, y las series de televisión. Todo esto es algo que yo ahora estoy estudiando mucho. CONTINUAR LEYENDO

domingo, 19 de enero de 2025

"EL ESPEJO DEL CEREBRO". Nazareth Castellanos

 

Conocer el cerebro es el gran reto de la neurociencia, y se podría decir que es uno de los grandes retos de nuestro tiempo. La autora de este ensayo nos invita a ha- cerlo a través de su experiencia científica en laboratorios y su continua búsqueda de conocimiento en áreas, todas interco- nectadas, como la medicina, la filosofía o la espiritualidad. Este libro recoge los resultados de la neurociencia de la me- ditación donde se muestran los cambios cerebrales que suceden cuando tenemos una actitud atenta y consciente. Estas investigaciones nos invitan a conocer los obstáculos de la mente y a recordar que la biología nos permite moldearnos y ser escultores de nuestro propio cerebro. «Escribir este libro, nos dice la autora, ha sido como destilar la neurociencia para extraer el aceite que nos ayude a cono- cernos a nosotros mismos». Este libro es una oda al crecimiento personal basado en la neurociencia y la reflexión filosófica.

sábado, 18 de enero de 2025

"SADE EN PELLICOT". Najat El Hachmi, El País 29 NOV 2024

Un grupo de mujeres muestran su apoyo a Gisele Pelicot
en las puertas de los juzgados de Aviñón,

 ¿Un marido que mira mientras otro se tira a su mujer? ¿Qué más transgresor que convertir a una respetable esposa en una zorra a disposición de desconocidos?

Desde que saliera a la luz el caso Pelicot no paro de pensar en Sade. La primera vez que leí al divino Marqués, sus textos me perturbaron del mismo modo que lo hizo Lolita de Nabókov, en ellos no reconocí gozo ni placer alguno, sino una excitación no deseada parecida a la que experimenta cualquier mujer cuando es agredida. La violencia extrema de Sade no era un juego de roles ni una simulación de dominación, por mucho que fueran intelectuales progresistas quienes lo hubieran sacado del olvido. Sus delirios crueles, su odio a toda norma moral y su defensa de la explotación de la mujer (todas deberíamos ser putas, según él) maridaron a la perfección con el neoliberalismo de la postmodernidad, aunque algunos creyeron que estaba del lado del sexo libre. Desde la izquierda se difundió la idea de que transgredir la moral dominante es siempre un acto revolucionario, sin darse cuenta de que el pequeño burgués conservador se había transformado ya en un avezado lobo dispuesto a explotar sin remilgos ese nuevo y fructífero terreno del sexo liberado. Dispuestos como están tantos hombres a pagar y siendo las mujeres tan fáciles de someter, lo único que tenían que hacer era ponerse a contar billetes. Prohibido prohibir. Todo está permitido, que vuestras fantasías se hagan realidad.

Cualquiera que haya visto algo de porno puede darse cuenta de que la sombra de Sade planea sobre el modo en que se representa la intimidad en este entorno. No es que no haya afectos o amor, es que no hay humanidad alguna: los cuerpos son objetos. Sin nombre, sin identidad, solo sexo desprovisto de todo. Y una dominación masculina hegemónica que de tanto repetirse deja de ser una simple fantasía. Parafilias que antes hubieran sido consideradas perversiones ahora se presentan como prácticas excitantes que nos apartan del tedio de la repetición aburrida y rutinaria. Forzar a una mujer es algo habitual en la pornografía. ¿Un marido que mira mientras otro se tira a su mujer? ¿Qué más transgresor que convertir a una respetable esposa en una zorra a disposición de desconocidos? Eso sí, manteniendo siempre el marido el control sobre la escena. No me cuesta imaginar que Pelicot haya leído al marqués de Sade. En la violencia extrema que ha ejercido sobre Gisèle no solo hay un hombre que comete crímenes, hay una ideología y pensamiento. Nuestro tiempo presente, en lo que al sexo y las relaciones entre hombres y mujeres se refiere, son tremendamente sadianas. Es la cultura que nos domina y debiéramos impugnarla toda. Eso sí sería revolucionario.

viernes, 17 de enero de 2025

"SE NOS HA PODRIDO EL CEREBRO: QUIZÁ SEA UNA BUENA NOTICIA". Irene Lozano, elDiario.es 5 DIC 2024

No te sucede sólo a ti. La confusión mental, la sensación de letargo, la incapacidad de fijar la atención en una tarea, son señales de deterioro cognitivo más extendidas de lo que parece. Por eso el Diccionario Oxford ha elegido ‘brain rot’ (“putrefacción del cerebro”) como palabra del año. Hay días que casi puedo sentir cómo mi cerebro se reblandece. Si lo aprieto con el dedo se hunde como una patata podrida.

