miércoles, 29 de noviembre de 2023

"ASTURIES 1934, EL SANGRIENTO LABORATORIO DE UNA GUERRA COLONIAL EN SUELO EUROPEO. Un reportaje de elsaltodiario.es

Tropas norteafricanas entrando en Gijón
tras el aplastamiento de la revolución

Cerca de 2.000 asturianos y asturianas perdieron la vida en la represión de la fallida revolución de octubre, de la que este mes se cumplen 85 años. Las brutalidad de la guerra colonial, importada a la península por los militares curtidos en Marruecos, trataría a la clase obrera asturiana con la misma violencia que a las poblaciones norteafricanas rebeldes. Sería el ensayo de la guerra total practicada a partir de 1936 por el Ejército sublevado.

La represión al movimiento obrero asturiano después del fracaso de la huelga revolucionaria de octubre de 1934, va a anunciar un nuevo tiempo de brutalización de la vida política española, que tendrá su culminación en la Guerra Civil. La presencia de militares africanistas tanto al mando de la represión de la Comuna Asturiana como del bando sublevado en julio de 1936, empezando por el propio Francisco Franco o el general Yagüe, responsable de la matanza de la plaza de toros de Badajoz, no va a ser casual.

La guerra de Marruecos va a ser el laboratorio de un nuevo tipo de campaña militar, a sangre y fuego, casa por casa, caracterizado por la ausencia de reglas y la completa deshumanización no solo del enemigo armado, sino también de sus familias y de su comunidad. El papel jugado por el racismo en la deshumanización de las poblaciones colonizadas lo va a jugar el anticomunismo en la represión a la clase obrera asturiana y en el proceso de limpieza política que los militares sublevados van a impulsar a partir de julio de 1936.

Hannah Arendt y la guerra colonial como laboratorio del totalitarismo

Tanto en su monumental obra de 1951, Los orígenes del totalitarismo, como en sus posteriores escritos sobre el Estado totalitario, la filósofa alemana Hannah Arendt señala las inquietantes continuidades existentes entre el colonialismo europeo y los totalitarismos del siglo XX. Arendt nos recuerda, por ejemplo, que el campo de concentración, el gran símbolo del totalitarismo, fue sistemáticamente utilizado por los británicos en Sudáfrica durante la llamada Guerra de los Boéres, para recluir y castigar a la población civil que daba apoyo a los colonos de origen holandés que se oponían a la nueva dominación anglosajona.

Frente a la exitosa guerra de guerrillas practicada por los granjeros Boéres, el Imperio Británico respondería con una política de tierra quemada que dejaría sin alimentos ni soporte en el terreno a los resistentes, además de tomar como rehenes a sus familias: destrucción de granjas, pueblos y cosechas, confiscación de ganado, envenenamiento de pozos de agua y creación de campos de concentración para limpiar el territorio. Casi 50.000 personas, en su mayoría menores de 16 años, murieron en ellos a causa de la escasez de alimentos, la falta de asistencia médica y las malas condiciones de vida en los campos en los que el ejército británico recluía a las familias de los granjeros rebeldes y a sus sirvientes negros.

Según esta tesis, de algún modo la brutalidad ensayada por el imperialismo europeo en las guerras coloniales desembocaría finalmente en los horrores del nazismo durante la Segunda Guerra Mundial. No estamos hablando solo el campo de concentración, probablemente inventado por el general español Valeriano Weyler en la guerra de Cuba, escasos años antes de la Guerra de los Boéres. El bombardeo desde aviones sobre población civil, tan común en las guerra contemporánea y apenas practicado en la Primera Guerra Mundial, sería inventado y sistemáticamente utilizado por España e Italia en el transcurso de sus aventuras coloniales en el norte de África.

El historiador José Manuel Moreno-Aurioles explica que el bombardeo aéreo moderno nació en 1911, durante la guerra de Libia, cuando “al aviador Giulio Gavotti se le ocurrió la idea de dejar caer bombas durante un vuelo de reconocimiento sobre las posiciones enemigas”. En 1913 esta técnica, ya perfeccionada, sería ampliamente utilizada por el ejército español durante la Guerra de Marruecos, hasta el punto de ser rebautizada como el llamado vuelo a la española. El objetivo ya no era solo atacar posiciones militares enemigas, sino también castigar, desmoralizar y aterrorizar a las poblaciones civiles, acusadas de dar apoyo a los combatientes armados.

Entre 1924 y 1925, tras la humillante derrota militar en Annual, el ejército español bombardearía con gas mostaza diversos pueblos del valle del Rif. Las armas químicas, empleadas en la Primera Guerra Mundial contra soldados enemigos en el campo de batalla, serían ahora rociadas sobre campos de cultivo, para envenenar las cosechas y matar de hambre a las poblaciones rifeñas, así como sobre zocos y otras aglomeraciones de multitudes desarmadas.

España no sería el único país en hacer uso de las armas químicas contra poblaciones civiles consideradas colectívamente culpables de rebelión. Italia en Etipoía y Gran Bretaña en Irak también emplearían esta tecnología en unas guerras coloniales sin las reservas éticas y morales que aún se conservaba en la Europa anterior a la Segunda Guerra Mundial.
Octubre de 1934: Asturies ocupada por el ejército colonial

En octubre de 1934 las derechas republicanas, apoyadas por la Confederación de Derechas Autónomas, se enfrentarían a una huelga general revolucionaria que fracasaría en toda España. Sin embargo, en Asturies y el norte de León, donde el movimiento era más fuerte, estaba mejor organizado y contaba con el apoyo del poderoso sindicato minero, la convocatoria se transformaría en una insurrección armada. Durante dos semanas la República perdería el control de la región y tendría que enviar al Ejército para aplastar la llamada Comuna Asturiana, dirigida por un Comité Revolucionario que integraba a socialistas, comunistas y anarquistas. CONTINUAR LEYENDO

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