La patata podrida no se puede comer. El cerebro podrido no se puede usar. A bote pronto se me ocurren al menos cinco cosas que se estropean cuando lo hace el cerebro:
  • El pensar de forma crítica (esa sensación de no saber ya distinguir si algo es real o inventado).
  • Nuestras relaciones con los demás (estar con alguien sin estar, mirando en el teléfono cosas que carecen de importancia).
  • Los espacios públicos virtuales (deambular por redes donde sólo vemos odio y falsedades).
  • Nuestro acercamiento a la cultura (sin esperar que nos eleve, sino más bien que nos adormezca y disipe el insomnio).
  • La capacidad de disfrutar del ocio (sin las obligaciones que impone el síndrome del FoMO, el miedo a perdernos algo).
Me quiero detener en las dos últimas, porque la abundancia de productos culturales nos puede inducir a error respecto a su florecimiento. Un ejemplo: se hacen más películas, más accesibles y a mejor precio que nunca. Willy Staley calculaba recientemente en The New York Times que, viendo contenido de Netflix a razón de tres horas diarias (la media de consumo de un estadounidense), una persona tardaría 29 años en consumir el catálogo actual. Parece que Netflix nos da todo, pero sólo agudiza nuestra niebla mental. Se ha convertido en un inmenso contenedor de residuos repleto donde, no es que no se pueda encontrar un título sugerente, es que no se puede buscar. Para sus dueños, en cambio, todo está bien, porque es una gigantesca máquina de hacer dinero.

El arte y la cultura sirven para dar sentido a la experiencia. Desde que las industrias tecnológicas han asaltado la cultura, ha dejado de cumplir esa función. En la economía de la atención, los productos culturales tienen valor en la medida que se pueden ‘monetizar’ (otro palabro). No es que resulte perverso querer vender una película, un texto o una pieza musical en cualquier plataforma digital. Tampoco se trata de los contenidos en sí mismos: el mundo digital está lleno de películas, textos, música o podcasts magníficos. El reblandecimiento del cerebro tiene que ver con el agotamiento de nuestra atención. Estamos mentalmente exprimidos y aun así desperdiciamos nuestro tiempo libre deslizando el dedo por nuestra TL: saltando de un vídeo a otro, encadenando interrupciones, inundados de contenido que no significa nada. Las redes y las plataformas han aplanado nuestro ocio.

¿Por qué la putrefacción del cerebro podría ser una buena noticia? Porque ser conscientes de ella constituye el indispensable punto de partida. Y porque el cerebro es un órgano plástico. Las huellas que deja en él la bazofia se pueden borrar. Los caminos neuronales del aturdimiento se pueden dejar de pisar, para que vuelva a crecer hierba fresca. Todo esto es reversible. Hemos de valorar nuestra atención como lo que es: lo más valioso que tenemos. Del mismo modo que podemos recuperar la forma de nuestros músculos tras unos años sin hacer ejercicio, podemos reverdecer el cerebro. Se trata de empezar a ejercitarlo. No resulta fácil, pero hay que intentarlo: elegir estímulos que nos hagan pensar en lugar de sumirnos en el atontamiento; que nos acerquen a los demás, en vez de llenarnos de odio, que nos induzcan a conversar con el otro en vez de aislarnos.

Las palabras nos dicen mucho del momento que vivimos. No puede ser una coincidencia que el diccionario más antiguo de Australia, el Macquarie, haya elegido como palabra del año “enmerdar” (‘enshittification’). Si pensamos en todo lo que se ha enmerdado, desde Twitter hasta la conversación política, veremos que se corresponde con el alimento que le damos a nuestro cerebro para que se siga pudriendo.

miércoles, 15 de enero de 2025

"DEUS EX MACHINA". Irene Vallejo, El País 15 DIC 2024

Fernando Vicente

Soy complicada. De niña, aturdía a mi abuela con dilemas y cavilaciones. Ella respondía agitando la mano en el aire, como ahuyentando mis embrollos, y zanjaba las conversaciones con una frase muy suya, “todo son cosas”, un suspiro de desamparo ante la tendencia de los asuntos humanos a enmarañarse. Quien más, quien menos —incluso yo, la enrevesada—, todos soñamos con abolir las complejidades de la vida. Desearíamos encontrar soluciones fáciles e infalibles para cada problema.

El conflicto fue la base de la tragedia antigua. Para los dramaturgos griegos, el mundo se presentaba como opción desgarradora: obedecer a las convicciones o a la ley; buscar la dolorosa verdad o preferir la ignorancia; proteger a los más débiles a costa de la propia seguridad o abandonarlos a su suerte. Aquellos atolladeros y pugnas de voluntades resultaban tan difíciles de resolver que necesitaron inventarse el deus ex machina. La maquinaria teatral incluía una grúa con poleas provista de una plataforma; en el clímax de la pugna, allí aparecía algún dios que, con sus poderes, enderezaba la situación. Esa trampa escénica retrata nuestra ansiedad por encontrar la figura milagrosa que ponga en orden los rompecabezas de la vida.

En esta época de épica hiperventilada, los algoritmos, las redes y ciertos medios rentabilizan nuestra angustia. Al amplificar la sensación de caos, explotan la incertidumbre y el desconcierto, y, en esa atmósfera, insuflan la idea de que necesitamos individuos poderosos, carismáticos, autoritarios, capaces de disolver con mano dura las dificultades enquistadas y el desorden. Y, de paso, derribar las regulaciones, ese gran negocio. El historiador Carlo Ginzburg, hijo de Natalia, víctima de las inclemencias del fascismo italiano, escribió: “El miedo está siempre disponible, la cuestión es quién lo usa”. Curiosamente, personas que se definen como inconformistas, rebeldes e indómitas, dicen preferir un liderazgo de ordeno y mando. En la vida cotidiana nos molesta que nos dicten lo que debemos hacer, pero nos deslizamos fácilmente al espejismo del gobernante fuerte y sin contemplaciones. Nuestro anarquista interior, que asoma ante la mínima exigencia ajena, debería protegernos de caer en quimeras despóticas.

Durante algunas décadas, creímos que la democracia era irreversible, el club que nadie quería abandonar. En la sociedad líquida es duro durar. El tiempo desgasta todo rápido, y se puede morir tanto de éxito como de fracaso, por las expectativas crecientes o por la erosión de los sueños. Hoy crece en las encuestas el número de personas, sobre todo jóvenes, que aceptarían gobiernos no democráticos, siempre que garanticen ciertos niveles de bienestar. El atractivo de la mano dura parece aumentar entre quienes nunca la experimentaron. En su imaginación es solo una idea, y se permiten el lujo de idealizarla.

La tentación viene de antiguo, y anida incluso en mentes brillantes. Platón opinaba que la alborotada y convulsa democracia ateniense no tenía rumbo ni remedio. Recibió una invitación a Sicilia de un aristócrata admirador de su filosofía. Este seguidor, Dión, era cuñado de Dionisio, tirano de Siracusa. Platón viajó varias veces para convertirse en consejero del déspota y mentor de su hijo. Soñaba con hacer realidad un viejo sueño político, el gobierno justo del rey filósofo —bien asesorado—. Sin embargo, el heredero no tenía ganas de obedecer a esos dos consejeros pelmas, que a sus ojos eran un par de moscardones moralistas. Platón comprobó a un alto precio que no se debe creer en las ocurrencias de los cuñados: tras esos intentos terminó preso y algunos dicen que incluso vendido como esclavo. Lo salvaron sus amigos atenienses, y volvió a instalarse con inmenso alivio en la ciudad que tanto lo irritó. Cuando Martin Heidegger retomó sus cursos en 1951, tras la vergonzosa etapa de acercamiento a los nazis como rector de la Universidad de Friburgo, un colega le preguntó sarcásticamente: “¿De vuelta de Siracusa?”. El episodio platónico ha quedado asociado a la atracción —catastrófica— por los presuntos tiranos virtuosos, especie todavía no catalogada en ningún inventario de la historia. CONTINUAR LEYENDO

martes, 14 de enero de 2025

Jorge Volpi: «Creamos ficciones sobre nosotros mismos y luego pensamos que eso es nuestra memoria». Por Javier Ors en Zenda

Uno pensaba que era un realista, que vivía con los pies en la tierra, sin pájaros en la cabeza y con la mirada en lo concreto hasta que ha aparecido Jorge Volpi con su Invención de todas las cosas (Alfaguara), que ha venido a desmoronar estas espurias creencias. El escritor mexicano, que vive afincado en Madrid, viene a decirnos que vivimos en una ficción, que todo es una ficción, que usted y yo somos ficciones, y nada más que ficciones, y que hasta nuestros recuerdos son amaños y también son ficciones. Esta manera de dar al traste con los asentamientos ajenos le ha llevado «tres años de trabajo muy intenso», que es como denomina él a la escritura, y «25 años de lecturas y de reflexionar sobre la ficción». Así que aquí tenemos a un hombre, que no suele desenvolverse en gratuidades y florituras, y que viene a decirnos que somos productos de nuestro imaginario y que, si hemos crecido, es sobre todo por la imaginación, algo que consuela al alumno que fue uno y al que siempre le reprocharon estar en las nubes, pensando en fantasías, en ficciones.


... Estamos tratando de combatir de manera muy frágil justamente eso, las ficciones de relatos autoritarios que intentan desprenderse de la realidad y de los datos y de los hechos, que sí existen, para destruir lo que ha conseguido la humanidad. Buscan una modificación estructural del poder. Los autoritarismos persiguen concentrar el poder en una persona y en unos grupos concretos.

... La ficción más terribles es la que dice que el otro no es humano, o que es un humano de categoría inferior, o que es un humano que no merece ser atendido u oído. La peor ficción es la que la anula. Cuando dice que es perfectamente posible matar y aniquilar. La barbarie genocida. La concepción moderna de los nacionalismos excluyentes. Las ficciones nacen para dar sentido y orden, y un sentido y un orden que tiene que ver con la familia y con la comunidad. Hay quienes inventan estas ficciones y prefieren un relato con un enemigo. Lo vimos con los judíos, y en nuestra época con los inmigrantes, que ahora están ahí y están considerados como un enemigo interno por algunos. Eso no es más que una ficción. Es una ficción criminal.

sábado, 11 de enero de 2025

"LA ESTULTOFILIA O PASIÓN POR LA IGNORANCIA. EL SÍNDROME DEL PENSAMIENTO CERO". Lola López Mondéjar

Cuando Hannah Arendt (1.964) presenció y narró el juicio de Eichmann en Jerusalem sólo pudo llegar a la conclusión de que el mal, lejos de ser una rareza en el ser humano, puede aparecer en cualquiera de nosotros. Comprobó que los asesinos como Eichmann no eran monstruos excepcionales sino hombres corrientes que hacían dejación de su capacidad de pensar y de responsabilizarse de sus actos bajo la sumisión y la obediencia a un poder externo que justifica estos; desde entonces el mal cambió su rostro terrorífico por una jánica doble faz:: de un lado el monstruo, el psicópata, el calculador, del otro el hombre sin atributos, el mal como banalidad. Cito a Arendt (2001) “Me impresionó la manifiesta superficialidad del acusado, que hacía imposible vincular la incuestionable maldad de sus actos a ningún nivel más profundo de enraizamiento o motivación. Los actos fueron monstruosos, pero el responsable era totalmente corriente, del montón, ni demoníaco ni monstruoso”. Así presentado, el mal se convierte en algo siniestro que acecha en el interior de los hombres y de las mujeres de la calle sin que en ellos haya ningún estigma previo que los señale como portadores de esa semilla de maldad que se activa a poco que las condiciones sociales abonen su crecimiento. 

Bilbeny (1995), retomando los conceptos de Arendt en lo que se refiere al exterminio de millones de judíos a manos de los nazis, afirma: “El mal capital de nuestro siglo tiene su causa en la apatía moral de seres inteligentes”, y añade: “el asesino de masas es, ante todo, un idiota moral”, el dato compartido por la mayoría de los nazis era la insensibilidad moral. El autor hace referencia a la idiotez colectiva de los pueblos alemanes e ingleses frente al holocausto. Es esta superficialidad del asesino que señala Arendt, tanto como la ausencia de pensamiento que identifica Bilbeny, lo que nos interesa para exponer nuestra tesis. Para Arendt la capacidad de pensar del hombre va unida al reconocimiento de su duplicidad, de su división interna, la conciencia de ser dos en uno que distingue al individuo que hace uso de su capacidad de pensamiento.

Sin embargo, tener capacidad de pensamiento no significa que sea usada -como Arendt bien se encarga de advertirnos-, máxime cuando se elude el reconocimiento de la división subjetiva y nos conformamos con la plácida identificación yoica.

Sara Paín (1985, 1992), que se ocupa desde hace décadas de las dificultades del aprendizaje, identifica a la oligotimia social como el problema más grave del aprendizaje. Nos encontramos, nos dice, en una sociedad que produce sujetos cuya actividad cognitiva, pobre, mecánica y pasiva se desarrolla muy por debajo de lo estructuralmente posible.

Para ella la oligotimia social provoca que el pensamiento, las reflexiones de los más adaptados a las propuestas de nuestra sociedad, estén mutiladas, muy por debajo de lo que cabría esperar de sus capacidades intelectuales. Se trata de una tontuna colectiva, de una vagancia generalizada, de una falta de amor por el conocimiento, de un miedo a pensar con todos los instrumentos que nuestra historia humana nos ha legado. Marcos Roitman (2003) en perfecta consonancia con Paín, afirma que el individuo crítico es hoy socialmente sancionado: “Pretender ejercer el juicio crítico y la facultad de pensar puede considerarse un signo de inadaptación al medio, ser identificado como un enemigo, constituirse en un peligro social y, por ende, ser acusado de alterar el sistema y condenado al ostracismo”, uno de los efectos del social-conformismo es la reorientación del deseo hacia la búsqueda de objetos, “pensar se resuelve en el deseo de comprar”, así como la construcción de “una realidad donde la renuncia al estado de conciencia se plantea como un objetivo por el cual luchar”.

La historia de la humanidad ha estado marcada por la curiosidad. Cuando hace miles de años algunos primates abandonaron los árboles para adentrarse en la sabana, se trataba sin duda de animales valientes y enormemente curiosos. Sin curiosidad los hombres hubiésemos permanecido siempre en el mismo sitio. El amor al conocimiento ha creado nuestra cultura.

Tan intrínseco a la naturaleza de los hombres era ese anhelo que diferentes filósofos y pensadores (desde Jansenius, 1585-1638, hasta Pascal) dividieron el placer humano en tres tipos, postulando que nos movían tres clases de deseos: 
  • Libido sentiendi: el placer que nos procuran los sentidos, la carne, la concupiscencia, la sexualidad. 
  • Libido sciendi: el anhelo de saber, la curiosidad de saber, los ojos como puertas de nuestro organismo al conocimiento del mundo. 
  • Libido dominandi: el ansia de poder y de dominio
La Ilustración (desde la revolución inglesa de 1.688, a la francesa de 1.789) es el paradigma de ese esfuerzo de los hombres por aprender, por conocer el mundo, de su deseo de iluminar a la humanidad por el ejercicio de la razón. Diderot recogió todo el conocimiento en la Enciclopedie, un enorme acervo de la memoria vegetal, el acopio del conocimiento de la humanidad. CONTINUAR LEYENDO

miércoles, 8 de enero de 2025

Entrevista a Beatriz Ranea: “Ningún partido político se atreve realmente a tocar la prostitución”. Isabel Valdéz, El País 21 DIC 2024

La socióloga aboga por un cambio de foco en la política para afrontar este problema estrechamente ligado a la trata y la explotación sexual en el que también se ponga en el centro a los hombres prostituidores

“Voy a intentar sintetizar” es lo que siempre dice Beatriz Ranea (39 años, “madrileña de identidad mostoleña”), pero los temas sobre los que habla, escribe y enseña en la Universidad Complutense de Madrid esta doctora en Sociología no son exactamente fáciles ni resumibles. El título de su último libro da una idea, Puteros: hombres, masculinidad y prostitución, publicado por Catarata el año pasado. También da una idea del cambio de foco que cree que es necesario en torno a la prostitución, la explotación sexual y la trata, tres cuestiones estrechamente ligadas que llevan varios años en medio del debate político porque mientras el consenso es obvio en cuanto a la erradicación de la trata de seres humanos y la explotación sexual, no lo es para la prostitución: ¿mayoría abolicionista?, sí, pero también regulacionismo.

... Pregunta. Uno de los motivos son las diferencias políticas dentro de la izquierda sobre cómo afrontarla, abolición frente a regulación, pero, ¿qué más hay?

Respuesta. No termina de cerrarse porque es una cuestión que toca la raíz de las desigualdades de sexo y género, de clase, origen, etnicidad. También porque en España contamos con una cultura putera muy arraigada, y con una industria de la explotación sexual muy fuerte y muy bien asentada. Para atreverse a cambiar todo lo que hay que remover para abordar de forma integral la prostitución, hace falta mucha voluntad política y una mirada transformadora.

P. ¿Y no existen?

R. Creo que nadie, ningún partido político, se atreve realmente a tocar la prostitución, a mirar en profundidad la situación que atraviesan las mujeres, que siguen siendo consideradas como las nadies, ni a acabar con ese privilegio masculino que es tener la libertad de acudir a los espacios de prostitución y pagar por tener a mujeres sexualmente disponibles para ellos.

... P. Sería así más fácil ver cómo se ajustan a la realidad las distintas posiciones, las de quienes defienden que la inmensa mayoría de las mujeres en prostitución son víctimas de trata y explotación y quienes insisten en que no es tan inmensa esa mayoría y muchas lo hacen libremente, como un trabajo más.

R. Al final el debate gira en torno a esto, a la libertad de las mujeres para prostituirse. ¿Las hay que realmente se dedican a eso porque quieren? Las hay, pero cuántas son. ¿Son muchas, pocas, en comparación a todas las que son prostituidas, explotadas? No parece, no lo sabemos. Y entre las que sí, las que quieren, cómo y por qué quieren. Porque en esta sociedad, a todas y todos nos atraviesan condiciones que nos abocan a firmar contratos precarios, por ejemplo, o a acabar en determinados contextos, como pueden ser los de prostitución. Las condiciones económicas y sociales de todas, las específicas de las migrantes, la discriminación, la exclusión social o la situación de las mujeres trans, que no es casualidad que en prostitución nos encontremos a tantas mujeres trans. ¿Qué libertad es esa? Eso no es libertad. Es supervivencia. Pero preguntémonos otra cosa.

P. Cuál.

R. Qué libertad tienen los hombres, cómo y por qué la usan para elegir demandar prostitución. Creo que esta es la gran pregunta porque cambia el enfoque, la mirada, y somete a una gran contradicción a las personas que desde posiciones de izquierdas defienden la regulación de la prostitución. Al final, defender la regulación de la prostitución es normalizar también la demanda de prostitución. El debate tiene que dejar de girar solo en torno a ellas, hay que incorporar al debate a los hombres, sino ellos acaban desapareciendo de la cuestión.

P. ¿Con qué consecuencias?

R. Con las del impacto que tiene la existencia de la prostitución en el desarrollo de una sociedad más igualitaria. Es un muro infranqueable. El modelo de masculinidad, que puede sentirse más interpelado fuera de los contextos de prostitución, se ve reafirmado en ellos. Ahí se refuerzan los privilegios masculinos que fuera tanto estamos criticando, justo en este momento, en el que hablamos más que nunca antes de la necesidad de transformación de la masculinidad.


jueves, 2 de enero de 2025

"LA POLÍTICA". Luis García Montero, El País 9 DIC 2024

Está cansada. Cada vez que navega por el móvil todo el mundo habla de corrupción, amigos, padres, hijos, hermanos

La palabra Política se levantó tarde. Los malentendidos de la noche se le habían metido en el estómago, igual que los callos a la madrileña. Dos amigos peleándose en un restaurante, tú más que yo, no, no soy como tú, acaban por corromper cualquier conversación. La palabra Política cierra los ojos y se regaña a sí misma. Mejor buscar otro verbo, nunca más corromper. Está cansada. Cada vez que navega por el móvil todo el mundo habla de corrupción, amigos, padres, hijos, hermanos. Mejor evitar la pena, sobreponerse y abrir la ducha.

Bienvenida el agua. La piel de sus sílabas, po-lí-ti-ca, celebra la vida que cae por los hombros y el pecho. Así recupera el ánimo. Mientras se seca el pelo, la Política decide animarse, reconquistar la alegría. Necesita una cena de Nochebuena para reunir sin miedo a la gente que quiere. No está dispuesta a que las mentiras amarguen los abrazos de siempre, llenos de lealtades, cariño y buenos recuerdos. Mientras toma el primer café, marca el número de su hermana. Sí, es verdad, responde la hermana. Bajo un número de teléfono bailaban antes los besos y los cumpleaños. Pero esto del wasap resulta un campo minado. Aunque sé que tú eres decente, la mala fama cae sobre quien se acerca a ti. Prefiero no cenar este año contigo.

La palabra Política se queda helada. Decide no renunciar y llama a su hijo. El niño se llevaba mal con el padre, muy autoritario, pero siempre agradeció que ella respetara su libertad. Por eso le duele tanto una respuesta inesperada. Mira, mamá, estoy cansado de promesas, nunca se cumplen. Echo de menos a papá, regañaba mucho, pero uno sabía a qué atenerse. Mejor eso que la libertad de dejarlo todo y no hacer nada. Ya está bien, prefiero ir por mi cuenta. La palabra Política enmudece, consciente de su soledad. Ni siquiera podrá cenar con la portera. El vecino del ático la despidió porque no quería pagarle el sueldo. Ella no supo impedirlo.

miércoles, 1 de enero de 2025

"VIOLENCIA SEXUAL: UN CAMBIO DE PARADIGMA". Loola Pérez, Ethic 23 DIC 2024

El movimiento feminista o, en su defecto, las voces dominantes, se empozan en un discurso francamente simplón, como si el antídoto a la violación fuera la regla penal, el victimismo y el uso del linchamiento.

La violencia sexual se ha convertido en el tema central del movimiento feminista. La vulnerabilidad, los límites del consentimiento, la agresión ritualizada, la influencia de la pornografía en los guiones sexuales de mujeres y hombres, la explotación mediática del dolor ajeno, la fascinación creciente hacia el psicópata sexual y el auge del populismo punitivo retroalimentan asimismo este interés.

En los últimos tiempos, hemos asistido a un cambio de paradigma con respecto al tratamiento de la agresión sexual. El violador es un hombre que elige hacer el mal y, rara vez, está enfermo de locura. La idealidad delictiva en los delitos de carácter sexual se encuentra cada vez más cuestionada: no hay víctima perfecta.

Además, existe una mayor sensibilización en cuanto a la victimización secundaria. Prueba de ello son las reformas normativas que buscan mejorar la posición procesal de las víctimas. Por ejemplo, la Directiva 2012/29/UE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 25 de octubre de 2012, por la que se establecen normas mínimas sobre los derechos, el apoyo y la protección de las víctimas de delitos o, en el contexto español, la Ley 4/2015, de 27 de abril, del Estatuto de la víctima del delito que, textualmente, dice: «Para evitar la victimización secundaria en particular, se trata de obtener la declaración de la víctima sin demora tras la denuncia, reducir el número de declaraciones y reconocimientos médicos al mínimo necesario, y garantizar a la víctima su derecho a hacerse acompañar, no ya solo del representante procesal, sino de otra persona de su elección, salvo resolución motivada».

Aunque estas medidas constituyen un esfuerzo para evitar la victimización secundaria y proyectan una concienciación de las instituciones al respecto, lo cierto es que siguen ser suficientes. La falta de recursos en el sistema judicial, la lentitud de la justicia, las exigentes necesidades probatorias o la insuficiente preservación de la intimidad puede socavar la satisfacción de las víctimas en el proceso penal. Si no hay confianza en el sistema, en el proceso de denuncia y juicio, así como en los agentes que intervienen, las víctimas no se sentirán respaldadas para denunciar y, por tanto, sus necesidades victimales no tendrán oportunidad de ser resarcidas.

En España, otro acontecimiento que marca el cambio de paradigma con respecto al tratamiento de la violencia sexual es la Ley Orgánica 10/2022, de 6 de septiembre, de garantía integral de la libertad sexual. La normativa, que cuenta con una variedad de argumentos a favor y en contra, y que ha despertado acalorados debates en la opinión pública, ha perfilado la definición de consentimiento. La concreción penal de qué es consentimiento sexual se ha desarrollado de acuerdo a las expectativas del movimiento feminista. De esta manera, se ha tratado de exigir un consentimiento claro, inequívoco y activo en la mujer, en lugar de dirigir la atención a si esta expresó claramente una negativa o hubo resistencia ante el comportamiento sexual ajeno.

En este cambio de paradigma han surgido nuevas complejidades y, a mi juicio, merecen una justa atención. En primer lugar, espectacularizar los abusos sexuales ha desplazado y opacado otras reivindicaciones dentro del feminismo relacionadas con la opresión de clase, racial, los derechos sexuales o reproductivos, o la educación como herramienta preventiva de la desigualdad de género y la violencia contra las mujeres.

Quiero insistir en que, sin ninguna duda, las diversas formas de violencia sexual que sufren las mujeres son una cuestión relevante. El feminismo ha contribuido positivamente a los análisis de «poder» y «sexo». La violación no gira en torno a la excitación descontrolada del varón sino que, más allá de esta posible realidad, hay otros actos y actores que evidencian que la violación es también una cuestión de poder. Asimismo, la reflexión feminista ha permitido cambiar la percepción social sobre la violencia sexual: no es necesario que haya herida para que haya violación. Ahora bien, en esta tendencia por posicionar la violencia sexual como el tema más importante de la agenda feminista, se están diluyendo otros problemas que tienen nombre de mujer. El proyecto político del movimiento feminista no puede reducirse a erradicar la violación.

Por otro lado, el feminismo dominante está cayendo en el bombardeo constante de la denuncia pública y anónima de supuestos casos de violencia sexual y el consecuente linchamiento. Con ello asienta un peligroso mensaje: es preferible que lo cuentes en redes sociales a tener que pasar por el periplo penal, ya nos encargamos nosotras del castigo, del señalamiento, de destrozar la reputación del supuesto agresor y convertir tu testimonio en un acto heroico.

Los linchamientos se mueven desde la indignación social y, por ello, en el seno del feminismo, parecen estar sumamente aceptados. ¿Cómo no indignarse ante un testimonio de violación? ¿Cómo no empatizar con la narración de unos hechos violentos y asquerosos, puedan ser estos reales o inventados? Quien no participa en el linchamiento ya es sospechoso de falta de empatía hacia las víctimas. Quien no participa en esta especie de asesinato social contra el supuesto agresor parece ser cómplice de su comportamiento. Al margen de no facilitar los medios y recursos para que las víctimas denuncien con garantías en el sistema judicial, si hay otra peor forma de no hacerles justicia, es recurrir al linchamiento como solución. Al fin y al cabo, el linchamiento, más allá de atentar contra los derechos humanos de quien es perseguido como «violador», promueve la desconfianza en la justicia, la impunidad del delito, la inseguridad ciudadana y la falta de una respuesta eficaz por parte del Estado a una violencia que, el mismo feminismo, señala como grave y estructural. Por supuesto, nada de esto redunda positivamente en la ciudadanía y en la protección de valores clave para la convivencia como el respeto a la dignidad humana o el derecho a la presunción de inocencia.

Es importante resaltar que la continua referencia al peligro sexual está levantando a su vez una variedad de pánicos sexuales. ¿Se ha convertido el sexo heterosexual en una aventura irresponsable? En los discursos centrados en la violencia sexual encontramos la imposición de determinados códigos de conducta: teme a los hombres, renuncia al sexo sadomasoquista para no ser una mala feminista, el cortejo no deseado ya no es incómodo sino violento, un beso no consentido es una agresión sexual, que un hombre lleve la iniciativa sexual y sea directo se puede catalogar hoy incluso de machista. Soy consciente de que las mujeres somos víctimas del sexismo, pero es un error que optemos siempre y en todo momento por un posicionamiento victimista.

Otra argumentación que quiero compartir sobre los problemas que trae el cambio de paradigma con respecto a la violencia sexual es la confianza en el radicalismo penal. Hay una ingente pasión hacia el castigo en el movimiento feminista, un fanatismo hacia la sanción penal, una idolatración incluso del poder coactivo de Papi-Estado. La «mano dura» se concibe como una solución eficaz, pese a los numerosos estudios que insisten en que esto no reduce la delincuencia sexual. En este sentido, coexiste también una ilusión social: un cambio en el Código Penal, el endurecimiento de las penas y el aumento de la vigilancia decretará una mayor seguridad, una mayor libertad para las mujeres. Curiosamente, este penalismo mágico se ha intensificado a medida que avanzaba el desmantelamiento del Estado de Bienestar.

Estamos en un momento de tránsito, de transformación social. Estamos atravesando un paradigma que, posiblemente, no sea el más efectivo. La ley Orgánica 10/2022 incluye medidas de prevención, sensibilización y formación, no solo plantea como solución la sanción penal. Aún cuando puede aceptar críticas, planea, en mi humilde opinión, en la dirección correcta. Sin embargo, es difícil entender cómo aun cuando aparece una mayor conciencia social sobre la violación y se eleva el estándar de consentimiento, el movimiento feminista o, en su defecto, las voces dominantes, se empozan en un discurso francamente simplón, como si el antídoto a la violación fuera la regla penal, el victimismo y el uso del linchamiento. Mientras este pensamiento siga siendo dominante y permeable en la ciudadanía habrá que seguir haciendo pedagogía social: el autoritarismo del Estado no sirve para acabar con el machismo. El castigo penal no disminuye el número de delincuentes sexuales. La aplicación del derecho penal no cambia la educación sexual. La ampliación de la vigilancia no afecta solo a los perpetradores sino también a las víctimas y potenciales víctimas, pudiéndose reforzar sus miedos y limitar sus libertades.

"¿MATÓ MI ABUELO AL TUYO?". Sergio del Molino, El País 05 ABR 2025

Retrato del poeta Miguel Hernandez pintado por Buero Vallejo en 1940 La condena al historiador Juan Antonio Ríos Carratalá por intromisión i...